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Pero si lo más relevante lo hizo el Juli en sus dos toros (la salida a hombros fue el reconocimiento imprescindible a una tarde magistral), no pueden dejar de destacarse las faenas de Uceda y Manzanares.
Uceda ha demostrado una enorme disposición y una técnica depurada. Brindó al público su primero, al que no había podido lancear con parsimonia, pero que tenía recorrido. Dio series buenas con la derecha, aunque algo cortas, y destacaron algunos pases desmayados y un trincherazo de cartel. Por la izquierda, el toro era más complicado y le enganchó en algunos de los pases. Al volver a la derecha, el toro se quedaba más corto y la faena perdió intensidad, aunque destacaron un buen cambio de mano y un pase de pecho. Acabó con una estocada hasta la bola ligeramente desprendida y consiguió una oreja justa. Del cuarto, lo más destacado fue el excepcional tercio de varios que vivimos, con dos puyazos de magnífica ejecución. Con la muleta, la faena tuvo altibajos porque el toro era más complicado, le enganchó en algunos pases y a pesar del arrimón no hubo posibilidad de redondear series de intensidad.
Manzanares, en el tercero, salió bajo la sensación que había dejado el Juli (que seguía pendiente de la lidia e hizo un magnífico quite a un banderillero cuando el toro le perseguía después de un par). Pero el toro se quedó bastante parado y sólo pudo destacar en algún pase suelto. Y en una estocada sencillamente perfecta. En el sexto, cuando la tarde se había venido definitivamente arriba y se habían despejado los riesgos de lluvia, Manzanares pudo demostrar cómo es su tauromaquia. Aunque se le notó algo nervioso por momentos, realizó una faena llena de pases sensacionales. Muy bueno el comienzo de faena por bajo. Y magníficas las series con ambas manos, con algunos pases (un natural, uno de pecho) de los que se quedan en la retina por mucho tiempo. Cada vez se va pareciendo más a su padre en la forma de torear. No es mal espejo. Nuevamente mató de una estocada hasta la bola (aunque esta vez algo caida) y recogió otra oreja de justicia.
En definitiva, una tarde de toros completa, como hace tiempo que yo no recordaba en un San Isidro. Con tres faenas muy interesantes y una excepcional.
Y todas ellas delante del tendido del cinco. Hay quien dice que porque allí se van los papelillos y hace menos viento. Otros, que porque el público es más agradecido y es más fácil conseguir las orejas. ¡Sólo faltaba que los toreros no pudieran llevar al toro donde estuvieran más cómodos! Por el público o por el viento.
Y sólo una pregunta: ¿han expulsado ya al presidente, prohibiéndole volver a ejercer en esta plaza?
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