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lunes, 18 de junio de 2007

Primera impresión de José Tomás

"Si no veo en sus manos las llagas de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no creeré".

(Juan, 20, 24-25)

Durante años anduve retirado de los ruedos, coincidieron con las temporadas del fulgor tomista que, en su momento, por escasez de afición, ni siquiera me interesaron más allá de la noticia: todos cometemos errores.

El año pasado volví a vestirme de luces de aficionado en La Maestranza y, hechizado por la magia plena de duende de una faena de Ponce, con su gracia andaluza, con su cartucho de pescado quedé hipnotizado, me aboné y empezamos el blog al que, como homenaje a Quiñones, llamamos La Gran Temporada: sentíamos el presagio de lo grande que se avecina, de lo que se adivina en la ilusión, que ayer se ha cumplido.

Primero fue Sevilla, luego Madrid, ahora, Barcelona: LA GRAN TEMPORADA

Iremos desgranando lo que pasó en La Plaza Monumental de Barcelona, valga decir que hablaremos durante milenios de esta tarde porque lo que sucedió fue una protestación de fe, un acto redentor, una sublimación del arte, la intensa representación del héroe del espíritu, como en la Capilla Sixtina o en San Marcos de Venecia, pero de forma fugaz, como reloj de arena que se lleva la Gracia.

En la primera o segunda entrada del blog avisamos de que albergábamos sospechas acerca de la reaparición de José Tomás, tras mi vuelta snob a los ruedos (como ayer la de la beatiful Barcelona y la gauche divine catalana), ha pasado ya un año y medio largo para recuperar una afición cabal, me he preparado en las Plazas, estoy en condición de juzgar y mirar, desde el sitio justo de las apreciaciones, no estoy "fuera de cacho", he vivido en directo los momentos más intensos de la temporada (en donde no he estado, estuvo el blog, quiero decir Lorenzo) y si, durante meses queríamos saber quién era este ser misterioso al que llamaban Tomás - y perseguimos crónicas y testimonios y vídeos y rumores- ¿cómo era, Dios mío, como era? ahora podemos hablar con juicio.

José Tomás, antes de ayer, nos recordaba a Bobby Fischer el genial ajedrecista que desapareció en los cráteres del tiempo tras alcanzar los laureles del campeonato del mundo o a Arthur Rimbaud, enmudecido la mitad de su vida, tras decir las palabras más bellas. Silenciosa desaparición del genio, el arte sin vanidad, el misterio recrecido.

Albergábamos dudas y queríamos la verdad, pero ayer hemos visto y hemos creído, hemos metido los dedos en la llaga, alguien cerca de mí dijo: "torea con mucha verdad". No, con verdad torean Cayetano o Manzanares o Talavante o Rincón, todos artistas excelsos. José Tomás tiene una verdad más alta, un más allá que lo elevaba sobre lo humano: como a Mozart, como a Eliot, como a Rilke o Góngora, como a Miguel Ángel.

La verdad de José Tomás es la de la más alta religión del espíritu, la de quien cita con algo que no se ve, pero que emana. Como decía el Gallo: se torea cuando se tiene un misterio que decir. Y José Tomás transmite un misterio inexplicable en ese paso más allá de intensos lances, es algo estratosférico, pero no de valor ni de arte sino de enigma.

Iremos haciendo la crónica, pero, de momento, los apuntes de quien ha visto el misterio de frente:

1. José Tomás torea en el vértice del miedo.

2. José Tomás hace un desprecio intenso de la vida en cada lance.

3. José Tomás cita en la quietud vibrante del abismo.

4. José Tomás carga la muerte en cada suerte.

5. José Tomás, estatua sucesiva, tiene un capote de bronce y aire.

6. José Tomás no torea de verdad, dice una verdad más alta y nueva.

7. José Tomás predica un evangelio en el cruce siniestro de las astas.

8. José Tomás está donde el toro estuvo, le hurta un paso más la embestida en su terreno, lo engaña sustituyéndolo, se intercambian al paso.

9. José Tomás torea en el abismo, despliegue su muleta en un alambre al borde de las eternidades.

10. José Tomás no tiene duende: los torea.


Sólo él y Morante: el gótico barroco y el barroco florido, Lope de Vega y Góngora. Aunque Cervantes y Quevedo y Cayetano no estén mal.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oi, achei teu blog pelo google tá bem interessante gostei desse post. Quando der dá uma passada pelo meu blog, é sobre camisetas personalizadas, mostra passo a passo como criar uma camiseta personalizada bem maneira. Até mais.

Anónimo dijo...

Fue impresionante, inolvidable, maravilloso. Como dices, es otra cosa, otra verdad, otro sitio... De nuevo suscribo todo, palabra por palabra, menos una: no creo que JT desprecie la vida, sino que la engrandece en cada pase y nos la hace apreciar, porque desafiando él a la muerte de esa manera todos, él y nosotros, nos sentimos por fin vivos.

José María JURADO dijo...

Hola, gracias por suscribir mis palabras: estoy de acuerdo en lo que dices, José Tomás hace un "desprecio intenso de la vida", no un mero "desprecio", sino una revaloración intensa, de ahí el matiz:"intenso" no se la juega, eso está alcance de cualquier loco, la desafía y ennoblece como dices, muchas gracias.