En el setenta aniversario de la muerte de Antonio Machado (hermano, recordemos, de aquel que, antes que poeta, hubiera deseado ser un buen banderillero) dejemos constancia de un sugerente pasaje de su grandiosa obra Juan de Mairena en la que apunta algunas interesantes reflexiones sobre la afición y la pasión del toreo.
"Vosotros sabéis -sigue hablando Mairena a sus alumnos- mi poca afición a las corridas de toros. Yo os confieso que nunca me han divertido. En realidad, no pueden divertirme, y yo sospecho que no divierten a nadie, porque constituyen un espectáculo demasiado serio para diversión. No son un juego, un simulacro, más o menos alegre, más o menos estúpido, que responda a una actividad de lujo, como los juegos de los niños o los deportes de los adultos; tampoco un ejercicio utilitario, como el de abatir reses mayores en el matadero; menos un arte, puesto que nada hay en ellas de ficticio o de imaginario. Son esencialmente un sacrificio. Con el toro no se juega, puesto que se le mata, sin utilidad aparente, como si dijéramos de un modo religioso, en holocausto a un dios desconocido. Por esto las corridas de toros, que, a mi juicio, no divierten a nadie, interesan y apasionan a muchos. La afición taurina es, en el fondo, pasión taurina; mejor diré fervor taurino, porque la pasión propiamente dicha es la del toro".
domingo, 22 de febrero de 2009
viernes, 20 de febrero de 2009
La feria de la crisis
La feria repite el modelo y la distribución del año anterior, haberla mantenido ya es un éxito, pero se resiente de la crisis por la falta de propuestas novedosas y el recorte de un día.
Han desempolvado el excelente trabajo de la décima feria, (recordemos que una cumbre de la OTAN, de entrada no, hizo que el año 2007 nos quedáramos sin el evento), y eso se nota, y mucho.
El espectáculo de Távora ha querido reivindicar el papel de la mujer en el toreo, en ese sentido lamentamos o no entendemos por qué no se dedicó el espectáculo -o la feria- a la memoria de Conchita Cintrón, pionera en esta siempre desconcertante relación.
Y eso que debutó en Sevilla, creo que ni lo sabían, lo de la muerte, digo.
Salvo la vindicación primitiva del toreo y del toro como símbolo de fertilidad, el espectáculo se deshace en repetición, por dos veces y con trajes incluidos, de la cuadrilla de recortadores y garrochistas.
En medio, la lidia de una vaquilla por una novillera, banderillera y picadora que no resultó, esto es lo que enlentence los espectáculos de Távora, si nos trasladamos a una corrida de toros el cambio de plano hiere de muerte la función.
Ya pasaba con la Carmen.
El año pasado fue muy espectacular ¡ah el año pasado!
Se nota que ha montado el espectáculo con cuatro perras y dos parejas de caballistas.
Lo más curioso es que coincidimos con el maestro de época, el mejor torero de los últimos 25 años con Morante, JT y Ponce: José Miguel Arroyo "Joselito". Encantador, con su mujer y dos hijas, humilde, verdadero, sabiendo estar.
¡Anda que no ha matado toros Joselito bien matados!
Lo mejor de la feria es la zona habilitada para el toreo de salón, ¡Dios mío, cuánto pesa un capote y qué difícl es montar bien la espada y la muleta!
Como buen torero sevillano lo mío es el toreo de capa, con el abrigo puesto mira qué media verónica.
Ahora la tradicional fotografía con mi hija, para desconcierto de los predicadores de Walt Disney.
Hay que señalar la espantada de Don Alcalde, que a los tres minutos de empezar el teatro de Távora se marchó.
Eso y la intervención de los abolicionistas, si pagaron la entrada nada que objetar, si el enemigo te financia... Los noté esta vez un pelín cobardes, la crisis no es buena para los pleitos pobres.
Cuando llegué a casa me puse el DVD con la Beneficiencia Goyesca de Joselito, esa cumbre del arte occidental, por decirlo posmodernamente.
También vimos el toro gordo y fofo del cartel de la feria en la que no veremos ni a Perera ni a José Tomás.
Seguro que llueve el día del mano a mano Morante-Cid con Victorinos. Ya está contratado, a meses vista, como la feria de San Miguel.
Han desempolvado el excelente trabajo de la décima feria, (recordemos que una cumbre de la OTAN, de entrada no, hizo que el año 2007 nos quedáramos sin el evento), y eso se nota, y mucho.
El espectáculo de Távora ha querido reivindicar el papel de la mujer en el toreo, en ese sentido lamentamos o no entendemos por qué no se dedicó el espectáculo -o la feria- a la memoria de Conchita Cintrón, pionera en esta siempre desconcertante relación.
Y eso que debutó en Sevilla, creo que ni lo sabían, lo de la muerte, digo.
Salvo la vindicación primitiva del toreo y del toro como símbolo de fertilidad, el espectáculo se deshace en repetición, por dos veces y con trajes incluidos, de la cuadrilla de recortadores y garrochistas.
En medio, la lidia de una vaquilla por una novillera, banderillera y picadora que no resultó, esto es lo que enlentence los espectáculos de Távora, si nos trasladamos a una corrida de toros el cambio de plano hiere de muerte la función.
Ya pasaba con la Carmen.
El año pasado fue muy espectacular ¡ah el año pasado!
Se nota que ha montado el espectáculo con cuatro perras y dos parejas de caballistas.
Lo más curioso es que coincidimos con el maestro de época, el mejor torero de los últimos 25 años con Morante, JT y Ponce: José Miguel Arroyo "Joselito". Encantador, con su mujer y dos hijas, humilde, verdadero, sabiendo estar.
¡Anda que no ha matado toros Joselito bien matados!
Lo mejor de la feria es la zona habilitada para el toreo de salón, ¡Dios mío, cuánto pesa un capote y qué difícl es montar bien la espada y la muleta!
Como buen torero sevillano lo mío es el toreo de capa, con el abrigo puesto mira qué media verónica.
Ahora la tradicional fotografía con mi hija, para desconcierto de los predicadores de Walt Disney.
Hay que señalar la espantada de Don Alcalde, que a los tres minutos de empezar el teatro de Távora se marchó.
Eso y la intervención de los abolicionistas, si pagaron la entrada nada que objetar, si el enemigo te financia... Los noté esta vez un pelín cobardes, la crisis no es buena para los pleitos pobres.
Cuando llegué a casa me puse el DVD con la Beneficiencia Goyesca de Joselito, esa cumbre del arte occidental, por decirlo posmodernamente.
También vimos el toro gordo y fofo del cartel de la feria en la que no veremos ni a Perera ni a José Tomás.
Seguro que llueve el día del mano a mano Morante-Cid con Victorinos. Ya está contratado, a meses vista, como la feria de San Miguel.
jueves, 19 de febrero de 2009
XI Feria Mundial del Toro
lunes, 9 de febrero de 2009
Valdemorillo (7 de febrero de 2009) - ¿De quién es la culpa?
A los toros se puede ir de muchas formas. Se puede ir como parte de las ferias locales (así fue como me inicié en el Cáceres de mi infancia), se puede ir de forma apresurada después del trabajo (como sucede en San Isidro, y ¡vaya si se nota!), se puede ir como prólogo a una noche de casetas y rebujitos (Sevilla en abril) y se puede ir incluso en manifestación reivindicativa de la libertad (como Barcelona).
Pero de entre todas las formas de ir a los toros una de las más sugestivas es acudir después de haber compartido una buena comida y una charla agradable. La predisposición de ánimo es siempre positiva en esos casos y uno disfruta de lo que suceda, más allá de que entienda que hay cosas que se pueden hacer mejor en el ruedo.
El sábado gocé de la acogida de Felipe, Charo, Lidia y David en su casa de las afueras de Valdemorillo. Un perfecto lugar para el descanso con unas vistas preciosas donde dimos buena cuenta de unas suculentas tapas de jamón, una ensalada con una peculiar (y secreta) salsa de mostaza y uno de los corderos más jugosos que he tomado en mucho tiempo. Luego fuimos junto con Julián y Ruth a una plaza llena para ver la encerrona de César Jiménez. Una encerrona que, a pesar de la voluntad demostrada por el de Fuenlabrada, resultó frustrante.
En estos casos, uno siempre siente la tentación de preguntarse de quién es la culpa. Y, sobre todo, si se puede hacer algo para evitar errores en futuros compromisos.
Aparentemente, todo estaba planificado para que resultara un éxito. Ganaderías de postín (Victorino, Alcurrucén, Núñez del Cuvillo, el Torreón, Luis Algarra y A. San Román), preparación y mentalización óptima del matador y público generoso. Pero luego resultó que los toros no ayudaron: mucha disparidad en la presentación, tendencia general a aquerenciarse en tablas, falta de fuerzas,… ¿Tendrá algo que ver que fueran en general cinqueños? ¿Seguro que alguien no ha escogido todo lo que “sobró” la temporada pasada? Y que César Jiménez, predispuesto, animado, con una gran forma física y tratando de agradar y dar variedad, estuvo mal con la espada y a veces sin la claridad necesaria en un compromiso de esta naturaleza.
Hasta siete toros vimos porque se regaló el sobrero en un alarde de optimismo superior incluso al de quienes dicen que hemos pasado lo peor de la crisis. Siete toros variados de comportamiento: soso el primero de San Román, parado el de El Torreón, con más movilidad y cuajo el de Algarra (aunque se le protestó por claudicar en los primeros tercios), interesante y sin malas intenciones el de Victorino, bueno el de Alcurrucén aunque sin el puntito de acometividad y repetición que hubiéramos deseado, parado el de Núñez del Cuvillo y manso y aquerenciado el sobrero de Algarra. Pero ninguno de triunfo grande, de conexión con el tendido, de dejarse llevar el torero y poder demostrar lo que lleva dentro,…
César no cometió grandes errores, pero a veces le faltó decisión, cruzarse, apostar. Le faltó, eso sí, un mejor manejo de la espada (por ejemplo en el quinto, que le hubiera permitido cortar una o incluso dos orejas del de Alcurrucén). Hubo momentos en que nos recordó mucho a Joselito, pero más en la forma de andar, de citar (derechazos sin ayuda en ese quinto), en lo que trataba de hacer, que en la rotundidad y naturalidad que demostraba el de la Guindalera.
La tarde, a pesar de las dos orejas que cortó, no era para salir en hombros. E hizo bien el torero en evitarlo. Aunque tampoco es para venirse abajo. Es para reflexionar sobre lo que se ha hecho mal. Y tratar de buscar los culpables.
Decíamos hace unos días que a la Fiesta le falta transparencia. En tardes como esta uno echa de menos saber cómo se eligieron cada uno de los toros. Quién decidió los que venían. Porque tal vez de ese modo nos acerquemos a algunas de las claves de lo que sucedió.
A César ahora le queda seguir buscando un sitio propio. Desde esa independencia que reivindica y que se antoja dificilísima para los grandes (Joselito en su momento, Perera ahora) y casi imposible para quien no es una figura indiscutible.
Una independencia que es la que da sentido a vestirse de luces, a jugarse la vida.
Que hace que, incluso después de tardes como ésta, uno pueda dormir con la conciencia tranquila.
Pero de entre todas las formas de ir a los toros una de las más sugestivas es acudir después de haber compartido una buena comida y una charla agradable. La predisposición de ánimo es siempre positiva en esos casos y uno disfruta de lo que suceda, más allá de que entienda que hay cosas que se pueden hacer mejor en el ruedo.
El sábado gocé de la acogida de Felipe, Charo, Lidia y David en su casa de las afueras de Valdemorillo. Un perfecto lugar para el descanso con unas vistas preciosas donde dimos buena cuenta de unas suculentas tapas de jamón, una ensalada con una peculiar (y secreta) salsa de mostaza y uno de los corderos más jugosos que he tomado en mucho tiempo. Luego fuimos junto con Julián y Ruth a una plaza llena para ver la encerrona de César Jiménez. Una encerrona que, a pesar de la voluntad demostrada por el de Fuenlabrada, resultó frustrante.
En estos casos, uno siempre siente la tentación de preguntarse de quién es la culpa. Y, sobre todo, si se puede hacer algo para evitar errores en futuros compromisos.
Aparentemente, todo estaba planificado para que resultara un éxito. Ganaderías de postín (Victorino, Alcurrucén, Núñez del Cuvillo, el Torreón, Luis Algarra y A. San Román), preparación y mentalización óptima del matador y público generoso. Pero luego resultó que los toros no ayudaron: mucha disparidad en la presentación, tendencia general a aquerenciarse en tablas, falta de fuerzas,… ¿Tendrá algo que ver que fueran en general cinqueños? ¿Seguro que alguien no ha escogido todo lo que “sobró” la temporada pasada? Y que César Jiménez, predispuesto, animado, con una gran forma física y tratando de agradar y dar variedad, estuvo mal con la espada y a veces sin la claridad necesaria en un compromiso de esta naturaleza.
Hasta siete toros vimos porque se regaló el sobrero en un alarde de optimismo superior incluso al de quienes dicen que hemos pasado lo peor de la crisis. Siete toros variados de comportamiento: soso el primero de San Román, parado el de El Torreón, con más movilidad y cuajo el de Algarra (aunque se le protestó por claudicar en los primeros tercios), interesante y sin malas intenciones el de Victorino, bueno el de Alcurrucén aunque sin el puntito de acometividad y repetición que hubiéramos deseado, parado el de Núñez del Cuvillo y manso y aquerenciado el sobrero de Algarra. Pero ninguno de triunfo grande, de conexión con el tendido, de dejarse llevar el torero y poder demostrar lo que lleva dentro,…
César no cometió grandes errores, pero a veces le faltó decisión, cruzarse, apostar. Le faltó, eso sí, un mejor manejo de la espada (por ejemplo en el quinto, que le hubiera permitido cortar una o incluso dos orejas del de Alcurrucén). Hubo momentos en que nos recordó mucho a Joselito, pero más en la forma de andar, de citar (derechazos sin ayuda en ese quinto), en lo que trataba de hacer, que en la rotundidad y naturalidad que demostraba el de la Guindalera.
La tarde, a pesar de las dos orejas que cortó, no era para salir en hombros. E hizo bien el torero en evitarlo. Aunque tampoco es para venirse abajo. Es para reflexionar sobre lo que se ha hecho mal. Y tratar de buscar los culpables.
Decíamos hace unos días que a la Fiesta le falta transparencia. En tardes como esta uno echa de menos saber cómo se eligieron cada uno de los toros. Quién decidió los que venían. Porque tal vez de ese modo nos acerquemos a algunas de las claves de lo que sucedió.
A César ahora le queda seguir buscando un sitio propio. Desde esa independencia que reivindica y que se antoja dificilísima para los grandes (Joselito en su momento, Perera ahora) y casi imposible para quien no es una figura indiscutible.
Una independencia que es la que da sentido a vestirse de luces, a jugarse la vida.
Que hace que, incluso después de tardes como ésta, uno pueda dormir con la conciencia tranquila.
viernes, 6 de febrero de 2009
Valdemorillo (6 de febrero de 2009) - Las cadenas del toreo
Uno ha hecho poco turismo por la Comunidad de Madrid (o por la Provincia, que es como se le llamaba antes de que se inventaran funcionarios para reducir el número de parados del INEM). Uno conoce El Escorial, Aranjuez, El Valle de los Caidos (con perdón), algunas urbanizaciones de postín donde me han agasajado amigos con posibles y poca cosa más. Y por eso no tenía muy claro dónde estaba Valdemorillo.
Hoy he descubierto gracias al Tom-tom que Valdemorillo está en el norte. A no más de veintitantos kilómetros de Majadahonda que es uno de esos núcleos de urbanizaciones de gente de bien. Y se llega por carreteras de trazado reciente. ¡Menos mal! La nevada que estaba cayendo cuando he llegado a eso de las cinco era de asustar. Hasta tal punto que ya estábamos los de la capital preguntando si por allí había algún hostal que nos pudiera acoger para echar la noche. Porque muchos no habíamos tenido siquiera la precaución de ir con cadenas (y aunque hubiéramos ido con ellas, a ver quién era el listo que sabía ponerlas).
Pero casi mejor no ir con cadenas. Porque quiera uno o no, éstas aparecen cuando hacen falta y cuando no se las echa de menos. Y lo importante no es saber ponerlas, sino quitárselas. Romperlas. Deshacerlas.
Como esta tarde, que los tres toreros han sido condenados con unas cadenas de las que les ha resultado muy difícil sustraerse: seis toros seis que no han colaborado para nada con los matadores y que les han obligado a justificarse por encima de otras consideraciones estéticas.
Eso sí, con cadenas parecidas los hay que las llevan con soltura (vamos, que las ignoran y las revientan) y otros a los que se les agarrota el pulso y el ánimo.
Curro Díaz recibió bien de capa a su primero, al que luego le hizo una faena de muchos pases sin especial ajuste. Buen trazo pero escaso empaque. Al final para mí que echó a perder el toro más interesante del encierro. Pero eso es muy complicado de saber cuando se trata del primero de la tarde y, para él, el primero de la temporada.
El cuarto fue un toro más complicado que protestaba mucho por el lado izquierdo. Con la derecha consiguió sacar algunos muletazos realmente interesante (uno muy bueno), pero no hubo opción a una faena estructurada y ligada. Al final estuvo bastante poderoso y consiguió entusiasmar al público. Para los de las estadísticas: 1 oreja.
Juan Bautista ha sido el que peor ha llevado las cadenas. Tal vez porque los franceses se las quitaron hace bastante, prefiriendo ponerlas a sus vecinos (esos que por aquí gritaban lo de vivan las caenas). A lo que íbamos, que en el segundo, un toro muy descastado, que daba muchos arreones y causó bastante desconcierto en banderillas, él estuvo muy serio en la cara del toro, intentando hacer las cosas bien, trazando bien los pases, dejando la muleta en la cara del toro, con cierta hondura,… Quede constancia del reconocimiento a su labor, pero poco más. En el quinto dio muchos pases. El toro no ayudaba, pero también nos dio la sensación de que el torero estuvo menos centrado. No tenía mucho sentido un trasteo tan largo. Sobre todo con el frío que estábamos pasando a pesar de que la plaza es cubierta y supuestamente climatizada (efectivamente hacía menos frío que en la calle, pero aún así hacía falta tener valor para estar sentado un par de horas).
Daniel Luque, por su parte, hizo lo más destacado. No fue el que tuvo mejor suerte con su lote, pero demostró mejor sitio o más pundonor, que lo mismo da al final una cosa que la otra. Esperábamos ver ese toreo a la verónica del que tanto habíamos oído hablar pero tuvimos que conformarnos con unos delantales (muy buenos, eso sí) de recibo al tercero. Con la muleta estuvo tremendamente serio toda la tarde. Muy pausado. Haciendo las cosas bien: poniéndose en el sitio, citando de frente, trazando relajado,… En el tercero se llevó un revolcón sin más consecuencias y nos dejó algunos naturales de enjundia (uno absolutamente excepcional). Toreo de mucha clase que habrá que degustar con oponentes de más interés. Al sexto lo toreó sobre todo a media altura por su falta de fuerza, pero haciendo todo con mucho sentido (incluso cuando mandó callar la música). Intentó torear con variedad, con pases largos,… pero el toro estaba muy parado. A pesar de lo cual, supo conectar con el público que reconoció la seriedad del esfuerzo. Cortó una oreja en el tercero y dos del sexto y salió por la Puerta Grande. Sólo una cosa que objetar: la peña taurina que le acompañaba y que jaleaba todo, bueno, menos bueno y… antes incluso de que sucediera. No lo necesita. Al final son cadenas de las que también hay que desprenderse.
Hoy he descubierto gracias al Tom-tom que Valdemorillo está en el norte. A no más de veintitantos kilómetros de Majadahonda que es uno de esos núcleos de urbanizaciones de gente de bien. Y se llega por carreteras de trazado reciente. ¡Menos mal! La nevada que estaba cayendo cuando he llegado a eso de las cinco era de asustar. Hasta tal punto que ya estábamos los de la capital preguntando si por allí había algún hostal que nos pudiera acoger para echar la noche. Porque muchos no habíamos tenido siquiera la precaución de ir con cadenas (y aunque hubiéramos ido con ellas, a ver quién era el listo que sabía ponerlas).
Pero casi mejor no ir con cadenas. Porque quiera uno o no, éstas aparecen cuando hacen falta y cuando no se las echa de menos. Y lo importante no es saber ponerlas, sino quitárselas. Romperlas. Deshacerlas.
Como esta tarde, que los tres toreros han sido condenados con unas cadenas de las que les ha resultado muy difícil sustraerse: seis toros seis que no han colaborado para nada con los matadores y que les han obligado a justificarse por encima de otras consideraciones estéticas.
Eso sí, con cadenas parecidas los hay que las llevan con soltura (vamos, que las ignoran y las revientan) y otros a los que se les agarrota el pulso y el ánimo.
Curro Díaz recibió bien de capa a su primero, al que luego le hizo una faena de muchos pases sin especial ajuste. Buen trazo pero escaso empaque. Al final para mí que echó a perder el toro más interesante del encierro. Pero eso es muy complicado de saber cuando se trata del primero de la tarde y, para él, el primero de la temporada.
El cuarto fue un toro más complicado que protestaba mucho por el lado izquierdo. Con la derecha consiguió sacar algunos muletazos realmente interesante (uno muy bueno), pero no hubo opción a una faena estructurada y ligada. Al final estuvo bastante poderoso y consiguió entusiasmar al público. Para los de las estadísticas: 1 oreja.
Juan Bautista ha sido el que peor ha llevado las cadenas. Tal vez porque los franceses se las quitaron hace bastante, prefiriendo ponerlas a sus vecinos (esos que por aquí gritaban lo de vivan las caenas). A lo que íbamos, que en el segundo, un toro muy descastado, que daba muchos arreones y causó bastante desconcierto en banderillas, él estuvo muy serio en la cara del toro, intentando hacer las cosas bien, trazando bien los pases, dejando la muleta en la cara del toro, con cierta hondura,… Quede constancia del reconocimiento a su labor, pero poco más. En el quinto dio muchos pases. El toro no ayudaba, pero también nos dio la sensación de que el torero estuvo menos centrado. No tenía mucho sentido un trasteo tan largo. Sobre todo con el frío que estábamos pasando a pesar de que la plaza es cubierta y supuestamente climatizada (efectivamente hacía menos frío que en la calle, pero aún así hacía falta tener valor para estar sentado un par de horas).
Daniel Luque, por su parte, hizo lo más destacado. No fue el que tuvo mejor suerte con su lote, pero demostró mejor sitio o más pundonor, que lo mismo da al final una cosa que la otra. Esperábamos ver ese toreo a la verónica del que tanto habíamos oído hablar pero tuvimos que conformarnos con unos delantales (muy buenos, eso sí) de recibo al tercero. Con la muleta estuvo tremendamente serio toda la tarde. Muy pausado. Haciendo las cosas bien: poniéndose en el sitio, citando de frente, trazando relajado,… En el tercero se llevó un revolcón sin más consecuencias y nos dejó algunos naturales de enjundia (uno absolutamente excepcional). Toreo de mucha clase que habrá que degustar con oponentes de más interés. Al sexto lo toreó sobre todo a media altura por su falta de fuerza, pero haciendo todo con mucho sentido (incluso cuando mandó callar la música). Intentó torear con variedad, con pases largos,… pero el toro estaba muy parado. A pesar de lo cual, supo conectar con el público que reconoció la seriedad del esfuerzo. Cortó una oreja en el tercero y dos del sexto y salió por la Puerta Grande. Sólo una cosa que objetar: la peña taurina que le acompañaba y que jaleaba todo, bueno, menos bueno y… antes incluso de que sucediera. No lo necesita. Al final son cadenas de las que también hay que desprenderse.
(La imagen está tomada entre el segundo y el tercer toro desde dentro de la Plaza)
domingo, 1 de febrero de 2009
De los comienzos y los principios
Se dice que los gitanos no quieren para sus hijos buenos principios (o buenos comienzos, que nunca sé lo que es).
A nosotros, la temporada nos gusta con buenos comienzos. Los principios, ya los ponen los toreros con su valor y su arte. Buenos comienzos que se vean ratificados luego en cada una de las tardes siguientes...
Si obligaciones laborales no lo impiden, después de cuatro meses de desierto, el viernes volveré a un espectáculo taurino. Será en Valdemorillo con ese curioso cartel de arte (Curro Díaz, Juan Bautista y Daniel Luque) que une a tres jóvenes diestros que han demostrado que saben torear con gusto y con clase, pero a los que les falta constancia, valor, ambición o suerte para colocarse en el lugar del escalafón que tienen reservado por el buen gusto que atesoran. Al día siguiente habrá que ver lo que hace César Jiménez con seis toros (entre ellos, un Victorino, uno de Núñez del Cuvillo,...) con mucho público de la capital esperando un triunfo grande y un toreo puro, profundo y variado. De no ser así, no se entendería el gesto.
Por otro lado, el oscurantismo del toreo vuelve a manifestarse en toda su plenitud en la confección de las primeras Ferias del año (Magdalena, Fallas y Abril). Parece que en todas ellas habrá ausencia imperdonables. Pero nadie sabrá a ciencia cierta de quién es la culpa. Porque ninguna de las partes implicadas (empresa, propiedad, ganadero, torero y apoderado) tendrá interés en explicar qué se pedía, qué se ofrecía, hasta dónde se estaba dispuesto a negociar, con quién se habló primero, cuánto cobra cada uno, qué exigencias de compañeros de cartel había encima de la mesa,... Hasta que esto no se normalice, será imposible que la Fiesta alcance la repercusión mediática que necesita para su difusión. Muy complicado va a ser pedir a las cadenas de televisión que retransmitan festejos si durante los meses anteriores no se les ha dado material informativo que haga que se vaya generando la adecuada expectación en el público. No sólo por las menudencias de los chascarrillos de las contrataciones. Pero también por eso. Para poder valorar luego si quien más exigía en los despachos lo ratificaba en la plaza. Si quien eligió la gandería y seleccionó dentro de esta los toros (¿empresa / veedores?) acertó o se equivocó de pleno. Imprescindible labor para que cada cual asuma su responsabilidad.
Cuestión de principios (desde los comienzos).
Y, por cierto, para principios, los de Perera. ¡Vaya entrevista la del martes pasado en el 6toro6! ¡Qué cabeza la de este torero en su juventud! Generosidad y coherencia entre otras muchas virtudes. A poco que los toros le respeten, nos espera otra temporada cumbre. Desde los comienzos. Por sus principios.
A nosotros, la temporada nos gusta con buenos comienzos. Los principios, ya los ponen los toreros con su valor y su arte. Buenos comienzos que se vean ratificados luego en cada una de las tardes siguientes...
Si obligaciones laborales no lo impiden, después de cuatro meses de desierto, el viernes volveré a un espectáculo taurino. Será en Valdemorillo con ese curioso cartel de arte (Curro Díaz, Juan Bautista y Daniel Luque) que une a tres jóvenes diestros que han demostrado que saben torear con gusto y con clase, pero a los que les falta constancia, valor, ambición o suerte para colocarse en el lugar del escalafón que tienen reservado por el buen gusto que atesoran. Al día siguiente habrá que ver lo que hace César Jiménez con seis toros (entre ellos, un Victorino, uno de Núñez del Cuvillo,...) con mucho público de la capital esperando un triunfo grande y un toreo puro, profundo y variado. De no ser así, no se entendería el gesto.
Por otro lado, el oscurantismo del toreo vuelve a manifestarse en toda su plenitud en la confección de las primeras Ferias del año (Magdalena, Fallas y Abril). Parece que en todas ellas habrá ausencia imperdonables. Pero nadie sabrá a ciencia cierta de quién es la culpa. Porque ninguna de las partes implicadas (empresa, propiedad, ganadero, torero y apoderado) tendrá interés en explicar qué se pedía, qué se ofrecía, hasta dónde se estaba dispuesto a negociar, con quién se habló primero, cuánto cobra cada uno, qué exigencias de compañeros de cartel había encima de la mesa,... Hasta que esto no se normalice, será imposible que la Fiesta alcance la repercusión mediática que necesita para su difusión. Muy complicado va a ser pedir a las cadenas de televisión que retransmitan festejos si durante los meses anteriores no se les ha dado material informativo que haga que se vaya generando la adecuada expectación en el público. No sólo por las menudencias de los chascarrillos de las contrataciones. Pero también por eso. Para poder valorar luego si quien más exigía en los despachos lo ratificaba en la plaza. Si quien eligió la gandería y seleccionó dentro de esta los toros (¿empresa / veedores?) acertó o se equivocó de pleno. Imprescindible labor para que cada cual asuma su responsabilidad.
Cuestión de principios (desde los comienzos).
Y, por cierto, para principios, los de Perera. ¡Vaya entrevista la del martes pasado en el 6toro6! ¡Qué cabeza la de este torero en su juventud! Generosidad y coherencia entre otras muchas virtudes. A poco que los toros le respeten, nos espera otra temporada cumbre. Desde los comienzos. Por sus principios.
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