Cuando Fortes se levantó, con ambas manos en el cuello, después de haber sido zarandeado en el suelo y en el aire por el sexto de la tarde, la plaza enmudeció. La sensación de que había ocurrido una tragedia fatal recorrió los tendidos. Uceda acabó con aquel animal de más de seiscientos kilos y los toreros se fueron retirando, todos camino de la enfermería. La plaza ovacionó al banderillero de Fortes que recogió los capotes de paseo de toda su cuadrilla y todos fuimos saliendo en un ambiente muy distinto al del habitual jolgorio de las vísperas de festivos.
La gente se agolpaba en las pantallas de televisión que hay junto al desolladero para tratar de saber algo más de cómo había sucedido. Pero parece que Canal +, con acierto, dejó de repetir las imágenes. Se habían cortado los cuerpos y todos tratábamos de buscar en internet con los teléfonos alguna noticia tranquilizadora. Pero estas tardaron en llegar. Afortunadamente, la tragedia se quedó a unos milímetros de la carótida.
Fortes cortó una oreja en su primero. Por su decisión. Pero sobre todo, por una ajustadísima última serie de bernardinas y una buena estocada.
Uceda no pudo hacer nada con el primero, mansísimo de Fidel San Román que buscó la huida desde el comienzo de la lidia. Y no estuvo acertado con el cuarto, que tampoco dio muchas opciones, pero con el que se echó de manos que la experiencia y el oficio hubieran hecho aquello más soportable.
A Silveti no se le vio disminuido físicamente como imaginábamos, pero estuvo algo amontonado en sus dos toros. Ninguno de triunfo, cierto es.
Los toros estuvieron muy desigualmente presentados y ninguno propició el triunfo.
Al final, sin embargo, una tarde en la que lo más importante salió bien, cuando puedo haber sido justo al revés.
viernes, 15 de mayo de 2015
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