Hay quienes en días como éste se levantan, pese a la resaca, llenos de buenas intenciones.
Por mi parte, habiendo escapado de la resaca por el abrupto método de evitar la celebración nocturna, el comienzo del año me recuerda la inminencia de la nueva temporada taurina. Y me vienen a la mente algunas maldades que, precisamente por eso, pudieran hacernos disfrutar más de la misma.
Son cosas como estas:
1.- Que por la crisis económica la empresa de Las Ventas se quede, después de varios decenios, sin vender todos los abonos de San Isidro. Ya que muchas empresas están en un intenso proceso de recorte de costes, la extravagancia de la invitación taurina puede esperar mejores momentos. Tal vez de este modo podamos hacernos con mejores asientos y la propiedad (CAM) y la empresa se den cuenta de una vez que hay que reducir la feria a la mitad y hacer quince o veinte carteles realmente rematados.
2.- Que los Ayuntamientos dejen de subvencionar los espectáculos taurinos (a la vez, eso sí, que dejen de subvencionar cualquier otra manifestación artística, deportiva, cultural, política,…). De esta forma se vería que sigue habiendo corridas de toros (y de las buenas) porque los aficionados van a los buenos carteles y están dispuestos a pagarlos, pero deja de haber malas corridas de toros y un montón de espectáculos varios que no pueden financiarse con las entradas de sus asistentes. ¡Vaya montón de euros que nos ahorraríamos con esto!
3.- Que los toreros dejen de salir en las revistas y los programas del corazón. Así se volvería a reivindicar el misterio que debe rodear a quien se juega la vida cada tarde. Y muchos volverían a torear como saben para poder entrar en los carteles (ya que no les llamarían por atraer a público distinto por razones extrañas a la Fiesta), mientras que otros se retirarían y dejarían hueco a otros menos conocidos y que saben torear.
4.- Que tengamos un año tremendamente lluvioso (sobre todo los días de los carteles de relumbrón). Así los propietarios de los cosos se darán cuenta de que hay que cubrirlos, por el método que sea, para que el tiempo no sea condicionante de la celebración o no de los festejos.
5.- Que uno de los días de mayor expectación en una Plaza de Toros de primera se produjera alguna amenaza grave que finalmente resultara falsa. Sería tal el caos para desalojarla, que los políticos se tomarían en serio exigir las reformas necesarias para la seguridad de los espectadores.
6.- Que el mismo día, o algún otro similar, hubiera algún accidente (sin consecuencias) de varios espectadores. Las mismas autoridades (o alguna otra de un rango equivalente) se darían cuenta que es imprescindible mejorar la comodidad en las Plazas de Toros. En ningún otro espectáculo o manifestación cultural los aficionados acudirían en condiciones tan precarias como lo hacemos los que vamos a una Plaza de Toros.
7.- Que RTVE se quedara sin señal, desde el mes de marzo hasta el de septiembre, todas las tardes entre las cinco y las nueve de la tarde… Hasta que volviera a retrasmitir quince o veinte corridas por temporada. Como es de ley y se corresponde con su función de servicio público.
8.- Que los toreros no actuaran en ningún Comunidad Autónoma con Reglamento Taurino propio hasta que no las derogaran y se sujetaran al estatal. De este modo habría quien se daría cuenta de que no tiene sentido segmentar el arte, la cultura o la economía en diecisiete virreinatos. ¡Y si además esto sirve para que lo mismo suceda en otros ámbitos (educación, sanidad y justicia, pongamos por caso) hubieran hecho un servicio al bien común de una magnitud histórica!
9.- Que todos los aficionados catalanes (y, por simpatía, todos los del resto del España) dejaran de pagar sus impuestos y de cumplir con sus restantes obligaciones cívicas hasta que el gobierno de su comunidad autónoma dejara de torpedear su derecho a disfrutar en su tierra de una manifestación artística, cultural y ritual como es la Fiesta. (¿Se imaginan, por ejemplo, que en las próximas elecciones al Parlamento Europeo todos los aficionados a los que les tocara ser presidentes o vocales de una mesa electoral no fueran a cumplir con su “deber”? ¿Cuántas mesas se dejarían de constituir en Andalucía, Castilla la Mancha, Extremadura, Valencia, País Vasco, Castilla León,… y hasta en Cataluña?)
10.- Que se hiciera control anti-dopping por empresas independientes elegidas por sorteo para cada festejo a los toros en las ganaderías, antes de salir al ruedo y una vez muertos. Sólo con esto se evitarían algunos manejos en los corrales en perjuicio, primero, de los ganderos; y luego, de los toreros y los aficionados.
En fin, que tengamos una buena temporada aunque no se cumplan estos diez (malos) deseos.