"-¿Por qué no se queda usted unos días entre nosotros? - le dicen siempre al escritor cuando llega a una provincia.
Pero es la euforia de la llegada. En cuanto da la conferencia, esté bien o mal, deja de interesar, y ya en la cena subsiguiente hablan entre ellos de sus cosas. El toreo y la literatura son profesiones celéricas que están montadas así -llegar, ver, vencer o fracasar, pero salir corriendo-, y no sólo por la ambición de más trabajo y más dinero, que pudiera ser el caso de los toreros, sino porque al día siguiente de la corrida Joselito ya no es nadie entre los lugareños.
Así que fíjese usted los que no somos Joselito."
Francisco Umbral, "La noche que llegué al Café Gijón"
domingo, 27 de abril de 2014
martes, 22 de abril de 2014
Sobre lo de Málaga el Domingo de Resurrección
Después de muchas temporadas, este Domingo de
Resurrección no he ido a los toros a Sevilla. Y no porque no me apeteciera ver
a los miuras, que tan buena tarde nos hicieron pasar el año pasado. Sino porque
me parecía que la conformación del cartel había hecho perder importancia al
Domingo de Resurrección y, a la vez, quitar relevancia la tradicional tarde de
los miuras al final de la feria. Dos errores más que añadir a los múltiples que
coleccionan los gerentes del coso del Baratillo (lo de llamarles “empresarios” es
ofensivo para quienes dignamente crean una empresa, riqueza e ilusión).
A cambio, fui desde Sevilla a Málaga en viaje de
ida y vuelta en el día. Buen plan con amigos y mucha ilusión en lo que se
aventuraba una gran tarde de toros. Me consta que, como yo, muchos fueron desde
distintos puntos de España, Francia y otros países. Los toros, los toreros, la
Fiesta, sigue atrayendo a mucha gente. La ilusión nos hace hacer largos
trayectos y gastar no escasas cantidades de dinero.
El día en Málaga fue desapacible en los
meteorológico, aunque mejoró a la hora de la corrida. Pero, al final, la
corrida fue decepcionante. Y no tanto por la disposición de Morante y el Juli
sino por el nefasto juego de los toros. Particularmente no veo inconveniente en
que, en algunas tardes especiales (corridas de un solo matador, mano a mano o
gestor con ciertas ganaderías), los toreros elijan los toros que quieran lidiar
y que se obvie el sorteo. Creo que el reglamento no debe interferir en esto.
Pero, obviamente, si esto se hace es porque hay una especial responsabilidad y
conocimiento de los toreros en la elección de los toros. Era desolador
comprobar la mañana de la corrida que se habían tenido que reconocer 18 toros
para elegir los 6 de la corrida. Los corrales de la plaza esa mañana estaban
llenos como si fuera el comienzo de la feria de agosto. Y en la trasera de la
plaza esperaban varios camiones (es de suponer que para devolver al campo los
toros que no se lidiaran). Y después de todo aquello, ninguno de los toros que
salieron fueron especialmente pujantes, bravos, repetidores y nobles.
La sensación al final de la corrida, compartida
con muchos aficionados, es que la responsabilidad de los toreros (y de los ganaderos
de los que las figuras lidian casi toda la camada) pasa por conocer lo que hay
en el campo y por asegurarse que lo que sale por chiqueros no se va a caer, se
va a mover y va a tener poder para soportar la lidia. Particularmente no busco
un toro grande, cornalón, ni de presencia apabullante. Habrá ganaderías que los
den y otras que no. Pero sí quiero un toro que se mueva, que embista y que no
claudique. Acepto que los toreros elijan las ganaderías que les gusten e
incluso que, en determinadas tardes, se obvie el sorteo. Pero si lo hacen, es
suya toda la responsabilidad de lo que salga a la plaza. Y si eso es así, en
Málaga los toreros, intencionadamente o no, se equivocaron. Y echaron al traste
la ilusión, el tiempo, los viajes y el dinero de mucha gente.
Seguiremos acudiendo a las plazas a verles
otras muchas tardes. Porque los momentos que dejó Morante con el capote no se
olvidan. Y porque el Juli está en un momento excepcional y demostró una
capacidad y una inteligencia fuera de lo común. Pero precisamente por eso su
responsabilidad es mucho mayor. Más aun cuando, por muchas razones, han
decidido decir que no a la empresa de Sevilla. En Málaga todo estaba en sus
manos. Tenían que haberlo hecho mejor, mucho mejor, en la selección de los
toros a lidiar. La responsabilidad es suya. Y el error no debe repetirse.
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