Lo que hacía el domingo en Badajoz no era calor, era el infierno. Soy amante del estío y gusto de los días cálidos, pero cuando se superan los cuarenta grados a la sombra durante muchas horas del día y no refresca nada por la noche (corta, por el solsticio) adquirir una localidad de sol para ir a los toros es una temeridad.
Pero allí estuvimos. En la Plaza de Toros de Badajoz. Plaza amplia y cómoda por dentro, pero horrorosa por fuera. A diferencia de la de Cáceres, bonita y escueta, pero una de las más incómodas del mundo.
La primera noticia es que la plaza se llenó, cosa que al parece no había sucedido desde hacía muchos decenios. Y la siguiente es que había público variado. Puesto que era domingo-y-José Tomás habían acudido aficionados de toda España y, por la ubicación geógrafica del coso, muchísimos portugueses. Aficionados los del otro lado de la raya a los que se hurta la suerte suprema y con ella gran parte de la dignidad de la fiesta. Por eso, como tuve oportunidad de comentar con algunos de ellos en un agradable café antes de la corrida, no van casi a ver toros en Portugal y vienen siempre que pueden a España (Sevilla, Olivenza -un poco menos España para ellos, pero la historia tiene estos requiebros-, Madrid, Barcelona,...).
En la plaza, Pedrito de Portugal (¡mala suerte la cogida de El Fundi y peor aún la sustitución!) demostró que no torea. O que torea muy poco. Hubo ganas, algunos buenos pases en el primero y poco más.
JT y Perera, sin embargo, dieron una excelente tarde de toros. Cada uno en su estilo y de diferente modo en función de sus oponentes. Pero demostrando una torería que les sitúa en un nivel que muy pocos pueden alcanzar.
Una torería, es verdad, frente a enemigos en general nobles y muy flojos. Más allá de la presentación (los primeros más chicos, a partir del tercero un poco más hechos) lo realmente importante es que los toros permitían toreo del bueno, pero les faltaba gas. Para ir más allá en las embestidas, pero sobre todo para ir más veces por abajo, para soportar un verdadero tercio de varas (no el simulacro que hubo), para galopar desde lejos,...
Que nadie se equivoque. No es un problema de JT, de Perera, ni de ninguna de las figura. No es algo de Badajoz. Es una selección que está dando un tipo de producto que crea emoción y belleza. Pero que, con un poco más, permitiría el goce de la genialidad.
JT demostró una vez más la pureza de su toreo con la capa y la muleta. El sitio. El rigor. La liturgia. Toreo hondo, por abajo. Sin probaturas. Sin pases de más. Largísimos los naturales. perfecta la colocación y el trazo. Muy bien las estocadas.
La gente está con él. Pero porque percibe un tipo de toreo y de espectáculo distinto. Iba a los toros con mi amigo Antonio. Una de las personas con las que uno conecta desde niño y que, más allá de los vericuetos vitales de cada uno, siguen estando presentes en lo hondo de tu geografía vital. Él no es aficionado. Ha ido alguna vez a los toros, pero muy poco. Tenía ganas de ir a ver a JT y Badajoz era la mejor oportunidad para hacerlo juntos. Al final de la corrida me reconocía que había visto un toreo claramente distinto. Una manera de conectar con el público muy seria. Y, sobre todo (apreciación sabia y en la que no había caido hasta ahora), una comunicación profunda con el toro. Una conexión que hace que la faena tenga intensidad incluso cuando no se torea porque en lo que se está haciendo toro y torero están unidos por un extraño hilo invisible de comunión.
Tal vez por eso me resultaron tan injustos los comentarios que escuché por la noche, volviendo a Madrid, en la cadena SER, en la que se criticaba a JT (muchas veces incluso sin nombrarlo) por no ir a Madrid, a Sevilla, a Pamplona y a Bilbao. Por no acartelarse con no-sé-quién. Por no enfrentarse a toros que tengan los pitones no-sé-cómo. Si el programa taurino que probablemente más audiencia tiene. Si los críticos taurinos que más (y mejor) retransmiten festejos taurinos en Digital + tienen esta opinión hay algo que se me escapa. Porque para mí tengo que el hecho de que JT no vaya a esas plazas debería convertirse en un reconocimiento a su honestidad, por no pasar por lo que le quieren imponer esos seres tan mediocres que son la mayoría de los empresarios taurinos. Y porque reivindica que sea él (y los demás toreros) los que se lleven los beneficios (todos los beneficios) que genera esta actividad. Y que los empresarios (con perdón a los que realmente lo son y merecen este nombre) con un vulgar sueldo de bedel de Ministerio irían más que pagados.
Dignidad, hombría y torería que también demostró Perera. Sin duda, el mejor torero que ha surgido en muchos años. Viendo una misma tarde a Perera y a JT uno comprende mejor ese invisible hilo que une también la historia del toreo. Perera no existiría y no se entendería sin JT. porque su tauromaquia incorpora e interioriza lo que hace JT y, desde esa base técnica, le añade dosis de hondura, largura en los muletazos, emoción en los pases cambiados por la espalda,... Además de una frescura, una ambición propia de la edad y una claridad de mente delante del toro imposible de igualar.
No se trata de debatir quién torea mejor. Se trata de reivindicar que con toreros como estos merece la pena hacerse 1.000 km para ir una tarde sofocante a los toros en un tendido de sol. Porque la emoción y el sentimiento superan las incomodidades.
Como hubiera tenido sentido ir a Barcelona a ver a Morante, que por lo que dicen estuvo cumbre... Una suerte que vayamos a verle tres o cuatro tardes este mes de agosto. Y a ver si alguna más antes.
jueves, 25 de junio de 2009
martes, 16 de junio de 2009
Toledo (14 de junio de 2009) - De la liturgia y el pueblo
Hay quien afirma que cuando en las celebraciones eucarísticas se pasó del latín a la lengua vulgar la religión comenzó a perder sus adeptos. No hay nada como entender lo que se está diciendo para eliminar el misterio. Y sin misterio no hay religión ni fe posible.
Toledo, cuatro días después de la procesión del Corpus, era aún una ciudad engalanada y mágica, donde las flores y los matojos que señalaban el paso de la comitiva impregnaban de un olor medieval aquellos muros antiguos.
En la plaza, todos esperaban también el milagro de la transubstanciación de JT. Más aún después de las noticias y los vídeos de Granada.
Pero la corrida de Zalduendo no permitió el milagro. O tal vez lo permitió en grado sumo. Pero a eso iremos después.
Lo primero, dejar constancia de que El Fundi hizo un tremendo esfuerzo por estar. Y que sólo por eso se merece todos los respetos. El toro, soso y con un recorrido corto, le prendió en un pase en la pierna izquierda y aquello empezó a manar sangre de un modo más que peligroso. (¡Hay que tener mala suerte para que quien acostumbra a matar Miuras, Victorinos, Escolar y regalitos similares lleve más de dos meses sin torear por la caida de un caballo y la cornada de un Zalduendo!). A ese toro lo mató JT entre comentarios de quienes hubieran preferido que se hubiera muerto de viejo y que, tras el desafortunado percance, al menos hubieran podido ver al de Galapagar lidiar tres toros.
Lidió sólo dos. Y de los peores del sorteo. Sosos, sin transmisión, peligrosos a ratos. Pero todo lo que hizo desprendió una tremeda sensación de liturgia. Grandioso el recibo de capa al tercero de la tarde. Y el brindis a Adrián Gómez. Con la muleta, a un toro que no pasaba, cada pase era una demostración de intenciones. No un gesto, ni un paso, ni un pase de más.
En el quinto, toreo a media altura, arrimón, ayudados por alto de verdadera genialidad, trincherillas,... Inteligencia, ritual y técnica todo en uno.
Pensaba al salir de la plaza que muchos tal vez salieron decepcionados por no verle cuajar un toro. Pero la duda me la despejó un joven que, hablando por el móvil, explicaba a su interlocutor que era la primera vez que iba a los toros, que un tal Eugenio de Mora había cortado muchas orejas, pero que lo de JT era otra cosa. Que se ponía en un sitio y estaba de un modo que él, que no entendía nada de toros, le había puesto los pelos de punta. Pues eso. Quien iba a relatar que estuvo en un triunfo grande salió decepcionado. Quien acudió con la mente abierta disfrutó de quien hace las cosas de un modo diferente. De quien triunfa aunque no corte las orejas, aunque los toros no acompañen. Porque incluso así, transmite una sensación de pureza única.
Todo eso sin desmerecer a Eugenio de Mora, que tuvo los dos mejores toros del encierro (cuarto y sexto) y que se fajó con ambos. En el cuarto con un toreo más ortodoxo, derechazos bajando la mano y templando mucho, naturales largos y templados, circulares, ayudados por bajo,... Ese torero que intuímos hace mucho y que se ha ido apagando. Y en el secto con un toreo más bullicioso, rodillas en tierra, desplantes,... Un toreo que sirve para según qué plazas y paisanos pero no que le va a colocar donde se merece si torea como sabe.
Una tarde en fin, de liturgias varias. Y de reconocimiento de que los hombres somos tan poca cosa que sólo desde la liturgia podemos tratar de intuir la verdad. Algún instante de verdad. De gracia. De luz.
Toledo, cuatro días después de la procesión del Corpus, era aún una ciudad engalanada y mágica, donde las flores y los matojos que señalaban el paso de la comitiva impregnaban de un olor medieval aquellos muros antiguos.
En la plaza, todos esperaban también el milagro de la transubstanciación de JT. Más aún después de las noticias y los vídeos de Granada.
Pero la corrida de Zalduendo no permitió el milagro. O tal vez lo permitió en grado sumo. Pero a eso iremos después.
Lo primero, dejar constancia de que El Fundi hizo un tremendo esfuerzo por estar. Y que sólo por eso se merece todos los respetos. El toro, soso y con un recorrido corto, le prendió en un pase en la pierna izquierda y aquello empezó a manar sangre de un modo más que peligroso. (¡Hay que tener mala suerte para que quien acostumbra a matar Miuras, Victorinos, Escolar y regalitos similares lleve más de dos meses sin torear por la caida de un caballo y la cornada de un Zalduendo!). A ese toro lo mató JT entre comentarios de quienes hubieran preferido que se hubiera muerto de viejo y que, tras el desafortunado percance, al menos hubieran podido ver al de Galapagar lidiar tres toros.
Lidió sólo dos. Y de los peores del sorteo. Sosos, sin transmisión, peligrosos a ratos. Pero todo lo que hizo desprendió una tremeda sensación de liturgia. Grandioso el recibo de capa al tercero de la tarde. Y el brindis a Adrián Gómez. Con la muleta, a un toro que no pasaba, cada pase era una demostración de intenciones. No un gesto, ni un paso, ni un pase de más.
En el quinto, toreo a media altura, arrimón, ayudados por alto de verdadera genialidad, trincherillas,... Inteligencia, ritual y técnica todo en uno.
Pensaba al salir de la plaza que muchos tal vez salieron decepcionados por no verle cuajar un toro. Pero la duda me la despejó un joven que, hablando por el móvil, explicaba a su interlocutor que era la primera vez que iba a los toros, que un tal Eugenio de Mora había cortado muchas orejas, pero que lo de JT era otra cosa. Que se ponía en un sitio y estaba de un modo que él, que no entendía nada de toros, le había puesto los pelos de punta. Pues eso. Quien iba a relatar que estuvo en un triunfo grande salió decepcionado. Quien acudió con la mente abierta disfrutó de quien hace las cosas de un modo diferente. De quien triunfa aunque no corte las orejas, aunque los toros no acompañen. Porque incluso así, transmite una sensación de pureza única.
Todo eso sin desmerecer a Eugenio de Mora, que tuvo los dos mejores toros del encierro (cuarto y sexto) y que se fajó con ambos. En el cuarto con un toreo más ortodoxo, derechazos bajando la mano y templando mucho, naturales largos y templados, circulares, ayudados por bajo,... Ese torero que intuímos hace mucho y que se ha ido apagando. Y en el secto con un toreo más bullicioso, rodillas en tierra, desplantes,... Un toreo que sirve para según qué plazas y paisanos pero no que le va a colocar donde se merece si torea como sabe.
Una tarde en fin, de liturgias varias. Y de reconocimiento de que los hombres somos tan poca cosa que sólo desde la liturgia podemos tratar de intuir la verdad. Algún instante de verdad. De gracia. De luz.
sábado, 13 de junio de 2009
Resumen y conclusiones de San Isidro 2009
La confección de la Feria de San Isidro (incluyo San Isidro y el Aniversario porque, al fin, es todo lo mismo: el abono de primavera en Madrid) era mediocre. Y el resultado artístico, de toros y toreros ha sido en consonancia con la mediocridad de los carteles.
Destaca, por encima de todo lo demás, el tremendo tributo de sangre que se ha pagado en esta Feria. Muchísimos toreros y banderilleros heridos. Y una muy escasa sensibilidad del público para los toreros heridos que continúan la lidia, para quienes vuelven sólo dos días después de un percance, para quien torea en Madrid por primera vez después de una encerrona en la que le cogieron de forma grave dos veces,...
La feria sosa y aburrida, y la crisis, que de todo hay, han cambiado el perfil de los asistentes a la Plaza. Cada vez son menos los aficionados que siguen toda la feria y más los asistentes ocasionales. Como el asunto siga así (y es muy probable que sea una tendencia imparable) año tras año serán más los abonos que no se renueven, y cada vez será más fácil encontrar entradas en la reventa a precios razonables (este año ya lo ha sido, salvo para un par de tardes). Y, sobre todo, cada vez se irá difuminando más la posibilidad de medir a todos los toreros por el mismo rasero. Madrid se está convirtiendo en una plaza imprevisible en sus reacciones. Y esa no es una buena señal.
En el apartado ganadero la mejor corrida para los toreros (y, en consecuencia, para los aficionados) ha sido probablemente la de Alcurrucén, aunque sólo la aprovechó, y no todo lo que hubiera sido posible, Rubén Pinar. Algún toro de Victoriano del Río, de Juan Pedro y de Parladé también se dejaron. Pero han salido muy pocos toros buenos. Muchos menos que otros años. Una cierta garantía en la acometividad y nobleza de los toros es esencial para la pervivencia de la Fiesta. No puede ser que en treinta tardes hayan embestido por abajo y hasta el final tan pocos toros.
De las ganadería toristas, Victorino volvió a fracasar. Y sólo hubiera merecido una mención por su casta la ganadería de Palha, si no llega a ser por la brutal cornada a Israel Lancho y por la reacción absolutamente improcedente de su ganadero animando al mayoral a saludar y en ciertas declaraciones que hizo después del percance.
En cuanto a lo visto en el ruedo, que es al fin lo relevante, aquello a lo que deberían dirigir su atención la empresa, el público y los ganaderos, hay dos momentos que pasarán a la historia: la faena de Morante el día 21 al cuarto de la tarde y la de Esplá la tarde de su despedida.
Lo de Morante fue único, sublime, irrepetible. Ya lo dijimos: nunca se ha toreado tan bien a un solo toro con el capote como lo hizo Morante a ese toro de Juan Pedro. Y la primera serie con la muleta tuvo un gusto, una hondura, una distinción,... Una pena que el toro durara tan poco, porque con la clase que tenía el toro y el momento de Morante aquello hubiera sido para cerrar la Plaza por diez días hasta que el personal se recuperara del shock.
Lo de Esplá fue distinto. Emotivo, medido, torero, antiguo,... Fue una de esas faenas que se paladean no sólo con el sentimiento, también con la cabeza. Como compendio de muchas cosas, de muchas tardes, de toda una vida de afición. Toreó mucho y bien. Y no escatimó nada. La estocada recibiendo fue un gesto de generosidad enorme.
Fuera de eso, Castella ha estado decidido y ha tenido momentos de buen toreo, Pinar ha demostrado que quiere y puede ser alguien en esto, como Daniel Luque, que nos hizo vivir momentos muy emotivos y dejó apuntes de un toreo muy personal (los cambios de mano sucesivos van a convertirse en marca de la casa, si no, al tiempo).
Perera, aunque sin suerte con los toros, ha demostrado una seguridad y un sitio apabullante. Una pena que esta plaza no lo reconozca como uno de los suyos, a pesar de las buenas tardes de toros que nos ha brindado.
De los jóvenes, David Mora y Sergio Aguilar también dejaron apuntes de interés. Bonito gesto el de la empresa que los anuncia mañana mano a mano (iríamos a verles si no fuera porque estaremos en Toledo viendo por primera vez esta temporada a JT, que con Morante y Perera son sin duda los tres toreros a los que seguir este año).
Talavante ha estado desdibujado, Manzanares sin suerte, Tejela dejando buenos momentos de toreo, Ferrera haciendo cada tarde las cosas un poco mejor, El Cid sin sitio, Bolívar apuntando cosas interesantes pero sin dejar de romper,... Y poco más, muy poco más.
Entre los novilleros (cuando escribo esto ya es matador de toros), Miguel Ángel Delgado, que toreó inmensamente despacio y con muchísimo gusto. A ver si tiene oportunidades y consigue hacer con el cuatreño ese toreo relajado y lento. Y a ver si aprende a matar.
En fin, dos momentos de glorida, algunos apuntes y mucha mediocridad.
Alguien debería reflexionar si esto es suficiente para la primera Plaza de Toros del Mundo.
Destaca, por encima de todo lo demás, el tremendo tributo de sangre que se ha pagado en esta Feria. Muchísimos toreros y banderilleros heridos. Y una muy escasa sensibilidad del público para los toreros heridos que continúan la lidia, para quienes vuelven sólo dos días después de un percance, para quien torea en Madrid por primera vez después de una encerrona en la que le cogieron de forma grave dos veces,...
La feria sosa y aburrida, y la crisis, que de todo hay, han cambiado el perfil de los asistentes a la Plaza. Cada vez son menos los aficionados que siguen toda la feria y más los asistentes ocasionales. Como el asunto siga así (y es muy probable que sea una tendencia imparable) año tras año serán más los abonos que no se renueven, y cada vez será más fácil encontrar entradas en la reventa a precios razonables (este año ya lo ha sido, salvo para un par de tardes). Y, sobre todo, cada vez se irá difuminando más la posibilidad de medir a todos los toreros por el mismo rasero. Madrid se está convirtiendo en una plaza imprevisible en sus reacciones. Y esa no es una buena señal.
En el apartado ganadero la mejor corrida para los toreros (y, en consecuencia, para los aficionados) ha sido probablemente la de Alcurrucén, aunque sólo la aprovechó, y no todo lo que hubiera sido posible, Rubén Pinar. Algún toro de Victoriano del Río, de Juan Pedro y de Parladé también se dejaron. Pero han salido muy pocos toros buenos. Muchos menos que otros años. Una cierta garantía en la acometividad y nobleza de los toros es esencial para la pervivencia de la Fiesta. No puede ser que en treinta tardes hayan embestido por abajo y hasta el final tan pocos toros.
De las ganadería toristas, Victorino volvió a fracasar. Y sólo hubiera merecido una mención por su casta la ganadería de Palha, si no llega a ser por la brutal cornada a Israel Lancho y por la reacción absolutamente improcedente de su ganadero animando al mayoral a saludar y en ciertas declaraciones que hizo después del percance.
En cuanto a lo visto en el ruedo, que es al fin lo relevante, aquello a lo que deberían dirigir su atención la empresa, el público y los ganaderos, hay dos momentos que pasarán a la historia: la faena de Morante el día 21 al cuarto de la tarde y la de Esplá la tarde de su despedida.
Lo de Morante fue único, sublime, irrepetible. Ya lo dijimos: nunca se ha toreado tan bien a un solo toro con el capote como lo hizo Morante a ese toro de Juan Pedro. Y la primera serie con la muleta tuvo un gusto, una hondura, una distinción,... Una pena que el toro durara tan poco, porque con la clase que tenía el toro y el momento de Morante aquello hubiera sido para cerrar la Plaza por diez días hasta que el personal se recuperara del shock.
Lo de Esplá fue distinto. Emotivo, medido, torero, antiguo,... Fue una de esas faenas que se paladean no sólo con el sentimiento, también con la cabeza. Como compendio de muchas cosas, de muchas tardes, de toda una vida de afición. Toreó mucho y bien. Y no escatimó nada. La estocada recibiendo fue un gesto de generosidad enorme.
Fuera de eso, Castella ha estado decidido y ha tenido momentos de buen toreo, Pinar ha demostrado que quiere y puede ser alguien en esto, como Daniel Luque, que nos hizo vivir momentos muy emotivos y dejó apuntes de un toreo muy personal (los cambios de mano sucesivos van a convertirse en marca de la casa, si no, al tiempo).
Perera, aunque sin suerte con los toros, ha demostrado una seguridad y un sitio apabullante. Una pena que esta plaza no lo reconozca como uno de los suyos, a pesar de las buenas tardes de toros que nos ha brindado.
De los jóvenes, David Mora y Sergio Aguilar también dejaron apuntes de interés. Bonito gesto el de la empresa que los anuncia mañana mano a mano (iríamos a verles si no fuera porque estaremos en Toledo viendo por primera vez esta temporada a JT, que con Morante y Perera son sin duda los tres toreros a los que seguir este año).
Talavante ha estado desdibujado, Manzanares sin suerte, Tejela dejando buenos momentos de toreo, Ferrera haciendo cada tarde las cosas un poco mejor, El Cid sin sitio, Bolívar apuntando cosas interesantes pero sin dejar de romper,... Y poco más, muy poco más.
Entre los novilleros (cuando escribo esto ya es matador de toros), Miguel Ángel Delgado, que toreó inmensamente despacio y con muchísimo gusto. A ver si tiene oportunidades y consigue hacer con el cuatreño ese toreo relajado y lento. Y a ver si aprende a matar.
En fin, dos momentos de glorida, algunos apuntes y mucha mediocridad.
Alguien debería reflexionar si esto es suficiente para la primera Plaza de Toros del Mundo.
lunes, 8 de junio de 2009
Madrid (7 de junio de 2009) - Se acabó
Se acabó la Feria del Aniversario y con ella el mes de toros ininterrumpido en Las Ventas.
Y acabó con la corrida que, en conjunto, probablemente dio más oportunidades a los toreros. Una corrida seria y de buen comportamiento en general de Alcurrucén.
Ferrera tuvo en su primero un toro que no se cansaba de embestir siempre por abajo y obedeciendo los engaños. Faltó ajuste y hondura en el toreo y algo más de receptividad por parte del público. El cuarto fue un toro más encastado con el que estuvo firme pero que le tocó siempre los engaños: faltó poderle y, probablemente, darle algo más de distancia. En banderillas estuvo especialmente brillante en este cuarto con un par al quiebro realmente bueno.
Tejela tuvo también dos toros de diferente comportamiento (el segundo se quedaba algo más corto en los engaños) pero nobles y con tranco suficiente como para poder hacer una faena de más dimensión. En ambos lo intentó y sacó pases buenos, pero dio la sensación de que Matías no tenía su mejor día, que estaba algo descentrado. Eso sí, dio dos estocadas de efecto fulminante de mucha importancia.
Al contrario que Tejela, Pinar estjuvo mucho más centrado que en su anterior comparecencia (aunque también hay que decir que aquel día tuvo la alargada sombra del capote de Morante de la que era muy difícil sustraerse) . Cortó una oreja a cada uno de sus toros y salió por la Puerta Grande. Rubén dio una dimensión mucho más seria de torero, demostró una actitud más decidida, un mejor manejo de los engaños y una colocación más ortodoxa. Aún así se le notó el espíritu bullicioso habitual de quienes están empezando en el escalafón superior, pero con mejor acomodo de lo que esas ansias de triunfo deben suponer en una plaza como la de Madrid.
Final de Feria, pues, con una interesante corrida de toros, más por el comportamiento de los animales que por el lucimiento que consiguieron alguno de los diestros.
Y ahora, a reflexionar sobre lo que hemos vivido. Ya iremos, poco a poco, dejando rastro de nuestra valoración...
Y acabó con la corrida que, en conjunto, probablemente dio más oportunidades a los toreros. Una corrida seria y de buen comportamiento en general de Alcurrucén.
Ferrera tuvo en su primero un toro que no se cansaba de embestir siempre por abajo y obedeciendo los engaños. Faltó ajuste y hondura en el toreo y algo más de receptividad por parte del público. El cuarto fue un toro más encastado con el que estuvo firme pero que le tocó siempre los engaños: faltó poderle y, probablemente, darle algo más de distancia. En banderillas estuvo especialmente brillante en este cuarto con un par al quiebro realmente bueno.
Tejela tuvo también dos toros de diferente comportamiento (el segundo se quedaba algo más corto en los engaños) pero nobles y con tranco suficiente como para poder hacer una faena de más dimensión. En ambos lo intentó y sacó pases buenos, pero dio la sensación de que Matías no tenía su mejor día, que estaba algo descentrado. Eso sí, dio dos estocadas de efecto fulminante de mucha importancia.
Al contrario que Tejela, Pinar estjuvo mucho más centrado que en su anterior comparecencia (aunque también hay que decir que aquel día tuvo la alargada sombra del capote de Morante de la que era muy difícil sustraerse) . Cortó una oreja a cada uno de sus toros y salió por la Puerta Grande. Rubén dio una dimensión mucho más seria de torero, demostró una actitud más decidida, un mejor manejo de los engaños y una colocación más ortodoxa. Aún así se le notó el espíritu bullicioso habitual de quienes están empezando en el escalafón superior, pero con mejor acomodo de lo que esas ansias de triunfo deben suponer en una plaza como la de Madrid.
Final de Feria, pues, con una interesante corrida de toros, más por el comportamiento de los animales que por el lucimiento que consiguieron alguno de los diestros.
Y ahora, a reflexionar sobre lo que hemos vivido. Ya iremos, poco a poco, dejando rastro de nuestra valoración...
sábado, 6 de junio de 2009
Madrid (5 de junio de 2009) - Se despide un maestro
La tarde había empezado como corresponde a una buena tarde de toros: con comida y sobremesa. Cumplimos, además, con ese ritual de todo buen aficionado que es visitar, al menos una vez al año, la Librería Rodríguez, un auténtico templo en el que uno puede encontrar casi cualquier cosa sobre toros que se haya publicado o impreso (grandiosos los carteles antiguos). Y les aseguro que hay mucho más de lo que uno puede imaginarse.
Luego, ya cerca de la plaza, una copa para templar el cuerpo. Y al tendido junto a buenos amigos.
El cartel tenía interés por los tres toreros: por Esplá, que se despedía de Madrid; por Morante, que tanto nos había deslumbrado este año y por Sebastián Castella que era el único de los toreros de a pie que había salido a hombros por la Puerta Grande esta Feria de San Isidro. Pero no voy a mentirles: íbamos a ver a Morante. Desde el convencimiento de que era imposible que repitiera el recital de capote de su anterior celebración, pero con la esperanza de que un toro le metiera la cara y nos hiciera rebosar nuevamente de alegría y de arte.
En el tendido constatamos que el viento que habíamos notado en la calle era un auténtico vendaval en el ruedo. Así no se podía torear. Tiene razón Antoñete cuando comenta que las corridas no deberían suspenderse por lluvia, pero sí por el viento. Y esta tarde era una de las que su devenir hubiera cambiado radicalmente sin tan molesta compañía. Razón de más para que alguien se plantee una remodelación de la plaza que respete todo lo que quiera respetar arquitectónicamente, pero que cobije del viento (lo primero) y, a ser posible, también de la lluvia y del sol.
Sin embargo, entre tanta adversidad, tanto toro complicado, una tarde que se estaba perdiendo como las demás surgió el milagro. Y el milagro se llama Esplá, que en su último toro en Madrid, dio una lección de maestro. Lidió bien al toro, al que se le hizo un buen tercio de varas. Puso dos grandes pares de banderillas (por desgracia, el tercero no llegó a clavarse o se cayó inmediatamente). Luego, el viento dio apenas diez minutos de cierto respiro. Justo el tiempo que el maestro tardó en hacer su mejor faena de muleta en Las Ventas. Series hondas, por bajo, siempre bien colocado, llevando al toro embarcado, alargando cada pase, gustándose,… Una faena con series por ambas manos, con un derechazo y un natural de auténtico ensueño. Pero, sobre todo, una faena con tremendo sentido: desde el sitio en que lidió para que el viento (escaso, pero molesto) interfiriera lo menos posible, hasta la propia estructura de la faena, con un comienzo por alto con una de las manos apoyada en tablas y llevándolo luego poco a poco al tercio con pases muy toreros. Allí, series de derechazos y naturales cada vez más hondos. Y al final, pases de adorno. Una faena donde nada sobró y donde todo se hizo con continuidad y con guión, algo que es prácticamente imposible encontrar en la mayoría de los toreros del escalafón. Para matar, cuando otros podrían haber tratado de asegurar la estocada, él quiso que aquello culminara a lo grande. Y lo mató recibiendo, a gran distancia, de una enorme estocada arriba. La apuesta podría haberle salido mal. Pero un torero no puede ser nunca un especulador. Tiene que dejarse llevar sólo por lo que le da sentido al rito. Y aquel rito precisaba un colofón como el que Esplá le dio. Apostó y ganó.
A Esplá se le dieron las dos orejas: por petición popular y porque hizo una faena grandiosa. No se le regaló nada. La gente estuvo con él, pero porque él ha dado todo a la Fiesta y a esta plaza. Y aunque en las últimas tardes que le habíamos visto no había cuajado un toro, el último de su periplo por Madrid lo redondeó.
Al toro se le dio una merecida vuelta al ruedo. Difícil encontrar un toro en Madrid que con 620 kilos embista tan bien y tanto como embistió el de Victoriano del Río, que no parecía ser de la misma ganadería que el resto de los animales que salieron por la puerta de chiqueros.
Además de lo anterior, Esplá dejó toda una sucesión de detalles para la retina. De imágenes que guardar en una memoria sepia que abarca todo el tiempo que llevamos viendo toros… Desde el magnífico vestido hasta el detalle de colocarse en el burladero del 2 para recibir el primer toro (por el viento) pasando por el modo de poner las banderillas, sentarse en el estribo, dejar que el toro se fuera a morir junto a la tablas sin que los peones le molieran a capotazos, la imagen de esos mismos peones sentados en el estribo mientras Esplá daba la segunda vuelta al ruedo, cómo fue su hijo quien le sacó a hombros por la Puerta Grande,…
La tarde fue de Esplá y de su compendio de la tauromaquia, de los detalles y del sabor de un ritual que no puede perderse. De una Fiesta que tiene sentido por todo ese conjunto de gestos, junto con un toreo grande, hondo, caro,…
Castella estuvo voluntarioso y valiente, con un comienzo de faena al sexto auténticamente impactante. Demostró decisión y sacó un par de tandas de toreo bueno. Más era imposible, por los toros y por el viento.
Al igual que Morante, al que hubo quien abroncó por abreviar en su primero y no conseguir sacar nada del quinto. Pero ni Morante ni el conjunto del toreo que hubiera lidiado aquellos dos bureles esa tarde hubieran sacado más que dolor de cabeza por el desastroso comportamiento de los animales y el continuo vendaval.
Gracias, maestro Esplá, por las tardes que nos has regalado: desde aquella corrida del siglo que vimos varias veces repetida siendo niños hasta esta de tu despedida en Madrid que nos ha reconciliado con el rito. Por toreros como tú vamos cada día a la plaza. Aunque sea sólo de tarde en tarde, tan de tarde en tarde, cuando podamos reafirmar por lo vivido la grandeza de nuestra afición.
(Hoy no hemos podido ir a los caballos. Y mañana acaba el mes seguido de toros. ¿Qué excusa encontraremos para salir el lunes de la oficina a media tarde…?)
Luego, ya cerca de la plaza, una copa para templar el cuerpo. Y al tendido junto a buenos amigos.
El cartel tenía interés por los tres toreros: por Esplá, que se despedía de Madrid; por Morante, que tanto nos había deslumbrado este año y por Sebastián Castella que era el único de los toreros de a pie que había salido a hombros por la Puerta Grande esta Feria de San Isidro. Pero no voy a mentirles: íbamos a ver a Morante. Desde el convencimiento de que era imposible que repitiera el recital de capote de su anterior celebración, pero con la esperanza de que un toro le metiera la cara y nos hiciera rebosar nuevamente de alegría y de arte.
En el tendido constatamos que el viento que habíamos notado en la calle era un auténtico vendaval en el ruedo. Así no se podía torear. Tiene razón Antoñete cuando comenta que las corridas no deberían suspenderse por lluvia, pero sí por el viento. Y esta tarde era una de las que su devenir hubiera cambiado radicalmente sin tan molesta compañía. Razón de más para que alguien se plantee una remodelación de la plaza que respete todo lo que quiera respetar arquitectónicamente, pero que cobije del viento (lo primero) y, a ser posible, también de la lluvia y del sol.
Sin embargo, entre tanta adversidad, tanto toro complicado, una tarde que se estaba perdiendo como las demás surgió el milagro. Y el milagro se llama Esplá, que en su último toro en Madrid, dio una lección de maestro. Lidió bien al toro, al que se le hizo un buen tercio de varas. Puso dos grandes pares de banderillas (por desgracia, el tercero no llegó a clavarse o se cayó inmediatamente). Luego, el viento dio apenas diez minutos de cierto respiro. Justo el tiempo que el maestro tardó en hacer su mejor faena de muleta en Las Ventas. Series hondas, por bajo, siempre bien colocado, llevando al toro embarcado, alargando cada pase, gustándose,… Una faena con series por ambas manos, con un derechazo y un natural de auténtico ensueño. Pero, sobre todo, una faena con tremendo sentido: desde el sitio en que lidió para que el viento (escaso, pero molesto) interfiriera lo menos posible, hasta la propia estructura de la faena, con un comienzo por alto con una de las manos apoyada en tablas y llevándolo luego poco a poco al tercio con pases muy toreros. Allí, series de derechazos y naturales cada vez más hondos. Y al final, pases de adorno. Una faena donde nada sobró y donde todo se hizo con continuidad y con guión, algo que es prácticamente imposible encontrar en la mayoría de los toreros del escalafón. Para matar, cuando otros podrían haber tratado de asegurar la estocada, él quiso que aquello culminara a lo grande. Y lo mató recibiendo, a gran distancia, de una enorme estocada arriba. La apuesta podría haberle salido mal. Pero un torero no puede ser nunca un especulador. Tiene que dejarse llevar sólo por lo que le da sentido al rito. Y aquel rito precisaba un colofón como el que Esplá le dio. Apostó y ganó.
A Esplá se le dieron las dos orejas: por petición popular y porque hizo una faena grandiosa. No se le regaló nada. La gente estuvo con él, pero porque él ha dado todo a la Fiesta y a esta plaza. Y aunque en las últimas tardes que le habíamos visto no había cuajado un toro, el último de su periplo por Madrid lo redondeó.
Al toro se le dio una merecida vuelta al ruedo. Difícil encontrar un toro en Madrid que con 620 kilos embista tan bien y tanto como embistió el de Victoriano del Río, que no parecía ser de la misma ganadería que el resto de los animales que salieron por la puerta de chiqueros.
Además de lo anterior, Esplá dejó toda una sucesión de detalles para la retina. De imágenes que guardar en una memoria sepia que abarca todo el tiempo que llevamos viendo toros… Desde el magnífico vestido hasta el detalle de colocarse en el burladero del 2 para recibir el primer toro (por el viento) pasando por el modo de poner las banderillas, sentarse en el estribo, dejar que el toro se fuera a morir junto a la tablas sin que los peones le molieran a capotazos, la imagen de esos mismos peones sentados en el estribo mientras Esplá daba la segunda vuelta al ruedo, cómo fue su hijo quien le sacó a hombros por la Puerta Grande,…
La tarde fue de Esplá y de su compendio de la tauromaquia, de los detalles y del sabor de un ritual que no puede perderse. De una Fiesta que tiene sentido por todo ese conjunto de gestos, junto con un toreo grande, hondo, caro,…
Castella estuvo voluntarioso y valiente, con un comienzo de faena al sexto auténticamente impactante. Demostró decisión y sacó un par de tandas de toreo bueno. Más era imposible, por los toros y por el viento.
Al igual que Morante, al que hubo quien abroncó por abreviar en su primero y no conseguir sacar nada del quinto. Pero ni Morante ni el conjunto del toreo que hubiera lidiado aquellos dos bureles esa tarde hubieran sacado más que dolor de cabeza por el desastroso comportamiento de los animales y el continuo vendaval.
Gracias, maestro Esplá, por las tardes que nos has regalado: desde aquella corrida del siglo que vimos varias veces repetida siendo niños hasta esta de tu despedida en Madrid que nos ha reconciliado con el rito. Por toreros como tú vamos cada día a la plaza. Aunque sea sólo de tarde en tarde, tan de tarde en tarde, cuando podamos reafirmar por lo vivido la grandeza de nuestra afición.
(Hoy no hemos podido ir a los caballos. Y mañana acaba el mes seguido de toros. ¿Qué excusa encontraremos para salir el lunes de la oficina a media tarde…?)
viernes, 5 de junio de 2009
Madrid (4 de junio de 2009) - Más de lo mismo
Después de la corrida de ayer hubo festejo en casa de unos amigos cerca de la plaza. Es ya un ritual de hace bastante años juntarnos una de las tardes del extenso mes de toros y dedicar luego un rato a la conversación y la fiesta. Fue lo más destacado de una tarde que, en lo taurino, dio poco de sí.
Dio la sensación de que los toros (algunos) podrían haber dado mejor juego si la actitud, aptitud e inspiración de los toreros hubiera sido otra.
Uceda Leal no consiguió acoplarse del todo con sus enemigos, que aunque embistieron con clase no tuvieron la transmisión y fuerza exigida para que las faenas acabaran de romper. Dio algún pase de interés, con hondura, pero no dejó huella. Eso sí, volvió por do solía con la espada y recetó dos estocadas absolutamente memorables.
Talavante no estuvo. Algo tendrá que hacer porque después de llevar lidiados doce toros en Las Ventas en lo que va de abril a principios de junio sin decir nada y con una actitud tan apática no cabe echar la culpa sólo a la mala suerte. Alejandro, que tan bien toreó un toro en Sevilla en abril, debe plantearse qué quiere ser en esto, cómo quiere afrontar la profesión. Y con esta reflexión cerrada debe analizar si está preparado (física y anímicamente) para hacerlo. Para actuar luego en consecuencia.
Luque estuvo tremendamente decidido. Pero no hubo ocasión para el lucimiento. En el primero, porque tenía una demoledora falta de fuerzas, lo cual demuestra la necesidad de que todos los toros se lidien de verdad, con el capote abajo en los primeros tercios, y que si no tienen fuerzas se cambien, porque si realmente no pueden con su chasis será imposible tener el más mínimo lucimiento (otra cosa es que el toro tenga mucha clase y le fallen sólo un poco las fuerzas, en cuyo caso, pero sólo en ese, puede tener sentido "cuidarlo"). En el sexto se llevó un tremendo revolcón y un puntazo al entrar a matar en el centro del ruedo después de haber intentado exprimer a un toro con peligro y sin muchas opciones.
... Hoy volvemos después de haber visto la salida por la Puerta Grande de Esplá en su despedida. Gran faena y gran toro. Mañana lo contamos.
Dio la sensación de que los toros (algunos) podrían haber dado mejor juego si la actitud, aptitud e inspiración de los toreros hubiera sido otra.
Uceda Leal no consiguió acoplarse del todo con sus enemigos, que aunque embistieron con clase no tuvieron la transmisión y fuerza exigida para que las faenas acabaran de romper. Dio algún pase de interés, con hondura, pero no dejó huella. Eso sí, volvió por do solía con la espada y recetó dos estocadas absolutamente memorables.
Talavante no estuvo. Algo tendrá que hacer porque después de llevar lidiados doce toros en Las Ventas en lo que va de abril a principios de junio sin decir nada y con una actitud tan apática no cabe echar la culpa sólo a la mala suerte. Alejandro, que tan bien toreó un toro en Sevilla en abril, debe plantearse qué quiere ser en esto, cómo quiere afrontar la profesión. Y con esta reflexión cerrada debe analizar si está preparado (física y anímicamente) para hacerlo. Para actuar luego en consecuencia.
Luque estuvo tremendamente decidido. Pero no hubo ocasión para el lucimiento. En el primero, porque tenía una demoledora falta de fuerzas, lo cual demuestra la necesidad de que todos los toros se lidien de verdad, con el capote abajo en los primeros tercios, y que si no tienen fuerzas se cambien, porque si realmente no pueden con su chasis será imposible tener el más mínimo lucimiento (otra cosa es que el toro tenga mucha clase y le fallen sólo un poco las fuerzas, en cuyo caso, pero sólo en ese, puede tener sentido "cuidarlo"). En el sexto se llevó un tremendo revolcón y un puntazo al entrar a matar en el centro del ruedo después de haber intentado exprimer a un toro con peligro y sin muchas opciones.
... Hoy volvemos después de haber visto la salida por la Puerta Grande de Esplá en su despedida. Gran faena y gran toro. Mañana lo contamos.
jueves, 4 de junio de 2009
Madrid (3 de junio de 2009) - ¿Beneficencia?
Como si fuéramos consultores:
1.- Hubo una vez en que esta tarde estaba considerada la mejor corrida de la temporada. ¿Quién es el responsable de que lo de hoy haya salido así?
2.- Ni baile de corrales ni cojones: ¿hay muchos toros que embistan como el que indultó Conde el fin de semana en Nimes? Si es así, a la mierda el trapío y los pitones: El toreo en el siglo XXI se justifica sólo por la estética y el ritual.
3.- ¿Qué le pasa a el Juli?
4.- ¿Manzanares ha llegado al máximo o puede sacar más de animales como los que ha tenido?
5.- ¿Hasta dónde contamos con Perera para defender la fiesta? Con cuatro o cinco parecidos en disposición, técnica y seriedad la Fiesta sería hoy otra (mucho mejor). Sus dos faenas de hoy son para enmarcar.
1.- Hubo una vez en que esta tarde estaba considerada la mejor corrida de la temporada. ¿Quién es el responsable de que lo de hoy haya salido así?
2.- Ni baile de corrales ni cojones: ¿hay muchos toros que embistan como el que indultó Conde el fin de semana en Nimes? Si es así, a la mierda el trapío y los pitones: El toreo en el siglo XXI se justifica sólo por la estética y el ritual.
3.- ¿Qué le pasa a el Juli?
4.- ¿Manzanares ha llegado al máximo o puede sacar más de animales como los que ha tenido?
5.- ¿Hasta dónde contamos con Perera para defender la fiesta? Con cuatro o cinco parecidos en disposición, técnica y seriedad la Fiesta sería hoy otra (mucho mejor). Sus dos faenas de hoy son para enmarcar.
martes, 2 de junio de 2009
Madrid (2 de junio de 2009) - Otro despropósito
La Feria Bastarda del Aniversario ha comenzado como acabó la de San Isidro: con toros que no han permitido el más mínimo lucimiento. En esta ocasión me duele de forma especial: una ganadería que incluye en el nombre la mención a San Lorenzo no debe, por dignidad, criar toros sin casta y que se caigan. San Lorenzo demostró en la parrila casta, dignidad y fortaleza (además de un agudo sentido del humor). Si uno no es capaz de crear toros con estas características, que se dedique a otra cosa o que le cambie el nombre a la vacada.
He estado de viaje por razones laborales en Valencia y he llegado comenzada la faena al tercero de la tarde. En todo caso, por los comentarios del tendido lo que ha sucedido en esos primeros toros ha sido similar a lo que hemos visto después. Los toros flojos y descastados y los toreros variados en tipo y comportamiento.
Tendero tomaba la alternativa después de que la prevista en Nimes se frustrara por la lluvia. Una apuesta importante que hubiera merecido otra suerte. Ha estado decidido, valiente y dejando algunos apuntes de interés, pero o se le mide con otros animales o no hay modo de saber hasta dónde es capaz de dar de sí.
El Cid ha continuado con la línea que se le aprecia desde Sevilla: técnicamente bien, pero sin conseguir conectar con el tendido (¿falta de sitio, de ajuste, de hondura,... o mayor exigencia y pérdida del efecto novedad?).
Castella ha estado también con muchas ganas toda la tarde y ha dejado algunos apuntes de buen toreo con la capa en su primero, y en ambos buenos comienzos de faena con la muleta, que no han podido tener continuidad por la sosería y la quietud de sus enemigos.
Mañana Beneficiencia. A ver qué pasa con los toros, porque parece que ha habido enredo de corrales y ruido de teletipos...
He estado de viaje por razones laborales en Valencia y he llegado comenzada la faena al tercero de la tarde. En todo caso, por los comentarios del tendido lo que ha sucedido en esos primeros toros ha sido similar a lo que hemos visto después. Los toros flojos y descastados y los toreros variados en tipo y comportamiento.
Tendero tomaba la alternativa después de que la prevista en Nimes se frustrara por la lluvia. Una apuesta importante que hubiera merecido otra suerte. Ha estado decidido, valiente y dejando algunos apuntes de interés, pero o se le mide con otros animales o no hay modo de saber hasta dónde es capaz de dar de sí.
El Cid ha continuado con la línea que se le aprecia desde Sevilla: técnicamente bien, pero sin conseguir conectar con el tendido (¿falta de sitio, de ajuste, de hondura,... o mayor exigencia y pérdida del efecto novedad?).
Castella ha estado también con muchas ganas toda la tarde y ha dejado algunos apuntes de buen toreo con la capa en su primero, y en ambos buenos comienzos de faena con la muleta, que no han podido tener continuidad por la sosería y la quietud de sus enemigos.
Mañana Beneficiencia. A ver qué pasa con los toros, porque parece que ha habido enredo de corrales y ruido de teletipos...
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