Estimados
Sres.:
Me
refiero a la convocatoria que han efectuado el próximo día 18 de diciembre (día
de las Esperanzas) para que los principales protagonistas del
sector taurino propongan las medidas estructurales necesarias para asegurar la
sostenibilidad del toreo y reforzar su carácter de espectáculo artístico
cultural.
Soy
consciente de que la convocatoria la han realizado solo a los profesionales
taurinos y no a los aficionados. Pero me permitirán que, como aficionado a la
tauromaquia y en consecuencia concernido por lo que allí se vaya a discutir,
les traslade al email que han facilitado mis propuestas, ya que no podré
hacerlo personalmente, al estarme el acceso vedado, como bien se han ocupado de
recalcar que lo estaría a todos los que no seamos “profesionales” de sus
gremios.
Debo,
antes de nada, felicitarles por la convocatoria, que creo absolutamente
procedente y necesaria. Y espero que los frutos sean muchos y provechosos.
Querría,
en primer lugar, dedicar unas breves líneas al hecho de que los aficionados no
estemos entre los destinatarios de su convocatoria. He de reconocer que es algo
que no me extrañó cuando vi el anuncio de su propuesta y que, incluso, puedo
entenderlo en alguna medida. Aficionados taurinos somos muchos y muy variados.
Y los hay sensatos y prudentes, y otros exaltados y extremistas. Supongo que
como entre los profesionales. El asociacionismo taurino es múltiple
(probablemente el más numeroso que exista en ninguna actividad en España) y es
difícil encontrar los interlocutores que mejor aglutinen la voz de los
aficionados. Sin embargo, creo que convendrán conmigo es que si de lo que se
trata es de buscar propuestas para el futuro de la tauromaquia (y no de
discutir cómo repartirse los dineros que actualmente mueve el sector) prescindir
de los aficionados es dejar de tomar en consideración no sólo a quienes
financian en exclusiva la tauromaquia en la actualidad (ante la imposibilidad
de la industria de buscar patrocinios y otras fórmulas de ingresos), sino las
ideas de muchos profesionales perfectamente competentes en sus respectivos
ámbitos que en los últimos años, y de forma absolutamente desinteresada, han
realizado notables aportaciones en el ámbito veterinario, económico, jurídico,
cultural, de imagen y promoción de la Fiesta ante el desinterés, el
desconcierto, la perplejidad y el asombro de un sector en gran medida acomodado
y que no se ha abierto al análisis riguroso de la tauromaquia, como sí lo han
hecho muchos aficionados en sus respectivos ámbitos del saber. Por eso, no contar
ahora con esos aficionados es desperdiciar muchas buenas ideas. Pero es, sobre
todo, lanzar un mensaje de que nada de lo que se haga fuera de los cauces de
siempre será nunca tenido en cuenta. De que a los aficionados, a pesar de que
dediquen su tiempo y su saber a tratar de normalizar la tauromaquia en las
universidades o en las empresas, a pesar de que realicen estudios, análisis o
propuestas desde la buena fe y el conocimiento, no se les quiere por parte de
los profesionales más que para que pasen por taquilla y paguen lo que ellos
digan, para ver lo que ellos quieran, en las fechas, horas y recintos que ellos
decidan. Lo siento, pero no. Ese no es el camino para “asegurar la sostenibilidad del toreo y reforzar su carácter de
espectáculo artístico cultural”.
Tengan
en cuenta, por eso, que si de lo que se trata es de engrandecer la tauromaquia,
hacerla más fuerte, conseguir que haya más aficionados y, sobre todo, más
público, contar con la opinión de los que hoy vamos a las plazas de toros no es
una opción, es absolutamente imprescindible. Y si es difícil encontrar
interlocutores, deberá dedicarse tiempo y esfuerzo a encontrarlos. Porque mucho
más difícil es hablar de sostenibilidad o futuro sin contar con quienes pasando
por taquilla pagamos los salarios de todos los que se van a reunir en Sevilla.
Pero
no les he remitido esta carta para afearles esta desconsideración hacia los
aficionados. Su objeto es hacer, modestamente, mis propuestas al debate que
oportunamente han abierto. Para que, junto con las de todos los que acudan a la
reunión, coadyuve en los compartidos objetivos de la convocatoria. Enumero, por
eso, de forma sucinta, cinco cuestiones que creo básicas para asegurar el
futuro y mejorar la presencia y reivindicación de la tauromaquia en la sociedad.
Vaya por delante que no son propuestas originales, ni exclusivas, ya que muchas
de ellas han sido anunciadas y propuestas por otros muchos en diversas
formulaciones. Pero esta es la mía y no creo que esté de más ordenarlas y
explicar brevemente cómo las veo:
1.- Emoción en el ruedo. La premisa básica para que
se llenen las plazas de toros es que lo que suceda en el ruedo sea memorable.
Sé que es una obviedad. Pero creo que no es ocioso recordar a los ganaderos que
deben criar un animal que genere emoción con su embestida y a los toreros que
cada vez que se enfunden un traje de luces deben apasionar con lo que hacen a
los que están en los tendidos. Hay ganaderías que están en esa línea y toreros
que despierta una absoluta admiración por su radical compromiso cada tarde o
por la hondura de su toreo. Sólo unas y otros deben estar en los carteles. Y el
resto, los que a pesar de resultar aburridos y anodinos se siguen anunciando
por compadreos de salón e intereses cruzados de empresarios, apoderados y ganaderos,
deben volver a sus casas y dejar el paso a toreros y ganaderías con interés.
2.- Presencia social – Academia de la
Tauromaquia.
Hay que lograr que la tauromaquia tenga la presencia social que le corresponde
en atención a la atracción de público que cada año tiene en las plazas de toros
y de su importancia histórica y cultura. Y esto tiene que lograrse,
fundamentalmente, consiguiendo que su presencia en los medios de comunicación
sea constante, de modo que la información taurina en televisión, radio y
periódicos sea tan habitual como lo es la de cualquier otro acontecimiento
cultural o de ocio. A día de hoy, esto es una labor muy complicada porque la
actuación de los grupos antitaurinos es organizada y eficaz, habiendo generado
un estado de opinión hostil o indiferente que es imprescindible revertir. Para
ello, entiendo que hay que crear una institución (llámese Academia de la
Tauromaquia o como se quiera) que tenga éste como objetivo principal. Éste y no
es de la defensa de los intereses gremiales de los profesionales taurinos, que por
muy lícitos que sean deben encontrar para su defensa instituciones y mecanismos
distintos que el de la promoción de la tauromaquia.
A mi
juicio, esta Academia estar formada por profesionales de primer nivel y con
dedicación exclusiva en los ámbitos del marketing, de la comunicación y del
derecho y debería tener como labores esenciales las siguientes:
a)
Creación,
convocatoria y difusión de unos premios anuales taurinos, a semejanza de los
Goya (cine) o Max (teatro), con su gala anual que sirviera como elemento de
difusión y reconocimiento. Y habría que trabajar para lograr que la visibilidad
de estos premios y de la gala fuera del mismo nivel que el que tienen la del
cine o la del teatro.
b)
Lograr
la normalización de la información taurina en los medios de comunicación, con difusión
al menos semanal en los informativos generalistas de lo más relevante acontecido
en el ámbito taurino, como sucede con los estrenos de cine o teatro, con los
conciertos y giras musicales, o con actividades deportivas de muchísimo menor
interés para el gran público que los toros.
c)
Defensa
jurídica inmediata y eficaz a cualquier profesional o aficionado frente a
cualquier actuación de los grupos antitaurinos. Y constante labor preventiva y
defensiva ante los ataques a la Fiesta, vengan de donde vengan.
d)
Promoción
de las actividades de investigación académica e institucional en el ámbito de
la tauromaquia, dando soporte, ayudas y difusión a investigadores en el ámbito
veterinario, económico, jurídico, filosófico,
de la comunicación, etc.
Esta
organización tendrá que financiarse por los aficionados. Es decir, con los
ingresos que se obtienen en las taquillas de las plazas de toros, de las cuales
una parte debería aportarse a esta finalidad. Recuérdese que son los
aficionados los que pagan las entradas y, por tanto, los que realizan la
financiación. Y no los profesionales, aunque por destinar parte de la taquilla
a este fin ellos tengan menos que repartirse.
3.- Reducción de los precios de las
entradas. Hay
que reducir el coste de ir a los toros. Salvo en plazas como la de Madrid,
donde hay una enorme diversidad de precios y algunos realmente económicos, ir a
los toros es una heroicidad en estos tiempos para muchas economías. Hay que
conseguir que ir a los toros sea posible para muchos más. Esto, indudablemente,
afectará a la economía de los profesiones. Pero es imprescindible para tener el
adecuado soporte social y una difusión mediática exigida por la evidencia del
número de asistentes.
4.- Facilitar la comodidad en los
espectáculos taurinos.
Las condiciones de comodidad de la mayoría de los cosos es realmente
deplorable. Afirmarán muchos empresarios que esto no es culpa suya, porque
ellos no son los propietarios de los cosos. Pero este es parte del problema de
la organización actual de la tauromaquia y hay que abordarlo sin dilación. No
es de recibo tener que soportar la lluvia, el sol o las extremidades de los vecinos
de localidad en un espectáculo con un coste de acceso tan elevado. Hay que
mantener la tradición, pero hay que hacer todas las mejoras precisas para que
el modo de disfrute de lo que sucede en el ruedo pueda hacerse de forma
coherente con las expectativas de la sociedad del siglo XXI cuando acude a cualquier
evento cultural, deportivo o de ocio.
5.- Incrementar la transparencia en todo
lo que rodea a la tauromaquia. Todos los sectores taurinos han vivido tradicionalmente
cerrados en sí mismos, han constituido y constituyen grupos cerrados a los que
es imposible acceder para los neófitos y desconfían o no hacen nada para
difundir y dar a conocer lo que hacen como criadores de toros o como
profesionales del toreo. La sociedad actual exige una mayor apertura y una
mayor transparencia. Hay que hacerlo de modo que se preserve el rito y las
peculiaridades del carácter y los enfoques profesionales y vitales de cada uno.
Pero como actividad, la Fiesta tiene que abrirse y hay que crear mayores
espacios en los que la tauromaquia conecte con la sociedad.
* *
* * *
Estas
son mis propuestas que he tratado de sintetizar en los siete minutos que, creo,
han concedido a cada profesional que quiera intervenir. Seguro que la mayoría
les suenan conocidas. Pero he creído oportuno recopilar algunas cuestiones que,
como aficionado, me preocupan y creo que deben reenfocarse para que la
tauromaquia tenga una mejor acogida en la sociedad actual que creo que es de lo
que, al fin y al cabo, se trata.
Espero
que tengan una provechosa jornada el día 18 y que entre tantos profesionales que
van a acudir tengan muchas ideas y, sobre todo, planifiquen y organicen cómo
llevarlas a cabo de forma inmediata.
Tengan
en cuenta que lo que está en juego no es lo que cada uno de ustedes gana o se
reparte. Lo que está en juego es la defensa de un patrimonio cultural heredado
de nuestros mayores que a cientos de miles de personas les apasiona, por lo que
cada año hacen miles de kilómetros y realizan un importantísimo esfuerzo
económico. Por eso deberían ser más generosos y no pensar que esto es sólo una
cuestión que deben decidir ustedes. De forma ordenada y eficaz, pero para
pensar en el futuro hay que dar entrada a más gente. A los mejores. Porque la
responsabilidad de que la tauromaquia perviva y tenga el reconocimiento social
que se merece es de todos los que la sentimos como parte de nosotros mismos, de
nuestra manera de pensar y ver el mundo. Es una tarea difícil, pero apasionante
y urgente.
Espero
también que, si no han contado con nosotros en esta convocatoria, al menos
tengan la consideración de trasladarnos las intervenciones de los que asistentes
y las conclusiones que alcancen. Sería un primer paso importante para que la
visión que los aficionados tienen de los profesionales taurinos en su conjunto
mejore. Que probablemente sea el primer paso para que los que no son
aficionados lleguen a reconocerles y a apreciarles en un futuro.
Reciban
entretanto mi saludo,
Lorenzo
Clemente