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sábado, 16 de mayo de 2015

Las Ventas (15 de mayo de 2015) - Viento

Aunque no es la única versión, algunos sostienen que el nombre de las Ventas que tiene esa zona de Madrid donde se construyó la Monumental se debe a que aquella era la zona donde se venteaban los cereales. Y se hacía así porque era la zona de la ciudad con más viento. Algo que se vio incrementado cuando se construyó la M-30. No sé si es cierto o no lo es, pero el asunto de las ventoleras en la plaza es algo habitual en cada San Isidro. Hasta ayer, la climatología había sido buena, pero el día del Santo el viento hizo realmente imposible cualquier atisbo de orden en la lidia y cualquier exigencia de terrenos o distancias. Bastante hacían los matadores y sus cuadrillas con tratar de sujetar mínimamente los trastos entre el cuatro y el cinco, donde se lidiaron todos los toros.

Abellán cortó una oreja a su primero por una faena a base de pases sacados de uno en uno, al natural, de trazo bello y con la colocación requerida en esta plaza por aquellos que si no se hace lo que ellos piensan descoyuntan a base de gritos a destiempo la tranquilidad precisa para la lidia. En el cuarto la faena fue todo populismo y no hubo mucho transmisión, aunque fue, a mi juicio, junto al sexto, uno de los toros de la corrida.

Perera estuvo precavido toda la tarde frente a dos toros sosos. Sus faenas, con mucha técnica, no transmitieron casi nada a los tendidos. Mató bajo a sus dos toros.

Y a Fandiño se le vio algo mejor que en Sevilla, aunque sin la lucidez y el arrojo (toreando de verdad) que nos impresionó el año pasado. Fue para él el mejor toro de la tarde, el sexto, un toro con transmisión que embestía largo y por abajo con el que no consiguió remontar del todo.

Sé que para muchos es una blasfemia, pero soy de los que piensan que hay que hacer algo para evitar tardes así en Las Ventas en las que el viento condicione toda la lidia. Llámese cubierta o llámese como se llame, estoy seguro de que la técnica debe permitir apaciguar de algún modo antinatural al dios Eolo.  

viernes, 15 de mayo de 2015

Las Ventas (14 de mayo de 2015) - Pavor

Cuando Fortes se levantó, con ambas manos en el cuello, después de haber sido zarandeado en el suelo y en el aire por el sexto de la tarde, la plaza enmudeció. La sensación de que había ocurrido una tragedia fatal recorrió los tendidos. Uceda acabó con aquel animal de más de seiscientos kilos y los toreros se fueron retirando, todos camino de la enfermería. La plaza ovacionó al banderillero de Fortes que recogió los capotes de paseo de toda su cuadrilla y todos fuimos saliendo en un ambiente muy distinto al del habitual jolgorio de las vísperas de festivos.

La gente se agolpaba en las pantallas de televisión que hay junto al desolladero para tratar de saber algo más de cómo había sucedido. Pero parece que Canal +, con acierto, dejó de repetir las imágenes. Se habían cortado los cuerpos y todos tratábamos de buscar en internet con los teléfonos alguna noticia tranquilizadora. Pero estas tardaron en llegar. Afortunadamente, la tragedia se quedó a unos milímetros de la carótida.

Fortes cortó una oreja en su primero. Por su decisión. Pero sobre todo, por una ajustadísima última serie de bernardinas y una buena estocada.

Uceda no pudo hacer nada con el primero, mansísimo de Fidel San Román que buscó la huida desde el comienzo de la lidia. Y no estuvo acertado con el cuarto, que tampoco dio muchas opciones, pero con el que se echó de manos que la experiencia y el oficio hubieran hecho aquello más soportable.

A Silveti no se le vio disminuido físicamente como imaginábamos, pero estuvo algo amontonado en sus dos toros. Ninguno de triunfo, cierto es.

Los toros estuvieron muy desigualmente presentados y ninguno propició el triunfo.

Al final, sin embargo, una tarde en la que lo más importante salió bien, cuando puedo haber sido justo al revés.

jueves, 14 de mayo de 2015

Las Ventas (13 de mayo de 2015) - El sitio de los toreros

La tarde de ayer fue una nueva demostración de mansedumbre y falta de clase en las embestidas de los toros. Salvo un buen Fuente Ymbro no llevamos una buena racha de toros en esta Feria.

Pero con toros sin casta y que se venían abajo muy pronto los toreros pueden estar de diferente forma. Y ayer se vio con precisión absoluta.

Padilla dio lo que se puede esperar de él. Intento de toreo reposado y estético con el capote, espectáculo en banderilla y muchos pases con poco ajuste y empaque en la muleta. He de reconocer que a mí Padilla me merece una rendida admiración en lo personal, pero en lo taurino difícilmente me llena.

Más preocupante es lo del Cid, que se mostró desorientado y sin sitio toda la tarde. La apuesta por los victorinos, que otros años hubiera resultado absolutamente ilusionante (baste recordar lo que sucedió en Bilbao), este año da incluso miedo. A este torero le hemos visto faenas extraordinarias con los toros del paleto de Galapagar, pero se nos antoja que éramos (él y nosotros) mucho más jóvenes entonces.

Talavante toreó de forma exquisita al tercero al natural. Torea cada vez más reposado y más bajo. Pareció sentirse más a gusto cuando el toro iba al paso, al modo de la embestida de los toros mejicanos. Quizá algo más de ajuste es lo que faltó para poner a todos de acuerdo. El sexto fue un toro sin ninguna gracia y que se desentendió siempre de los engaños y no tenía mucho sentido seguir insistiendo.

(La mala cobertura en Las Ventas impide twittear desde el asiento cada tarde. Una pena)

lunes, 11 de mayo de 2015

Las Ventas (10 de mayo de 2015) - De la estética a pesar de tantas cosas

La del domingo en Las Ventas es una de las corridas con menos público en un San Isidro que recuerdo. Dicen los empresarios, y puede ser verdad, que al final del ciclo habrá más espectadores que el año pasado. Pero lo cierto es que el número de abonados ha disminuido y cuando eso sucede en un plaza pierde irrmediablemente su personalidad. El ejemplo de Sevilla es quizá el más notorio, pero en Las Ventas empieza a suceder.

Sirva lo anterior para explicar que los toros, a pesar de una manifiesta irregularidad en la presentación y de que los dos sobreros aparecieron con sus crotales, no fueron apenas protestados. Y que el público tardó en sacar a saludar a Morenito en una ovación en la que muchos aplaudidores no sabían qué estaban jaleando.

La corrida salió mansa y en general sosa. A cambio, vimos un Eugenio de Mora de una gran dimensión. Yo es la tarde en la que mejor le he visto. El recibo de capa a su segundo, con las manos bajas, fue realmente impresionante. Y dejó algunos pasajes de toreo de muchísima verdad, hondura y empaque. Una pena la estocada baja del cuarto. Más allá de la discusión sobre el mérito de la oreja o de su recompensaba sus dos faenas, lo cierto es que Eugenio se colocó muy fuera de sitio para entrar a matar. Visto de frente, como yo lo tenía, era evidente que sólo milagrosamente la espada podía caer en su sitio. El que cayera baja, en fin, no fue casual. Dicho aquello, De Mora se ha convertido en un toreo al que apatece mucho ver.

Morenito de Aranda tuvo una tarde más discreta que la del 2 de mayo, pero también tuvo momentos de toreo muy bello. En su caso, hubo algunos desajustes y quizá la razón estuvo más atropellada que en el caso de De Mora, al que los años le han dado un reposo extraordinario. Morenito quiso y pudo con el manso segundo, al que instrumentó pases muy buenos hasta que el toro huyó a tablas. El quinto se partió una pata en banderillas y fue sustituido por otro toro que tampoco le regaló nada y al que volvió a torear con gusto.

De Arturo Saldívar lo mejor fue el vistoso toreo con el capote. Las faenas carecieron de enjundia suficiente. Y en el sexto, allá por las nueve y media o a media luz (que hay que ahorrar) la gente quería ir a su casa.

Adalid pareó con contundencia al quinto bis, dejándose ver mucho en un toro al que la lidia se le hizo demasiado lentamente.

domingo, 10 de mayo de 2015

Las Ventas (9 de mayo de 2015) - Un gran toro y un gran tercio de varas

El segundo de la tarde, Agitador de nombre, ensabanado según el programa, pero carbonero según la tradicional nomenclatura de las capas de los toros de lidia fue un gran toro, un toro de los que gustan en Madrid y un toro con el que uno no puede dejar de reventar los tendidos. El toro tuvo movilidad, nervio y transmisión, mucha transmisión. Pero además humilló y siguió la muleta por ambos pitones. Por si fuera poco, Pedro Iturralde ejecutó de forma impecable la suerte de varas. Paco Ureña tuvo el mérito de enseñar al toro, de colocarlo muy bien para el picador y de no escatimar ningún esfuerzo. Pero la faena de muleta fue irregular, no llegó a la rotundidad que todos hubiéramos querido. Y falló con los aceros. Es cierto que el público de Madrid tiene cierta tendencia a ponerse del lado de este tipo de toros; pero con toros así es con los que han triunfado y han roto de forma inapelable el escalafón durante muchos años los toreros que venían con absoluta necesidad de hacerse un hueco en esto. Toreros que llegaban con hambre, no sólo de triunfo... El quinto fue otra cosa, decía mucho menos y en las cercanías pareció apagarse más. La oportunidad había pasado.

Cesar Jimenez no tuvo el mejor lote. Ninguno de los dos sirvieron de verdad. Pero dio la sensación de torear demasiado para sí, de olvidarse del público hasta un punto que parecía realmente ausente.

El Payo tuvo el otro toro bueno de la corrida, el tercero bis (el tercero fue devuelto con una rapidez inusitada y sin que apenas hubiera habido protestas). Y demostró un buen manejo del capote y un toreo al natural de verdadera buena nota. Pero no estructuró la faena, ni se colocó ni remató la faena como tiene que hacerse en una plaza como esta. En el sexto volvió a mostrar que traza muy bien los pases, pero le faltaba colocación y garra, con lo que tampoco dijo mucho.

Una corrida en fin, con un toro de mucho interés y otro que también hubiera permitido más.

Grandísimo tercio de varas de Iturralde, haciendo perfecta la suerte. Y buen primer puyazo de Tito Sandoval (en la segunda vara, el peón le metió directamente al toro debajo del peto antes de sacarlo con un capotado que le hizo dar una voltereta). Efrén Acosta no fue ni una sombra de quien hace años tanto llegó a emocionarnos.


sábado, 9 de mayo de 2015

Las Ventas (8 de mayo de 2015) - Del Rey, los toros mansos y los toreros decididos

La noticia del comienzo del San Isidro de 2015 fue que el Rey Felipe VI acudió a una barrera de Las Ventas a presenciar la primera de feria. Todo un gesto. Como lo fue acudir el Lunes Santo a Sevilla a ver su Semana Santa. Que la monarquía, además de señalar el camino de la modernidad, reivindique con su presencia nuestras tradiciones es algo muy de agradecer.

Por lo demás, los toros de Lozano Hermanos y El Cortijillo salieron mansos, muy mansos, mansísimos, mansos de libro, vamos, que diría el manual de lexicografía taurina. Con diversos grados de peligro, de prontitud y de humillación, uno tras otro hicieron estrellarse a los tres toreros, que pusieron todo de su parte para gustar.

Joselito Adame tiene oficio y se le nota. Pechó con un lote complicado y el viento le molestó bastante. El primero se movía y trató de aprovechar esa virtud; el cuarto era un toro bastante insulso y no se complicó demasiado la vida.

Pepe Moral hizo lo más torero de la tarde con unos naturales extraordinarios al segundo. Salvo un par de tandas, faltó ligazón, pero dejó muestra de su gran concepto. La duda que nos quedó es si hubiera sido posible quedarse más quieto, aguantar impávido aunque aquello le hubiera costado más de una voltereta, pero tratando de obligar al toro a tomar seguida la muleta varias veces en torno a él. Quizá sea sólo el deseo de un aficionado de que toreros con este concepto den el paso más que definitivamente propicien el triunfo incontestable que haga romper el absurdo monolitismo de tantos carteles... En el cuarto dio muchos pasos y pocos tuvieron intensidad y hondura.

Del Álamo cortó una oreja del tercero por una faena de mucha decisión en la que dio mucho sitio a un toro complicado. Aprovechó el viaje largo del animal para transmitir una emoción que no era posible con un toreo reposado. Mató bien y obtuvo una oreja, como ha conseguido cada una de las última cinco o seis veces que ha toreado en Las Ventas. No es gesta pequeña esa. El último fue un toro peligroso que le propinó un golpe muy fuerte que inicialmente se pensó que podía ser algo mucho más grave. Después de unos momentos de incertidumbre volvió a la cara del toro a darle algunas series más y demostrar que quiere hacerse un hueco. Pero el triunfo no era posible con un animal así.

Junto con los naturales de Pepe Moral, un par de Domingo Siro nos reconcilió con el mejor toreo.