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sábado, 13 de diciembre de 2014

Carta abierta a la Unión de Criadores de Toros de Lidia - Propuesta de un aficionado para la reunión del día 18


Estimados Sres.:
Me refiero a la convocatoria que han efectuado el próximo día 18 de diciembre (día de las Esperanzas) para que los principales protagonistas del sector taurino propongan las medidas estructurales necesarias para asegurar la sostenibilidad del toreo y reforzar su carácter de espectáculo artístico cultural.
Soy consciente de que la convocatoria la han realizado solo a los profesionales taurinos y no a los aficionados. Pero me permitirán que, como aficionado a la tauromaquia y en consecuencia concernido por lo que allí se vaya a discutir, les traslade al email que han facilitado mis propuestas, ya que no podré hacerlo personalmente, al estarme el acceso vedado, como bien se han ocupado de recalcar que lo estaría a todos los que no seamos “profesionales” de sus gremios.
Debo, antes de nada, felicitarles por la convocatoria, que creo absolutamente procedente y necesaria. Y espero que los frutos sean muchos y provechosos.
Querría, en primer lugar, dedicar unas breves líneas al hecho de que los aficionados no estemos entre los destinatarios de su convocatoria. He de reconocer que es algo que no me extrañó cuando vi el anuncio de su propuesta y que, incluso, puedo entenderlo en alguna medida. Aficionados taurinos somos muchos y muy variados. Y los hay sensatos y prudentes, y otros exaltados y extremistas. Supongo que como entre los profesionales. El asociacionismo taurino es múltiple (probablemente el más numeroso que exista en ninguna actividad en España) y es difícil encontrar los interlocutores que mejor aglutinen la voz de los aficionados. Sin embargo, creo que convendrán conmigo es que si de lo que se trata es de buscar propuestas para el futuro de la tauromaquia (y no de discutir cómo repartirse los dineros que actualmente mueve el sector) prescindir de los aficionados es dejar de tomar en consideración no sólo a quienes financian en exclusiva la tauromaquia en la actualidad (ante la imposibilidad de la industria de buscar patrocinios y otras fórmulas de ingresos), sino las ideas de muchos profesionales perfectamente competentes en sus respectivos ámbitos que en los últimos años, y de forma absolutamente desinteresada, han realizado notables aportaciones en el ámbito veterinario, económico, jurídico, cultural, de imagen y promoción de la Fiesta ante el desinterés, el desconcierto, la perplejidad y el asombro de un sector en gran medida acomodado y que no se ha abierto al análisis riguroso de la tauromaquia, como sí lo han hecho muchos aficionados en sus respectivos ámbitos del saber. Por eso, no contar ahora con esos aficionados es desperdiciar muchas buenas ideas. Pero es, sobre todo, lanzar un mensaje de que nada de lo que se haga fuera de los cauces de siempre será nunca tenido en cuenta. De que a los aficionados, a pesar de que dediquen su tiempo y su saber a tratar de normalizar la tauromaquia en las universidades o en las empresas, a pesar de que realicen estudios, análisis o propuestas desde la buena fe y el conocimiento, no se les quiere por parte de los profesionales más que para que pasen por taquilla y paguen lo que ellos digan, para ver lo que ellos quieran, en las fechas, horas y recintos que ellos decidan. Lo siento, pero no. Ese no es el camino para “asegurar la sostenibilidad del toreo y reforzar su carácter de espectáculo artístico cultural”.
Tengan en cuenta, por eso, que si de lo que se trata es de engrandecer la tauromaquia, hacerla más fuerte, conseguir que haya más aficionados y, sobre todo, más público, contar con la opinión de los que hoy vamos a las plazas de toros no es una opción, es absolutamente imprescindible. Y si es difícil encontrar interlocutores, deberá dedicarse tiempo y esfuerzo a encontrarlos. Porque mucho más difícil es hablar de sostenibilidad o futuro sin contar con quienes pasando por taquilla pagamos los salarios de todos los que se van a reunir en Sevilla.
Pero no les he remitido esta carta para afearles esta desconsideración hacia los aficionados. Su objeto es hacer, modestamente, mis propuestas al debate que oportunamente han abierto. Para que, junto con las de todos los que acudan a la reunión, coadyuve en los compartidos objetivos de la convocatoria. Enumero, por eso, de forma sucinta, cinco cuestiones que creo básicas para asegurar el futuro y mejorar la presencia y reivindicación de la tauromaquia en la sociedad. Vaya por delante que no son propuestas originales, ni exclusivas, ya que muchas de ellas han sido anunciadas y propuestas por otros muchos en diversas formulaciones. Pero esta es la mía y no creo que esté de más ordenarlas y explicar brevemente cómo las veo:
1.- Emoción en el ruedo. La premisa básica para que se llenen las plazas de toros es que lo que suceda en el ruedo sea memorable. Sé que es una obviedad. Pero creo que no es ocioso recordar a los ganaderos que deben criar un animal que genere emoción con su embestida y a los toreros que cada vez que se enfunden un traje de luces deben apasionar con lo que hacen a los que están en los tendidos. Hay ganaderías que están en esa línea y toreros que despierta una absoluta admiración por su radical compromiso cada tarde o por la hondura de su toreo. Sólo unas y otros deben estar en los carteles. Y el resto, los que a pesar de resultar aburridos y anodinos se siguen anunciando por compadreos de salón e intereses cruzados de empresarios, apoderados y ganaderos, deben volver a sus casas y dejar el paso a toreros y ganaderías con interés.
2.- Presencia social – Academia de la Tauromaquia. Hay que lograr que la tauromaquia tenga la presencia social que le corresponde en atención a la atracción de público que cada año tiene en las plazas de toros y de su importancia histórica y cultura. Y esto tiene que lograrse, fundamentalmente, consiguiendo que su presencia en los medios de comunicación sea constante, de modo que la información taurina en televisión, radio y periódicos sea tan habitual como lo es la de cualquier otro acontecimiento cultural o de ocio. A día de hoy, esto es una labor muy complicada porque la actuación de los grupos antitaurinos es organizada y eficaz, habiendo generado un estado de opinión hostil o indiferente que es imprescindible revertir. Para ello, entiendo que hay que crear una institución (llámese Academia de la Tauromaquia o como se quiera) que tenga éste como objetivo principal. Éste y no es de la defensa de los intereses gremiales de los profesionales taurinos, que por muy lícitos que sean deben encontrar para su defensa instituciones y mecanismos distintos que el de la promoción de la tauromaquia.
A mi juicio, esta Academia estar formada por profesionales de primer nivel y con dedicación exclusiva en los ámbitos del marketing, de la comunicación y del derecho y debería tener como labores esenciales las siguientes:
a)     Creación, convocatoria y difusión de unos premios anuales taurinos, a semejanza de los Goya (cine) o Max (teatro), con su gala anual que sirviera como elemento de difusión y reconocimiento. Y habría que trabajar para lograr que la visibilidad de estos premios y de la gala fuera del mismo nivel que el que tienen la del cine o la del teatro.
b)    Lograr la normalización de la información taurina en los medios de comunicación, con difusión al menos semanal en los informativos generalistas de lo más relevante acontecido en el ámbito taurino, como sucede con los estrenos de cine o teatro, con los conciertos y giras musicales, o con actividades deportivas de muchísimo menor interés para el gran público que los toros.
c)     Defensa jurídica inmediata y eficaz a cualquier profesional o aficionado frente a cualquier actuación de los grupos antitaurinos. Y constante labor preventiva y defensiva ante los ataques a la Fiesta, vengan de donde vengan.
d)    Promoción de las actividades de investigación académica e institucional en el ámbito de la tauromaquia, dando soporte, ayudas y difusión a investigadores en el ámbito veterinario, económico,  jurídico, filosófico, de la comunicación, etc.
Esta organización tendrá que financiarse por los aficionados. Es decir, con los ingresos que se obtienen en las taquillas de las plazas de toros, de las cuales una parte debería aportarse a esta finalidad. Recuérdese que son los aficionados los que pagan las entradas y, por tanto, los que realizan la financiación. Y no los profesionales, aunque por destinar parte de la taquilla a este fin ellos tengan menos que repartirse.
3.- Reducción de los precios de las entradas. Hay que reducir el coste de ir a los toros. Salvo en plazas como la de Madrid, donde hay una enorme diversidad de precios y algunos realmente económicos, ir a los toros es una heroicidad en estos tiempos para muchas economías. Hay que conseguir que ir a los toros sea posible para muchos más. Esto, indudablemente, afectará a la economía de los profesiones. Pero es imprescindible para tener el adecuado soporte social y una difusión mediática exigida por la evidencia del número de asistentes.
4.- Facilitar la comodidad en los espectáculos taurinos. Las condiciones de comodidad de la mayoría de los cosos es realmente deplorable. Afirmarán muchos empresarios que esto no es culpa suya, porque ellos no son los propietarios de los cosos. Pero este es parte del problema de la organización actual de la tauromaquia y hay que abordarlo sin dilación. No es de recibo tener que soportar la lluvia, el sol o las extremidades de los vecinos de localidad en un espectáculo con un coste de acceso tan elevado. Hay que mantener la tradición, pero hay que hacer todas las mejoras precisas para que el modo de disfrute de lo que sucede en el ruedo pueda hacerse de forma coherente con las expectativas de la sociedad del siglo XXI cuando acude a cualquier evento cultural, deportivo o de ocio.
5.- Incrementar la transparencia en todo lo que rodea a la tauromaquia. Todos los sectores taurinos han vivido tradicionalmente cerrados en sí mismos, han constituido y constituyen grupos cerrados a los que es imposible acceder para los neófitos y desconfían o no hacen nada para difundir y dar a conocer lo que hacen como criadores de toros o como profesionales del toreo. La sociedad actual exige una mayor apertura y una mayor transparencia. Hay que hacerlo de modo que se preserve el rito y las peculiaridades del carácter y los enfoques profesionales y vitales de cada uno. Pero como actividad, la Fiesta tiene que abrirse y hay que crear mayores espacios en los que la tauromaquia conecte con la sociedad.
*     *     *     *     *
Estas son mis propuestas que he tratado de sintetizar en los siete minutos que, creo, han concedido a cada profesional que quiera intervenir. Seguro que la mayoría les suenan conocidas. Pero he creído oportuno recopilar algunas cuestiones que, como aficionado, me preocupan y creo que deben reenfocarse para que la tauromaquia tenga una mejor acogida en la sociedad actual que creo que es de lo que, al fin y al cabo, se trata.
Espero que tengan una provechosa jornada el día 18 y que entre tantos profesionales que van a acudir tengan muchas ideas y, sobre todo, planifiquen y organicen cómo llevarlas a cabo de forma inmediata.
Tengan en cuenta que lo que está en juego no es lo que cada uno de ustedes gana o se reparte. Lo que está en juego es la defensa de un patrimonio cultural heredado de nuestros mayores que a cientos de miles de personas les apasiona, por lo que cada año hacen miles de kilómetros y realizan un importantísimo esfuerzo económico. Por eso deberían ser más generosos y no pensar que esto es sólo una cuestión que deben decidir ustedes. De forma ordenada y eficaz, pero para pensar en el futuro hay que dar entrada a más gente. A los mejores. Porque la responsabilidad de que la tauromaquia perviva y tenga el reconocimiento social que se merece es de todos los que la sentimos como parte de nosotros mismos, de nuestra manera de pensar y ver el mundo. Es una tarea difícil, pero apasionante y urgente.
Espero también que, si no han contado con nosotros en esta convocatoria, al menos tengan la consideración de trasladarnos las intervenciones de los que asistentes y las conclusiones que alcancen. Sería un primer paso importante para que la visión que los aficionados tienen de los profesionales taurinos en su conjunto mejore. Que probablemente sea el primer paso para que los que no son aficionados lleguen a reconocerles y a apreciarles en un futuro.
Reciban entretanto mi saludo,

Lorenzo Clemente

viernes, 7 de noviembre de 2014

El comunicado de un aficionado (vs ANOET)


Este aficionado que lo es, y que con su dinero acude cada año a más de sesenta festejos taurinos en más de diez plazas de toros de España (y, cuando hay suerte, alguna de Francia), debido al grave deterioro anímico que le ha producido leer el comunicado de la Junta Directiva de ANOET de 5 de noviembre de 2014, hace balance de los problemas que acechan al sector taurino siguiendo la misma línea discursiva propuesta, a fin de valorar si nos encontramos ante una desgracia bíblica de la que nadie es responsable, o si nos encontramos ante una crisis causada por desidia e incompetencia de los abajofirmantes del otro comunicado. Porque de ser esto último, la crisis de fondo, acuciada por la recesión económica que viene padeciendo España, bien podía tener remedio con trabajo de quienes, en el empresariado, tengan capacidad para revertir una situación complicada y con el relevo, la jubilación o la “quiebra” (hoy, técnicamente, el concurso de acreedores) de quienes carezcan de afición, empeño o capacidad, que, a decir de muchos aficionados y profesionales, son la mayoría de los abajofirmantes.

Sorprende e ilusiona que los empresarios recuerden que el empresario taurino es quien imagina, crea y vende el espectáculo. Siempre es reconfortante saber que estos ciudadanos tienen claro su cometido en la Fiesta… aunque luego desafortunadamente sus hechos desmientan sus propósitos. Porque si uno repasa los carteles de esta última temporada, y los compara con los de la temporada anterior y con los de muchas temporadas atrás, cualquier palabra puede calificarlos menos la de imaginación. Sí es cierto que en ocasiones “crean” el espectáculo, pero no en el ruedo, en el que supongo no tratarán de suplantar a los toreros, sino en sucedidos como una cierta comida en Sevilla de hace un año que ha “creado” la más nefasta temporada en el coso del Baratillo que se recuerda.

Nada que, objetar, en todo caso, a que los empresarios tiene una privilegiada visión de conjunto del estado de la Fiesta, aunque surjan dudas de que realmente consigan armonizar a todos los partícipes del espectáculo, como gustan pregonar. Y es de agradecer que pretendan trasladar su análisis a todos los sectores y a la afición.

Aunque pronto surge nuevamente la frustración cuando, tras un párrafo de obviedades, declaran con grandilocuencia que “el mundo de los toros está en quiebra”. ¿Ese párrafo y los siguientes dónde sólo se habla de conceptos genéricos y de dineros para quejarse que no le salen los números es lo que un empresario del siglo XXI entiende por “análisis” de un sector económico y una manifestación cultural? En los últimos años, ha habido trabajos extraordinarios de aficionados que han analizado con rigor y solvencia el sector taurino desde muy diversos ángulos. Y los empresarios (como, por lo demás, las administraciones competentes y los demás sectores de lo taurino) los han obviado o los han utilizado en su beneficio y manipulado según su conveniencia. Esos trabajos desinteresados contenían (contienen) análisis serios, propuestas de actuación, visión de futuro,… Esos libros, artículos y blogs, que ha salido de quienes pagan, y no de quienes por generaciones han vivido de lo que sucede en el ruedo, eran mucho más serios y rigurosos que estos dos párrafos de lamentaciones que llaman análisis quienes deberían dedicar parte de sus ingresos a propiciar el estudio de la la Tauromaquia de forma sistemática y a divulgar sus valores y virtudes.

Porque, veamos:

·         Las condiciones de contratación, arrendamientos y cánones desorbitados, ¿no los han generado con pujas temerarias en las últimas dos décadas los mismos que ahora protestan?

·         ¿Los concursos desiertos y la imposibilidad de concurrir a según qué plazas no es algo de lo que podrían también quejarse muchos nuevos empresarios a los que por las insinuaciones más o menos veladas de los abajofirmantes se les impide concurrir exigiendo niveles inasumibles de “experiencia” en la gestión de plazas de primera y de segunda?

·         ¿Las cargas sociales y fiscales no son las mismas que desde hace décadas, cuando nadie se preocupó de luchar por un IVA reducido o por una estructura de Seguridad Social que protegiera a los profesionales con un sistema más razonable de cotizaciones?

·         ¿A qué se refieren cuando hablan de que La Fiesta se encuentra paralizada en su evolución por unos inmovilismos vestido de tradición”? Por cierto, ¿no sería mejor para la Fiesta una mayor transparencia en todos los ámbitos y menos eufemismos?

·         ¿La marginación de los medios audiovisuales –obvia, evidente e injusta- no se debe a la absoluta ausencia de un sector estructurado, con equipos de profesionales de la comunicación, económicos y jurídicos al más alto nivel, como lo tienen sectores con mucho menor peso económico que el taurino?

·         ¿A qué hay que esperar para que den a conocer la “larga lista de agresiones” que dicen detallarán “cuando proceda”? ¿Qué tiene que suceder para que proceda?

·         La tauromaquia “no” necesita con urgencia el esfuerzo de todos sus integrantes para no caer en la marginalidad. Esto lo necesitaba hace muchos años, cuando ellos estaban nadando en la abundancia sin ver lo que sucedía con los jóvenes, con los medios audiovisuales, con los líderes de opinión,… Ahora el esfuerzo de la mayoría de sus integrantes debe ser para dejar paso sólo a los mejor preparados, de dentro o de fuera, y que se tomen en serio hacer normal en los medios y en los jóvenes lo que es normal para la sociedad española en la que la tauromaquia es el segundo espectáculo de masas.

Claro que es lícito que cada cual espere un beneficio por su aportación, como recuerda ANOET. Y claro que si alguno de los que forman parte del sector absorbe de forma indefinida pérdidas hace inasumible la continuación de su actividad. Pero algunos aficionados dudan de que esa absorción no sea asumible. Más aún si se analiza en el medio y largo plazo y se incluyen los beneficios de años atrás… Nuevamente, una mayor transparencia ayudaría a poder valorar mucho mejor la consistencia de algunas afirmaciones.

Y, desde luego, la conclusión no puede ser que porque algunos no ganen lo que esperan “la Fiesta se acaba”. ¿Puede hablarse de que la Fiesta se acaba cuando casi un millón de personas han acudido este año a Las Ventas? ¿Y cuando varios millones más han acudido a otros muchísimos cosos? ¿Puede hablarse de que la Fiesta se acaba cuando un chaval como José Garrido da la lección que dio en Bilbao? ¿Cuando un torero como Perera al que muchos de los abajofirmantes han ninguneado y despreciado temporada tras temporada por su independencia está en el momento de forma que ha demostrado? ¿Cuando en una sola tarde en Istres Joselito es capaz de hacer soñar a toda la afición? ¿Cuando José Tomás congrega a miles de aficionados de todo el mundo cada vez que se anuncia? ¿Cuándo Miura o Parladé echan corridas como las de Madrid, Victorino está en plena recuperación, Garcigrande, Victoriano del Río y otras muchas ganadería de diversos encastes consiguen el tipo de toro que está saliendo muchas tardes –aunque todavía menos de las que quisiéramos, algo en lo que los empresarios tal vez también puedan influir…-?

No, la Fiesta no se acaba. La situación económica de la Fiesta es muy complicada. Y el reparto del dinero que genera (que es mucho) probablemente tenga que reajustarse entre los diversos agentes que componen el sector. Pero eso, en cualquier sector de actividad, se hace con inteligencia y en reuniones de profesionales cualificados. Como son profesionales cualificados los que tienen que proponer e implementar un plan para lograr que la Fiesta tenga la repercusión pública que merece.

A eso, desde la humildad, la afición y el trabajo, es a lo que deben dedicarse los empresarios. A lo que se dedica cualquier empresario del siglo XXI. Y no a lamentarse que está en quiebra y se acaba un espectáculo que mueve millones de personas cada año y que constituye la ilusión y la razón de ser de tantísimos profesionales y aficionados.

Como bien dicen al final, El toreo es un arte único e irrepetible, no bien comprendido por todos, pero es un patrimonio cultural de un valor incalculable, ahora está en nuestras manos que este legado no se pierda”. Completamente de acuerdo, pero elijan bien las manos, porque no todas sirven igual para tan importante empeño.

jueves, 28 de agosto de 2014

La decadencia de la fiesta: sus razones y sus remedios

"...Junto con otros tres hombres, un tímido banquero de Sevilla, un cínico octogenario de Barcelona y un chalán retirado de San Sebastián, controlaba el mundo de los toros. Estos cuatro príncipes de la fiesta española reinaban sobre todas las plazas importantes de España. Toreros, apoderados, ganaderos, críticos y aficionados, todos dependían de sus caprichos individuales o colectivos.

Sin embargo, el espectáculo que dirigían había estado en decadencia durante los últimos diez años. Se murmuraba que en España se había perdido la afición. El tedio había empezado a adueñarse del espectáculo taurino. Una juventud indiferente corría detrás de otras diversiones (...).

Entonces ocurrieron dos cosas. La televisión llegó a España. Y, aproximadamente al mismo tiempo, un nuevo mesías de la muleta (...) llegó de Andalucía. Con sus cabellos desgreñados, su angelical sonrisa y su terrorífico valor (...) sacudió los cimientos de la fiesta brava. Provocó controversias y vehementes vítores, admiración ruidosa y apasionado desprecio. Su rudo e ineducado estilo, valor casi desdeñoso, eran capaces de provocar cualquier emoción menos indiferencia y, difundidos en toda España por la televisión, produjeron un histerismo de masas como jamás se había formado alrededor de un torero. Barrió las telarañas de las plazas de toros, y (...) originó una demanda sin precedentes en las taquillas de todas las plazas de España, una frenética lucha por las localidades, de la cual era sólo una muestra la empeñada por la multitud frente al despacho de Las Ventas".

Salvo por la referencia a la televisión y a Barcelona, los dos primeros párrafos de ese texto podrían retratar perfectamente lo que sienten los aficionados actualmente respecto al estado de la Fiesta, su decadencia y las razones que la provocan. Incluso la referencia a los que gobiernan la Fiesta siguen llevando los mismos apellidos, aunque los octogenarios sean ahora de una o dos generaciones posteriores. Sin embargo, se trata de un texto de 1967 (¡de hace casi cincuenta años!) y de unos extranjeros, Dominique Lapierre y Larry Collins, que en "...O llevarás luto por mí" retrataron bien la España de posguerra y lo que supuso para la Fiesta la llegada de Manuel Benítez "El Cordobés".

El último párrafo de la cita da la clave de lo único que puede cambiar un rumbo descendente, que no es nuevo ni se llevará la Fiesta por delante (aunque ahora las amenazas son más sofisticadas y la defensa debería serlo también): la irrupción de un torero que, con su forma de enfrentarse a los toros, conecte con la sociedad actual.

En los últimos años, sólo ha habido uno que ha conseguido hacerlo con rotundidad, aunque, por vaya usted a saber qué razones, ha espaciado tanto sus comparecencias, que no ha producido el efecto catártico que a muchos nos gustaría.

El trono, pues, lleva muchos años vacío. Para quien quiera cogerlo y tenga los arrestos, la inteligencia y el carisma para hacerlo.

jueves, 14 de agosto de 2014

Reflexiones de agosto

En medio de una temporada plana, con un solo triunfador rotundo (Perera), que ha golpeado en Madrid, pero al que los rencores de despacho han dejado apartado de muchas ferias y festejos de importancia, los aficionados seguimos repartiéndonos mandobles entre nosotros mientras la mayoría de la sociedad vive ajena a la realidad taurina y unos pocos antitaurinos consiguen un hueco muy superior al que le da su representatividad por inacción y desorganización de los de dentro.

Hay quienes desde el pesimismo más tenaz, no paran de augurar el fin de la Fiesta por la desaparición de la variedad de encastes en las plazas de toros o por el compadreo de los taurinos haciendo festejos y ferias cada vez más predecibles y aburridas. Vano afán. La Fiesta durará lo que tenga que durar, como el fútbol, la ópera, las novelas policiacas o el Concierto de Año Nuevo de Viena. Cada manifestación cultural, cada representación del entretenimiento humano, se mantiene en tanto sirve a la sociedad en la que se inserta. Y el modo de entender del ocio actual es diferente del de hace treinta, trescientos y tres mil años. La sociedad ha evolucionado y con ella el modo de organizar sus horas y sus placeres. Incluso cuando un determinado evento se mantiene, va evolucionando o desaparece (salvo cuando queda como una reliquia vistosa que se contempla durante unos pocos años como pura añoranza del un pasado extinto).

Una reflexión medianamente desapasionada concluirá que es bastante inútil, pretencioso y absurdo gastar las energías en tratar de hacer eterno un mero pasatiempo o una manifestación cultural, sea ésta de la importancia que sea. Pero esto tampoco supone que uno deba resignarse y rendirse cuando unos pocos tratan de impedir que se divierta y disfrute como le venga en gana. Y menos aun, que tenga que dar la razón con su silencio a quienes tratan de reivindicarse como poseedores de una ética más depurada, en lo que no es sino una sensiblería mojigata de urbanitas infantilizados que sólo conocen el reino animal por dibujos animados y documentales añejos.
La preocupación primera como aficionados, la primera para mí, al menos, es la de seguir yendo a los festejos que a cada uno plazca, disfrutar y divertirse. Y que cada corrida de toros sea un momento de encuentro con los amigos y, si es posible, con la emoción y la belleza. Y cuando eso deje de ser así en alguna plaza, con alguna ganadería o con ciertos toreros, deja uno de ir y se ha acabado el problema. Si se puede, se deja constancia de aquellos que han acabado con su paciencia y a otra cosa.

Porque me resulta muy complicado exigir a los ganaderos criar no sé qué tipo de toros cuando, incluso sin tener todos los datos, me temo que es un negocio cada vez más ruinoso. Y que debe serlo aun más si no se pliegan a las demandas de las figuras (ciertos tipos de ganadería) o de algunos sectores de la afición (otras, que también tienen su demanda y a ella se deben). Aun cuando en su interior probablemente unos ganaderos y otros desearían seleccionar animales con otras hechuras y comportamientos.
Y tampoco soy capaz de pedir a las figuras que maten ganaderías distintas a las que lidian habitualmente. ¡Claro que me gustaría! Como querría que los toros de esas ganaderías habituales en las corridas de postín tuvieran más movilidad y bravura. Pero como me parece una temeridad ponerse delante de cualquier toro, no se me ocurriría exigir que nadie se ponga delante de toros distintos de los que ellos elijan. Y ha quedado dicho, si con los que se anuncian me aburren, con no ir, fácil lo tengo. No son las figuras las que tienen aquí la principal responsabilidad, sino los toreros del segundo o tercer nivel, que deberían demostrar, si tienen capacidad, que ellos sí pueden torear distintos encastes y que lo que hacen en la plaza con esos toros tiene más interés. Si así fuera, nadie dude que cambiarían las tornas, y serían ellos los que llenarían las plazas y atraerían al público. Si así fuera y si éste fuera el problema.

También a los empresarios podría recomendarles que hicieran carteles más abiertos. Pero no tengo claro si sería posible confeccionarlos. Si las figuras lo aceptarían, si los noveles estarían a la altura, si los públicos responderían,… Y si ya es costoso y arriesgado organizar un cartel en el que la respuesta del público es previsible, la incertidumbre de los otros debe ser infinita. Son ellos los que arriesgan su dinero. Si los supuestos salvadores de la Fiesta no están dispuestos a arriesgarse y hacer ellos y sus clubes y tendidos esos carteles, ¿por qué hay otros que deban tener una responsabilidad de no sé qué tipo para hacerlo?
Dicho lo anterior, creo que sería bueno plantearse que la Fiesta precisa, en sus mecanismos organizativos y de comunicación, ciertas dosis de adaptación a la sociedad actual. Y que si no lo hace, se quedará fosilizada e irá perdiendo pujanza, languidecerá y, tal vez, en unas décadas, desaparezca. O si permanece, lo hará sólo como un reducto extremadamente minoritario.

El rito, lo que sucede en la plaza, debe permanecer invariable. O, al menos, mantener su esencia y profundizar en lo que tiene de puro, de más verdadero. Es imprescindible que cada tarde de toros provoque la emoción en los tendidos. Y hay que ser conscientes que, en una sociedad en la que la cultura audiovisual lo ha invadido todo, en la que quien va a una plaza de toros ha podido ver en un ordenador cientos de veces las grandes faenas de los toreros que se anuncian, la pureza y exposición en el ruedo tienen que ser absolutas. O eso, o será el aburrimiento más total. (Dicho sea con todos los matices: Fandi emociona con su forma de estar en la plaza a miles de espectadores cada año; como Padilla; y Manzanares también lo hizo en el Puerto el pasado domingo con faenas muy alejadas en empaque y profundidad de las que hizo en sus mejores tardes).
Pero a la vez, hay que conseguir que el disfrute de la Fiesta en la plaza sea algo único, cómodo y que acompañe y transcienda lo que sucede en el ruedo. Esto implica desde adaptar los recintos, dar más información al espectador, hacer la lidia más ágil, con menos parones, crear espacios donde sea fácil acudir con niños y con mayores,… Y habría que valorar que quien acude a la Plaza tuviera después la oportunidad de comentar con profesionales el comportamiento de los toros, la actitud de los toreros, los aspectos grandiosos y menos lucidos de la tarde,… Hacer, en definitiva, que ir a los toros fuera una experiencia especial. Del modo que corresponda y tenga sentido en cada plaza y circunstancia: no puede plantearse igual en Pamplona, en plenos sanfermines, donde tal vez lo mejor sea no hacer retoques, que en Las Ventas (donde lo que haya que hacer durante un mes seguido de toros a plaza casi llena será distinto que los domingos en los que cada vez hay menos gente y suceden cosas de menos importancia).

Junto a ello, el gran reto del toreo en la actualidad, como se viene poniendo de manifiesto por los aficionados más lúcidos desde hace varios años, es conseguir que lo taurino se traslade con normalidad a la sociedad. Muchos aficionados y profesionales, cuya vida gira por y para el toro, que solo leen de toros, hablan de toros, escriben de toros en twitter, siguen las andanzas de tal torero o ganadero,… no son conscientes de que eso a lo que ellos dedican su vida no le importa a casi nadie y no tiene trascendencia social alguna. Ferias taurinas como la de San Isidro, que congrega a casi un millón de personas durante un mes en Las Ventas, pasan prácticamente inadvertidas para la mayoría de la sociedad (este año, diez días después de iniciada la feria, muchos taxistas en Madrid no sabían aun que había toros todas las tardes). Y pocos ciudadanos sabrían dar el nombre de más de tres o cuatro toreros, de dos o tres ganaderías, de un solo subalterno.
Convertir la tauromaquia es un reducto para iniciados es una tentación. Pero no es realista. Aunque a muchos nos pudiera gustar disfrutar de la Fiesta entre gente experta y entendida, que apreciara una lidia bien hecha a un toro difícil, que reprochara con respeto una faena desajustada, que reconociera la diversidad de encastes, sus distintos trapíos y comportamientos,… lo cierto es que la Fiesta lo será en tanto sea popular y diversa, subsistirá si hay muchos espectadores que llenas muchas plazas de toros, que pagan sus entradas y repiten año tras año en los festejos de su localidad. Y para ello, además de conseguir que lo que sucede en el ruedo tenga interés, hay que lograr que la gente vea normal hablar de toros, escuchar noticias taurinas, ver imágenes de festejos en televisión.

A esto es a lo que debieran dedicar sus esfuerzos aquellos a los que preocupe la pervivencia de la tauromaquia. Algo que resulta difícil exigir a los que viven de esto (sean toreros, ganaderos o empresarios), a quienes les preocupa, como es normal, su cuenta de resultados inmediata. Por eso, cualquier esfuerzo tendrá que venir liderado por quienes no tienen un interés económico en ello, por aquellos a quienes solo les mueve la pasión. No será sencillo. Pero sería bueno intentarlo. No por tratar de ilusionarse con que la tauromaquia sea algo eterno, sino porque sería una pena que quienes vengan detrás no pudieran sentir la belleza y la verdad que nosotros hemos vivido en las plazas de toros.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Madrid - Las Ventas (20 de mayo de 2014) - Tragedia y reflexiones

El trabajo, el twitter y razones varias hacen que haya dejado de ser costumbre escribir al volver al casa los pareceres de las corridas de San Isidro, como hacíamos años atrás. Pero hoy, tres toreros han pagado con sangre su compromiso con la Tauromaquia y, siquiera sea como modesto homenaje, merecen una atención más detallada y unas líneas de reconocimiento que excedan los 140 caracteres.

Llevo casi tres décadas viendo corridas de toros en Madrid y nunca vi nada parecido. Y tampoco lo recordaban ninguno de los aficionados más añejos con los que unos hablada al acabar la breve corrida, cuando podía uno reponerse mínimamente según iba disminuyendo la impresión reciente de lo vivido. David Mora cogido de forma espeluznante a porta gayola en el primero. Antonio Nazaré, que hizo un quite providencial a Mora, lidió y mató con voluntad y fe a ese toro, pero fue volteado causándole una dura lesión de ligamentos al hacerle un quite el toro siguiente, que también corneó a Jiménez Fortes varias veces, la más grave al entrar al matar.

La sensación era de incredulidad. Pero también se mezclaban otros sentimientos. El primero, si queremos ser sinceros, es el de la inutilidad del sacrificio. El único cuestionamiento ético posible que tiene la Tauromaquia (y, en eso, como en tantas cosas, la Iglesia Católica tuvo una intuición genial) es hasta qué punto es lícito que un hombre ponga en riesgo su vida al servicio del arte o de la diversión.

Luego, la necesidad de que todo aquello se explicara a quien acudían por primera vez o lo hacen de forma esporádica. Una argentina que veía los toros en la fila inmediatamente posterior a la mía hizo comentarios jocosos tras la cogida de David Mora y preguntaba si eso sucedía muy a menudo. Pero cuando Nazaré, después de ser volteado varias veces, acabó con el toro, la misma individua gimoteaba por la muerte del animal. Una sociedad que reacciona de ese modo es, sin discusión, una sociedad enferma.

El riesgo es inherente siempre a cualquier festejo taurino (no hay más que recordar al forcado Eduardo de Villar y al novillero Laureano de Jesús que esta misma semana morían en ruedos mejicanos). Pero hay que agradecer el excelente equipo médico y las instalaciones de la plaza de Las Ventas, que permiten afrontar con éxito estas situaciones. En otras plazas, algo parecido hubiera podido acabar en una tragedia aun mayor. Todo lo que se invierta en instalaciones y profesionales médicos siempre será poco.

La corrida también deja abierta algunas reflexiones, que comentaban buenos aficionados a la salida de la plaza o en el twittendido. Aunque quizá no sea lo más urgente hoy, sería bueno no dejarlas caer en el olvido. ¿Las Ventas debe permitir que salgan toros con tanta edad como los anunciados hoy? ¿Es eso lo propio de la primera feria del mundo? ¿Tiene sentido irse a porta gayola; aporta algo más allá de una indudable demostración de valor? ¿No deberían equilibrarse los carteles e incluir en la terna algún matador con más experiencia? Ante circunstancias de estas, ¿no es bueno una mayor explicación por la megafonía de lo que ha sucedido y que la gente debe volver a sus casa y no debe pedir que se le devuelva el importe de la entrada teniendo en cuenta que la mayoría de los asistentes ya no son abonados habituales a la plaza?

Lo sucedido con los comentarios de los antitaurinos en las redes sociales y en internet deseando la muerte de los toreros demuestran una vez que los animalistas tienen una estructura moral bastante endeble. Pero, también, que es imprescindible una industria taurina que reaccione de forma contundente frente a estas tropelías en los ámbitos de la comunicación y jurídicamente. Pero, para ello, la industria taurina debería ser una realidad. Porque de nada sirven los lamentos y llamamientos desesperados en internet a poner freno a estos comentarios.

Sólo una cosa más. Como ya han apuntado varios buenos aficionados, estos toreros se merecen repetir, con el mismo cartel de toreros y con los toros que ellos decidan, en la Feria de Otoño de este mismo año y en San Isidro de 2015. Es lo mínimo que puede ofrecerse a quienes han vuelto a demostrar con su entrega la verdad y la dureza del toreo.

domingo, 27 de abril de 2014

Umbral y Joselito, El Café Gijón y las profesiones celéricas

"-¿Por qué no se queda usted unos días entre nosotros? - le dicen siempre al escritor cuando llega a una provincia.

Pero es la euforia de la llegada. En cuanto da la conferencia, esté bien o mal, deja de interesar, y ya en la cena subsiguiente hablan entre ellos de sus cosas. El toreo y la literatura son profesiones celéricas que están montadas así -llegar, ver, vencer o fracasar, pero salir corriendo-, y no sólo por la ambición de más trabajo y más dinero, que pudiera ser el caso de los toreros, sino porque al día siguiente de la corrida Joselito ya no es nadie entre los lugareños.

Así que fíjese usted los que no somos Joselito."

Francisco Umbral, "La noche que llegué al Café Gijón"

martes, 22 de abril de 2014

Sobre lo de Málaga el Domingo de Resurrección

Después de muchas temporadas, este Domingo de Resurrección no he ido a los toros a Sevilla. Y no porque no me apeteciera ver a los miuras, que tan buena tarde nos hicieron pasar el año pasado. Sino porque me parecía que la conformación del cartel había hecho perder importancia al Domingo de Resurrección y, a la vez, quitar relevancia la tradicional tarde de los miuras al final de la feria. Dos errores más que añadir a los múltiples que coleccionan los gerentes del coso del Baratillo (lo de llamarles “empresarios” es ofensivo para quienes dignamente crean una empresa, riqueza e ilusión).

A cambio, fui desde Sevilla a Málaga en viaje de ida y vuelta en el día. Buen plan con amigos y mucha ilusión en lo que se aventuraba una gran tarde de toros. Me consta que, como yo, muchos fueron desde distintos puntos de España, Francia y otros países. Los toros, los toreros, la Fiesta, sigue atrayendo a mucha gente. La ilusión nos hace hacer largos trayectos y gastar no escasas cantidades de dinero.

El día en Málaga fue desapacible en los meteorológico, aunque mejoró a la hora de la corrida. Pero, al final, la corrida fue decepcionante. Y no tanto por la disposición de Morante y el Juli sino por el nefasto juego de los toros. Particularmente no veo inconveniente en que, en algunas tardes especiales (corridas de un solo matador, mano a mano o gestor con ciertas ganaderías), los toreros elijan los toros que quieran lidiar y que se obvie el sorteo. Creo que el reglamento no debe interferir en esto. Pero, obviamente, si esto se hace es porque hay una especial responsabilidad y conocimiento de los toreros en la elección de los toros. Era desolador comprobar la mañana de la corrida que se habían tenido que reconocer 18 toros para elegir los 6 de la corrida. Los corrales de la plaza esa mañana estaban llenos como si fuera el comienzo de la feria de agosto. Y en la trasera de la plaza esperaban varios camiones (es de suponer que para devolver al campo los toros que no se lidiaran). Y después de todo aquello, ninguno de los toros que salieron fueron especialmente pujantes, bravos, repetidores y nobles.

La sensación al final de la corrida, compartida con muchos aficionados, es que la responsabilidad de los toreros (y de los ganaderos de los que las figuras lidian casi toda la camada) pasa por conocer lo que hay en el campo y por asegurarse que lo que sale por chiqueros no se va a caer, se va a mover y va a tener poder para soportar la lidia. Particularmente no busco un toro grande, cornalón, ni de presencia apabullante. Habrá ganaderías que los den y otras que no. Pero sí quiero un toro que se mueva, que embista y que no claudique. Acepto que los toreros elijan las ganaderías que les gusten e incluso que, en determinadas tardes, se obvie el sorteo. Pero si lo hacen, es suya toda la responsabilidad de lo que salga a la plaza. Y si eso es así, en Málaga los toreros, intencionadamente o no, se equivocaron. Y echaron al traste la ilusión, el tiempo, los viajes y el dinero de mucha gente.

Seguiremos acudiendo a las plazas a verles otras muchas tardes. Porque los momentos que dejó Morante con el capote no se olvidan. Y porque el Juli está en un momento excepcional y demostró una capacidad y una inteligencia fuera de lo común. Pero precisamente por eso su responsabilidad es mucho mayor. Más aun cuando, por muchas razones, han decidido decir que no a la empresa de Sevilla. En Málaga todo estaba en sus manos. Tenían que haberlo hecho mejor, mucho mejor, en la selección de los toros a lidiar. La responsabilidad es suya. Y el error no debe repetirse.

sábado, 8 de febrero de 2014

El Pliego de Cáceres


Ayer se publicaron los Pliegos de la nueva concesión para la explotación de la Plaza de Toros de Cáceres. Esta plaza ha decaído notablemente en los últimos años. De niño, recuerdo los festejos en las ferias de San Fernando y San Miguel, la ilusión de ver primero a los picadores y luego a los matadores bajar por las escaleras del Hotel Alcántara y contemplarles atónicos como a verdaderos héroes que infundían respeto y temor. Recuerdo a Paquirri, a Esplá, a Manzanares, al Niño de la Capea,… Y recuerdo la primera tragedia que viví en una plaza de toros, cuanto tenía sólo seis años y acudía a un festival: la cogida de un puntillero el 24 de abril de 1977 que murió aquella misma madrugada de la cornada en la ingle recibida al intentar apuntillar a un novillo. Desde joven supe la dureza y la verdad de la Fiesta más allá de la presencia de los animales y de que las defensas estuvieran más o menos afiladas.

El Ayuntamiento de estos tiempos saca un Pliego para dar sólo dos festejos y conceder una subvención de 25.000 euros a la empresa organizadora. A eso hemos llegado. Pero los Pliegos tienen más menciones que nos deben invitar a reflexionar.

1.- Quién puede presentarse. Cualquier empresario que haya gestionado una plaza de primera o de segunda “sin tacha de gestión” en los dos últimos años y que acredite una cifra de negocios anual de, al menos, 250.000.-€.

2.- Festejos a celebrar. Al menos dos: una corrida goyesca en torno a San Jorge y una corrida de toros en la feria de San Fernando. Pueden proponerse más festejos, que el Ayuntamiento podrá aprobar o no.

3.- Qué se valora para adjudicar la explotación de la Plaza.

·         Promoción publicitaria de la corrida goyesca: 4 puntos.

·         Promoción publicitaria de la corrida de San Fernando: 4 puntos.

·         Promoción publicitaria de la ciudad de Cáceres: 2 puntos.

·         Promoción de las corridas de toros a través de “eventos”: 5 puntos.

·         Promoción de la asistencia a las corridas a través de “ofertas o paquetes especiales” que dinamicen la ciudad: 5 puntos.

·         Propuesta de otros festejos: 10 puntos.

·         Propuesta de aforo que favorezca la comodidad, accesibilidad, modernidad y seguridad: 10 puntos. (Léase, que como la plaza es imposible, se comprometan a no vender todo el aforo)

·         Composición de los carteles: 40 puntos (si tres del grupo A, 20 puntos por festejos, dos del A y uno del B: 15 puntos y dos del A y uno del C: 10 puntos). (Se consideran del grupo A: José Tomás, Morante, Manzanares, Perera, Ponce, Juli, Talavante y Ferrera). En el grupo B, además de toreros como Castella, Padilla, Fandi, Fandiño o Cid, se incluye a Juan Mora y a otros toreros extremeños, así como a los toreros que en 2013 hubieran toreado al menos 15 corridas en España y Francia.

·         Oferta en los precios de las localidades: 20 puntos.

4.- Duración del contrato: 2 años.

5.- Subvención: 25.000.-€/año.

6.- Ganaderías: los toros deben corresponder a ganaderías “de reconocido prestigio” que hayan lidiado toros en plazas de primera categoría en los años 2012 o 2013.

7.- Aforo: la plaza tiene 6.099 localidades: 2.747 de sombra y 3.152 de sol (más de 2.000 tanto de sombra como sol corresponden a barreras, contrabarreras, tendidos y sillón de tendido).

8.- Precio: en sombra de 79 (barrera) a 41 (gradas); en sol de 55 (barreras) a 28 (gradas y palco). El tendido de sombra cuesta 53 euros y el de sol 38.

9.- Compra de entradas: el concesionario tiene que habilitar un teléfono y una página web con información de los festejos y que permita la gestión de compras por internet.

10.- Entradas para el Ayuntamiento: el concesionario debe entregar gratuitamente al Ayuntamiento 150 entradas (25 para los palcos institucionales, 100 se sombra y las otras 25 pueden ser de sol).

11.- Estudio de viabilidad: La información del concurso incluye un estudio de viabilidad con los siguientes datos:

Gastos.

Toros: 24.000€/festejo*2 festejos: 48.000€

Toreros: 80.000€/festejo*2 festejos: 160.000€

Personal: 9.000€/festejo*2 festejos: 18.000€

Publicidad: 4.000€/festejo*2 festejos: 8.000€

Otros gastos: 3.000€/festejo*2 festejos: 6.000€

Total gastos: 240.000 euros

Ingresos.

Taquillas (en los últimos años no se han superado las 1.000 personas, pero el Ayuntamiento, sin explicar por qué, estima que ahora irán 2.100 y que el precio medio será de 47 euros –o sea, que casi todos irán a la sombra-): 2.100 personas*47€*2 festejos: 197.400€

Venta de la carne: 3.600€

Bar: 4.000€

Publicidad: 2.000€

Otros ingresos: 8.000€ (no se detalla a qué corresponden)

Total ingresos: 215.000 euros

La diferencia entre ingresos y gastos (25.000.-€) es el importe de la subvención.

*     *     *     *     *

Con los datos anteriores surgen algunas reflexiones y ciertas preguntas.

El Ayuntamiento ha aportado claramente por una plaza de no muchos festejos, pero en la que vayan las figuras. Surge la duda, sin embargo, si eso realmente ayuda a potenciar la plaza y la afición en el medio y largo plazo o sería más recomendable tratar de incentivar que se dieran festejos con diestros de interés, aunque no de relumbrón.

Por otro lado, aunque la clasificación de toreros del grupo A, B y C tiene algunos aciertos, plantea algunos sinsentidos. Por ejemplo, un eventual mano a mano José Tomás – El Juli tendría menos ponderación que una terna con Talavante, Perera y Ferrera. Y si alguien plantea dar un cartel tan interesante como Juan Mora, José Tomás y Juan del Álamo obtendría "0" puntos de los 40 posibles. Una encerrona de José Tomás, de Juli o de Morante, tendría menos valoración que un mano a mano Ponce-Ferrera. Y una encerrona de Juan Mora, o un mano a mano Morante (o Juli, o José Tomás) con Juan Mora se valorarían con "0" puntos.

En ningún momento se explica por qué de los 1.000 asistentes en los últimos festejos se va a pasar a los 2.100 a los que alude el Estudio de Viabilidad. Y, por tanto, es difícil saber si los números pueden cuadrar o no. Sobre todo, cuando en el Estudio se mantienen los mismos gastos de toros y toreros que en años pasados cuando se exige un nivel de toros y toreros de mucha mayor calidad para los próximos años (lo cual, en la lógica del mercado, supondrá un coste mayor).

Los precios de las localidades son desorbitadamente altos. Plantear un precio medio de 47 euros en tiempos como estos en una ciudad con la situación demográfica y económica de Cáceres en un sinsentido.

Las propuestas de dar más festejos se valora igual (10 puntos) que la de incentivar la comodidad y seguridad en el aforo (o sea, la de vender menos localidades por festejo). ¿Realmente tiene sentido que cuando se está hablando de 1.000 asistentes, esto sea igual de prioritario que poder tener 3 ó 4 festejos en vez de dos? Además, si la plaza está obsoleta en materia de aforo y seguridad (que es evidente que lo está), debería ser el Ayuntamiento en el que afronte el asunto, y no una empresa que va a dar dos festejos cada año durante dos años.

La promoción de los festejos tiene un total de 20 puntos, pero está tan diseminada (4 publicidad para la goyesca, 4 publicidad mayo, 2 publicidad Cáceres, 5 eventos y 5 paquetes turísticos) que impide que alguien pudiera tratar de hacer algo realmente importante para dos o tres festejos seguidos. Esto es, alguien que tratara de organizar dos festejos en San Fernando y publicitarlos sólo con un gran evento en Madrid o Sevilla (y olvidarse de más publicidad, paquetes turísticos y demás) sería penalizado frente a otros aspirantes que tiraran de tradición y se dedicaran a poner carteles en los muros de Cáceres y pueblos colindantes con los carteles de los festejos.

Sobre lo de dar 150 entradas al Ayuntamiento me ahorro el comentario.

¿Es razonable obligar a la empresa a asumir el coste de habilitar una página web de compra por internet para ese número de festejos y espectadores?

Pero, sobre todo, uno tiene la sensación de que el Pliego trata de salir del paso y poder anunciar que a Cáceres vendrán las figuras del toreo. Sin pararse a pensar en si vendrán de modo que se potencie la afición en el medio y el largo plazo. Dar dos corridas, una en abril y otra en mayo, no crea afición y no llevará muchas más gente a la plaza si no se le dota de cierto sentido a lo que debe significar Cáceres dentro de la temporada. Olivenza o Badajoz, por poner un ejemplo, se han buscado un hueco; han definido una estrategia y han conseguido ponerse en el mapa de la temporada.

Eso es lo que tendría que hacer Cáceres. Uniendo la posibilidad de varios festejos unidos con el atractivo turístico, monumental y gastronómico de la ciudad. Saber qué se quiere hacer para que los toros sean un motor económico más de la ciudad y para que se cree y reactive la afición.

Y para eso, este Pliego, ni está ni se le espera.