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sábado, 19 de mayo de 2007

Madrid (19 de mayo de 2007) - Caballitos

Hace unos años, cuando llegaban las corridas de rejones en la Feria de San Isidro (normalmente los sábados), los abonados de diario no acudían y el panorama en los tendidos cambiada de forma notable. Más mujeres, más niños, más público y menos aficionados, ambiente más festivo y menor nivel de exigencia. De hecho, muchos hablaban despectivamente de los "caballitos".

Afortunadamente, esto cada vez es menos así. Es cierto que suelen acudir más niños (mujeres van más también el resto de días), pero muchos aficionados acuden también a ver a los rejoneadores. En cuanto al rigor, uno no sabe ya cuál es el que hay, ni conforme a qué criterio, ni en las corridas de pie ni en las de a caballo.

Este cambio lo ha propiciado en gran medida Pablo Hermoso de Mendoza y, con él, un toreo más vistoso, sin perder por ello seriedad y exposición. Y la eliminación de las colleras, que resultaban un abuso de difícil justificación.

A Pablo no vamos a verle en esta Feria por el percance que ha sufrido recientemente. Pero sí vamos a tener la oportunidad de ver un buen plantel de rejoneadores, de diferentes estilos.

Hoy, Diego Ventura ha cortado dos orejas en el sexto, Galán una en el quinto y Antonio Domecq se ha ido de vacío.

Domecq ha lidiado muy bien a sus dos toros y ha clavado casi siempre arriba. Pero su lidia es extremadamente sobria, desangelada. Hay una sucesión de llegadas al toro para clavar en el que se echa de menos el toreo con el caballo, el cite, los quiebros, templar la embestida,... No consigue calar en el público y así, aunque técnicamente esté bien, es difícil encontrar el reconocimiento.

Galán es más bullidor y conecta con facilidad con el tendido. Hoy hubiera podido salir a hombros si mata bien a su primero, pero el rejón ha caido muy bajo y así es difícil cortar oreja en Madrid. Ha tenido dos toros parados pero, aún así, los ha llevado por los adentros, ha quebrado en la cara y se ha ajustado mucho con las cortas en su primero y con las rosas en el quinto, cuando los toros estaban ya muy parados. En su primero ha efectuado algunas pasadas por los adentros de verdadera exposición y valentía, porque el toro no ayudaba nada. Lo peor, algunas pasadas en falso en las que ha dado la impresión que no había todo el ajuste necesario con los caballos o que no conseguía medir bien las distancias.

Por su parte, Diego Ventura ha demostrado que venía a por todas desde recibimiento a su primero, al que ha esperado en la misma puerta de toriles, encelándolo en la grupa y templándole antes de ponerle dos buenos rejones de castigo. Más tarde, con Trincherazo, ha llevado muy toreado a su oponente, provocándole las embestidas y exponiendo con verdad. Lo ha matado muy mal y por eso el público le ha dispensado un silencio expectante. Al sexto lo ha recibido a porta gayola, quebrando y poniendo un rejón en todo lo alto que ha levantado al público de sus asientos. Luego, ha llevado el toro a dos pistas, lo ha esperado mucho en un quiebro en banderillas en el centro del ruedo,... En definitiva, toreo puro y vistoso que ha visto recompensado con dos orejas después de un rejón de muerte muy efectivo, aunque de colocación algo defectuosa que ha provocado un derrame, que no se ha visto apenas por la rápida muerte del toro.

Un par de preguntas para acabar:

1.- ¿Por qué no hacen todos los rejonadores como Pablo Hermoso que cada vez que saca un caballo al ruedo, alguien anuncia con una pequeña tablilla el nombre del caballo? Para la mayoría, es imposible saber con qué caballo se ejecuta cada parte de la lidia, aunque hoy en el programa de mano han tenido la magnífica idea de incluir una relación de todos los caballos de cada rejoneador indicando su nombre, capa, enjaezado, raza y edad, lo cual facilitaba la labor (por lo del enjaezado, más que nada).

2.- ¿Por qué hay que sufrir en todas las corridas de rejoneo los constantes pitidos a los auxiliadores cada vez que salen a realizar su cometido? Para algunos, el rejoneador debería venir solito y apañárselas solo con el toro. No debe olvidarse, sin embargo, que cuando el toro está muy cerrado, sacarlo con el caballo puede ser no sólo complicado, sino sobre todo muy lento.

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