Gran tarde de toros la de esta tarde en Madrid. Tanto, que ha habido que prolongarla con las correspondientes tertulias entre aficionados, las raciones, los gin tonics,... Todo ello, además, con viejos amigos y maestros. Un placer, en resumen.
Gran tarde de toros, a pesar de que el Presidente ha robado la segunda oreja que el Juli había ganado a ley en el segundo de la tarde. No sé si los Presidentes en Madrid siguen siendo comisarios de policía (creo que sí). Pero si de este individuo depende en alguna medida la seguridad de los ciudadanos, el orden público,... Si tiene la facultad de detener, utilizar la violencia, acusar,... estamos listos. Un individuo tan sectario y arbitario como el que hoy ha ocupado el puesto de presidente de la corrida (no sé quién es y prefiero no saberlo) no puede ser ni presidente de una comunidad de vecinos como las de la televisión. Su comportamiento ha sido indigno, alineándoso con los personajes más extravagantes de los altos del siete. Seres que en una sociedad libre y culta sólo pueden ser objeto de compasión y reinserción, pero que en modo alguno pueden marcar tendencia y menos aún ostentar la autoridad.
De aquel grito que propinaban alguno de estos extravagantes hace unos años (¡a quién defiende la autoridad!), deberemos pasar hoy, nuevamente, al de ¡quién nos defiende de la autoridad!
No, lo de la oreja del Juli no es vital. Pero que de un individuo que toma estas decisiones dependa (siquiera durante dos horas y media) la seguridad de más de veinte mil personas es algo que debería llamar a reflexión. ¿O es que acaso teme lo que puedan después decir de él la ruidosa minoría? ¡Bien estamos si es la autoridad quien teme a los violentos! Hay sociedades en que esto ocurre, pero están moralmente podridas. ¡Salvemos, por favor, la Plaza de las Ventas de estas miserias!
Empecemos, por tanto, por ahí. Y dejemos a Uceda, a Manzanares, al cinco y a las magníficas estocadas para mañana (o para dentro de un rato).
La corrida de Victoriano del Río ha sido una corrida de toros excelente. Con toros de diferente comportamiento pero bien presentados, con casta, bravura y nobleza en general. El tercero y el cuarto peores. Y el quinto... con matices (ahora diremos).
De entre ellos, el segundo ha permitido que el Juli hiciera su mejor faena hasta ahora en Las Ventas. De recibo, con el capote, no ha podido hacer mucho. El toro, para mayor complicación, ha levantado la mitad del burladero de capotes. En el quite, el Juli ha mezclado cinco lances diferentes de forma vistosa, aunque es cierto que ha toreado mejor con el capote en otras ocasiones. Pero con la muleta ha realizado una faena redonda, sin fisuras. De auténtico maestro. Ha empezado con pases por alto y luego, ha templado al toro magníficamente por los dos pitones con series largas, de mano baja, arrastrando la mano y con pellizco. Se ha "espatarrao", cargando la suerte y ha dejado algunos pases para el recuerdo, como el cambio de mano por delante (lentísimo), algún natural y la última serie de redondos absolutamente magistrales.
Obviamente, no se ha cruzado al pitón contrario. Porque si lo hubiera hecho no habría podido ligar series tan largas como las que ha conseguido. Y, señores, ¿no estamos bastante hartos de series de dos o tres pases y el de pecho?
Lo de el Juli ha sido otra cosa. Ha sido emoción, arte y técnica. Todo junto en diez minutos y rematado con un estocada perfecta hasta la bola.
La petición era casi unánime. Tanto para la primera como para la segunda oreja. Ha habido más o menos un tres por ciento de la plaza (el presidente y los que le amedrentan) que se negaban a la segunda. Y el presidente se ha dejado llevar por el miedo, el sectarismo, la arbitrariedad o la venganza. El caso es que no ha dado una oreja de amplia petición y de justicia.
Las broncas al presidente después de que el toro fuera arrastrado y de que el Juli diera dos vueltas al ruedo con la oreja conseguida (algo que yo es la primera vez que veo en esta plaza) han sido espectaculares.
Como curioso ha sido que numerosos pañuelos siguieran ondeando en los tendidos durante esas dos vueltas al ruedo.
Lo del quinto ha sido de una complejidad mayor. Con el capote, en el caballo y en banderillas la lidia no ha pasado de discreta. Y en la muleta, el Juli se ha dado un auténtico arrimón, colocándose entre los dos pitones, en una cercanía inverosímil, y obligando al toro a pasar. Consiguiendo, además, pases templados.
La duda que a algunos nos queda es cómo hubiera planteado la faena si en el primero hubiera cortado, como era de justicia, las dos orejas. Porque, tal vez, si hubiera tenido asegurada la Puerta Grande, hubiera tratado de citar a este toro desde algo más lejos y de hacerle una faena más poderosa (aunque también más arriesgada). Pero por el atraco del primero de su lote, y viendo que podía conseguirlo, ha tratado de asegurar la oreja. Y lo ha hecho por la vía del valor más que por la de la técnica y el arte.
El toro era más complicado que el segundo. Pero mantenía fuerza y se arrancaba desde media distancia. Todo un reto para el Juli.
Como puede comprenderse, no critico en modo alguno lo que ha hecho el torero (por otro lado, tremendamente arriesgado y peligroso). Pero sí constato que la estupidez de unos cuantos condiciona el desarrollo de la lidia hasta extremos que nunca deberían producirse. En un toro como el quinto deberíamos haber visto la faena que el Juli hubiera deseado, no la que consideraba que mejor podía asegurarle otra oreja. Pero nadie puede obligar a arriesgar a quien una hora antes ha sufrido un atraco de sus legítimas aspiraciones.
(...Continuará...)
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