Cerramos el taurino mes de agosto y damos paso al aún más taurino septiembre. Lo que para la mayoría de nosotros es la vuelta a la normalidad con once duros meses de trabajo por delante, para los taurinos es el último esfuerzo de una temporada que, al final, está teniendo no pocos alicientes. De la rotundidad desde el inicio de temporada de Juli y Manzanares hemos pasado a la eclosión de Morante en dos tardes memorables (El Puerto y Bilbao), al completísimo mes de Luque, a la recuperación de Talavante (hasta esa inoportuna lesión en la clavícula) y al paso al frente de David Mora, Iván Fandiño y Diego Urdiales, como ejemplos más claros de la necesaria renovación de muchos carteles.
Aún quedan Nimes, Salamanca, Valladolid, San Miguel, La Merced (esperemos que no sea la última), El Pilar,… Queda el cierre de la temporada, las vacaciones para los profesionales y la época de las reflexiones, las tertulias y los encuentros para la mayoría de los impenitentes aficionados.
Mucho nos tememos, sin embargo, que los principales deberes del sector aún están por hacer. El paso al Ministerio de Cultura en virtud del Real Decreto 1151/2011, de 29 de julio, que hoy publica el BOE, es un impulso en la dirección correcta, pero hay que hacer que las actuaciones de todos (autoridades, profesionales y aficionados) se alineen para dotar de contenido real al cambio de dependencia administrativa. Es una satisfacción leer frases tan contundentes como que "el servicio de la cultura como deber y atribución esencial del Estado, prescribe que la Administración del Estado pueda adoptar medidas destinadas a fomentar y proteger las actividades a las que se refiere dicha ley, en atención a la tradición y vigencia cultural de la fiesta de los toros." o que "Entendida la tauromaquia como una disciplina artística y un producto cultural, se entiende que las competencias del Estado en orden a su fomento y protección tienen su correcta ubicación en el Ministerio de Cultura, por lo que, (...) se traspasan al Ministerio de Cultura las funciones que hasta ahora detentaba el Ministerio del Interior, respecto a dicho órgano colegiado de carácter consultivo [Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos], a los registros taurinos y al fomento y protección de la tauromaquia." Creemos que no es una novedad, que ya había base legal para defender este carácter cultural, pero la rotundidad de estas afirmaciones obliga al Estado a no abdicar de su obligación de defensa, protección y fomento de la Fiesta.
Pero no podemos descuidarnos. La temporada está siendo muy dura en los despachos y en los tendidos, con más cemento que nunca. La crisis está haciendo mella. Y sólo los grandes acontecimientos (reaparición de JT, mano a mano Morante-Manzanares,…) consiguen llenazos en las plazas. El próximo año será aún más difícil y por eso será más necesario que nunca centrarse en una mayor calidad y en dar festejos de verdadero contenido. Como será preciso apostar por toros con bravura, nobleza y movilidad (¡son tantas las tardes que se están echando a perder por toros sin fondo ni clase…!).
En este escenario, el nuevo Pliego de Las Ventas tiene mucho que decir. Parece que saldrá en breve (los plazos son ya muy ajustados) y, como hemos reiterado en no pocas ocasiones, del enfoque que tenga, de las ofertas que se presenten y de la elección de empresario que haga la Comunidad de Madrid dependerán muchas cosas del futuro de la Fiesta. Un futuro que tiene que estar ligado, más que nunca, a la defensa y protección de la Tauromaquia.
Me consta que las reflexiones que hicimos en su día en este blog y que luego publicó Taurología han llegado a algunos despachos y han generado comentarios a favor y en contra de muchas de sus propuestas. Y que algunos amigos, teniendo en cuenta su extensión, han aprovechado el verano para leerlos. Tras esa lectura, unos han manifestado su sorpresa con algunos de los hechos que se narraban, otros su aprobación o desacuerdo con los criterios de valoración que se proponían (algo imprescindible y lógico) y otros me han pedido que amplíe y clarifique lo que se exponía sobre dos de los aspectos clave que se indicaban, y que en gran medida definirán cuál es la posición de la Administración respecto a la Fiesta: el canon y la experiencia.
Respecto al canon, el economista Juan Medina, en su blog (El escalafón del aficionado), hizo un análisis de la evolución del mismo en términos económicos, proponiendo luego cuál podría ser su cuantía ponderando los efectos de la crisis. Creo que es un estudio que debería tenerse en cuenta. Pero, sobre todo, creo que sería bueno que cuando se publique el Pliego se explicara cómo se ha calculado el canon que se propone y qué se piensa hacer con el dinero que se obtenga. Entre otras cosas, porque en los últimos años, tal y como señaló también oportunamente Los Toros en el Siglo XXI, el importe que la Comunidad dedica a actividades taurinas es inferior al que obtiene por el canon de Las Ventas. Y es escandaloso que, siendo eso así, tengamos que seguir soportando las críticas de los antitaurinos que alegan que se trata de un espectáculo subsidiado (¡qué bien podría serlo, como otras tantas actividades culturales, pero que no sólo no lo es, sino que además genera ingresos para prestar otros servicios sociales!). Un posicionamiento claro de la Comunidad en este sentido sería de agradecer.
Por otro lado, ya dijimos en su momento que lo mejor sería que el canon fuera fijo y no estuviera sujeto a mejoras, para evitar que el elemento económico fuera el determinante (o uno de los elementos determinantes) en la elección del futuro empresario de Las Ventas. En una situación como la actual, con unas manifestaciones tan claras como las de la Exposición de Motivos del Real Decreto de Traspaso de Competencias al Ministerio de Cultura y habiendo sido declarada la Tauromaquia Bien de Interés Cultural por parte de la Comunidad, no parece que lo más adecuado sea premiar la oferta económica frente a elementos de promoción o culturales.
El otro asunto que delimitará de modo sustancial el Pliego es el tratamiento que se le dé a la experiencia. La primera vez que me pronuncié sobre este asunto fue en enero de 2010 en unas jornadas sobre gestión de plazas de toros organizada por la Federación de Municipios de Madrid y la Unión de Abonados Taurinos. Ya indiqué allí que, a mi juicio, la experiencia debería ser sólo un criterio para ser admitido en la licitación. Pero que, acreditada la experiencia mínima que se fijara, el exceso sobre este mínimo establecido no debería ser objeto de valoración. Algo que sorprendió a algunos de los alcaldes y concejales de festejos que estaban presentes en aquellas jornadas, habituados a incluir este elemento en los Pliegos, por inercia o por imitación.
Hay que recordar que, para concurrir a un concurso administrativo hay que acreditar que se tiene una cierta solvencia económica, financiera, técnica y profesional. Solvencia que deberá acreditarse dependiendo del contrato de que se trate y de lo que establezcan las normas del concurso. Esto es algo lógico para asegurar que quien gane el concurso es alguien que puede desempeñar adecuadamente el servicio, la obra, el suministro,… que la Administración quiere encomendar. Y es aquí donde tiene su encaje la “experiencia”. Porque se trata de establecer el listón por debajo del cual no puede encomendarse el contrato de que se trate (en este caso, el de la gestión de una Plaza de Toros). Alguien que nunca ha hecho una determinada labor, o que no tiene medios para hacerlo, no debe probar suerte en un contrato con la Administración, y menos para algo tan relevante como gestionar la plaza más importante del mundo. Aunque proponga las cosas más maravillosas que ocurrírsele puedan…
El problema que a menudo sucede en los concursos para gestionar plazas de toros (aunque cada vez, afortunadamente, sucede menos) es que la “experiencia” se incluye no como requisito de solvencia técnica (o no sólo de ese modo), sino también como un elemento de “mejora”, de modo que, a más experiencia, más valoración. De este modo, no se establece un mínimo que asegure a la Administración que el licitador puede prestar el servicio, sino que se impone una barrera de entrada a nuevos empresarios. Y así, hay empresarios que, a pesar de estar realizando una labor encomiable en multitud de plazas, es tremendamente difícil que puedan aspirar a gestionar plazas más importantes por las limitaciones que se establecen en los Pliegos. O se producen hechos tan curiosos como que una plaza se adjudica a quien teniendo mucha experiencia, hace la peor oferta en todos los demás aspectos sujetos a valoración (programación, difusión, etc.).
Además, tanto la Junta Consultiva de Contratación como nuestros Tribunales han declarado en diversas resoluciones, algunas muy recientes, que la experiencia no debe valorarse en la adjudicación de contratos con la Administración, ya que hacerlo vulneraría el principio de libre competencia en la contratación administrativa, que es un principio esencial en nuestro ordenamiento.
El Pliego de Las Ventas, como decimos, es sustancial para el futuro de la Fiesta y es un referente para los Pliegos que se elaboran para otras plazas. Por eso sería hora ya de que se ajustara a estos pronunciamientos y eliminara la referencia a la “experiencia” como elemento de adjudicación.
Canon y “experiencia” suponen en muchos concursos para gestionar plazas de toros más del 50% de la baremación, algo cuando menos llamativo si de lo que se trata es de determinar los criterios por los que debe adjudicarse una gestión cultural. Si efectivamente se quiere que Las Ventas sea un referente real de la Tauromaquia como celebración de la cultura que es (tal y como pregona la Exposición de Motivos del RD 1151/2011), los criterios de valoración que incluya el nuevo Pliego tendrán que ser coherentes con este planteamiento.
Por cierto, que aunque estemos en agosto habría que acordarse también del frío, del viento y de la lluvia. O sea, de la cubierta y de la comodidad de los asientos. Por aquello de tratar a los artistas y a los aficionados taurinos como usualmente se trata a los artistas y aficionados a cualquier otra actividad cultural.
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3 comentarios:
Lorenzo, muchas gracias por considerar y recordar mis estimaciones sobre el canon.
Es admirable la constancia de Raúl Delgado en demostrar con datos oficiales que los toros aportan más ingresos a la CAM de lo que recibe de ésta. No entiendo cómo no son publicitados por la propia Comunidad ante las insidias de los antitaurinos.
Un abrazo.
La experiencia, ¿diez años de experiencia o la misma experiencia diez años?
Juan, muchas gracias a ti. Creo que es importante reivindicar que en el ámbito taurino las cosas se hagan cada vez de modo más riguroso y tu análisis creo que es importante para ello.
Coincido contigo en que la labor de Raúl es también admirable y que la CAM debería ser más clara y contundente en sus manifestaciones sobre esta cuestión.
José María, afortunada frase que hemos comentado alguna vez referida al mundo laboral, pero que está muy bien traida, porque también aplica (¡y cómo!) al tema taurino.
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