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viernes, 19 de enero de 2018

A propósito de Valdemorillo

Según las noticias de las últimas horas la Feria de Valdemorillo está en el aire. La cuestión, si he conseguido entender bien la información deslavazada que se ha dado, es resumidamente la siguiente: la plaza de toros es propiedad municipal y tiene un contrato por el que una empresa se encarga de su gestión hasta el año 2026; se habría alcanzado un acuerdo entre la empresa concesionaria y el Ayuntamiento por el que éste gestionaría la plaza en la feria de este año de forma directa; el gobierno municipal está en minoría y el pleno que debería haber aprobado el cambio de gestión no lo ha hecho.

A un par de semanas de las fechas de la Feria la situación es complicada, ya que para que ésta pueda celebrarse deberá organizarla la empresa concesionaria, cuando parece que no era ésta su intención.

El caso de Valdemorillo viene a unirse al de plazas como las de Vitoria, San Sebastián, Zaragoza o Alicante, donde en los últimos meses las Administraciones propietarias de los cosos han generado notables incertidumbres sobre la posible celebración o no de festejos taurinos. En Vitoria se ha convocado un concurso cuyas condiciones han hecho que ningún empresario se presente; en San Sebastián los vaivenes políticos hacen incierta cada año la celebración de festejos; en Zaragoza, después de unos años en los que la nueva empresa ha conseguido mejorar la calidad de los festejos y la asistencia de público (además de hacer unas campañas de publicidad realmente imaginativas y modernas) solicitó la prórroga, que no fue concedida por la Diputación que optó por convocar un nuevo concurso con condiciones más onerosas; y en Alicante los juegos de mayorías han estado a punto de  impedir la celebración de festejos este año, aunque al final la decisión del grupo mayoritario del Ayuntamiento parece que ha salvado el envite de las formaciones antitaurinas que le apoyan en el gobierno municipal.

Todo lo anterior reafirma algo que desde aquí venimos diciendo hace muchos años y de lo que parece que ahora algunos están tomando conciencia: la dependencia de las administraciones en cuanto propietarias de los cosos para celebrar espectáculos taurinos es una de las principales debilidades de la tauromaquia. La solución no es sencilla, porque pasa porque los empresarios taurinos lo sean verdaderamente y, en consecuencia, sean propietarios o titulares de derechos a largo plazo de las instalaciones que le permitan dar los festejos (como sucede en cualquier industria). No parece que la mayoría de los empresarios actuales tengan capacidad económica ni vocación de ir por este camino. Pero no hacerlo es un riesgo cada vez mayor para la continuidad de muchas ferias.

lunes, 15 de enero de 2018

Una nueva (¿gran?) temporada

Casi tres meses sin pisar una plaza de toros nos resulta una eternidad a los aficionados. Porque aunque los libros, los vídeos, las redes sociales y las charlas y tertulias de invierno hacen que la Fiesta no  deje de estar presente, lo que de verdad nos apasiona de la tauromaquia es disfrutar en una plaza de toros del toreo. Y si además uno puede echar un rato antes y después con amigos, comentar la temporada o esa tarde y disfrutar de viandas locales, miel sobre hojuelas.

Queda ya muy poco para volver a las plazas este año. Y la pregunta es inevitable: ¿habrá carteles que nos llamen lo suficiente la atención para hacer cientos de kilómetros o volveremos a ver anunciados a los mismos toreros con los mismos hierros? Cada aficionado sabrá qué le ilusiona (lo que le emocione puede ser distinto, pero para que ello suceda le tiene que coger en la plaza, como la inspiración tiene que coger trabajando a los poetas). Por lo que se empieza a saber, fuera de lo que pueden hacer José Tomás y Morante (dos toreros que, por diversas razones, son objeto de críticas, pero que a mí me ilusionan de forma única) no hay grandes razones para la esperanza. Y sería bueno que todos, empresarios, ganaderos y toreros, fueran conscientes de que al aficionado hay que darle razones para la ilusión. Si no, cada vez se le hará más difícil (además de costoso) acudir a la plaza.

Una segunda reflexión que nos trae la lectura de las noticias taurinas del invierno es la imperiosa necesidad de que los empresarios (y esta es una labor sobre todo suya) empiecen a pensar de verdad en cómo se pueden dar festejos sin depender de las veleidades de las administraciones públicas en los cosos de su propiedad. Lo que ha sucedido en Zaragoza o en Vitoria, por poner sólo dos ejemplos (diferentes en sus planteamientos y consecuencias) o lo que ha estado a punto de pasar en Alicante, evidencia algo que desde aquí hemos dicho en muchas ocasiones: depender de los cosos de titularidad pública es quizá la principal debilidad que tiene en este momento la tauromaquia. O se encuentran pronto alternativas o el riesgo será cada año mayor.

Una tercera cuestión que compete al conjunto de los sectores taurinos es conseguir que la tauromaquia tenga la visibilidad en los medios de comunicación generalistas que se corresponda con su relevancia social y económica. Victorino Martín, nuevo Presidente de la Fundación del Toro de Lidia, ha manifestado que después de una primera fase centrada en la defensa jurídica, la Fundación se quiere orientar, también, a la promoción y la divulgación de la Fiesta. Labor imprescindible para el futuro.

Uno tiene la sensación de que el invierno ha sido (está siendo) muy largo sin asistir a las plazas. Pero que no se ha aprovechado lo suficiente para dar un impulso más a la Fiesta. Espero estar equivocado y poder decir dentro de unos meses que la de 2018 fue otra Gran Temporada.