En San Isidro, acudir a las novilladas es casi siempre garantía de diversión. Y aunque la Fiesta no sólo es diversión, no hay por qué menospreciar su capacidad de entretenimiento.
El año pasado, sin ir más lejos, un tal Talavante sorprendió con su quietud, su cercanía y sus maneras y en menos de un año se ha convertido en imprescindible en las grandes ferias.
Hoy, por fin, hemos visto torear. Y ha sido gracias a los novilleros y a unos novillos-toros que han permitido el lucimiento. Primera reflexión, si los novillos pesaban entre 473 y 520 toros y podían desplazarse con una razonable agilidad, ¿qué peso deberían tener con un año más? Y, ¿podrían moverse?
El triunfador de la tarde ha sido el novillero sevillano Pepe Moral, que ha salido por la Puerta Grande tras cortar una oreja a cada uno de sus novillos. La disposición con la que ha afrontado la tarde ha sido espectacular. No sólo es que se haya ido a recibir a porta gayola a sus dos oponentes (suerte probablemente ponderada en exceso), sino que además ha tratado de realizar faenas completas, con bastante acierto en general y con algunos apresuramientos e indecisiones imprescindibles en un novillero.
En el tercero de la tarde, al incorporarse después de pasar al toro en su salida de chiqueros, ha instrumentado en el centro del ruedo unas verónicas que son el mejor toreo de capa de la Feria hasta el momento y está entre los mejores lances que hemos visto hace tiempo. El quite por chicuelinas ha sido algo menos vistoso, pero lo ha realizado también con un sentido completo de la lidia muy de agradecer. Tras brindar al público ha citado desde el centro del ruedo y ha instrumentado un pase cambiado sin inmutarse que ha enlazado con una serie de derechazos sin moverse del sitio. La faena a este toro ha sido sobre todo con la derecha, con la que ha conseguido pases de mucha profundidad y ligados. Con la izquierda ha bajado la intensidad porque el toro tardeaba y era menos claro en sus embestidas. Ha sorprendido en todo caso por su quietud y por lo bajo que conseguía llevar la mano. Después de una estocada trasera y desprendida y dos descabellos ha cortado una oreja.
En el sexto, el toreo de capa ha sido menos vistoso y el toro se ha dado una voltereta al salir del primer puyazo que ha hecho presagiar que ahí podía acabarse todo. Afortunadamento no ha sido así, y se ha sacado nuevamente el toro con pases garbosos, iniciando la faena otra vez con la derecha. Pero en este toro el toreo de verdad ha sido con la izquierda. Ha dado primero algunos naturales buenos. Y cuando le ha cogido el sitio y las distancias ha instrumentado una larga serie de naturales sencillamente prodigiosos: citando muy adelante, trayéndose templada la embestida y rematando todo lo atrás que le permitiera ligar con el siguiente pase. Luego ha dado algún pase más, pero esa serie quedará grabada mucho tiempo como ejemplo de toreo al natural. Ha pinchado arriba, matando después de una estocada entera y se ha ganado otra oreja de petición holgadamente mayoritaria.
A partir de aquí podrá discutirse si en una plaza como Las Ventas puede abrirse la puerta grande a quien no ha conseguido redondear completamente un toro cortándole dos orejas y ha hecho dos faenas que estando bien (una oreja) no alcanzar un nivel de excelencia acorde con la repercusión que debe tener el triunfo. En mucho casos, mi respuesta se decantaría por exigir las dos orejas en el mismo toro. En tardes como hoy no lo tengo claro. Primero, porque el beneficiado es un novillero. Y, después, porque las dos faenas han tenido momentos muy buenos. ¡Qué suerte encontrar jóvenes con esta decisión y este pellizco!
Mi paisano Emilio de Justo, a menos de un mes de su alternativa, no ha podido redondear una tarde de éxito. Ha demostrado a ratos un corte de toreo profundo (las chicuelinas y algunos pases de muleta a su primero) y capacidad técnica para sobreponerse a las dificultades que le presentaban sus novillos (en especial, tratando de que el cuarto, que cabeceaba una barbaridad, no le enganchara los muletazos). Se ha ido también a porta gayola en el cuarto, pero ha dado la impresión de que aún debe mejorar algo su técnica y que tiene que insistir en el toreo lento y bajando las manos, del que, aunque con cuentagotas, ha dejado algunos detalles buenos esta tarde.
Pérez Mota ha sido el número uno del escalafón del año pasado. Y se le nota en el oficio y la variedad que ha demostrado (especialmente, en el toreo de capa, del que ha dejado una auténtica antología por la variedad de lances utilizados). Con la muleta ha dejado también ejemplos de toreo desmayado y de su buen conocimiento de la lidia, especialmente en el segundo de la tarde, en el que ha podido cortar la oreja, aunque ha tenido que conformarse finalmente con una vuelta al ruedo de mucho peso. Con el quinto, la faena ha sido menos compacta porque el novillo presentaba más dificultades.
En definitiva, que como los novillos se han movido y han metido la cara y los novilleros estaban cuajados y tenían ganas de triunfo hemos vivido una tarde con buenos momentos de toreo. Y con variedad: verónicas, chicuelinas, gaoneras, tafalleras, galleo, naturales, redondos, pases de pecho, pase cambiado, bernardinas,...
Pese a lo cual sigue habiendo algunas preguntas,
1.- ¿Por qué la casta que los novilleros demuestran al irse a porta gayola o al ajustarse el novillo a la cintura no la usan igual para replicar los quites que los compañeros hacen a sus toros?
2.- ¿Podría alguien recordar a la concurrencia que cuando el picador del sexto toro ha finalizado su labor y se ha cambiado el tercio debe quitarse el castoreño y saludar al presidente? ¿Y que eso no es saludar al público como respuesta a una labor especialmente acertada por lo que no merece sonora reprobación como ha sucedido esta tarde?
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