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jueves, 10 de mayo de 2007

Preludio de San Isidro

Acudir a los toros en San Isidro, además de complicado si uno no es abonado y quiere comprar su entrada siguiendo las reglas del lícito comercio, puede llegar a ser una pasión insana. Uno acude en metro, escapándose del trabajo, con el malhumor de las prisas y los calores (o la lluvia) y sólo de tarde en tarde encuentra faenas, momentos o sensaciones que justifiquen el cansancio y el aburrimiento habituales.

A diferencia de otras plazas, donde uno acude con espíritu festivo en la semana de la feria o con total tranquilidad en el mes de vacaciones, la visita cotidiana en mayo a Las Ventas se justifica sólo por la afición. Hay otros que van a ver y ser vistos, pero por fortuna suelen variar en cada jornada, lo que hace más distraida la contemplación. Cumplir con San Isidro todas las tardes resulta complicado incluso por razones logísticas. Pero se intenta. Aunque sólo sea porque la grandeza de esta feria es que permite descubrir en cualquier cartel a desconocidos que pueden convertirse en menos de dos meses en figuras del toreo. Hay quienes han conseguido estar arriba sin Madrid y a pesar de Madrid. Pero Rincón, José Tomás, El Cid o Talavante son toreros que han surgido de una tarde mágica en Madrid y que después han ido a las ferias a refrendar lo que pudimos contemplar antes aquí, sin esperarlo, de forma imprevista y grandiosa.

Y en Madrid también pueden verse toreros que por diversas razones no tienen vitola de figuras ni una regularidad que les permita estar siempre en lo alto del escalafón, pero con cualidades que en esta plaza se aprecian y disfrutan como en ninguna otra. Curro Vázquez, Cepeda, Pepín Jiménez,... han dejado en esta plaza lo mejor de su arte. Como Aparicio (hijo) firmó posiblemente su faena más personal, o Luguillano alguna de sus actuaciones más arrebatadas y gitanas, o Esplá sus lecciones de técnica y lidia.

Y aunque los bailes de corrales no son infrecuentes, pueden verse corridas de toros memorables. Y no sólo de Cuadris, Victorinos o Adolfos. También de Alcurrucenes, Cuvillos,...

San Isidro, para lo malo, es de lo peor. Y uno llega a principios de junio prometiéndose no volver a ver toros... hasta que ve el cartel del domingo siguiente.

Pero cuando viene un torero nuevo, desconocido, y da veinte pases bajando la mano y pudiendo a un toro, se acaban los cansancios y los aburrimientos.

Y este año promete. A poco que los que han estado bien en Sevilla (Talavante, Morante, Cid, Rincón, Castella, Manzanares,...) se destapen en alguna de sus tardes, podemos estar ante la mejor feria de los últimos años. Y si además tienen su día y encuentran adecuado enemigo alguno de los que vienen en figura (Ponce, Juli) o alguno de los menos conocidos revientan una tarde (Ambel Posada, Curro Díaz, Álvaro Justo...) volveremos a vivir momentos para el recuerdo. Todo ello, sin olvidar a César Jiménez, Uceda, López Chaves, Tejela,... que, o rompen de una vez, o pueden quedarse en una incómoda situación intermedia.

No es fácil ir todas las tardes. Ni será fácil contarlo.

Lo primero, se intentará, aunque seguro que alguna hay que fallar. En lo segundo, a ver cómo puede hacerse, aunque sea con retraso.

¡Va por ustedes!

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