"El torero es, generalmente hablando, valiente y esforzado, como buen español. Tiene excelentes cualidades y muchos defectos, como los tiene todo hombre.
Nada es perfecto en lo humano.
Pero si el torero en sus primeros años ha tenido descuidada su educación, por haber quedado huérfano, por carácter díscolo, o por otra causa de la que por lo común impulsan al hombre a seguir un mal camino, reforma notablemente sus inclinaciones, marchando hacia el bien tan luego como llega a ser lidiador de toros.
(...)
Ama con delirio a su familia, y nunca pospone a ésta por amores pasajeros ni conquistas obligadas.Porque dicen por ahí, y no sabemos si es verdad, que a veces suelen verse compelidos a aceptar favores de elevadas damas.Ciertos públicos indicios así lo han hecho sospechar; pero la verdad ¿quién la sabe?"
El Toreo (1.880) . J. Sánchez de Neira
miércoles, 27 de junio de 2007
Algeciras (23 de junio de 2007) - Peregrinos
Con José Tomás han vuelto los aficionados que siguen a un torero toda la temporada. Más allá del "selecto club" creado desde el marketing para la comodidad de unos pocos ponedores mileuristas hay quien por su cuenta ha decidido procesionar detrás de su ídolo. En Algeciras nos encontramos con más de uno que venía de Barcelona y Alicante y tenía previsto el viaje a Burgos.
No se equivocan. Por lo que vimos el sábado después de un mediodía de caseta, baile y hangarilla, hay una ilusión y una verdad en su toreo que va mucho más allá de la reivindicación de Barcelona. Y que tiene más que ver con el sitio y la actitud del torero.
Antes de él, Rincón demostró falta de sitio. Es cierto que sus dos toros fueron mansos de libro. Pero en alguna ocasión se le notó una intranquilidad preocupante. Recibió bien con la capa a su primero y lo llevó en un interesante galleo por chicuelinas, pero el toro, que siempre buscaba tablas, prometía no hacer fácil la lidia. El tercio de banderillas fue sencillamente excepcional porque los subalternos, ante estas dificultades, decidieron poner dos pares de dentro a fuera en un ejercicio a la vez vistoso y efectivo. Rincón trató de lidiarlo en el tercio, pero la querencia a tablas podía más (¿se hubiera mitigado algo si hubiera conseguido llevarlo al centro del ruedo?)- Después, en una serie con la derecha le tapó mucho la cara y el toro siguió la muleta, pero al finalizar la serie con una trincherilla el toro hizo hilo con él y se vivió un momento de cierto pánico. El cuarto, además de manso, gazapeaba mucho, lo que hacía aún más difícil la lidia. César intentó colocarse para alguna serie, pero el asunto era imposible.
José Tomás tuvo en el segundo a un toro muy complicado, pero se le notó decidido y concentrado desde el recibo con la capa (dos verónicas lentísimas), siguiendo por el ceñidísimo quite por gaoneras y, ya con la muleta, el comienzo impresionante con los estatuarios sin moverse del sitio ni rectificar un ápice. El toro no embestía, era tardo, cabeceaba,... pero él se puso en un sitio en el que era imposible que el toro se quedara quieto. Toro malo malísimo y torero impresionante de valor, sitio, arte y verdad. Sin embargo, lo del quinto fue una fiesta. No porque el toro fuera mucho mejor (algo sí que lo era) sino porque al menos pasaba. Lo recibió de capa excepcionalmente, lo llevó al caballo por chicuelinas y también por chicuelinas quitó (chicuelinas ceñidas, puras,... fuera de serie). Con la muleta dio pases de muchísimo gusto con ambas manos, manteniendo una quietud imposible y emocionante que, junto con la longitud de los muletazos hacía de cada serie, de cada pase, una nueva emoción. Mediada la faena, uno de los derechazos fue de auténtica antología, y tras él el torero tuvo que aguntar paradas a mitad del pase que hacían más difícil e inverosímil su quietud. Luego, la plaza prorrumpió en uno de los olés más hondos que recuerdo en mucho tiempo con un derechazo ligado con un cambio de mano un y natural desmayado y lento. Pinchó arriba, dio manoletinas marca de la casa para que el asunto no se enfriara y mató de una estocada entera de efecto fulminante. Las palmas de bulerías tocadas por andaluces a un madrileño reconocían la importancia de lo que habían sentido.
El Cid cortó dos orejas al tercero de la tarde por una faena basada sobre todo en la derecha, con series muy largas y bajando mucho la mano. Demostró que no va a dejarse ganar la pelea y que su toreo transmite muchísmo por hondura, colocación y temple. Algunos pases con ambas manos fueron excepcionales y las dos orejas muy merecidas tras la estocada arriba. El sexto fue un toro más difícil, al que prácticamente no picaron y clavaron sólo dos pares de banderillas. La faena comenzó muy bien por ayudados y luego siguió con toreo templado y pases templados. Pero el toro cada vez tenía peor comportamiento, huía a las tablas, se quedaba corto, andaba,... Al final, acabó con él con una estocada trasera y baja.
Un par de preguntas sólo:
1.- ¿Podrá César Rincón remontar esta racha y encontrar el sitio adecuado para despedirse con mejor condición en Las Ventas en otoño?
2.- ¿Están ya a la venta las entradas para Ávila -muy bueno lo de que caiga en domingo-?
No se equivocan. Por lo que vimos el sábado después de un mediodía de caseta, baile y hangarilla, hay una ilusión y una verdad en su toreo que va mucho más allá de la reivindicación de Barcelona. Y que tiene más que ver con el sitio y la actitud del torero.
Antes de él, Rincón demostró falta de sitio. Es cierto que sus dos toros fueron mansos de libro. Pero en alguna ocasión se le notó una intranquilidad preocupante. Recibió bien con la capa a su primero y lo llevó en un interesante galleo por chicuelinas, pero el toro, que siempre buscaba tablas, prometía no hacer fácil la lidia. El tercio de banderillas fue sencillamente excepcional porque los subalternos, ante estas dificultades, decidieron poner dos pares de dentro a fuera en un ejercicio a la vez vistoso y efectivo. Rincón trató de lidiarlo en el tercio, pero la querencia a tablas podía más (¿se hubiera mitigado algo si hubiera conseguido llevarlo al centro del ruedo?)- Después, en una serie con la derecha le tapó mucho la cara y el toro siguió la muleta, pero al finalizar la serie con una trincherilla el toro hizo hilo con él y se vivió un momento de cierto pánico. El cuarto, además de manso, gazapeaba mucho, lo que hacía aún más difícil la lidia. César intentó colocarse para alguna serie, pero el asunto era imposible.
José Tomás tuvo en el segundo a un toro muy complicado, pero se le notó decidido y concentrado desde el recibo con la capa (dos verónicas lentísimas), siguiendo por el ceñidísimo quite por gaoneras y, ya con la muleta, el comienzo impresionante con los estatuarios sin moverse del sitio ni rectificar un ápice. El toro no embestía, era tardo, cabeceaba,... pero él se puso en un sitio en el que era imposible que el toro se quedara quieto. Toro malo malísimo y torero impresionante de valor, sitio, arte y verdad. Sin embargo, lo del quinto fue una fiesta. No porque el toro fuera mucho mejor (algo sí que lo era) sino porque al menos pasaba. Lo recibió de capa excepcionalmente, lo llevó al caballo por chicuelinas y también por chicuelinas quitó (chicuelinas ceñidas, puras,... fuera de serie). Con la muleta dio pases de muchísimo gusto con ambas manos, manteniendo una quietud imposible y emocionante que, junto con la longitud de los muletazos hacía de cada serie, de cada pase, una nueva emoción. Mediada la faena, uno de los derechazos fue de auténtica antología, y tras él el torero tuvo que aguntar paradas a mitad del pase que hacían más difícil e inverosímil su quietud. Luego, la plaza prorrumpió en uno de los olés más hondos que recuerdo en mucho tiempo con un derechazo ligado con un cambio de mano un y natural desmayado y lento. Pinchó arriba, dio manoletinas marca de la casa para que el asunto no se enfriara y mató de una estocada entera de efecto fulminante. Las palmas de bulerías tocadas por andaluces a un madrileño reconocían la importancia de lo que habían sentido.
El Cid cortó dos orejas al tercero de la tarde por una faena basada sobre todo en la derecha, con series muy largas y bajando mucho la mano. Demostró que no va a dejarse ganar la pelea y que su toreo transmite muchísmo por hondura, colocación y temple. Algunos pases con ambas manos fueron excepcionales y las dos orejas muy merecidas tras la estocada arriba. El sexto fue un toro más difícil, al que prácticamente no picaron y clavaron sólo dos pares de banderillas. La faena comenzó muy bien por ayudados y luego siguió con toreo templado y pases templados. Pero el toro cada vez tenía peor comportamiento, huía a las tablas, se quedaba corto, andaba,... Al final, acabó con él con una estocada trasera y baja.
Un par de preguntas sólo:
1.- ¿Podrá César Rincón remontar esta racha y encontrar el sitio adecuado para despedirse con mejor condición en Las Ventas en otoño?
2.- ¿Están ya a la venta las entradas para Ávila -muy bueno lo de que caiga en domingo-?
martes, 26 de junio de 2007
No hay dos sin tres
lunes, 25 de junio de 2007
Algeciras (22 de junio de 2007) - Hay futuro
Lo primero, mi agradecimiento a Aurelio, Alicia y sus tres extraordinarios hijos. No se puede ser mejores anfitriones. En lo taurino y en lo festivo. ¡Qué forma más agradable tienen en Andalucía de celebrar las fiestas!
La plaza de Algeciras es una plaza cómoda que, por si el ambiente no fuera suficientemente distendido, paran a mitad de la corrida para tomar la merienda. A nosotros nos la dieron en la puerta y fue un placer degustarla en la buena compañía de los nuevos amigos y los cinco chavales con los que vimos esa tarde de toros. Con jóvenes con ellos, el futuro de la Fiesta está asegurado.
Me recordaron mucho a mis años de niños. En los que, como he contado alguna vez, ir a los toros estaba siempre asociado a la fiesta. A los cacharritos y los algodones de azúcar. También era así ahora para ellos. Y a pesar de su infinita juventud todos habían visto muchas tardes de toros. Y eran capaces de emocionarse con el toreo bueno y justificar al torero cuando aquello no iba bien. Se alegraban cuando se cortaban orejas porque sabían que aquello era reconocimiento del esfuerzo pero, sobre todo, parte de la diversión compartida. Y eran conscientes del enorme riesgo de todos los que están en el ruedo. Y se levantaron como un resorte gritando ¡vaya sirvengüenzas! cuando algunos energúmenos tiraron almohadillas después de la desafortunada actuación del picador del sexto toro. Con muy buen juicio, se indignaron con esa forma de proceder y explicaban ellos mismos que si había que protestar era al final de la faena.
Con ellos, esto no se acaba. Hay futuro y está en estos chavales que asocian los toros a la fiesta.
Aunque sería conveniente que los profesionales pusieran también su granito de arena. Los ganaderos, pongamos por caso. La ganadería anunciada era de Román Sorando, pero los toros lidiados finalmente eran de Lagunajanda. Uno consiguió enterarse por la tablilla, pero no porque a la entrada se indicaran con ningún cartel. No digo yo que no lo pusiera en ningún sitio, pero desde luego muy anunciado no estaba.
Y los toros salieron rematadamente malos. Sin atisbo de bravura, nobleza ni fuerza. Con toros así ni todos los niños del mundo salvan la Fiesta. No sé de quién es la culpa. Pero alguien debería recapacitar. Si era previsible que los toros salieran así, es una falta de verguenza. Y si el ganadero no podía siquiera intuirlo, es para preocuparse. Porque si la crianza de los toros de lidia es un juego de azar, nos estamos jugando a los dados una parte sustancial de nuestra cultura.
Con este material, en su primero, Ponce demostró el temple y la técnica acostumbradas (aunque no por ello menos meritoria). Conseguir que aquel animal no se cayera y que, además, resultaran estéticos algunos de los pases a media altura es de una inteligencia prodigiosa. Con el cuarto, que se dejó algo más (no mucho) Ponce bordó el toreo una vez más. Dio pases de antología, ligó mucho las series, se trajo al toro siempre desde lejos, acompañando y guiando de forma magistral la embestida. Especialmente brillante el inicio de faena (trincherazo de cartel) y la última fase, cuando impidió que el toro se fuera a tablas a pesar de haberse rajado de forma manifiesta y le sacó aún varias series. Para concluir con un toreo artístico y despacioso con una rodilla en tierra. Lo mató de una estocada y dos descabellas, dejando en una oreja lo que hubiera sido una faena de dos orejas de clamor. ¡Vaya temporada que lleva el de Chiva!
A Talavante he vuelto a verle desdibujado. Debo reconocer que estoy deseando verle una faena de las suyas, en el sitio que dicen que emociona. El del Domingo de Resurrección en Madrid, el de Valencia, el de Sevilla,... Pero sólo en Madrid en la tarde del aniversario vi algo que no parece comparable. Y ni en Castellón, ni en Toledo ni en Algeciras he tenido suerte. Su primer toro no podía con su alma y nada de lo que hizo, ni siquiera cuando se acercó más al toro, transmitía emoción ni hacía sentir el riesgo que sin duda había. El quinto lo dejó bastante crudo pero no consiguió con la muleta acoplarse con él. Dio algún natural bueno, pero hubo muchos enganchones y una falta de sitio preocupante. Con la espada, un auténtico suplicio.
Cayetano tuvo la mala suerte que devolvieran al tercero, que parecía salir con algo más de impulso, pero que se rompió la mano de forma ostensible. En el que salió en su lugar, dio algunos pases buenos, pero sin llegar a ligar las series. Aguantó algunos parones del toro y se colocó en buen sitio, pero había ciertas dudas y aquello no llegó a cuajar. No tengo claro que, como alguno dijo, no hubiera podido con el toro. Creo que el toro no daba mucho más de sí, pero que es posible que tampoco el torero tuviera su mejor tarde.
Lo del sexto fue de juzgado de guardia. Por la actitud del público y por la de Cayetano. El toro, en el primer encuentro con el caballo, derribó. El picador se vengó en el siguiente puyazo, pegándole un montón de tiempo y con una intensidad que no tienen explicación alguna. Y todo ello, ante la indiferencia del matador. Parece ser que, además, Curro Vázquez se encaró con el público de no muy buenos modos. Y otros espectadores lanzaron almohadillas al ruedo y alguno, una botella al picador cuando se retiraba. El escándalo impedía entonces nada razonable. Y aunque el torero hizo varias veces el amago de intentarlo, el toro estaba derrotado y aquello era imposible.
Volvamos a las preguntas:
1.- ¿Por qué no ofrecen tauromaquia como asignatura en las escuelas de primaria? ¿No sería mejor que una educación para la ciudadanía cuyo programa no se ha conseguido consensuar?
2.- ¿No hay forma de asegurar algo más de fuerza y casta en los toros?
3.- ¿No serían los toreros jóvenes los que deberían espolear al maestro, y no a la inversa?
La plaza de Algeciras es una plaza cómoda que, por si el ambiente no fuera suficientemente distendido, paran a mitad de la corrida para tomar la merienda. A nosotros nos la dieron en la puerta y fue un placer degustarla en la buena compañía de los nuevos amigos y los cinco chavales con los que vimos esa tarde de toros. Con jóvenes con ellos, el futuro de la Fiesta está asegurado.
Me recordaron mucho a mis años de niños. En los que, como he contado alguna vez, ir a los toros estaba siempre asociado a la fiesta. A los cacharritos y los algodones de azúcar. También era así ahora para ellos. Y a pesar de su infinita juventud todos habían visto muchas tardes de toros. Y eran capaces de emocionarse con el toreo bueno y justificar al torero cuando aquello no iba bien. Se alegraban cuando se cortaban orejas porque sabían que aquello era reconocimiento del esfuerzo pero, sobre todo, parte de la diversión compartida. Y eran conscientes del enorme riesgo de todos los que están en el ruedo. Y se levantaron como un resorte gritando ¡vaya sirvengüenzas! cuando algunos energúmenos tiraron almohadillas después de la desafortunada actuación del picador del sexto toro. Con muy buen juicio, se indignaron con esa forma de proceder y explicaban ellos mismos que si había que protestar era al final de la faena.
Con ellos, esto no se acaba. Hay futuro y está en estos chavales que asocian los toros a la fiesta.
Aunque sería conveniente que los profesionales pusieran también su granito de arena. Los ganaderos, pongamos por caso. La ganadería anunciada era de Román Sorando, pero los toros lidiados finalmente eran de Lagunajanda. Uno consiguió enterarse por la tablilla, pero no porque a la entrada se indicaran con ningún cartel. No digo yo que no lo pusiera en ningún sitio, pero desde luego muy anunciado no estaba.
Y los toros salieron rematadamente malos. Sin atisbo de bravura, nobleza ni fuerza. Con toros así ni todos los niños del mundo salvan la Fiesta. No sé de quién es la culpa. Pero alguien debería recapacitar. Si era previsible que los toros salieran así, es una falta de verguenza. Y si el ganadero no podía siquiera intuirlo, es para preocuparse. Porque si la crianza de los toros de lidia es un juego de azar, nos estamos jugando a los dados una parte sustancial de nuestra cultura.
Con este material, en su primero, Ponce demostró el temple y la técnica acostumbradas (aunque no por ello menos meritoria). Conseguir que aquel animal no se cayera y que, además, resultaran estéticos algunos de los pases a media altura es de una inteligencia prodigiosa. Con el cuarto, que se dejó algo más (no mucho) Ponce bordó el toreo una vez más. Dio pases de antología, ligó mucho las series, se trajo al toro siempre desde lejos, acompañando y guiando de forma magistral la embestida. Especialmente brillante el inicio de faena (trincherazo de cartel) y la última fase, cuando impidió que el toro se fuera a tablas a pesar de haberse rajado de forma manifiesta y le sacó aún varias series. Para concluir con un toreo artístico y despacioso con una rodilla en tierra. Lo mató de una estocada y dos descabellas, dejando en una oreja lo que hubiera sido una faena de dos orejas de clamor. ¡Vaya temporada que lleva el de Chiva!
A Talavante he vuelto a verle desdibujado. Debo reconocer que estoy deseando verle una faena de las suyas, en el sitio que dicen que emociona. El del Domingo de Resurrección en Madrid, el de Valencia, el de Sevilla,... Pero sólo en Madrid en la tarde del aniversario vi algo que no parece comparable. Y ni en Castellón, ni en Toledo ni en Algeciras he tenido suerte. Su primer toro no podía con su alma y nada de lo que hizo, ni siquiera cuando se acercó más al toro, transmitía emoción ni hacía sentir el riesgo que sin duda había. El quinto lo dejó bastante crudo pero no consiguió con la muleta acoplarse con él. Dio algún natural bueno, pero hubo muchos enganchones y una falta de sitio preocupante. Con la espada, un auténtico suplicio.
Cayetano tuvo la mala suerte que devolvieran al tercero, que parecía salir con algo más de impulso, pero que se rompió la mano de forma ostensible. En el que salió en su lugar, dio algunos pases buenos, pero sin llegar a ligar las series. Aguantó algunos parones del toro y se colocó en buen sitio, pero había ciertas dudas y aquello no llegó a cuajar. No tengo claro que, como alguno dijo, no hubiera podido con el toro. Creo que el toro no daba mucho más de sí, pero que es posible que tampoco el torero tuviera su mejor tarde.
Lo del sexto fue de juzgado de guardia. Por la actitud del público y por la de Cayetano. El toro, en el primer encuentro con el caballo, derribó. El picador se vengó en el siguiente puyazo, pegándole un montón de tiempo y con una intensidad que no tienen explicación alguna. Y todo ello, ante la indiferencia del matador. Parece ser que, además, Curro Vázquez se encaró con el público de no muy buenos modos. Y otros espectadores lanzaron almohadillas al ruedo y alguno, una botella al picador cuando se retiraba. El escándalo impedía entonces nada razonable. Y aunque el torero hizo varias veces el amago de intentarlo, el toro estaba derrotado y aquello era imposible.
Volvamos a las preguntas:
1.- ¿Por qué no ofrecen tauromaquia como asignatura en las escuelas de primaria? ¿No sería mejor que una educación para la ciudadanía cuyo programa no se ha conseguido consensuar?
2.- ¿No hay forma de asegurar algo más de fuerza y casta en los toros?
3.- ¿No serían los toreros jóvenes los que deberían espolear al maestro, y no a la inversa?
miércoles, 20 de junio de 2007
Así es la Fiesta
¡No va más! ¡Ahí queda eso!
El domingo había que estar allí. Por razones culturales y estéticas, por razones políticas y éticas, por afición y por cultura, por amistad y por pasión, por recuerdos de la historia y por presagio de futuro. Y allí estuvimos. Reivindicando nosotros la Fiesta antes de que empezara y rindiéndonos al toreo desde que los toreros hicieron el paseillo.
Esto no es una crónica al uso, porque la corrida no lo fue (aunque tal vez, si consigo librarme de este ritmo frenético de final de curso trate de hacer algo más extenso).
La del domingo 17 de junio de 2007 en Barcelona pasará a la historia como una tarde de toros paradigmática. De cómo debe acudir al público, de cómo deben salir los toros y de cómo deben estar los toreros.
Porque, como tenemos escrito, el toreo no es faena de muleta. Es ritual. Y el del domingo fue perfecto. Como una celebración de la Pascua en el Vaticano. Como un Concierto de Año nuevo en Viena. Como un baño purificador en el Ganges (antes de que estuviera contaminado) o una peregrinación a La Meca sin radicales.
No, no es sólo que Cayetano tuviera su mejor tarde de toros e hiciera dos de las mejores faenas del escalafón en lo que llevamos de temporada. No es sólo que Finito dejara pinceladas de su arte y resquicios de su falta de pundonor (a veces, también torero). No es sólo que José Tomás... TOREARA, olvidándose de sí y de la muleta, en espacios inverosímiles y con una pasmosa displicencia.
Es que la sensación de plenitud fue completa. Que las emociones se fueron sucediendo con la mayor intensidad que permitía el respeto a la salud de los espectadores.
Y por volver a José Tomás, para mí ha sido una de sus tardes más completas (de las que yo le he visto, y han sido unas cuantas, incluyendo la mayoría de sus salidas por la Puerta Grande de Madrid). Y, desde luego, la más apasionada.
No parece que haya vuelto para echar el rato, sino para plantear un reto. Si el toreo sobrevive en el siglo XXI será desde la pureza. Y lo suyo es una forma de pureza (no la única, pero sí una muy evidente).
Su estoica quietud llega de tal forma a los tendidos que es imposible no ponerse en pie al final de cada serie. La reivindicación de la gaonera, del natural a pies juntos, de la manoletina,... nos traslada al misterio del toreo. A la esencia sin la cual la estética es vacía.
Volveremos a verle (espero que sea el sábado en Algeciras). Y como siga así va a reventar en el camino a más de uno. Porque no sirve aliviarse.
¡Lástima que Morante haya cortado su temporada! ¡Que se recupere (lo primero) y que vuelva (cuando lo sienta)! ¡Vaya dos formas de pureza!
¿Cuándo dijeron que había sido la edad de oro del toreo...?
El domingo había que estar allí. Por razones culturales y estéticas, por razones políticas y éticas, por afición y por cultura, por amistad y por pasión, por recuerdos de la historia y por presagio de futuro. Y allí estuvimos. Reivindicando nosotros la Fiesta antes de que empezara y rindiéndonos al toreo desde que los toreros hicieron el paseillo.
Esto no es una crónica al uso, porque la corrida no lo fue (aunque tal vez, si consigo librarme de este ritmo frenético de final de curso trate de hacer algo más extenso).
La del domingo 17 de junio de 2007 en Barcelona pasará a la historia como una tarde de toros paradigmática. De cómo debe acudir al público, de cómo deben salir los toros y de cómo deben estar los toreros.
Porque, como tenemos escrito, el toreo no es faena de muleta. Es ritual. Y el del domingo fue perfecto. Como una celebración de la Pascua en el Vaticano. Como un Concierto de Año nuevo en Viena. Como un baño purificador en el Ganges (antes de que estuviera contaminado) o una peregrinación a La Meca sin radicales.
No, no es sólo que Cayetano tuviera su mejor tarde de toros e hiciera dos de las mejores faenas del escalafón en lo que llevamos de temporada. No es sólo que Finito dejara pinceladas de su arte y resquicios de su falta de pundonor (a veces, también torero). No es sólo que José Tomás... TOREARA, olvidándose de sí y de la muleta, en espacios inverosímiles y con una pasmosa displicencia.
Es que la sensación de plenitud fue completa. Que las emociones se fueron sucediendo con la mayor intensidad que permitía el respeto a la salud de los espectadores.
Y por volver a José Tomás, para mí ha sido una de sus tardes más completas (de las que yo le he visto, y han sido unas cuantas, incluyendo la mayoría de sus salidas por la Puerta Grande de Madrid). Y, desde luego, la más apasionada.
No parece que haya vuelto para echar el rato, sino para plantear un reto. Si el toreo sobrevive en el siglo XXI será desde la pureza. Y lo suyo es una forma de pureza (no la única, pero sí una muy evidente).
Su estoica quietud llega de tal forma a los tendidos que es imposible no ponerse en pie al final de cada serie. La reivindicación de la gaonera, del natural a pies juntos, de la manoletina,... nos traslada al misterio del toreo. A la esencia sin la cual la estética es vacía.
Volveremos a verle (espero que sea el sábado en Algeciras). Y como siga así va a reventar en el camino a más de uno. Porque no sirve aliviarse.
¡Lástima que Morante haya cortado su temporada! ¡Que se recupere (lo primero) y que vuelva (cuando lo sienta)! ¡Vaya dos formas de pureza!
¿Cuándo dijeron que había sido la edad de oro del toreo...?
lunes, 18 de junio de 2007
Primera impresión de José Tomás
"Si no veo en sus manos las llagas de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no creeré".
(Juan, 20, 24-25)
Durante años anduve retirado de los ruedos, coincidieron con las temporadas del fulgor tomista que, en su momento, por escasez de afición, ni siquiera me interesaron más allá de la noticia: todos cometemos errores.
El año pasado volví a vestirme de luces de aficionado en La Maestranza y, hechizado por la magia plena de duende de una faena de Ponce, con su gracia andaluza, con su cartucho de pescado quedé hipnotizado, me aboné y empezamos el blog al que, como homenaje a Quiñones, llamamos La Gran Temporada: sentíamos el presagio de lo grande que se avecina, de lo que se adivina en la ilusión, que ayer se ha cumplido.
Primero fue Sevilla, luego Madrid, ahora, Barcelona: LA GRAN TEMPORADA
Iremos desgranando lo que pasó en La Plaza Monumental de Barcelona, valga decir que hablaremos durante milenios de esta tarde porque lo que sucedió fue una protestación de fe, un acto redentor, una sublimación del arte, la intensa representación del héroe del espíritu, como en la Capilla Sixtina o en San Marcos de Venecia, pero de forma fugaz, como reloj de arena que se lleva la Gracia.
En la primera o segunda entrada del blog avisamos de que albergábamos sospechas acerca de la reaparición de José Tomás, tras mi vuelta snob a los ruedos (como ayer la de la beatiful Barcelona y la gauche divine catalana), ha pasado ya un año y medio largo para recuperar una afición cabal, me he preparado en las Plazas, estoy en condición de juzgar y mirar, desde el sitio justo de las apreciaciones, no estoy "fuera de cacho", he vivido en directo los momentos más intensos de la temporada (en donde no he estado, estuvo el blog, quiero decir Lorenzo) y si, durante meses queríamos saber quién era este ser misterioso al que llamaban Tomás - y perseguimos crónicas y testimonios y vídeos y rumores- ¿cómo era, Dios mío, como era? ahora podemos hablar con juicio.
José Tomás, antes de ayer, nos recordaba a Bobby Fischer el genial ajedrecista que desapareció en los cráteres del tiempo tras alcanzar los laureles del campeonato del mundo o a Arthur Rimbaud, enmudecido la mitad de su vida, tras decir las palabras más bellas. Silenciosa desaparición del genio, el arte sin vanidad, el misterio recrecido.
Albergábamos dudas y queríamos la verdad, pero ayer hemos visto y hemos creído, hemos metido los dedos en la llaga, alguien cerca de mí dijo: "torea con mucha verdad". No, con verdad torean Cayetano o Manzanares o Talavante o Rincón, todos artistas excelsos. José Tomás tiene una verdad más alta, un más allá que lo elevaba sobre lo humano: como a Mozart, como a Eliot, como a Rilke o Góngora, como a Miguel Ángel.
La verdad de José Tomás es la de la más alta religión del espíritu, la de quien cita con algo que no se ve, pero que emana. Como decía el Gallo: se torea cuando se tiene un misterio que decir. Y José Tomás transmite un misterio inexplicable en ese paso más allá de intensos lances, es algo estratosférico, pero no de valor ni de arte sino de enigma.
Iremos haciendo la crónica, pero, de momento, los apuntes de quien ha visto el misterio de frente:
1. José Tomás torea en el vértice del miedo.
2. José Tomás hace un desprecio intenso de la vida en cada lance.
3. José Tomás cita en la quietud vibrante del abismo.
4. José Tomás carga la muerte en cada suerte.
5. José Tomás, estatua sucesiva, tiene un capote de bronce y aire.
6. José Tomás no torea de verdad, dice una verdad más alta y nueva.
7. José Tomás predica un evangelio en el cruce siniestro de las astas.
8. José Tomás está donde el toro estuvo, le hurta un paso más la embestida en su terreno, lo engaña sustituyéndolo, se intercambian al paso.
9. José Tomás torea en el abismo, despliegue su muleta en un alambre al borde de las eternidades.
10. José Tomás no tiene duende: los torea.
Sólo él y Morante: el gótico barroco y el barroco florido, Lope de Vega y Góngora. Aunque Cervantes y Quevedo y Cayetano no estén mal.
(Juan, 20, 24-25)
Durante años anduve retirado de los ruedos, coincidieron con las temporadas del fulgor tomista que, en su momento, por escasez de afición, ni siquiera me interesaron más allá de la noticia: todos cometemos errores.
El año pasado volví a vestirme de luces de aficionado en La Maestranza y, hechizado por la magia plena de duende de una faena de Ponce, con su gracia andaluza, con su cartucho de pescado quedé hipnotizado, me aboné y empezamos el blog al que, como homenaje a Quiñones, llamamos La Gran Temporada: sentíamos el presagio de lo grande que se avecina, de lo que se adivina en la ilusión, que ayer se ha cumplido.
Primero fue Sevilla, luego Madrid, ahora, Barcelona: LA GRAN TEMPORADA
Iremos desgranando lo que pasó en La Plaza Monumental de Barcelona, valga decir que hablaremos durante milenios de esta tarde porque lo que sucedió fue una protestación de fe, un acto redentor, una sublimación del arte, la intensa representación del héroe del espíritu, como en la Capilla Sixtina o en San Marcos de Venecia, pero de forma fugaz, como reloj de arena que se lleva la Gracia.
En la primera o segunda entrada del blog avisamos de que albergábamos sospechas acerca de la reaparición de José Tomás, tras mi vuelta snob a los ruedos (como ayer la de la beatiful Barcelona y la gauche divine catalana), ha pasado ya un año y medio largo para recuperar una afición cabal, me he preparado en las Plazas, estoy en condición de juzgar y mirar, desde el sitio justo de las apreciaciones, no estoy "fuera de cacho", he vivido en directo los momentos más intensos de la temporada (en donde no he estado, estuvo el blog, quiero decir Lorenzo) y si, durante meses queríamos saber quién era este ser misterioso al que llamaban Tomás - y perseguimos crónicas y testimonios y vídeos y rumores- ¿cómo era, Dios mío, como era? ahora podemos hablar con juicio.
José Tomás, antes de ayer, nos recordaba a Bobby Fischer el genial ajedrecista que desapareció en los cráteres del tiempo tras alcanzar los laureles del campeonato del mundo o a Arthur Rimbaud, enmudecido la mitad de su vida, tras decir las palabras más bellas. Silenciosa desaparición del genio, el arte sin vanidad, el misterio recrecido.
Albergábamos dudas y queríamos la verdad, pero ayer hemos visto y hemos creído, hemos metido los dedos en la llaga, alguien cerca de mí dijo: "torea con mucha verdad". No, con verdad torean Cayetano o Manzanares o Talavante o Rincón, todos artistas excelsos. José Tomás tiene una verdad más alta, un más allá que lo elevaba sobre lo humano: como a Mozart, como a Eliot, como a Rilke o Góngora, como a Miguel Ángel.
La verdad de José Tomás es la de la más alta religión del espíritu, la de quien cita con algo que no se ve, pero que emana. Como decía el Gallo: se torea cuando se tiene un misterio que decir. Y José Tomás transmite un misterio inexplicable en ese paso más allá de intensos lances, es algo estratosférico, pero no de valor ni de arte sino de enigma.
Iremos haciendo la crónica, pero, de momento, los apuntes de quien ha visto el misterio de frente:
1. José Tomás torea en el vértice del miedo.
2. José Tomás hace un desprecio intenso de la vida en cada lance.
3. José Tomás cita en la quietud vibrante del abismo.
4. José Tomás carga la muerte en cada suerte.
5. José Tomás, estatua sucesiva, tiene un capote de bronce y aire.
6. José Tomás no torea de verdad, dice una verdad más alta y nueva.
7. José Tomás predica un evangelio en el cruce siniestro de las astas.
8. José Tomás está donde el toro estuvo, le hurta un paso más la embestida en su terreno, lo engaña sustituyéndolo, se intercambian al paso.
9. José Tomás torea en el abismo, despliegue su muleta en un alambre al borde de las eternidades.
10. José Tomás no tiene duende: los torea.
Sólo él y Morante: el gótico barroco y el barroco florido, Lope de Vega y Góngora. Aunque Cervantes y Quevedo y Cayetano no estén mal.
viernes, 15 de junio de 2007
Meteorología
Cada año, cuando uno acude a Sevilla en primavera a empaparse de soledad y misterio, de bullicio y alegría, de rúan y capa, de Gran Poder y Macarena, sabe que existe la incertidumbre del tiempo, y que no puede descartarse que la lluvia obligue a una procesión íntima, a un rosario personal que sustituya al rito en la calle. Más aún el viernes santo, que parece haberse convertido en una jornada de pluviosidad segura (¡muy curioso el artículo de Antonio Burgos de ayer en el que explicaba por qué el trianero Cachorro se había hecho sevillista!).
Pero si uno anuncia su reaparición en los toros allá por el final del invierno para un 17 de junio en Barcelona no es previsible que el tiempo pueda ser un inconveniente. De hecho, de la formulación habitual "Con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide" uno tenía más dudas de si la autoridad no iba a tratar de poner alguna pega (¡toquemos madera!) y evitar que todo Barcelona se convirtiera en la referencia mundial del toreo.
Y ahora resulta que desde mediados de semana han bajado las temperaturas, en media España ha empezado a llover y para este fin de semana dan agua en casi todas las regiones... menos en levante.
Creo que, por poco, nos vamos a salvar.
Va a resultar ahora que la Moreneta se ha hecho aficionada. ¡Que vayan encargando un capote de paseo con su rostro pintado!
Pero si uno anuncia su reaparición en los toros allá por el final del invierno para un 17 de junio en Barcelona no es previsible que el tiempo pueda ser un inconveniente. De hecho, de la formulación habitual "Con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide" uno tenía más dudas de si la autoridad no iba a tratar de poner alguna pega (¡toquemos madera!) y evitar que todo Barcelona se convirtiera en la referencia mundial del toreo.
Y ahora resulta que desde mediados de semana han bajado las temperaturas, en media España ha empezado a llover y para este fin de semana dan agua en casi todas las regiones... menos en levante.
Creo que, por poco, nos vamos a salvar.
Va a resultar ahora que la Moreneta se ha hecho aficionada. ¡Que vayan encargando un capote de paseo con su rostro pintado!
jueves, 14 de junio de 2007
San Isidro y Aniversario 2007 - Estado de la cuestión
Como bien ha demostrado José María con la impudorosa exhibición de la entrada, estamos ya en la Cuaresma josetomasista. Hablando catalán en la intimidad y viendo dónde podemos comprar una barretina para ponernos encima del sombrero cordobés. No sé si con tantos políticos, magistrados, artistas y taurinos habrá sitio aún para los aficionados de a pie, aunque tengamos nuestras entradas. Ya queda menos. Y, si Dios quiere, el domingo podremos sentirlo.
Para hacer más llevadera la espera quizá sea bueno repasar el mes de toros en Madrid. Ver cuál es la situación del toreo que se ha manifestado en la capital.
Lo primero que hay que decir es que no ha irrumpido con fuerza ningún torero nuevo. Sí ha habido alguno de los que torean poco que se han reivindicado, como Curro Díaz, Juan Bautista, Rafelillo o Torres Jerez, pero ninguno ha roto de verdad. Curro Díaz ha vuelto a demostrar en algún toro su enorme gusto toreando, pero le falta disposición, ánimo, acabar de creérselo. Y sin eso es difícil ser figura. Mucha hondura ha demostrado también Torres Jerez, y una seriedad impresionante. Sería de agradecer que le dieran más oportunidad en Madrid y en otras plazas. Si consigue sacar lo que tiene dentro nos puede hacer disfrutar muchísimo. A Juan Bautista se le ha visto renacido y puede formar una pareja curiosa con Castella. Y Rafaelillo ha estado sensacional sin triunfar, con una garra fuera de lo común. Otro torero que debería entrar en los circuitos.
Del grupo intermedio (en edad y escalafón) sólo Matías Tejela sale reforzado, aunque después de la Puerta Grande (discutida) no volvió a demostrar la misma disposición. Es un torero que da la sensación de que no quiere hacer el esfuerzo que requiere estar arriba. Pero mucho nos tememos que si no lo hace puede quedarse sin sitio. Serafín Marín, Capea, Gallo, Abellán o Bolívar no han dicho casi nada en su paso por las Ventas. Perera, después de la disposición demostrada en el quite que le llevó a la enfermería, se le vio muy apagado en la Feria del Aniversario. Ferrera, muy bien con banderillas pero no ha roto con la muleta como se nos había anunciado que podía ser... Y César Jiménez al final pudo demostrar que cuando mejor está es cuando no trata de imitar a Joselito en la plaza (sin perjuicio de que lo que éste le enseña le viene muy bien y le ayuda a torear mejor).
Y en cuanto a las figuras, contrariamente a lo que suele decirse y a lo que ha sido costumbre muchos años, casi todas han demostrado en Las Ventas por qué están ahí. Entre ellos, destacan Castella y El Juli. Castella por sitio, técnica, valor y emoción, además de un pellizco cada vez más suyo. Y El Juli con una faena pletórica y otra de decisión y técnica el día 23. Ponce demostró una maestría y un valor sereno que no son ni mucho menos corrientes. El Cid volvió a reivindicarse con los Victorinos (no hay quien los toree como él) y sacó su punto de arte con los juanpedro. Manzanares dejó una extraordinaria muestra de lo que es su toreo. Y Morante ha dejado de lejos el mejor toreo de capa (no sólo de estas Ferias: de muchos años), los pases con más garbo y torería, el par de banderillas más torero (al quiebro) y, en resumen, la faena más completa al sexto de la tarde de la Beneficencia.
No estuvo bien Talavante la tarde que toreó y, además, mucho nos tememos que haya sido el inicio de una racha especialmente mala, que debe tratar de remontar cuanto antes. Que la temporada está que arde y los carteles en los que va colocado en todas las ferias no le permiten un respiro. Y es una prueba de fuego ver si lo aguanta y consigue triunfar.
Esplá mostró un repertorio y un estilo antiguo que apetece ver al menos una tarde de estas treinta.
Y, para el futuro, lo mejor de todo la clase demostrada por un novillero, Pepe Moral. ¡Qué bien torea! A ver si sigue creciendo, le dan festejos y puede convertirse, cuando proceda, en matador. Habrá que seguirle.
Para hacer más llevadera la espera quizá sea bueno repasar el mes de toros en Madrid. Ver cuál es la situación del toreo que se ha manifestado en la capital.
Lo primero que hay que decir es que no ha irrumpido con fuerza ningún torero nuevo. Sí ha habido alguno de los que torean poco que se han reivindicado, como Curro Díaz, Juan Bautista, Rafelillo o Torres Jerez, pero ninguno ha roto de verdad. Curro Díaz ha vuelto a demostrar en algún toro su enorme gusto toreando, pero le falta disposición, ánimo, acabar de creérselo. Y sin eso es difícil ser figura. Mucha hondura ha demostrado también Torres Jerez, y una seriedad impresionante. Sería de agradecer que le dieran más oportunidad en Madrid y en otras plazas. Si consigue sacar lo que tiene dentro nos puede hacer disfrutar muchísimo. A Juan Bautista se le ha visto renacido y puede formar una pareja curiosa con Castella. Y Rafaelillo ha estado sensacional sin triunfar, con una garra fuera de lo común. Otro torero que debería entrar en los circuitos.
Del grupo intermedio (en edad y escalafón) sólo Matías Tejela sale reforzado, aunque después de la Puerta Grande (discutida) no volvió a demostrar la misma disposición. Es un torero que da la sensación de que no quiere hacer el esfuerzo que requiere estar arriba. Pero mucho nos tememos que si no lo hace puede quedarse sin sitio. Serafín Marín, Capea, Gallo, Abellán o Bolívar no han dicho casi nada en su paso por las Ventas. Perera, después de la disposición demostrada en el quite que le llevó a la enfermería, se le vio muy apagado en la Feria del Aniversario. Ferrera, muy bien con banderillas pero no ha roto con la muleta como se nos había anunciado que podía ser... Y César Jiménez al final pudo demostrar que cuando mejor está es cuando no trata de imitar a Joselito en la plaza (sin perjuicio de que lo que éste le enseña le viene muy bien y le ayuda a torear mejor).
Y en cuanto a las figuras, contrariamente a lo que suele decirse y a lo que ha sido costumbre muchos años, casi todas han demostrado en Las Ventas por qué están ahí. Entre ellos, destacan Castella y El Juli. Castella por sitio, técnica, valor y emoción, además de un pellizco cada vez más suyo. Y El Juli con una faena pletórica y otra de decisión y técnica el día 23. Ponce demostró una maestría y un valor sereno que no son ni mucho menos corrientes. El Cid volvió a reivindicarse con los Victorinos (no hay quien los toree como él) y sacó su punto de arte con los juanpedro. Manzanares dejó una extraordinaria muestra de lo que es su toreo. Y Morante ha dejado de lejos el mejor toreo de capa (no sólo de estas Ferias: de muchos años), los pases con más garbo y torería, el par de banderillas más torero (al quiebro) y, en resumen, la faena más completa al sexto de la tarde de la Beneficencia.
No estuvo bien Talavante la tarde que toreó y, además, mucho nos tememos que haya sido el inicio de una racha especialmente mala, que debe tratar de remontar cuanto antes. Que la temporada está que arde y los carteles en los que va colocado en todas las ferias no le permiten un respiro. Y es una prueba de fuego ver si lo aguanta y consigue triunfar.
Esplá mostró un repertorio y un estilo antiguo que apetece ver al menos una tarde de estas treinta.
Y, para el futuro, lo mejor de todo la clase demostrada por un novillero, Pepe Moral. ¡Qué bien torea! A ver si sigue creciendo, le dan festejos y puede convertirse, cuando proceda, en matador. Habrá que seguirle.
miércoles, 13 de junio de 2007
Tenemos entradas
Tenemos entradas: podríamos exprimirle una rentabilidad del 1.000 por cien, pero ya hemos obtenido, por lo que en la temporada ha supuesto la reaparición de José Tomás, una rentabilidad infinita de sueños y esencias.
En Barcelona se llena el Domingo una Plaza de Toros.
¡Esto es la Fiesta!¡Esto es la Fiesta!¡Esto es la Fiesta!
Se gritaba en Las Ventas el año 82 cuando aparecía el toro redentor de Vitorino y, en esas mismas temporadas, volaba el mechón blanco de Antoñete, ¡Eso es el toreo! ¡Eso es el Toreo!
Pero los excesos de romana la volvieron a hundir y el toreo clónico y escaso apagó la luz.
Hubo un hombre a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que él decía.
Y llegó José Tomás, como un ángel redentor y otra vez, ya con toro, fue la Fiesta hasta que él quiso.
Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.
Y el Profeta anunció su retorno a la tierra después de Pentecostés y los apóstoles del toreo de verdad desplegaron los capotes para seguirle el vuelo.
Y, además, en Cataluña:
Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron.
Pero en Barcelona se llena la plaza y podrían llenarse no una ni dos ni tres, sino infinitas plazas de toros porque:
En Barcelona recobró la cordura Don Quijote, como un picador desgastado, en el albero, en LAS ARENAS (otra Plaza de Toros) del Mediterráneo.
En Barcelona anunció Cristóbal Colón el Descubrimiento del Nuevo Mundo a los Reyes Católicos, el Nuevo Mundo: Iberia de plazas de Toros de México al Mar del Plata.
En Barcelona Gaudí levantó esa locura, ese prodigio de sol y banderillas, de trencadís salvaje y color que es la Sagrada Familia, en cuya portada muge el Buey de la Navidad, que es el cabestro de la plaza de toros.
Porque en Barcelona llega el aire húmedo de La Camarga, los ecos del Vagido del toro del Languedoc, de los "bous al carrer", de la Plaza de Nimes: la Habanera de Carmen en el Liceo.
Porque en Barcelona, además del español, se habla una de las lenguas más hermosas de Sefarad en la que también se dice ¡Olé!
Gracias, José Tomás, por llenar la Plaza de Toros de la ciudad más hermosa de España (hoy no cuento a Sevilla).
En Barcelona se llena este Domingo una plaza de toros (y tenemos entradas).
En Barcelona se llena el Domingo una Plaza de Toros.
¡Esto es la Fiesta!¡Esto es la Fiesta!¡Esto es la Fiesta!
Se gritaba en Las Ventas el año 82 cuando aparecía el toro redentor de Vitorino y, en esas mismas temporadas, volaba el mechón blanco de Antoñete, ¡Eso es el toreo! ¡Eso es el Toreo!
Pero los excesos de romana la volvieron a hundir y el toreo clónico y escaso apagó la luz.
Hubo un hombre a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que él decía.
Y llegó José Tomás, como un ángel redentor y otra vez, ya con toro, fue la Fiesta hasta que él quiso.
Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.
Y el Profeta anunció su retorno a la tierra después de Pentecostés y los apóstoles del toreo de verdad desplegaron los capotes para seguirle el vuelo.
Y, además, en Cataluña:
Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron.
Pero en Barcelona se llena la plaza y podrían llenarse no una ni dos ni tres, sino infinitas plazas de toros porque:
En Barcelona recobró la cordura Don Quijote, como un picador desgastado, en el albero, en LAS ARENAS (otra Plaza de Toros) del Mediterráneo.
En Barcelona anunció Cristóbal Colón el Descubrimiento del Nuevo Mundo a los Reyes Católicos, el Nuevo Mundo: Iberia de plazas de Toros de México al Mar del Plata.
En Barcelona Gaudí levantó esa locura, ese prodigio de sol y banderillas, de trencadís salvaje y color que es la Sagrada Familia, en cuya portada muge el Buey de la Navidad, que es el cabestro de la plaza de toros.
Porque en Barcelona llega el aire húmedo de La Camarga, los ecos del Vagido del toro del Languedoc, de los "bous al carrer", de la Plaza de Nimes: la Habanera de Carmen en el Liceo.
Porque en Barcelona, además del español, se habla una de las lenguas más hermosas de Sefarad en la que también se dice ¡Olé!
Gracias, José Tomás, por llenar la Plaza de Toros de la ciudad más hermosa de España (hoy no cuento a Sevilla).
En Barcelona se llena este Domingo una plaza de toros (y tenemos entradas).
martes, 12 de junio de 2007
Madrid (8 de Junio de 2007) Lo del Monosabio
Así empezó Pedro Romero...
¿en qué modalidad del toreo a pie incluimos la carioca sin jinete del caballo?
¿en qué modalidad del toreo a pie incluimos la carioca sin jinete del caballo?
domingo, 10 de junio de 2007
Madrid (10 de junio de 2007) - Se acabó
Se acabó el maratón anual de Las Ventas. Un mes seguido de toros, con sus luces y sus sombras, que iremos desgranando con detalle en los próximos días, cuando nos recuperemos de este esfuerzo autoimpuesto de narrar cada día qué habíamos visto y cómo lo habíamos sentido.
Daremos cuenta también de la reaparición de José Tomás en Barcelona (con la visión de José María y la mía) y, tal vez, de un par de tardes de la Feria de Algeciras.
Además, reflexiones varias sobre el toreo de un modo más espaciado. Pero esperemos que el blog siga teniendo algo nuevo que ver al menos una vez por semana.
Volvía hoy a Las Ventas después de varias décadas una corrida entera de Juan Pedro y sus toros lucían divisa negra de luto por el hijo recientemente fallecido.
Pues bien, la corrida ha sido, para mi gusto, bastante buena. De las más completas que hemos visto en estos días (quizá sólo superada por la de Victoriano del Río). Salvo el último, que ha sido un toro muy soso, los demás han tenido muy buena clase y se les ha podido hacer el toreo que gusta aquí, aunque también es cierto que varios de ellos no han podido desarrollar todo su buen fondo por tener las fuerzas justas.
Había quien había venido a reventarle la tarde al ganadero y han tenido que volverse a casa con la bilis entreverada, porque no ha habido razón para el escándalo de devoluciones y caidas que les hubiera gustado.
Miguel Abellán no ha acabado de acoplarse con sus toros. En el primero, "El Chano" protagonizó dos magníficos pares de banderillas aguantando la arrancada del toro desde lejos, y tuvo que desmonterarse. Abellán empezó bien la faena con pases por bajo y trincherillas. Pero luego dio series con ambas manos, correctas pero sin conseguir la conexión con el público, sin romper. El toro se cayó alguna vez (no andaba muy sobrado de fuerza), pero daba la impresión que era sobre todo cuando no se le templaba y se le daba algún pase excesivamente brusco. En el cuarto, algunos estaban claramente contra el torero (que alguien me explique a qué venían los pitos en el quite que hizo por chicuelinas con la mano baja, o al brindar al público), y él parecía dispuesto a darle la vuelta a esta sinrazón. Empezó con las dos rodillas en tierra en el centro del ruedo que calentó bastante el ambiente, y siguió con una serie emocionante con la mano derecha. Pero luego cerró al toro por el viento y volvió a dar muchos pases con ambas manos, pero sin profundidad ni hondura. El toro, mediada la faena, pasaba con la cabeza a media altura, pero él no le había obligado antes, ni había conseguido romperse con él. Sin duda, Abellán tiene técnica y soltura, pero tal y como está el escalafón necesita darle una vuelta de tuerca a su toreo si no quiere perder el tren.
El Cid ha recibido muy bien a la verónica a sus dos toros (¡qué poco toreo de capa hemos visto en estos treinta días!). Su primero fue dos veces desde lejos y bien al caballo, se dio una voltereta a la salida del primer puyazo y aún así mantuvo algo de fuerza para la faena de muleta. En todo caso, el esfuerzo del toro se notó y el Cid tuvo que llevarlo muy suave. Dio algunos pases buenos, sobre todo con la derecha, pero con la izquierda no acabó de cogerle el sitio. Pinchó un par de veces antes de dejar una estocada baja, trasera y atravesada.
El quinto fue el mejor toro de la corrida y el Cid no se tapó. Lo citó de lejos y lo trajo toreado a media distancia en las dos primeras series con la derecha, muy buenas ambas (aunque tuvo que rectificar su colocación en medio de la tanda). Con la izquierda dio una serie también a media distancia, con alguno largo, bajo y templado marca de la casa y luego fue sacando los pases de uno en uno. Quizá al toro le faltó aguantar un par de tandas más al mismo ritmo, o quizá fue el Cid el que no le cogió del todo el sitio mediada la faena. No lo sé. En todo caso, un buen toro y una faena lucida por momentos, con pases muy buenos, aunque no llegó a tener la intensidad de otras faenas del de Salteras. Mató de un pinchazo, una estocada y dos descabellos, lo que difuminó la posibilidad de la oreja, aunque recibió una fuerte ovación que recogió desde el tercio.
De Perera esperábamos más esta tarde, sobre todo después de la decisión que se le vio la tarde de su cogida en el toro de Castella. Hoy ni ha entrado al quite en los toros de sus compañeros, ni ha toreado de capote en los suyos. Con la muleta, en el tercero ha empezado bien, y ha dado series con ambas manos correctas, pero sin romper en ningún momento. El toro, aunque no sobrado de fuerza, pasaba con nobleza y humillaba. Y nos hemos quedado con la sensación de que se le podían haber hecho las cosas con algo más de hondura. Lo ha matado de un metisaca horroroso que ha provodado un vómito descomunal y bastante desagradable.
El sexto, un jabonero precioso igual que el primero, ha sido el más soso de la corrida y aunque lo ha intentado, sólo ha podido sacarle algún pase de exposición cuando se ha metido entre los pitones y se ha cruzado más allá del pitón contrario. Pero aún así, el lucimiento era imposible.
Una par de preguntas para acabar hoy (ya haremos más cuando encontremos huecos para comentar en detalle la feria): ¿volveremos a ver a los juanpedros el año que viene? ¿se le quitarán los prejuicios a los enemigos de esta ganadería que hay en esta plaza?
Daremos cuenta también de la reaparición de José Tomás en Barcelona (con la visión de José María y la mía) y, tal vez, de un par de tardes de la Feria de Algeciras.
Además, reflexiones varias sobre el toreo de un modo más espaciado. Pero esperemos que el blog siga teniendo algo nuevo que ver al menos una vez por semana.
* * * * *
Volvía hoy a Las Ventas después de varias décadas una corrida entera de Juan Pedro y sus toros lucían divisa negra de luto por el hijo recientemente fallecido.
Pues bien, la corrida ha sido, para mi gusto, bastante buena. De las más completas que hemos visto en estos días (quizá sólo superada por la de Victoriano del Río). Salvo el último, que ha sido un toro muy soso, los demás han tenido muy buena clase y se les ha podido hacer el toreo que gusta aquí, aunque también es cierto que varios de ellos no han podido desarrollar todo su buen fondo por tener las fuerzas justas.
Había quien había venido a reventarle la tarde al ganadero y han tenido que volverse a casa con la bilis entreverada, porque no ha habido razón para el escándalo de devoluciones y caidas que les hubiera gustado.
Miguel Abellán no ha acabado de acoplarse con sus toros. En el primero, "El Chano" protagonizó dos magníficos pares de banderillas aguantando la arrancada del toro desde lejos, y tuvo que desmonterarse. Abellán empezó bien la faena con pases por bajo y trincherillas. Pero luego dio series con ambas manos, correctas pero sin conseguir la conexión con el público, sin romper. El toro se cayó alguna vez (no andaba muy sobrado de fuerza), pero daba la impresión que era sobre todo cuando no se le templaba y se le daba algún pase excesivamente brusco. En el cuarto, algunos estaban claramente contra el torero (que alguien me explique a qué venían los pitos en el quite que hizo por chicuelinas con la mano baja, o al brindar al público), y él parecía dispuesto a darle la vuelta a esta sinrazón. Empezó con las dos rodillas en tierra en el centro del ruedo que calentó bastante el ambiente, y siguió con una serie emocionante con la mano derecha. Pero luego cerró al toro por el viento y volvió a dar muchos pases con ambas manos, pero sin profundidad ni hondura. El toro, mediada la faena, pasaba con la cabeza a media altura, pero él no le había obligado antes, ni había conseguido romperse con él. Sin duda, Abellán tiene técnica y soltura, pero tal y como está el escalafón necesita darle una vuelta de tuerca a su toreo si no quiere perder el tren.
El Cid ha recibido muy bien a la verónica a sus dos toros (¡qué poco toreo de capa hemos visto en estos treinta días!). Su primero fue dos veces desde lejos y bien al caballo, se dio una voltereta a la salida del primer puyazo y aún así mantuvo algo de fuerza para la faena de muleta. En todo caso, el esfuerzo del toro se notó y el Cid tuvo que llevarlo muy suave. Dio algunos pases buenos, sobre todo con la derecha, pero con la izquierda no acabó de cogerle el sitio. Pinchó un par de veces antes de dejar una estocada baja, trasera y atravesada.
El quinto fue el mejor toro de la corrida y el Cid no se tapó. Lo citó de lejos y lo trajo toreado a media distancia en las dos primeras series con la derecha, muy buenas ambas (aunque tuvo que rectificar su colocación en medio de la tanda). Con la izquierda dio una serie también a media distancia, con alguno largo, bajo y templado marca de la casa y luego fue sacando los pases de uno en uno. Quizá al toro le faltó aguantar un par de tandas más al mismo ritmo, o quizá fue el Cid el que no le cogió del todo el sitio mediada la faena. No lo sé. En todo caso, un buen toro y una faena lucida por momentos, con pases muy buenos, aunque no llegó a tener la intensidad de otras faenas del de Salteras. Mató de un pinchazo, una estocada y dos descabellos, lo que difuminó la posibilidad de la oreja, aunque recibió una fuerte ovación que recogió desde el tercio.
De Perera esperábamos más esta tarde, sobre todo después de la decisión que se le vio la tarde de su cogida en el toro de Castella. Hoy ni ha entrado al quite en los toros de sus compañeros, ni ha toreado de capote en los suyos. Con la muleta, en el tercero ha empezado bien, y ha dado series con ambas manos correctas, pero sin romper en ningún momento. El toro, aunque no sobrado de fuerza, pasaba con nobleza y humillaba. Y nos hemos quedado con la sensación de que se le podían haber hecho las cosas con algo más de hondura. Lo ha matado de un metisaca horroroso que ha provodado un vómito descomunal y bastante desagradable.
El sexto, un jabonero precioso igual que el primero, ha sido el más soso de la corrida y aunque lo ha intentado, sólo ha podido sacarle algún pase de exposición cuando se ha metido entre los pitones y se ha cruzado más allá del pitón contrario. Pero aún así, el lucimiento era imposible.
Una par de preguntas para acabar hoy (ya haremos más cuando encontremos huecos para comentar en detalle la feria): ¿volveremos a ver a los juanpedros el año que viene? ¿se le quitarán los prejuicios a los enemigos de esta ganadería que hay en esta plaza?
sábado, 9 de junio de 2007
Toledo (9 de junio de 2007) - Casi completa
Muy buena tarde de toros hoy en Toledo. La corrida de El Ventorrillo ha tenido movilidad y, en general, se ha dejado. Claro, que los toros tenían como cien kilos menos de los que suelen salir en Las Ventas y sólo han recibido un puyazo. Si luego, los hermanos de estos que salen algo más fondones los mandan a Madrid a ver cómo embisten después de dos entradas al caballo.
Pero a lo que íbamos.
Ponce ha cuajado dos faenas de distinto tono, demostrando en todo momento una suficiencia insultante. Parece mentira que siga así después de mil quinientas corridas de toros. En su primero, ha hecho una faena templada, con sello de la casa. Mucho ligazón, obligando muy poco al toro para poder extraerle lo que tenía, que era sobre todo un buen pitón derecho. Con el izquierdo bajó la intensidad, dejando los mejores pases cuando volvió a torear con la derecha. Mató de una entera desprendida y cortó una oreja.
Lo del cuarto fue otra cosa. Lo recibió con el capote con mucho empaque. Con la muleta, el toro era más complicado y salió el Ponce poderoso. Faena de menos a más, extrayendo pases de calidad a base de exposición, de pundonor y ganas. Las series no fueron tan ligadas como en el anterior porque el toro no lo permitía, pero a cambio alguno de los pases fueron de más calidad. Y, sobre todo, consiguió una faena intensa a un toro que embestía con menos claridad. Mató también de una estocada hasta la bola algo baja y cortó las dos orejas.
Manzanares en el segundo de la tarde estuvo algo desdibujado. Es cierto que el toro no tenía fijeza alguna, que salía suelto de cada pase, pero dio la sensación de no haber mandado lo suficiente. Querríamos haberlo visto dejándole la muleta en la cara, obligándole más. Pudiéndole, en definitiva. Aun así, dio varias series que le valieron una oreja después de una buena estocada.
En el quinto, sin embargo, cuajó una faena extraordinaria. Recibió bien con el capote aunque sin rematar. Después, con la muleta, dio series de mucha hondura con ambas manos. Naturales perfectos, de cartel. Con la mano baja, desmayada y a cámara lenta (sobre todo uno, lentísimo y largo). Cambios de mano torerísimos y una singular prestancia delante de la cara del toro. Cuando volvió con la derecha toreó también con pellizco y templadísimo. Los pases de adorno del final de la faena, tuvieron un sabor exquisito. Sin embargo, pinchó dos veces antes de dejar una estocada hasta la bola. Cortó también una oreja que le abría la puerta grande. Pero nada que ver la oreja de este toro con la del anterior.
Talavante no tuvo hoy su día. Su lote tal vez no fue el mejor. Pero tampoco era tan desigual con el de sus compañeros para que se haya ido de vacío. El tercero hizo algunos extraños con los capotes, pero luego, en la muleta, parecía ir con razonable nobleza, y Talavante de hecho le dio muchos pases, pero despegados y sin hondura. En el sexto, cuando todos pensábamos que arrearía para no dejarse ganar la pelea, también hizo pasar muchas veces al toro, pero nuevamente sin arrebato ninguno, sin ese pellizco y esa tensión que, desafortunadamente, sólo hemos podido ver por televisión el día de su confirmación de alternativa y en la faena de Sevilla. Tal vez esté aún con las secuelas de la cornada. Pero ha pasado sin pena ni gloria por la Feria del Aniversario, ayer Castella le ganó la pelea en el mano a mano en Granada y hoy, en Toledo, el veterano Ponce y el joven Manzanares salen a hombros y él bi siquiera toca pelo. Con su casta, tiene que venirse arriba. La temporada se está poniendo muy caliente, y previsiblemente aumentará aún más de temperatura desde el próximo domingo.
Respecto a los toreros de plata, la cuadrilla de Ponce funciona a la perfección. De los de Manzanares destacó el picador del segundo de la tarde y las banderillas que puso el primero de su cuadrilla al quinto (de ejecución perfecta, aunque no llegó a clavar los palos en el tercer par). De Talavante, la cuadrilla parecía estar del mismo tono que el matador. Especialmente desafortunado el primero, con el capote en el tercero de la tarde y con las banderillas en el sexto.
Mañana, nuevamente a Las Ventas a la última corrida de la Feria del Aniversario. A ver qué tal se da.
Pero a lo que íbamos.
Ponce ha cuajado dos faenas de distinto tono, demostrando en todo momento una suficiencia insultante. Parece mentira que siga así después de mil quinientas corridas de toros. En su primero, ha hecho una faena templada, con sello de la casa. Mucho ligazón, obligando muy poco al toro para poder extraerle lo que tenía, que era sobre todo un buen pitón derecho. Con el izquierdo bajó la intensidad, dejando los mejores pases cuando volvió a torear con la derecha. Mató de una entera desprendida y cortó una oreja.
Lo del cuarto fue otra cosa. Lo recibió con el capote con mucho empaque. Con la muleta, el toro era más complicado y salió el Ponce poderoso. Faena de menos a más, extrayendo pases de calidad a base de exposición, de pundonor y ganas. Las series no fueron tan ligadas como en el anterior porque el toro no lo permitía, pero a cambio alguno de los pases fueron de más calidad. Y, sobre todo, consiguió una faena intensa a un toro que embestía con menos claridad. Mató también de una estocada hasta la bola algo baja y cortó las dos orejas.
Manzanares en el segundo de la tarde estuvo algo desdibujado. Es cierto que el toro no tenía fijeza alguna, que salía suelto de cada pase, pero dio la sensación de no haber mandado lo suficiente. Querríamos haberlo visto dejándole la muleta en la cara, obligándole más. Pudiéndole, en definitiva. Aun así, dio varias series que le valieron una oreja después de una buena estocada.
En el quinto, sin embargo, cuajó una faena extraordinaria. Recibió bien con el capote aunque sin rematar. Después, con la muleta, dio series de mucha hondura con ambas manos. Naturales perfectos, de cartel. Con la mano baja, desmayada y a cámara lenta (sobre todo uno, lentísimo y largo). Cambios de mano torerísimos y una singular prestancia delante de la cara del toro. Cuando volvió con la derecha toreó también con pellizco y templadísimo. Los pases de adorno del final de la faena, tuvieron un sabor exquisito. Sin embargo, pinchó dos veces antes de dejar una estocada hasta la bola. Cortó también una oreja que le abría la puerta grande. Pero nada que ver la oreja de este toro con la del anterior.
Talavante no tuvo hoy su día. Su lote tal vez no fue el mejor. Pero tampoco era tan desigual con el de sus compañeros para que se haya ido de vacío. El tercero hizo algunos extraños con los capotes, pero luego, en la muleta, parecía ir con razonable nobleza, y Talavante de hecho le dio muchos pases, pero despegados y sin hondura. En el sexto, cuando todos pensábamos que arrearía para no dejarse ganar la pelea, también hizo pasar muchas veces al toro, pero nuevamente sin arrebato ninguno, sin ese pellizco y esa tensión que, desafortunadamente, sólo hemos podido ver por televisión el día de su confirmación de alternativa y en la faena de Sevilla. Tal vez esté aún con las secuelas de la cornada. Pero ha pasado sin pena ni gloria por la Feria del Aniversario, ayer Castella le ganó la pelea en el mano a mano en Granada y hoy, en Toledo, el veterano Ponce y el joven Manzanares salen a hombros y él bi siquiera toca pelo. Con su casta, tiene que venirse arriba. La temporada se está poniendo muy caliente, y previsiblemente aumentará aún más de temperatura desde el próximo domingo.
Respecto a los toreros de plata, la cuadrilla de Ponce funciona a la perfección. De los de Manzanares destacó el picador del segundo de la tarde y las banderillas que puso el primero de su cuadrilla al quinto (de ejecución perfecta, aunque no llegó a clavar los palos en el tercer par). De Talavante, la cuadrilla parecía estar del mismo tono que el matador. Especialmente desafortunado el primero, con el capote en el tercero de la tarde y con las banderillas en el sexto.
Mañana, nuevamente a Las Ventas a la última corrida de la Feria del Aniversario. A ver qué tal se da.
viernes, 8 de junio de 2007
Madrid (8 de junio de 2007) - Insólito
Madrid, de vez en cuando, tiene cosas "originales". Hoy, hasta diez minutos antes de que acabara la corrida, la ovación más grande, con la plaza en pie, se la había llevado un monosabio. Algunos de los aficionados sedicentes defensores de la pureza incluso le habían aclamado al grito de "torero, torero,...". ¡Vivir para ver!
Es cierto que a esas alturas, el público era ya presa del sopor, porque lo único relevante había sido el recibo de Morante a su primero (aunque desarmado en la media final).
Los toros eran de variada procedencia entre remiendos de la corrida y sustitución del primero (después de un golpe en un burladero que le produjo un comportamiento descordinado, si no lo traía ya de casa). Pero todos tenían una mezcla similar de sosería, mansedumbre, falta de respuesta al cite, coladas varias y poca clase en las embestidas.
Y así, César Rincón se mostró tremendamente inseguro en sus dos toros. Cierto que era para estarlo, aunque tal vez pudiera haber tratado de resolver el asunto con algo más de oficio, que lo tiene con creces.
Morante también tropezó con dos animales sin posibilidades, aunque pareció intentarlo en ocasiones. Pero pronto abrevió con su solvencia habitual en estas lides. Era evidente que los toros no le gustaban y que no iba a hacer faena de ellos, pero desde luego los dominó con suficiencia, salvo con la espada.
César Jiménez hoy ha estado menos en Joselito que en las ocasiones anteriores. Con su primero empezó toreando de rodillas en el tercio algo acelerado y sin templar. Luego, el toro se rajó de forma manifiesta, y aunque Jiménez lo persiguió por las tablas, el toro no seguía los engaños de ningún modo.
En el sexto, cuando la deseperación era absoluta, el público se vino arriba en el primer puyazo. Cuando el toro topó con el caballo el picador salió despedido y cayó de pie en la arena, pero el toro seguía embistiendo y un monosabio contrapesaba el esfuerzo empujando al caballo en el lomo opuesto. Así lo hizo hasta que sacaron al toro del caballo, momento en el cual la plaza empezó a ovacionarlo, muchos se pusieron en pie y le hicieron quitarse la gorra y saludar. A mi juicio, su labor fue acertada. Y es bueno que Madrid sea capaza de fijarse en los detalles. Pero no sé si es conveniente que los gritos de "torero, torero" puedan aplicarse a circunstancias como esta. Ni siquiera como venganza.
Afortunadamente, después vimos toreo del bueno. Porque César Jiménez se fue al centro del ruedo y citó de rodillas, aguantando mucho la embestida y templando al toro. Luego, le dio distancia y dio dos series con la derecha muy verticales, con gusto y metiendo los riñones. Al llevarse la muleta a la izquierda el toro le desarmó y en los naturales siguientes hubo enganchones. Dio algún pase suelto, pero sin continuidad. Al volver a la derecha dio una serie magnífica, templadísima y con hondura. la faena la remató con pases de adorno por bajo y una estocada hasta la bola de ejecución perfecta y, tal vez, ligeramente desprendida. Todo lo cual le valió una oreja.
A destacar la magnífica actuación toda la tarde del tercero de la cuadrilla de César Jiménez (Jesús Arruga), atentísimo a la lidia, muy bien con el capote cuando tuvo que evitar que algún toro se fuera al caballo que guardaba la puerta, con las banderillas, el descabello,...
Nos fuimos, pues, después de haber visto torear. Y con la sensación de que habíamos estado a punto de volver quince años atrás, cuando el triunfador de la Feria era Florito.
En fin, que de algún modo habría que tratar de solucionar la selección de toros para Madrid porque es una pena que toreros con reconocida capacidad y ganas se estampen, como ayer y hoy, con estos animales con los que es imposible el lucimiento.
Aunque aún queda la esperanza de los toros artistas de juanpedro para el domingo...
La pregunta de hoy no tiene que ver con el festejo: ¿se puede ser tan ruín y corporativista como para mostrar como noticia impresionante que Manolo Molés haya recibido la Medalla al mérito de las Bellas Artes, indicando sólo más abajo y de pasada que también se la han dado a Ponce? Y, siendo como es de mucho mérito el periodismo taurino, ¿tiene sentido que se considere a sus autores merecedores de ese premio junto a los que sí son artistas de verdad y además se juegan la vida? Sobre todo, porque Molés sin duda ha hecho mucho por la difusión de la Fiesta, pero no parece que sea el mayor representante del arte en su género, ni literario, ni de elocuencia. No es, al menos en mi opinión, un artista de la palabra, que es su instrumento de trabajo, como sí lo han sido otros críticos taurinos a lo largo de la historia -Joaquín Vidal, sin ir más lejos, estuviese uno de acuerdo o no con su visión de la Fiesta-.
Enhorabuena en todo caso a ambos, por lo que esto representa a la Fiesta de los toros.
Y, sobre todo, enhorabuena a Ponce. No me sé la lista de los que tienen este reconocimiento, pero estoy casi seguro de que es el torero más joven que lo recibe. Y, además, estando en activo y en plenitud. En su caso, el reconocimiento es más que merecido. Y no sólo por las virtudes artísticas de su toreo, sino, sobre todo, como máximo representante de la tauromaquia más templada y elegante que se ha hecho nunca. Y como la máxima figura que más tiempo lo ha sido de forma continuada.
(Supongo que además de salir en el BOE darán una medalla de verdad. Sería curioso ver cómo queda en el traje de luces).
Es cierto que a esas alturas, el público era ya presa del sopor, porque lo único relevante había sido el recibo de Morante a su primero (aunque desarmado en la media final).
Los toros eran de variada procedencia entre remiendos de la corrida y sustitución del primero (después de un golpe en un burladero que le produjo un comportamiento descordinado, si no lo traía ya de casa). Pero todos tenían una mezcla similar de sosería, mansedumbre, falta de respuesta al cite, coladas varias y poca clase en las embestidas.
Y así, César Rincón se mostró tremendamente inseguro en sus dos toros. Cierto que era para estarlo, aunque tal vez pudiera haber tratado de resolver el asunto con algo más de oficio, que lo tiene con creces.
Morante también tropezó con dos animales sin posibilidades, aunque pareció intentarlo en ocasiones. Pero pronto abrevió con su solvencia habitual en estas lides. Era evidente que los toros no le gustaban y que no iba a hacer faena de ellos, pero desde luego los dominó con suficiencia, salvo con la espada.
César Jiménez hoy ha estado menos en Joselito que en las ocasiones anteriores. Con su primero empezó toreando de rodillas en el tercio algo acelerado y sin templar. Luego, el toro se rajó de forma manifiesta, y aunque Jiménez lo persiguió por las tablas, el toro no seguía los engaños de ningún modo.
En el sexto, cuando la deseperación era absoluta, el público se vino arriba en el primer puyazo. Cuando el toro topó con el caballo el picador salió despedido y cayó de pie en la arena, pero el toro seguía embistiendo y un monosabio contrapesaba el esfuerzo empujando al caballo en el lomo opuesto. Así lo hizo hasta que sacaron al toro del caballo, momento en el cual la plaza empezó a ovacionarlo, muchos se pusieron en pie y le hicieron quitarse la gorra y saludar. A mi juicio, su labor fue acertada. Y es bueno que Madrid sea capaza de fijarse en los detalles. Pero no sé si es conveniente que los gritos de "torero, torero" puedan aplicarse a circunstancias como esta. Ni siquiera como venganza.
Afortunadamente, después vimos toreo del bueno. Porque César Jiménez se fue al centro del ruedo y citó de rodillas, aguantando mucho la embestida y templando al toro. Luego, le dio distancia y dio dos series con la derecha muy verticales, con gusto y metiendo los riñones. Al llevarse la muleta a la izquierda el toro le desarmó y en los naturales siguientes hubo enganchones. Dio algún pase suelto, pero sin continuidad. Al volver a la derecha dio una serie magnífica, templadísima y con hondura. la faena la remató con pases de adorno por bajo y una estocada hasta la bola de ejecución perfecta y, tal vez, ligeramente desprendida. Todo lo cual le valió una oreja.
A destacar la magnífica actuación toda la tarde del tercero de la cuadrilla de César Jiménez (Jesús Arruga), atentísimo a la lidia, muy bien con el capote cuando tuvo que evitar que algún toro se fuera al caballo que guardaba la puerta, con las banderillas, el descabello,...
Nos fuimos, pues, después de haber visto torear. Y con la sensación de que habíamos estado a punto de volver quince años atrás, cuando el triunfador de la Feria era Florito.
En fin, que de algún modo habría que tratar de solucionar la selección de toros para Madrid porque es una pena que toreros con reconocida capacidad y ganas se estampen, como ayer y hoy, con estos animales con los que es imposible el lucimiento.
Aunque aún queda la esperanza de los toros artistas de juanpedro para el domingo...
La pregunta de hoy no tiene que ver con el festejo: ¿se puede ser tan ruín y corporativista como para mostrar como noticia impresionante que Manolo Molés haya recibido la Medalla al mérito de las Bellas Artes, indicando sólo más abajo y de pasada que también se la han dado a Ponce? Y, siendo como es de mucho mérito el periodismo taurino, ¿tiene sentido que se considere a sus autores merecedores de ese premio junto a los que sí son artistas de verdad y además se juegan la vida? Sobre todo, porque Molés sin duda ha hecho mucho por la difusión de la Fiesta, pero no parece que sea el mayor representante del arte en su género, ni literario, ni de elocuencia. No es, al menos en mi opinión, un artista de la palabra, que es su instrumento de trabajo, como sí lo han sido otros críticos taurinos a lo largo de la historia -Joaquín Vidal, sin ir más lejos, estuviese uno de acuerdo o no con su visión de la Fiesta-.
Enhorabuena en todo caso a ambos, por lo que esto representa a la Fiesta de los toros.
Y, sobre todo, enhorabuena a Ponce. No me sé la lista de los que tienen este reconocimiento, pero estoy casi seguro de que es el torero más joven que lo recibe. Y, además, estando en activo y en plenitud. En su caso, el reconocimiento es más que merecido. Y no sólo por las virtudes artísticas de su toreo, sino, sobre todo, como máximo representante de la tauromaquia más templada y elegante que se ha hecho nunca. Y como la máxima figura que más tiempo lo ha sido de forma continuada.
(Supongo que además de salir en el BOE darán una medalla de verdad. Sería curioso ver cómo queda en el traje de luces).
La Trinidad de Morante (el quite del sobresaliente)
Lorenzo ha ejercido como primer espada en la crítica de la Corrida de la Beneficencia y lo ha dejado todo dicho, permítasenos, no obstante, el quite del sobresaliente.
Tenemos por escribir la crónica de la corrida de la feria de abril en que Morante se fue a la puerta de chiqueros, entonces ya vimos al triple Morante, el mismo que, a través de la televisión nos arrancó lágrimas el miércoles.
La tauromaquia moderna, antes de la verticalidad manoletina -con sus estragos y sus aciertos técnicos- nace con Joselito, Belmonte y Rafael el Gallo, no sólo porque dispongamos de medios audiovisuales y crónicas más contrastadas, sino por la consolidación de la fiesta y de ciertos conceptos de la fiesta. En esta tauromaquia no se ha de entender sólo el arte de lidiar, sino la forma de constituirse al arte taurino en el que se puede empezar a distinguir matices y corrientes que se confundían antes en la lucha con el animal y por la forma o formas de ser torero y la vinculación del toreo con las artes y la filosofía en la edad de platino de la cultura española.
En este sentido no podemos dejar de recomendar la magna obra de Manuel Chaves Nogales: Juan Belmonte Matador de Toros que posiblemente sea la mejor biografía (y más entretenida) escrita en el siglo XX, se puede encontrar en Alianza Editorial. Para una percepción más profunda son muy interesantes las crónicas de Gregorio Corrochano, sobre todo las recogidas en Espasa con el título: La Edad de Oro del Toreo. Y los videos de época de Achúcaro.
En Sevilla, Morante, demostró que es tres en uno y uno en tres: la perfección taurómaca. Al primero que le tocó en suerte lo pasaportó con una "espantá" digna de Rafael el Gallo (arquetipo de los Romero y los Paula), para acercarse luego a la puerta de chiqueros, transverberado en Joselito, y recibir al toro con unas verónicas de mano baja que parecían derechazos y que eran mismamente instrumentadas por el poder de José que aparició nuevamente en la muleta, donde el giro de brazos belmontista, la rotura barroca del trazo de cada pase con la intensidad trágica de Juan se adornaba con los afarolados y los molinetes de estirpe gallista (el molinete de Belmonte es otro).
¿Y en la Beneficiencia?
El poder en banderillas era el de Joselito y el par al quiebro -de sabor tan antiguo- sólo podría ser de Rafael el Gallo, el divino calvo que invento tres cuartas partes de las suertes modernas, le faltó haberlo puesto sentado en una silla de enea. ¿Y las verónicas templadas de Belmonte, y esa media Belmontina y esa tragedia, ese miedo latente del Gallo, y ese andar entre los pitones con la fuerza de mando del gigante Joselito y la tragedia de Juan?
Vimos a Morante como al Cristo de la Piedad del Baratillo muerto entre sus banderilleros, así de roto iba con una cornada aparente en la tripa, como la de Bailaor, hacia el transmundo y reluciente salió para dar valor artístico al misterio de morir con la muleta en la mano.
Nos ha hecho llorar dos veces este año. Nos asusta su tristeza, seria, profunda, de raíz Belmontista..., nos divierte y nos preocupa, que lo que le falta de Rafaé (el Gallo), lo ponga el Paula en ¿director de lidia?
No se puede torear mejor, si torear es palabra válida.
Ahora mismo están Castella, Talavante, Manzanares, El Cid, El Juli y Ponce, el fantasma presentido de José Tomás y, luego, José Antonio Morante de la Puebla (la Santísima Trinidad del Toreo, transfigurado en Madrid y Sevilla).
Tenemos por escribir la crónica de la corrida de la feria de abril en que Morante se fue a la puerta de chiqueros, entonces ya vimos al triple Morante, el mismo que, a través de la televisión nos arrancó lágrimas el miércoles.
La tauromaquia moderna, antes de la verticalidad manoletina -con sus estragos y sus aciertos técnicos- nace con Joselito, Belmonte y Rafael el Gallo, no sólo porque dispongamos de medios audiovisuales y crónicas más contrastadas, sino por la consolidación de la fiesta y de ciertos conceptos de la fiesta. En esta tauromaquia no se ha de entender sólo el arte de lidiar, sino la forma de constituirse al arte taurino en el que se puede empezar a distinguir matices y corrientes que se confundían antes en la lucha con el animal y por la forma o formas de ser torero y la vinculación del toreo con las artes y la filosofía en la edad de platino de la cultura española.
En este sentido no podemos dejar de recomendar la magna obra de Manuel Chaves Nogales: Juan Belmonte Matador de Toros que posiblemente sea la mejor biografía (y más entretenida) escrita en el siglo XX, se puede encontrar en Alianza Editorial. Para una percepción más profunda son muy interesantes las crónicas de Gregorio Corrochano, sobre todo las recogidas en Espasa con el título: La Edad de Oro del Toreo. Y los videos de época de Achúcaro.
En Sevilla, Morante, demostró que es tres en uno y uno en tres: la perfección taurómaca. Al primero que le tocó en suerte lo pasaportó con una "espantá" digna de Rafael el Gallo (arquetipo de los Romero y los Paula), para acercarse luego a la puerta de chiqueros, transverberado en Joselito, y recibir al toro con unas verónicas de mano baja que parecían derechazos y que eran mismamente instrumentadas por el poder de José que aparició nuevamente en la muleta, donde el giro de brazos belmontista, la rotura barroca del trazo de cada pase con la intensidad trágica de Juan se adornaba con los afarolados y los molinetes de estirpe gallista (el molinete de Belmonte es otro).
¿Y en la Beneficiencia?
El poder en banderillas era el de Joselito y el par al quiebro -de sabor tan antiguo- sólo podría ser de Rafael el Gallo, el divino calvo que invento tres cuartas partes de las suertes modernas, le faltó haberlo puesto sentado en una silla de enea. ¿Y las verónicas templadas de Belmonte, y esa media Belmontina y esa tragedia, ese miedo latente del Gallo, y ese andar entre los pitones con la fuerza de mando del gigante Joselito y la tragedia de Juan?
Vimos a Morante como al Cristo de la Piedad del Baratillo muerto entre sus banderilleros, así de roto iba con una cornada aparente en la tripa, como la de Bailaor, hacia el transmundo y reluciente salió para dar valor artístico al misterio de morir con la muleta en la mano.
Nos ha hecho llorar dos veces este año. Nos asusta su tristeza, seria, profunda, de raíz Belmontista..., nos divierte y nos preocupa, que lo que le falta de Rafaé (el Gallo), lo ponga el Paula en ¿director de lidia?
No se puede torear mejor, si torear es palabra válida.
Ahora mismo están Castella, Talavante, Manzanares, El Cid, El Juli y Ponce, el fantasma presentido de José Tomás y, luego, José Antonio Morante de la Puebla (la Santísima Trinidad del Toreo, transfigurado en Madrid y Sevilla).
Madrid (7 de junio de 2007) - No es esto
Lo bueno de tener abono es que uno no tiene que gastarse sumas desorbitadas en las entradas de una tarde como esta. Obviamente, los que han pagado más de mil euros por una entrada no son aficionados a los toros (o, al menos, esta tarde no ejercían de tales). Estarían haciendo negocios o haciéndose arrumacos, que de todo hay. Es un gesto de poderío y no de temple.
Luego, cuando sale el toro, acaba desbaratando los ánimos de los aficionados y la disposición de los toreros. La rotunda falta de casta, mansedumbre y sosería de los toros de esta tarde debería obligar a reflexionar a alguien.
Siempre se acusa al ganadero el primero. Más que nada porque él es el que ha sleccionado los animales. Y a los toreros ("¿por qué las figuras no vienen con toros de verdad?"). Pero, tal vez, suponiendo que los ganaderos quieren que sus toros embistan y que los toreros quieren triunfar en Madrid (que no es mucho suponer), puede ser que el problema esté en el reconocimiento. Esto es, en que unos señores anónimos e irresponsables (¿quién les exige que den la cara y expliquen lo que hacen?) deciden si los toros presentados al reconocimiento les parecen guapos, altos y musculosos. Y si no son su tipo, los mandan de vuelta a la dehesa. De esta forma, el oscurantismo hace que no se pueda buscar a responsables reales. Porque los ganaderos y los toreros se ven obligados a traer aquello que creen que pasará el reconomiento. O sea, a Madrid lo más grande ("burro grande, ande o no ande"). Y al final, ni anda, ni embiste, ni tiene casta, ni nada que se le parezca. Eso sí, cuernos afilados y que metan miedo.
Aun así, lo de hoy no era de lo más mastodóntico de la temporada, sino más bien todo lo contrario. Pero como aquí nunca se sabe cómo se hacen estas cosas, es imposible conocer si estos toros eran o no la primera opción del ganadero y de los toreros.
La solución, para mí, es clara: anúnciense para cada corrida los toros que viene, imprímase su fotografía en el cartel y el que quiera que venga y el que no se quede en su casa. Pero no protesten. Y que sean los ganaderos y los toreros los que elijan los toros (siempre que tengan la edad y el peso mínimo reglamentarios). Ni veterinarios ni mandangas. Y, eso sí, al final de la corrida que el mayoral y el ganadero salgan un minuto al tercio a que el personal le manifieste lo que piensan de los bichos que han echado.
(No sé si serviría para siempre. Pero un par de temporadas o tres yo lo probaría).
Así las cosas, los tres toreros hoy han tenido momentos buenos y han demostrado una disposición extraordinaria.
El Juli, a su primero, soso y flojo, le ha sacado mucho más de lo imaginable a base de no obligarle nada y de hacerle todo con una perfección tan apabullante como fría. Ha tapado las complicaciones y las miserias del toro. Pero era imposible que eso calara. Ha conseguido series con ambas manos y algunos de los pases han sido rotundos en el trazo y la hondura. Aunque es obvio que no ha conectado con el tendido, porque el animal que tenía enfrente no permitía lucimiento estético alguno. Y sólo con la técnica y el conocimiento enciclopédico de el Juli no pueden cortarse orejas a este tipo de toros. Eso sí, que alguien diga cuántos toreros más hubieran conseguido sacar a ese toro los pases de el Juli.
El cuarto fue un despropósito de toro, donde la sosería no era adjetiva, sino ontología misma. El Juli dio algunos pases con ambas manos, pero no había quien levantara aquello. No hizo nada mal, pero algunos se empeñaban en pitarle de forma reiterada. La ruindad de ciertos individuos de la plaza no tiene límites. Detrás de mí y a mi vera, aficionados exigentes, gente sencilla con más de treinta años de abono decían que ellos no les dejarían entrar en la Plaza. Y no creo que hubieran leido mi blog.
Castella ha demostrado su momento de forma y su valor. Sobre todo con el segundo de la tarde, al que ha cortado una oreja. En el recibo con el capote, a pies juntos, el toro le ha enganchado varias veces y no ha resultado nada lucido. Con la muleta, ha abierto la faena con estatuarios sin moverse del sitio y con unos pases por bajo memorables. Luego, varias series con la derecha han tenido mando y profundidad. Al cambiarse la muleta a la izquierda el toro se quedaba más corto y a partir de ahí la faena ha sido sobre todo de arrimón y de valor (quedaba la duda de si el toro hubiera ido desde más lejos por el lado izquierdo). Ha acabado con unas manoletinas, una buena estocada y dos descabellos. El quinto ha sido protestado por su presentación, con grandes broncas al Presidente por no cambiarlo ("¿que querían, que lo cambiaran por malo?"). El toro era malo de solemnidad y no ha permitido a Castella otra cosa que arrimarse y tratar de sacar pases que no vinieron. Lo despachó con un bajonazo (eso sí, hasta la bola), pero el toro no merecía otra cosa.
Talavante ha tenido en el tercero a un toro manso. De esos que definen lo que es la mansedumbre (salir huyendo del castigo en el caballo, refugiarse en las tablas junto a toriles,...). Vamos, un regalito.El pacense lo ha intentado, pero a aquellos no se le podía torear de forma alguna. En el sexto ha sacado al toro una faena inimaginable. El toro, soso y con embestida poco clara, no permitía ligazón y continuidad en la faena. Pero Talavante, a base de llevarle dominado y de consentirle cuando era necesario ha conseguido una faena perfecta, con pases cada vez más profundos y un final de faena apoteósico (el pase de pecho, creo que todavía lo está dando). Lo ha matado de media y dos descabellos y el posible premio se ha quedado en una ovación.
Una pregunta inocente, ¿vuelven a repetir cartel estos toreros en alguna Feria?
Luego, cuando sale el toro, acaba desbaratando los ánimos de los aficionados y la disposición de los toreros. La rotunda falta de casta, mansedumbre y sosería de los toros de esta tarde debería obligar a reflexionar a alguien.
Siempre se acusa al ganadero el primero. Más que nada porque él es el que ha sleccionado los animales. Y a los toreros ("¿por qué las figuras no vienen con toros de verdad?"). Pero, tal vez, suponiendo que los ganaderos quieren que sus toros embistan y que los toreros quieren triunfar en Madrid (que no es mucho suponer), puede ser que el problema esté en el reconocimiento. Esto es, en que unos señores anónimos e irresponsables (¿quién les exige que den la cara y expliquen lo que hacen?) deciden si los toros presentados al reconocimiento les parecen guapos, altos y musculosos. Y si no son su tipo, los mandan de vuelta a la dehesa. De esta forma, el oscurantismo hace que no se pueda buscar a responsables reales. Porque los ganaderos y los toreros se ven obligados a traer aquello que creen que pasará el reconomiento. O sea, a Madrid lo más grande ("burro grande, ande o no ande"). Y al final, ni anda, ni embiste, ni tiene casta, ni nada que se le parezca. Eso sí, cuernos afilados y que metan miedo.
Aun así, lo de hoy no era de lo más mastodóntico de la temporada, sino más bien todo lo contrario. Pero como aquí nunca se sabe cómo se hacen estas cosas, es imposible conocer si estos toros eran o no la primera opción del ganadero y de los toreros.
La solución, para mí, es clara: anúnciense para cada corrida los toros que viene, imprímase su fotografía en el cartel y el que quiera que venga y el que no se quede en su casa. Pero no protesten. Y que sean los ganaderos y los toreros los que elijan los toros (siempre que tengan la edad y el peso mínimo reglamentarios). Ni veterinarios ni mandangas. Y, eso sí, al final de la corrida que el mayoral y el ganadero salgan un minuto al tercio a que el personal le manifieste lo que piensan de los bichos que han echado.
(No sé si serviría para siempre. Pero un par de temporadas o tres yo lo probaría).
Así las cosas, los tres toreros hoy han tenido momentos buenos y han demostrado una disposición extraordinaria.
El Juli, a su primero, soso y flojo, le ha sacado mucho más de lo imaginable a base de no obligarle nada y de hacerle todo con una perfección tan apabullante como fría. Ha tapado las complicaciones y las miserias del toro. Pero era imposible que eso calara. Ha conseguido series con ambas manos y algunos de los pases han sido rotundos en el trazo y la hondura. Aunque es obvio que no ha conectado con el tendido, porque el animal que tenía enfrente no permitía lucimiento estético alguno. Y sólo con la técnica y el conocimiento enciclopédico de el Juli no pueden cortarse orejas a este tipo de toros. Eso sí, que alguien diga cuántos toreros más hubieran conseguido sacar a ese toro los pases de el Juli.
El cuarto fue un despropósito de toro, donde la sosería no era adjetiva, sino ontología misma. El Juli dio algunos pases con ambas manos, pero no había quien levantara aquello. No hizo nada mal, pero algunos se empeñaban en pitarle de forma reiterada. La ruindad de ciertos individuos de la plaza no tiene límites. Detrás de mí y a mi vera, aficionados exigentes, gente sencilla con más de treinta años de abono decían que ellos no les dejarían entrar en la Plaza. Y no creo que hubieran leido mi blog.
Castella ha demostrado su momento de forma y su valor. Sobre todo con el segundo de la tarde, al que ha cortado una oreja. En el recibo con el capote, a pies juntos, el toro le ha enganchado varias veces y no ha resultado nada lucido. Con la muleta, ha abierto la faena con estatuarios sin moverse del sitio y con unos pases por bajo memorables. Luego, varias series con la derecha han tenido mando y profundidad. Al cambiarse la muleta a la izquierda el toro se quedaba más corto y a partir de ahí la faena ha sido sobre todo de arrimón y de valor (quedaba la duda de si el toro hubiera ido desde más lejos por el lado izquierdo). Ha acabado con unas manoletinas, una buena estocada y dos descabellos. El quinto ha sido protestado por su presentación, con grandes broncas al Presidente por no cambiarlo ("¿que querían, que lo cambiaran por malo?"). El toro era malo de solemnidad y no ha permitido a Castella otra cosa que arrimarse y tratar de sacar pases que no vinieron. Lo despachó con un bajonazo (eso sí, hasta la bola), pero el toro no merecía otra cosa.
Talavante ha tenido en el tercero a un toro manso. De esos que definen lo que es la mansedumbre (salir huyendo del castigo en el caballo, refugiarse en las tablas junto a toriles,...). Vamos, un regalito.El pacense lo ha intentado, pero a aquellos no se le podía torear de forma alguna. En el sexto ha sacado al toro una faena inimaginable. El toro, soso y con embestida poco clara, no permitía ligazón y continuidad en la faena. Pero Talavante, a base de llevarle dominado y de consentirle cuando era necesario ha conseguido una faena perfecta, con pases cada vez más profundos y un final de faena apoteósico (el pase de pecho, creo que todavía lo está dando). Lo ha matado de media y dos descabellos y el posible premio se ha quedado en una ovación.
Una pregunta inocente, ¿vuelven a repetir cartel estos toreros en alguna Feria?
miércoles, 6 de junio de 2007
Madrid (6 de junio de 2007) - Morante
Es ya muy tarde. Después de los toros, como todos los años el día de la Beneficencia, nos hemos juntado un grupo de viejos amigos en la acogedora morada de unos magníficos anfitriones. ¡Qué suerte (también para nosotros) que viváis tan cerca de la plaza!
No hay tiempo, pues, para una crónica. Ni siquiera para una crónica de urgencia de lo que sucedió en el sexto de la tarde. O de la cornada o voltereta (aún no sé bien lo que pasó) en el quinto.
Baste decir que no se puede torear mejor con la capa de lo que Morante ha toreado al sexto. El recibo por verónicas, abundantes, mecidas, garbosas, con temple y hondura. Saliéndose a los medios ganándole pasos al toro y remantando con una media que era sólo un punto y sguido.
El quite después del primer puyazo, también verónicas, más templadas aún (¿cómo se puede sostener el capote a cámara lenta?). Y después del segundo, por delantales arrebatados, con un punto gitano del de Jerez.
En banderillas (sorpresa para muchos, aunque lo habíamos visto en algún festival), Morante ha demostrado que los rehiletes son una suerte más. Y que se puede templar poniendo banderillas. En los dos primeros pares, en todo lo alto, ha citado y esperado al toro en una distancia corta. Pero el delirio ha venido en el tercero, cuando ha ejecutado un par al quiebro junto a las tablas con total exposición y de una torería tan añeja como nos había demostrado varias veces antes en la forma de dejar colocado el toro frente al caballo. Otra forma de poner banderillas. Y primer par al quiebro en lo que llevo visto de la temporada aquí en Madrid.
Con la muleta, el toro no permitía una faena ligada de series largas. Morante ha hecho una mezcla imposible de faena artística y arrimón. Ha sacado pases inverosímiles, con una hondura inexplicable, a un toro que se quedaba cada vez más parado. Se ha colocado más allá de Ojeda, José Tomás y Talavante. Y ha habido algunos pases que, cada uno de ellos aislados, justificarían una tarde entera y un viaje de quinientos kilómetros (algún sevillano se veía en los tendidos). Ha habido un natural de entre los que ha dado después de coger la espada de verdad que es todo un tratado del toreo al natural. Como ha explicado con ejemplos variados lo que es un trincherazo. Y pases enroscándose en toda la muleta, con sabores añejos y olores a azahar. Pases variados, eternos, mezclando el adorno y el toreo fundamental (todo lo que hizo a este toro lo fue). Intensidad, emoción y arte en propociones desiguales en cada pase, pero perfectas para cada ocasión.
El metisaca en el costado le ha privado de la Puerta Grande. Pero qué más da. A partir de esta noche comienza el peregrinaje. El viernes vuelve a Madrid. ¿Y dónde va después? Hay que seguirle. Porque con una inspiración como la que le vino a las nueve de la tarde, cualquiera, sepa de toros o no, se convierte al morantismo.
Maldito parné, que nos obligará a seguir juntando letras mientras José Antonio se juega la vida y extiende su arte.
¿Para cuándo su próxima encerrona?
No hay tiempo, pues, para una crónica. Ni siquiera para una crónica de urgencia de lo que sucedió en el sexto de la tarde. O de la cornada o voltereta (aún no sé bien lo que pasó) en el quinto.
Baste decir que no se puede torear mejor con la capa de lo que Morante ha toreado al sexto. El recibo por verónicas, abundantes, mecidas, garbosas, con temple y hondura. Saliéndose a los medios ganándole pasos al toro y remantando con una media que era sólo un punto y sguido.
El quite después del primer puyazo, también verónicas, más templadas aún (¿cómo se puede sostener el capote a cámara lenta?). Y después del segundo, por delantales arrebatados, con un punto gitano del de Jerez.
En banderillas (sorpresa para muchos, aunque lo habíamos visto en algún festival), Morante ha demostrado que los rehiletes son una suerte más. Y que se puede templar poniendo banderillas. En los dos primeros pares, en todo lo alto, ha citado y esperado al toro en una distancia corta. Pero el delirio ha venido en el tercero, cuando ha ejecutado un par al quiebro junto a las tablas con total exposición y de una torería tan añeja como nos había demostrado varias veces antes en la forma de dejar colocado el toro frente al caballo. Otra forma de poner banderillas. Y primer par al quiebro en lo que llevo visto de la temporada aquí en Madrid.
Con la muleta, el toro no permitía una faena ligada de series largas. Morante ha hecho una mezcla imposible de faena artística y arrimón. Ha sacado pases inverosímiles, con una hondura inexplicable, a un toro que se quedaba cada vez más parado. Se ha colocado más allá de Ojeda, José Tomás y Talavante. Y ha habido algunos pases que, cada uno de ellos aislados, justificarían una tarde entera y un viaje de quinientos kilómetros (algún sevillano se veía en los tendidos). Ha habido un natural de entre los que ha dado después de coger la espada de verdad que es todo un tratado del toreo al natural. Como ha explicado con ejemplos variados lo que es un trincherazo. Y pases enroscándose en toda la muleta, con sabores añejos y olores a azahar. Pases variados, eternos, mezclando el adorno y el toreo fundamental (todo lo que hizo a este toro lo fue). Intensidad, emoción y arte en propociones desiguales en cada pase, pero perfectas para cada ocasión.
El metisaca en el costado le ha privado de la Puerta Grande. Pero qué más da. A partir de esta noche comienza el peregrinaje. El viernes vuelve a Madrid. ¿Y dónde va después? Hay que seguirle. Porque con una inspiración como la que le vino a las nueve de la tarde, cualquiera, sepa de toros o no, se convierte al morantismo.
Maldito parné, que nos obligará a seguir juntando letras mientras José Antonio se juega la vida y extiende su arte.
¿Para cuándo su próxima encerrona?
lunes, 4 de junio de 2007
Madrid (4 de junio de 2007) - Inimitable
Me comentaba esta mañana un compañero que se había borrado de Esplá. Que después de sus últimas actuaciones en Madrid y de cómo estuvo el sábado con los Victorinos, había perdido su favor. Traté de explicarle que Esplá era un torero necesario, al que hay que reivindicar como elemento de conexión con la historia de la Fiesta. Que nos hacía falta aunque sólo fuera para que los más jóvenes tomaran trozos de lo que hace y lo incorporaran en su nueva tauromaquia. La conversación tuvo que posponerse por las urgencias del trabajo, pero aprovecho ahora para seguir el discurso al hilo de su actuación de esta tarde.
En su primero, un toro soso, Esplá ha lidiado con eficacia (aunque el primer puyazo lo ha tomado el toro en el caballo que guarda la puerta), ha banderilleado con soltura y ha realizado una faena de muleta con pases variados que no han llegado a los tendidos por la insufrible condición de su oponente. Algunos lo han pitado. No sé si porque no ha tratado de dar cien o doscientos derechazos. Pero es que no se trataba de eso. El asunto consistía en preparar al toro dignamente para la muerte, con pases artísticos (hasta donde el toro lo permitía) y lo más variados posibles. Porque si había algo claro es que no era posible el lucimiento. ¿Qué hacer entonces, tratar de insistir en más de lo mismo o dar, al menos, apuntes de otra forma distinta de enfrentarse al toro?
Con el cuarto bis, un toro con mucha más movilidad, tanto el saludo de capa, como el galleo por chicuelinas para llevar el toro al caballo y el quite después del primer puyazo han sugerido la posibilidad de una lidia continuada. Sin parones. Un espectáculo de un tirón y un ritual que no admite altibajos. Ha continuado con las banderillas, en las que ha destacado sobre todo en los dos últimos pares, por los adentros. A partir de ahí ha hecho una faena con algunos pases notables con la derecha, algo menos lucido al natural y pases de remate tanto por alto como por bajo para colocar al toro, al que ha despachado con una estocada baja. Ha sido una faena corta y sin ninguna serie que se nos quede en el recuerdo. Pero sí recordaremos la lidia continuada y el saber estar de Esplá desde que sale el toro de chiqueros hasta que lo llevan al desolladero. Y no sólo eso. En los otros toros, como director de lidia ha tenido detalles como acompañar al caballo que debe ejecutar la suerte cada vez desde su salida al ruedo hasta que se han colocado.
En definitiva, Esplá es un torero muy conveniente para la Fiesta. No porque sea un ejemplo de cómo hacer las cosas (con muchos como él tal vez no iríamos a las plazas). Pero sí porque todos los toreros pueden sacar de él miles de detalles, del saber estar, de su colocación en la plaza, de un tipo de toreo con pases menos convencionales, con raices mucho más antiguas. Tal vez más apresurado y menos templado que el que estamos acostumbrados a ver. Pero eso también es necesario a veces y conocerlo y seguirlo practicando tiene mucho mérito.
Pero al margen de los anterior, la corrida ha vuelto a ser descastada, floja y sosa, a pesar de su etiqueta torista.
A Torres Jerez se le ha visto muy serio toda la tarde. Y ha demostrado una vez más la hondura y profundidad de su toreo, su enorme personalidad y disposición. Han sido sólo detalles, pero de gran intensidad, tanto con la muleta como con el capote. El saludo al segundo de la tarde ha sido magistral, con dos verónicas de escándalo. Ese toro se ha dado una tremenda voltereta, lo que le ha mermado aún más las fuerzas. El almeriense lo ha intentado y ha sacado algunos pases de mucha estética, pero nula transmisión (el toro parecía que estaba por allí de paseo). En el quinto, que tenía algo más de son, el problema ha estado en el viento, que se ha levantado con fuerza e impedía citar con franqueza y obligaba al torero a tratar sobre todo de no verse descubierto. Aun así ha sacado pases buenos y ha dejado nuevamente a los aficionados con la miel en los labios. ¡A ver si puede ser que vuelva con otros toros! ¡Y a ver si para entonces ha aprendido a matar!
Álvaro Justo ha pasado bastante desapercibido en sus dos toros. Ninguno ha sido especialmente bueno, pero tal vez le hubiera hecho falta algo más de decisión. Recuerdo aún lo bien que le vi en Vistalegre hace muy pocos años. Sabiendo torear como demostró (eso no se olvida) lo importante es que tenga oportunidades y que las aproveche con rotundidad y decisión.
Y la pregunta hoy es la tópica de días como este: ¿qué haremos mañana sin toros a las siete de la tarde?
PD. Hasta aquí San Isidro. El miércoles Beneficencia y de jueves a domingo carteles muy bien rematados (sobre todo el del jueves). Seguiremos por aquí.
En su primero, un toro soso, Esplá ha lidiado con eficacia (aunque el primer puyazo lo ha tomado el toro en el caballo que guarda la puerta), ha banderilleado con soltura y ha realizado una faena de muleta con pases variados que no han llegado a los tendidos por la insufrible condición de su oponente. Algunos lo han pitado. No sé si porque no ha tratado de dar cien o doscientos derechazos. Pero es que no se trataba de eso. El asunto consistía en preparar al toro dignamente para la muerte, con pases artísticos (hasta donde el toro lo permitía) y lo más variados posibles. Porque si había algo claro es que no era posible el lucimiento. ¿Qué hacer entonces, tratar de insistir en más de lo mismo o dar, al menos, apuntes de otra forma distinta de enfrentarse al toro?
Con el cuarto bis, un toro con mucha más movilidad, tanto el saludo de capa, como el galleo por chicuelinas para llevar el toro al caballo y el quite después del primer puyazo han sugerido la posibilidad de una lidia continuada. Sin parones. Un espectáculo de un tirón y un ritual que no admite altibajos. Ha continuado con las banderillas, en las que ha destacado sobre todo en los dos últimos pares, por los adentros. A partir de ahí ha hecho una faena con algunos pases notables con la derecha, algo menos lucido al natural y pases de remate tanto por alto como por bajo para colocar al toro, al que ha despachado con una estocada baja. Ha sido una faena corta y sin ninguna serie que se nos quede en el recuerdo. Pero sí recordaremos la lidia continuada y el saber estar de Esplá desde que sale el toro de chiqueros hasta que lo llevan al desolladero. Y no sólo eso. En los otros toros, como director de lidia ha tenido detalles como acompañar al caballo que debe ejecutar la suerte cada vez desde su salida al ruedo hasta que se han colocado.
En definitiva, Esplá es un torero muy conveniente para la Fiesta. No porque sea un ejemplo de cómo hacer las cosas (con muchos como él tal vez no iríamos a las plazas). Pero sí porque todos los toreros pueden sacar de él miles de detalles, del saber estar, de su colocación en la plaza, de un tipo de toreo con pases menos convencionales, con raices mucho más antiguas. Tal vez más apresurado y menos templado que el que estamos acostumbrados a ver. Pero eso también es necesario a veces y conocerlo y seguirlo practicando tiene mucho mérito.
Pero al margen de los anterior, la corrida ha vuelto a ser descastada, floja y sosa, a pesar de su etiqueta torista.
A Torres Jerez se le ha visto muy serio toda la tarde. Y ha demostrado una vez más la hondura y profundidad de su toreo, su enorme personalidad y disposición. Han sido sólo detalles, pero de gran intensidad, tanto con la muleta como con el capote. El saludo al segundo de la tarde ha sido magistral, con dos verónicas de escándalo. Ese toro se ha dado una tremenda voltereta, lo que le ha mermado aún más las fuerzas. El almeriense lo ha intentado y ha sacado algunos pases de mucha estética, pero nula transmisión (el toro parecía que estaba por allí de paseo). En el quinto, que tenía algo más de son, el problema ha estado en el viento, que se ha levantado con fuerza e impedía citar con franqueza y obligaba al torero a tratar sobre todo de no verse descubierto. Aun así ha sacado pases buenos y ha dejado nuevamente a los aficionados con la miel en los labios. ¡A ver si puede ser que vuelva con otros toros! ¡Y a ver si para entonces ha aprendido a matar!
Álvaro Justo ha pasado bastante desapercibido en sus dos toros. Ninguno ha sido especialmente bueno, pero tal vez le hubiera hecho falta algo más de decisión. Recuerdo aún lo bien que le vi en Vistalegre hace muy pocos años. Sabiendo torear como demostró (eso no se olvida) lo importante es que tenga oportunidades y que las aproveche con rotundidad y decisión.
Y la pregunta hoy es la tópica de días como este: ¿qué haremos mañana sin toros a las siete de la tarde?
PD. Hasta aquí San Isidro. El miércoles Beneficencia y de jueves a domingo carteles muy bien rematados (sobre todo el del jueves). Seguiremos por aquí.
Aranjuez (3 de junio de 2007) - Pinceladas
El cartel de esta tarde en Aranjuez podría haber servido para descongestionarse de las tres semanas de toros que llevamos en Las Ventas, con figuras en un momento excepcional y toros más cómodos (si es que los hay) para su deleite.
Pero resultó que los toros hicieron gala de una falta de fuerza que impidió redondear las faenas. En general, metieron bien la cara y no dieron sustos. Pero tenían tan poca transmisión que los buenos momentos (que los hubo) supieron a poco. Porque los toreros evidenciaron sus ganas, clase y disposición.
Morante, en su primero, hizo un torerísimo saludo con la capa rematado con una media verónica que todavía estoy recordando. Con la muleta, el toro parecía estar de paseo e iba de un lado para otro sin transmitir emoción alguna. El de La Puebla lo intentó, y aunque dejó algún detalle de su arte, no llegó siquiera a grabarse en la retina por lo soso de su oponente. Al cuarto también lo recibió de forma vistosa con la capa, pero el toro tenía una embestida un tanto descompuesta y no resultó tan lucida. Después, Morante demostró una disposición que como pueda mantener hasta el miércoles revienta Las Ventas. No sólo toreó bien a su toro a pesar de su sosería por ambos pitones (primero con la izquierda y luego con la diestra); sino que cuando el toro se rajó y se fue a las tablas, Morante fue tras él y le enjaretó algunos pases de muchísima clase y no poca exposición teniendo en cuenta dónde estaba el animal. La oreja es lo de menos cuando se le espera en la Beneficiencia. Lo más importante es la técnica y las ganas que ha demostrado (su pellizco se da por supuesto).
Al Cid después de los Victorinos de ayer lo de esta tarde le ha debido parecer volver a la Escuela. Eso sí, volver para sacar la matrícula de honor. Ha toreado muy bien de capa a sus dos toros (su estilo es distinto del de Morante, pero va ganando en profundidad) y ha lidiado muy bien a ambos. Al segundo le ha sacado pases aceptables a media altura y sin obligarle, porque su flojedad impedía bajarle la mano. Lo mejor, cómo ha sido capaz de instrumentar series largas y los pases de adorno para cerrar al toro. Al quinto lo ha sacado a los medios con pases garbosos, destacando especialmente el último con la izquierda, de cartel. Empezó su labor al natural con series largas y templadas y cuando cambió a la derecha también consiguió buenos momentos. Mató a sus dos toros de estocadas caidas hasta la bola, no se sabe si por casualidad o porque ha encontrado un hueco no muy llamativo por el que fulminar a sus oponentes. Manuel Jesús ha vuelto a demostrar que está en un momento magnífico y que va ganando cada vez más como torero.
Castella ha lidiado tres toros, porque el tercero el Presidente lo devolvió cuando Castella se disponía a ir a saludarle después de que se hubiera ordenado cambiar el tercio, una vez colocados los tres pares de banderillas. Es cierto que en ese momento el toro se pegó una tremenda costalada. Pero antes también se había caido y el público había pedido el cambio. ¿Se adoptará alguna medida contra este individuo por incumplir tan flagrantemente el Reglamento?
El tercero bis no se devolvió porque el Presidente no quiso, no porque no estuviera tan inválido o más que el anterior. Castella bastante hizo con mantenerlo en pie, intentándolo con voluntad, pero sin éxito (el toro se caía incluso cuando le llevaban a media altura). Al sexto lo citó desde el centro del ruedo y realizó un pase cambiado ceñidísimo. A base de quietud y exposición consiguió sacarle algunas series por ambos pitones al marmolillo. Tremendo pundonor y estilo el de este torero, al que los toros de hoy sólo nos han permitido ver muy ligeramente.
De la suerte de varas, casi ni hablamos (hoy, ha sido casi siempre un simulacro). Y de las cuadrillas, a destacar un quite hecho por otro peón a un banderillero de Castella que se cayó en la cara del sexto toro después de poner el primer par.
Algunas preguntas menores:
1.- ¿Por qué no señalizan la Plaza de Toros cuando uno llega a Aranuez desde Madrid y sí el Casino?
2.- Los programas, ¿los daban sólo a los de sombra?
3.- El tercero bis, ¿pesaba 440 kilos como decía la tablilla, o era un error y pesaba 540?
4.- ¿Cómo pueden salir tan sumamente flojos los toros?
Pero resultó que los toros hicieron gala de una falta de fuerza que impidió redondear las faenas. En general, metieron bien la cara y no dieron sustos. Pero tenían tan poca transmisión que los buenos momentos (que los hubo) supieron a poco. Porque los toreros evidenciaron sus ganas, clase y disposición.
Morante, en su primero, hizo un torerísimo saludo con la capa rematado con una media verónica que todavía estoy recordando. Con la muleta, el toro parecía estar de paseo e iba de un lado para otro sin transmitir emoción alguna. El de La Puebla lo intentó, y aunque dejó algún detalle de su arte, no llegó siquiera a grabarse en la retina por lo soso de su oponente. Al cuarto también lo recibió de forma vistosa con la capa, pero el toro tenía una embestida un tanto descompuesta y no resultó tan lucida. Después, Morante demostró una disposición que como pueda mantener hasta el miércoles revienta Las Ventas. No sólo toreó bien a su toro a pesar de su sosería por ambos pitones (primero con la izquierda y luego con la diestra); sino que cuando el toro se rajó y se fue a las tablas, Morante fue tras él y le enjaretó algunos pases de muchísima clase y no poca exposición teniendo en cuenta dónde estaba el animal. La oreja es lo de menos cuando se le espera en la Beneficiencia. Lo más importante es la técnica y las ganas que ha demostrado (su pellizco se da por supuesto).
Al Cid después de los Victorinos de ayer lo de esta tarde le ha debido parecer volver a la Escuela. Eso sí, volver para sacar la matrícula de honor. Ha toreado muy bien de capa a sus dos toros (su estilo es distinto del de Morante, pero va ganando en profundidad) y ha lidiado muy bien a ambos. Al segundo le ha sacado pases aceptables a media altura y sin obligarle, porque su flojedad impedía bajarle la mano. Lo mejor, cómo ha sido capaz de instrumentar series largas y los pases de adorno para cerrar al toro. Al quinto lo ha sacado a los medios con pases garbosos, destacando especialmente el último con la izquierda, de cartel. Empezó su labor al natural con series largas y templadas y cuando cambió a la derecha también consiguió buenos momentos. Mató a sus dos toros de estocadas caidas hasta la bola, no se sabe si por casualidad o porque ha encontrado un hueco no muy llamativo por el que fulminar a sus oponentes. Manuel Jesús ha vuelto a demostrar que está en un momento magnífico y que va ganando cada vez más como torero.
Castella ha lidiado tres toros, porque el tercero el Presidente lo devolvió cuando Castella se disponía a ir a saludarle después de que se hubiera ordenado cambiar el tercio, una vez colocados los tres pares de banderillas. Es cierto que en ese momento el toro se pegó una tremenda costalada. Pero antes también se había caido y el público había pedido el cambio. ¿Se adoptará alguna medida contra este individuo por incumplir tan flagrantemente el Reglamento?
El tercero bis no se devolvió porque el Presidente no quiso, no porque no estuviera tan inválido o más que el anterior. Castella bastante hizo con mantenerlo en pie, intentándolo con voluntad, pero sin éxito (el toro se caía incluso cuando le llevaban a media altura). Al sexto lo citó desde el centro del ruedo y realizó un pase cambiado ceñidísimo. A base de quietud y exposición consiguió sacarle algunas series por ambos pitones al marmolillo. Tremendo pundonor y estilo el de este torero, al que los toros de hoy sólo nos han permitido ver muy ligeramente.
De la suerte de varas, casi ni hablamos (hoy, ha sido casi siempre un simulacro). Y de las cuadrillas, a destacar un quite hecho por otro peón a un banderillero de Castella que se cayó en la cara del sexto toro después de poner el primer par.
Algunas preguntas menores:
1.- ¿Por qué no señalizan la Plaza de Toros cuando uno llega a Aranuez desde Madrid y sí el Casino?
2.- Los programas, ¿los daban sólo a los de sombra?
3.- El tercero bis, ¿pesaba 440 kilos como decía la tablilla, o era un error y pesaba 540?
4.- ¿Cómo pueden salir tan sumamente flojos los toros?
domingo, 3 de junio de 2007
Madrid (2 de junio de 2007) - El Cid
Nuevamente la corrida de Victorino no salió buena. Los toros no dieron espectáculo en el caballo (aunque a algunos los colocaron en su sitio los toreros y los citaron bien los picadores) y en la muleta les faltó la casta y la nobleza que les hiciera embestir largo y humillado. Tampoco fueron las alimañas de otras veces. Se quedaron en un extraño escalón intermedio en el que desarrollaron sentido, tardaban en embestir y cuando lo hacían, iban con la cara a media altura y tirando gayafones. Obviamente, no todos fueron iguales, y el tercero hubiera podido propiciar el triunfo si se hubiera toreado con profundidad y temple.
Para mayor fatalidad, el viento estuvo presente en toda la corrida, lo que en ocasiones impedía una correcta colocación, un cite rotundo y una mínima seguridad en los espadas.
Esplá estuvo discreto y profesional. No tuvo una tarde grande, pero tampoco se vio desbordado en ningún momento por sus toros (y es que al cuarto, que le iba a dar problemas, lo despachó con inuditada rapidez). A ambos los banderilleó con pulcritud, aunque sin espectacularidad. Los recibió de capa en el cinco y los llevó con una lidia aseada al caballo. Con la muleta, en su primero dio series cortas con ambas manos, pero como el toro era tardo, pasaba sin ninguna gracia y la muleta flameaba continuamente con el viento no hubo posibilidad alguna de lucimiento. En el cuarto, un toro manso que no acudió al caballo a pesar de los reiterados cites de Anderson Murillo y que dio muchísimos cabezazos cuando lo citó con la muleta por ambos lados, lo macheteó y mató con rapidez cuando vio que no tenía grandes posibilidades.
El Cid, por su parte, tuvo una tarde redonda, aunque sin triunfo. La seguridad, técnica, clase, decisión y conocimiento que manifestó en ambos toros es toda una lección de tauromaquia. Esuvo, sencillamente, sensacional. Le tocaron dos toros muy difíciles, y en ambos demostró su capacidad lidiadora y sus recursos para sacar pases lucidos de enemigos a los que parece imposible hacerlos pasar. En el segundo de la tarde, empezó con series con la derecha en las que aguantó paradas y coladas del toro sin descomponerse ni un segundo. Toreó con extrema suavidad y con la mano muy baja a un toro complicado. Al echarse la muleta a la izquierda, se pudo comprobar lo complicado de ese pitón, por el que el toro reponía muy rápido y no paraba de andar. El Cid templó al toro con el cuerpo, andándole hacia atrás sin perderle la cara en ningún momento, hasta conseguir una distancia desde la que poder citar. Consiguió incluso sacar algún natural bueno, antes de echarse nuevamente la muleta a la derecha, dar la serie más rotunda y cerrar al toro con trincherillas magníficas. Sin embargo, la faena se quedó sin premio porque mató después de varios pinchazos.
En el quinto, se jugó literalmente la vida ante un toro aplaudido de salida por su presencia y abroncado al final por su malísimo juego. El Cid intentó sacarles pases y aguanto lo indecible ante un toro reservón y que no paraba de tirar gayafones. Consiguió, incluso, que no le enganchara la muleta. Pero como el toro no pasaba, era imposible hacer nada medianamente lucido. Eso sí, para compensar, a este toro lo mató bien.
Bolivar cuenta con el handicap de estar apoderado por el propio Victorino, lo que implica que muchos aficionados tiendan a pensar (¡ay, qué ruines!) que el de Galapagar (o su hijo) negocian a la vez la venta de los toros y la colocación en la feria de su pupilo. Nada que objetar si hubiera un poquito de transparencia y se supiera si es verdad o no. Y, sobre todo, si cuando el toro sale, se demostrara por qué este torero está en una de las corridas más esperadas de la Feria. Pero resultó, sin embargo, que le tocaron los dos mejores toros de la tarde (sobre todo el tercero) y no toreó bien. Sin duda, el viento también le molestó. Pero la sensación extendida es que en otras manos el partido que se le hubiera sacado a esos toros hubiera sido mayor. Y no es que no diera pases o estuviera inseguro, es que el tipo de toreo que hizo fue bastante insustancial, sin gracia y profundidad. Al tercero, lo citó de lejos y lo toreó a media distancia, pero es que también lo toreó casi siempre hacia fuera, lo cual impedía un reconocimiento mayor. En el sexto, el toro pasaba, pero sin transmisión y con la cabeza a media altura. El torero pareció contagiarse y sus pases tuvieron casi siempre estos mismos defectos.
Un par de preguntas,
1.- ¿Por qué el Cid miró al siete antes de salir a saludar después de pasaportar al quinto? ¿Y por qué trató de dar la vuelta al ruedo? ¿Tal vez porque vio a algunos de las últimas filas de este tendido indicándoselo? ¡Cómo no se dio cuenta que si trataba de hacerlo, como sucedió, iban a pitarle e impedir que lo hiciera!
2.- ¿Se podría saber lo que ha costado la corrida de Victorino? ¿Y si pidió o no que viniera Bolívar con sus toros? ¿Y si hubieran venido los toros si no hubiera venido Bolívar?
Para mayor fatalidad, el viento estuvo presente en toda la corrida, lo que en ocasiones impedía una correcta colocación, un cite rotundo y una mínima seguridad en los espadas.
Esplá estuvo discreto y profesional. No tuvo una tarde grande, pero tampoco se vio desbordado en ningún momento por sus toros (y es que al cuarto, que le iba a dar problemas, lo despachó con inuditada rapidez). A ambos los banderilleó con pulcritud, aunque sin espectacularidad. Los recibió de capa en el cinco y los llevó con una lidia aseada al caballo. Con la muleta, en su primero dio series cortas con ambas manos, pero como el toro era tardo, pasaba sin ninguna gracia y la muleta flameaba continuamente con el viento no hubo posibilidad alguna de lucimiento. En el cuarto, un toro manso que no acudió al caballo a pesar de los reiterados cites de Anderson Murillo y que dio muchísimos cabezazos cuando lo citó con la muleta por ambos lados, lo macheteó y mató con rapidez cuando vio que no tenía grandes posibilidades.
El Cid, por su parte, tuvo una tarde redonda, aunque sin triunfo. La seguridad, técnica, clase, decisión y conocimiento que manifestó en ambos toros es toda una lección de tauromaquia. Esuvo, sencillamente, sensacional. Le tocaron dos toros muy difíciles, y en ambos demostró su capacidad lidiadora y sus recursos para sacar pases lucidos de enemigos a los que parece imposible hacerlos pasar. En el segundo de la tarde, empezó con series con la derecha en las que aguantó paradas y coladas del toro sin descomponerse ni un segundo. Toreó con extrema suavidad y con la mano muy baja a un toro complicado. Al echarse la muleta a la izquierda, se pudo comprobar lo complicado de ese pitón, por el que el toro reponía muy rápido y no paraba de andar. El Cid templó al toro con el cuerpo, andándole hacia atrás sin perderle la cara en ningún momento, hasta conseguir una distancia desde la que poder citar. Consiguió incluso sacar algún natural bueno, antes de echarse nuevamente la muleta a la derecha, dar la serie más rotunda y cerrar al toro con trincherillas magníficas. Sin embargo, la faena se quedó sin premio porque mató después de varios pinchazos.
En el quinto, se jugó literalmente la vida ante un toro aplaudido de salida por su presencia y abroncado al final por su malísimo juego. El Cid intentó sacarles pases y aguanto lo indecible ante un toro reservón y que no paraba de tirar gayafones. Consiguió, incluso, que no le enganchara la muleta. Pero como el toro no pasaba, era imposible hacer nada medianamente lucido. Eso sí, para compensar, a este toro lo mató bien.
Bolivar cuenta con el handicap de estar apoderado por el propio Victorino, lo que implica que muchos aficionados tiendan a pensar (¡ay, qué ruines!) que el de Galapagar (o su hijo) negocian a la vez la venta de los toros y la colocación en la feria de su pupilo. Nada que objetar si hubiera un poquito de transparencia y se supiera si es verdad o no. Y, sobre todo, si cuando el toro sale, se demostrara por qué este torero está en una de las corridas más esperadas de la Feria. Pero resultó, sin embargo, que le tocaron los dos mejores toros de la tarde (sobre todo el tercero) y no toreó bien. Sin duda, el viento también le molestó. Pero la sensación extendida es que en otras manos el partido que se le hubiera sacado a esos toros hubiera sido mayor. Y no es que no diera pases o estuviera inseguro, es que el tipo de toreo que hizo fue bastante insustancial, sin gracia y profundidad. Al tercero, lo citó de lejos y lo toreó a media distancia, pero es que también lo toreó casi siempre hacia fuera, lo cual impedía un reconocimiento mayor. En el sexto, el toro pasaba, pero sin transmisión y con la cabeza a media altura. El torero pareció contagiarse y sus pases tuvieron casi siempre estos mismos defectos.
Un par de preguntas,
1.- ¿Por qué el Cid miró al siete antes de salir a saludar después de pasaportar al quinto? ¿Y por qué trató de dar la vuelta al ruedo? ¿Tal vez porque vio a algunos de las últimas filas de este tendido indicándoselo? ¡Cómo no se dio cuenta que si trataba de hacerlo, como sucedió, iban a pitarle e impedir que lo hiciera!
2.- ¿Se podría saber lo que ha costado la corrida de Victorino? ¿Y si pidió o no que viniera Bolívar con sus toros? ¿Y si hubieran venido los toros si no hubiera venido Bolívar?
viernes, 1 de junio de 2007
¿Se puede torear un dinosaurio?
En el tomo del COSSÍO marcado con el número 13 en los lomos, edición de 1977, en el capítulo dedicado a las crónicas de la fiesta en el pasado, leemos el siguiente fragmento bajo el epígrafe, Una corrida sin casta, del eximio cronista taurino Gregorio Paleozoico:
"El triceratops, haciendo gala de una falta de casta absoluta, se acodó en tablas donde Precámbrico de Triana apenas pudo pegarle mantazos por alto con gran exposición y sin valor artístico, el animal acabó de un mal descabello por encima de la peineta propia de esta especie, a través de la que era muy difícil descubrirle la muerte, no se empleó en el diplodocus y fue muy difícil de banderillear por su mansedumbre de libro, sin embargo había sido muy aplaudido a la salida de chiqueros por su presencia"
Nos consta que, poco después, las corridas jurásicas se extinguieron y que el triceratops desapareció, arrastrando en su caída a un número ilimitado de especies animales y vegetales, perdiéndose para siempre ecosistemas de los que apenas quedan restos fósiles, huellas petrificadas. Sirva de reflexión para la afición torista. El miedo, por cierto, anida en el cerebro reptiliano, así como los exabruptos y la falta de sensibilidad ¿no se habían extinguido los lagartos terribles?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)