Programar toros en febrero en Vistalegre es una apuesta fuerte para cualquier empresario y un lujo para quien pretende ver toros en la plaza. Conseguir llevar público es tremendamente complicado. El aficionado convencido y fiel va sin hacerse demasiadas preguntas después de más de cuatro meses sin pisar una plaza. Y el aficionado "exigente" ha podido reforzar durante el invierno sus convicciones y, según el cartel, hace de su ausencia una reivindicación de su tauromaquia (real o imaginada). Un ejercicio de difícil ajuste, en fin.
Quienes fuimos ayer a Carabanchel deseosos de pasarlo bien y emocionarnos, tuvimos algún momento de disfrute, pero muchos más de indignación y hasta, casi de aburrimiento. Lo cual, al comienzo de temporada y después de cuatro meses sin pisar una plaza es preocupante.
Hubo un toro interesante: el primero. Y con él, David Mora dejó momentos de gusto. La gente estuvo con él y no tenía el ambiente frío habitual de un primer toro. Aun así hizo una faena irregular, con momento de intensidad y buen toreo y otros de menos ajuste. El cuarto fue un toro muy flojo y Mora le toreó a media altura intentando que no claudicara. De forma inteligente fue sacándole pases aislados con la zurda que calaron mucho por su naturalidad y desmayo. Pero no hubo faena redonda que contar.
Madrid esperaba ver a Ureña. Y Ureña estuvo muy dispuesto en su primer toro. Las gaoneras ajustadas del quite fueron toda una declaración de intenciones. Luego, hubo un susto importante al empezar la faena de muleta, que empezó con dos tandas muy importantes en redondo, pero que se fue diluyendo al natural y cuando volvió a coger la diestra. Se quedó en una demostración de valor y de lo bien que puede torear. Pero con la decepción de que no llegara a más. El quinto, cuando la tarde estaba ya torcida, fue un toro que no dio opciones y con el que el lucimiento era imposible.
Varea demostró que tiene ganas y un buen concepto. Pero que le falta técnica, rodaje, horas en los ruedos y en el campo. Algo normal tal y como está esto. Lo mejor fue su toreo de capote al tercero, meciendo muy bien las manos al comienzos y arrebatado después de que el toro le rajara la capa cuando estaba toreando infinitamente despacio. Con la muleta se le vieron mejores maneras e intenciones que resultado. Y dio la sensación de que el toro habría dado algo más de sí. El sexto fue un toro sin posibilidades con el que se justificó.
Los comentarios, a la salida, eran más sobre Olivenza o Illescas, sobre los carteles de Sevilla o sobre lo poco que se empieza a saber de San Isidro que sobre lo que acababa de pasar. Lo cual demuestra que la tarde no fue buena (que fue de más a menos), y que los habituales somos unos "jartibles" que hablamos de esto y vamos a la plaza casi pase lo que pase. Algo que los empresarios saben, aunque también son conscientes de que necesitan que vaya más gente (y eso, con tardes así, no es fácil).
Pese a todo, volvimos con la satisfacción de volver a ver toros.
¡Nos vemos en las plazas!
domingo, 26 de febrero de 2017
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