El pasado viernes
21, Pablo Iglesias manifestaba la conveniencia de realizar un referéndum sobre
la tauromaquia. Según informa El Mundo afirmó que él no puede imponer un
criterio a todo el mundo, por lo que es un asunto que debería decidir la
mayoría a través de una consulta. "Estaría bien preguntar a la gente. En
esto habría que ser demócratas".
Esto es, él no cree
que pueda imponer su criterio, pero cree que la mayoría a través de una
consulta sí puede (debe) hacerlo, ya que eso es lo democrático.
El concepto de
democracia que parece deslizarse de estas palabras no sólo es terriblemente
simplón, sino extremadamente peligroso. La opinión de uno no puede ser impuesta
a todos los demás, pero la opinión de la mayoría sí.
Pues no. Para nada.
Eso no es democrático sino totalitario. Lo democrático es que cada cual pueda
vivir conforme a sus ideas, criterios y principios siempre que con ello no
contravenga unas mínimas normas de convivencia. ¿Se imagina alguien que sometiéramos
a referéndum qué religión, orientación sexual o ideología política prefieren
los españoles? Y que aquella que resultara mayoritaria se impusiera y tuviera
que ser asumida por todos…
La democracia es un
sistema en el que gobierna la mayoría, pero en el que lo hace con determinados
límites. Y, entre ellos, dos imprescindibles: el respeto a los derechos
individuales y a las minorías.
El debate sobre la
tauromaquia es, al fin y al cabo, el debate entre quienes consideran que no
cabe infringir ningún daño a los animales y quienes creemos que por razones
alimenticias o culturales los animales pueden ser tratados de un modo conforme
a su naturaleza (no igual, por tanto, un perro que un toro de lidia, ni un
mosquito que un jabalí), aunque ello implique en determinados casos su muerte
(en mataderos, en plazas de toros o en cotos de caza, por poner algunos
ejemplos). Un referéndum sobre la tauromaquia supondría que una eventual
mayoría contraria a la tauromaquia puede imponer su visión sobre la relación del
hombre con los animales al resto. ¿Y podría un referéndum posterior prohibir vender
carne de cerdo, o de vaca, o de cordero, como propugnan los mismos que
pretenden la abolición de la tauromaquia? ¿O no efectuar pruebas médicas con
animales aunque con ello se imposibilitara o retrasara enormemente el avance
científico y se impidiera salvar vidas humanas?
Un referéndum sobre
la tauromaquia no es democrático porque supondría tratar de imponer una
determinada visión del hombre sobre otras, porque supondría determinar qué
manifestaciones culturales deben prohibirse (¿podría ser objeto de referéndum
prohibir el arte abstracto, el rap, la música gregoriana,…?).
Como ciudadanos,
antes que como aficionados a los toros, debemos llamar la atención sobre los
peligros que suponen los que proponen la prohibición de la tauromaquia. Se
trata de imponer una visión del mundo, de la relación entre las especies, de la
cultura, de la propia naturaleza del ser humano y su capacidad de dominar el
mundo y servirse de otras especies con responsabilidad y discernimiento ético,…
No, no es la tauromaquia
lo que está en juego. Es la libertad. Y la democracia. Que no consiste en que
una mayoría imponga sus criterios, sino en que cada uno pueda vivir conforme a
los suyos siempre que con ello no impida un espacio igual de libertad de otro
ser humano.