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jueves, 22 de octubre de 2009

Pepe Luis Vázquez

Homenaje a Gerardo Diego, y a las décimas intercaladas en “La Suerte o la Muerte".

Y, por supuesto, a la inmortal -y todavía viva- gracia sevillana de Pepe Luis.

Pepe Luis

Rubio cristal de Sevilla
del barrio de San Bernardo
y del libro de Gerardo
-dondiegos y gitanillas-
la rima de maravilla
y luego monte de cardos:
que una muleta tan plana
se vuelve a la noche oscura
si brilla por la mañana
plena de gracia y dulzura.

Débil del aire caricia,
hipérbaton, contradanza
de seise por la Maestranza
y de majestad patricia,
mientras trota la milicia
del toro, ser o no ser,
-¿la cogida en Santander?-
contra las flores de lis:
cartucho de Pepe Luis,
cuando el toreo era ayer.

sábado, 17 de octubre de 2009

Manolete

Cementerio de cal, Córdoba sola,
coronada por cuernos de herradura
cuando ha partido el toro la cintura
de la posguerra a punta de pistola.

El pasodoble araña en la gramola
una letra cargada de amargura,
por el aire una herida: arquitectura
de la estocada hundida hasta la bola.

Hay crespones de sangre en los altares:
elegías cantadas en falsete
que adornan la Mezquita de alamares.

Y la vida se va por el retrete
porque siempre es la tarde de Linares,
Manuel Rodríguez Sánchez, Manolete.









jueves, 15 de octubre de 2009

Posada, Morante y Antonio Lorca

Ha muerto Juan Posada. Torero en su juventud y, ahora, crítico en el diario La Razón. No era el escritor taurino que más seguía, pero en muchas de sus crónicas se notaba una ecuanimidad bastante inusual en el gremio de los críticos taurinos. Descanse en paz.

El próximo día 25 Morante y Diego Ventura compartirán cartel en La Puebla del Río. Lo más curioso es que el último toro lo lidiarán a medias: Ventura recibiéndolo de capote y toreando de muleta y Morante poniendo banderillas desde un caballo de rejoneo. No sé cómo resultará el asunto, pero debo reconocer que siento enormemente no poder estar allí. El hacer cosas nuevas desde el respeto y la pureza, el promocionarlas, el crear emoción desde antes de empezar el paseillo es algo fundamental en la Fiesta. E iniciativas como ésta ayudan y mucho. Por cierto, que en el Congreso de Derecho Taurino de Nimes, cuando Juan Pedro Domecq planteó diversas iniciativas de reforma normativa (algunas bastante llamativas), se refirió también a algo que, al parecer, le había comentado alguna vez su primo Álvaro Domecq (el rejoneador): la posibilidad de que, en lugar de caballos de picar, se utilizaran caballos de rejoneo para, mediante rejones de castigo, sustituir la puya. No creo que deba ser algo de imposición obligatoria, pero no me parece que sea algo que no deba ponerse en práctica en algún festejo.

Antonio Lorca publicaba el pasado sábado día 10 en el diario El País un artículo titulado "Y después de Tomás, ¿qué?", que parece más una elegía de la Fiesta que una defensa de sus valores. Cuando a nadie se le oculta que cualquier aficionado debería siempre, pero sobre todo en esta época, centrarse más en destacar las virtudes del rito que en regodearse en sus miserias, que ya se ocupan de destacarlas (en general desde la demagogia) los violentos enemigos que nos cercan. En todo caso, creo que el artículo ofrece numerosos elementos de reflexión.

No estoy de acuerdo con este Lorca (recordemos que el otro, un tal Federico, fue el que dijo que la fiesta de los toros es la fiesta más culta que hay hoy en el mundo) cuando escribe que "Esta fiesta lleva años viviendo de una inercia positiva que acusa signos de agotamiento. Sigue siendo un negocio obsoleto, manejado por empresarios del pasado. Es el mundo de la picaresca, donde casi nada de lo que se ve es verdad; donde imperan el fraude y la manipulación. Un grupo de taurinos actuales es lo más parecido -con excepciones- a unos tertulianos de los años del estraperlo." Es cierto que hay cuestiones obsoletas (sobre todo en lo organizativo), pero no todo es fraude y manipulación. Sobre todo, no lo es lo más importante: el riesgo y el arte del torero.

Sí estoy de acuerdo en que "La fiesta necesita un revulsivo regeneracionista que la vuelva del revés. Necesita empresarios jóvenes, bien formados e imaginativos, con ideas claras y novedosas; con ganas, cómo no, de ganar dinero, pero también de ofrecer un producto digno." Pero no porque lo que haya ahora no sea digno, sino porque, con los medios actuales, lo que se puede hacer es aún más grandioso, más moderno, más cómodo, más esencial.

La crítica que realiza a José Tomás me parece ruín. El que elija las ganaderías que desea torear es algo absolutamente lícito y que, en general, va en beneficio del aficionado. Que diga si no, a qué corridas tenía que apuntarse (¿a los Palha o Victorinos que han salido en la feria de otoño de Madrid?; ¿iba a ser eso un revulsivo de la fiesta, más allá de la posible tragedia?) Y el que no haya ido a según qué plazas es una demostración de independencia frente a empresarios bastante mediocres (y no señalo a nadie).

Más ajustada, aunque con matices, es la crítica a los ganaderos y, sobre todo, a la supuesta "autoridad".

Artículo, ya digo, discutible en su contenido y en su oportunidad. Pero con suficientes elementos de reflexión como para que se plantearan a la discusión de los profesionales y los aficionados. Si es que hubiera foros donde esto fuera posible...

lunes, 12 de octubre de 2009

Zaragoza (11 de octubre de 2009) - ¡Esas espadas!

De haber matado con más precisión los tres toreros estaríamos hablando de una tarde con varias orejas y una o dos salidas a hombros. Pero entre la falta de puntería de los espadas y el rigor del palco el asunto quedó en una tarde a medio gas. Que no fue mala, pero tampoco acabó de romper.

A ello colaboró, en primer lugar, la descastada corrida de Núñez del Cuvillo, sin ningún toro rotundo, de triunfo. Y también una cierta falta de claridad de ideas de los matadores. No sé si por las alturas de la temporada en la que estamos o porque vislumbraron pronto la imposibilidad de faenas importantes.

Morante, en su primero, poco pudo hacer. El toro se había roto la funda del pitón al golpearse en el burladero (¡ay esos toques de los subalternos!) y tenía una manifiesta endeblez, que ni siquiera la templanza y el toreo a media altura del de La Puebla consiguieron enmendar. Al cuarto le recetó buenas verónicas y, con la muleta, le dejó venirse de lejos. Pero ni el toro ayudaba (iba siempre en línea y protestaba al final de cada pase), ni él acabó de apostar. No hubo ni premio ni bronca. Sólo una mediocre indiferencia que casa mal con un torero como éste.

Perera, en el segundo, toreó bien por delantales en el recibo de capa. Después de derribar al picador y de que el monosabio tuviera que aguantar al caballo frente a repetidas embestidas del toro porque nadie lo sacaba de allí parecía que podía haber faena. Perera se colocó y aguantó mucho por ambos pitones, pero el toro cabeceaba y faltaba transmisión. Al final, arrimón y gran estocada. Hubo petición abrumadoramente mayoritaria pero el presidente no concedió la oreja. Uno puede discutir si la faena era o no de oreja en una plaza de primera, pero lo que es indiscutible es que el presidente vulneró de forma consciente el reglamento. Si eso lo hace un matador lo sancionan. Pero si es un usía, habrá quien le proponga para algún premio por reivindicar la importancia de una plaza como ésta. Con defensores de la fiesta como estos, así nos va.

El quinto fue un toro muy flojo. Perera estuvo muy serio y técnico con él. Lo llevó con la derecha en muletazos muy largos, al ralentí, como hipnotizado. Es cierto que no había mucha emoción, pero también que Miguel Ángel sacó mucho más de lo que era previsible con un toro así. Con la espada, recetó una buena estocada… después de haber pinchado tres veces.

Talavante dio una dimensión muy buena en el tercero. Comenzó la faena por ayudados por alto en el centro del ruedo y siguió con series templadas de derechazos. Pero lo realmente grande vino al natural, en un par de series realmente hondas, profundas. Muletazos larguísimos de mucha importancia. Terminó por manoletinas y en una de ellas le desarmó. Los trofeos (probablemente dos) los perdió al dejar dos estocadas que hacían guardia antes de dejar un espadazo más ortodoxo. El sexto se emplazó de salida y fue lidiado mal. La faena de muleta no tuvo relevancia alguna y pinchó tres veces antes de dejar una estocada en su sitio.

En fin, que a Zaragoza se llega fácil con el AVE y que es una plaza que puede incorporarse con facilidad al calendario de los aficionados de Madrid. Pero que habrá que esperar otro año a ver si el resultado de toros y toreros se corresponde con la expectación que generan los carteles.

Entretanto, no es de poca relevancia haber llenado la plaza demostrando a los cien o doscientos energúmenos que se manifestaban enfrente que son una minoría y que tienen menos razones y menos educación que los aficionados.

domingo, 11 de octubre de 2009

Madrid (3 y 4 de octubre de 2009) - Triunfo de otoño

La Feria de otoño de este año tenía en su último fin de semana dos carteles realmente interesantes. El primero unía a Aparicio, Morante y Castella con toros de Núñez del Cuvillo, el hierro probablemente más importante en estos momentos gracias a la predilección de JT por sus toros, a su larga camada y a su generosa regularidad. En el segundo debían medirse José Luis Moreno, Diego Urdiales y Sergio Aguilar con toros de Victorino: tres toreros modestos en un buen momento frente a la ganadería más deseada durante años por la afición venteña.

Al final, la ganadería comercial ganó el pulso a la torista y el toreo serio y rotundo de un tremendo Castella a todo lo demás.

El sábado Castella refrendó cómo ha ido evolucionando, para bien, a lo largo de esta temporada. Firmó dos faenas rotundas frente a dos buenos cuvillos. Toreo de valor, pero también toreo cargo, largo, hondo, calado,… La faena al tercero fue impresionante. Citó desde los medios y ligó tres pases cambiados. Luego, toreó muy clásico por ambas manos dando distancia al toro, trayéndoselo toreado, ligando las series. Toreo de verdad, nada encimista ni bullicioso, a un gran toro. De esos que dan la razón a quien argumentan que estas son las ganaderías “toristas” y no las que crían bueyes de seiscientos kilos que sólo saben dar cabezazos.

La faena al sexto fue de menos peso pero tuvo probablemente más transmisión para el gran público, porque, mediada la faena, el francés se metió entre los pitones, dio una lección de valor y levantó al público con sus circulares y alardes varios. Falló con la espada y eso le impidió haber cortado tres o cuatro orejas en una sola tarde con sólo dos toros, algo al alcance de muy pocos.

Sin duda, Castella ha sido uno de los grandes alicientes de esta temporada y es uno de los que mejor colocados quedan para la próxima. Una pena que no pueda estar hoy en Zaragoza con Morante y Perera en una tarde que esperamos inolvidable y en la que ha sido sustituido por Talavante (veremos si, como dicen sus aduladores, es cierto que ha recuperado el ánimo y el toreo).

Aparicio y Morante tuvieron peor lote y una disposición que tampoco fue la de Castella. De Aparicio ya hemos dicho aquí cómo está con ganas pero sin sitio. Y Morante, que siempre deja destellos de su torería (es un torero que hay que ver siempre que se pueda porque nunca sale uno de la plaza sin algún detalle inmenso) está algo más desajustado que los primeros meses de la temporada, donde su maestría, valor y gracia eran apabullantes. Me dolió especialmente que no pudiera romper en el segundo de la tarde, un toro al que hace un par de meses le hubiera formado un lío en Madrid.

La tarde de los Victorinos fue la constatación de que los cárdenos de Moraleja no están en su mejor momento. Hasta tal punto que uno de los diestros, Sergio Aguilar, se fue a su casa sin matar ninguno del hierro anunciado: uno porque la corrida no se aprobó completa y tuvo que remendarse con un toro de Carriquiri y otro porque el Victorino de su lote fue devuelto y sustituido por uno de Julio de la Puerta. Los cuatro que correspondieron a Moreno y Urdiales fueron toros de muy escaso interés, salvo el segundo que sí tuvo un comportamiento propio de los victorinos… malos. Toro tobillero, que se revolvía muy rápido, con mucho peligro, al que Urdiales hizo una faena interesantísima que el público agradeció. Valor e inteligencia del torero riojano con el único toro que tuvo algo de transmisión, aunque no permitiera buen toreo. José Luis Moreno también lo intentó con sus dos toros, aunque por el juego de los toros no era posible que el asunto calara en los tendidos. Habrá que verle con toros que den más juego para ver si de verdad puede romper, como dicen algunos después de lo de Córdoba, Pozoblanco,... Y Sergio Aguilar, también dispuesto, mostró su buena técnica y la hondura que atesora en algunas series que supieron a poco, aunque acrecentaron el interés por este torero.

Dos tardes, en fin, que dejan bastantes elementos de reflexión para el 2010. Desde la verdadera dimensión de cada ganadería hasta el necesario hueco que debe hacerse a algunos toreros “modestos”, sin olvidar a genios como Morante que, estamos seguro, volverá a estar, y en breve (¿hoy en Zaragoza?) tan bien como le hemos visto hasta mediados de agosto.

jueves, 8 de octubre de 2009

Barcelona (27 de septiembre de 2009) - Reivindicación de la libertad

La tarde del 27 de septiembre en Barcelona fue una reivindicación de la libertad. Porque acabar con los toros en Cataluña, como se pretende por algunos intransigentes, no es sino un atentado contra la libertad, como había proclamado con acierto y belleza el gran poeta catalán Pere Gimferrer.

Frente a esa intransigencia, la alegría, el ritual y la belleza.

La alegría de un día soleado en Barcelona, de una ciudad en sazón, de aficionados que, con muchas tardes de toros a sus espaldas en los últimos meses, van de nuevo a una corrida con la convicción de que lo que suceda será nuevo, siempre distinto. Único.

El ritual eterno de cuanto sucede en la plaza y hasta llegar a ella. De las pequeñas manías de cada aficionado y las sagradas costumbres de cada matador. Del paseillo, los trajes, los colores, la música,... Del respeto al toro en su combate. De la perfección en su lidia.

La belleza del toreo perfecto de José Tomás y el desgarrado de Morante. La belleza de la entrega de Aparicio, aunque no pudiera ser sino entrega, ayuna de sitio, de técnica y de valor.

La tarde no queremos recordarla como la última en la Plaza de Barcelona. Estoy seguro de que no lo será: porque aún habrá quien en el ejercicio de la libertad de voto que han dado CIU y PSC prefieran votar por la libertad. Y aun cuando se votara en contra, habría que recurrir hasta donde hiciera falta para defender la ilegalidad de una medida de esa naturaleza.

La recordaremos, en todo caso, como una tarde magistral. Una tarde (la última, eso sí, de la temporada de este año de JT en España) en la que hizo probablemente su mejor toreo: el más largo, ligado, profundo,... Desde la seriedad más absoluta. Desde una quietud y una verticalidad casi imposibles. Magistral ese comienzo por ayudados citando desde el centro del ruedo. Grandioso el toreo rodilla en tierra. Sublimes un par de tandas al natural,... Todo medido, perfecto. Recopilando una temporada y mostrando por qué hay tantos que le siguen allá por donde pisa.

Como hemos seguido este año a Morante que, sin llegar a cuajar una faena maciza, dejó apuntes de un toreo tan distinto que el cuerpo lo reclama para poder sentir siempre algo distinto, mágico, inspirado. Una pena que las dos cornadas fuertes que ha sufrido le hayan quitado algo el sitio (eso, al menos, nos ha parecido) y que se rompiera el dedo al entrar a matar al toro, por lo que sólo pudo lidiar uno.

Y Aparicio, que por esa razón hubo de matar tres toros, mostró, como queda dicho, más voluntad que acierto.

Volveremos el año que viene a Barcelona. Estoy seguro. Por afición a los toros y por el compromiso con la libertad.