La tarde de ayer fue una nueva demostración de mansedumbre y falta de clase en las embestidas de los toros. Salvo un buen Fuente Ymbro no llevamos una buena racha de toros en esta Feria.
Pero con toros sin casta y que se venían abajo muy pronto los toreros pueden estar de diferente forma. Y ayer se vio con precisión absoluta.
Padilla dio lo que se puede esperar de él. Intento de toreo reposado y estético con el capote, espectáculo en banderilla y muchos pases con poco ajuste y empaque en la muleta. He de reconocer que a mí Padilla me merece una rendida admiración en lo personal, pero en lo taurino difícilmente me llena.
Más preocupante es lo del Cid, que se mostró desorientado y sin sitio toda la tarde. La apuesta por los victorinos, que otros años hubiera resultado absolutamente ilusionante (baste recordar lo que sucedió en Bilbao), este año da incluso miedo. A este torero le hemos visto faenas extraordinarias con los toros del paleto de Galapagar, pero se nos antoja que éramos (él y nosotros) mucho más jóvenes entonces.
Talavante toreó de forma exquisita al tercero al natural. Torea cada vez más reposado y más bajo. Pareció sentirse más a gusto cuando el toro iba al paso, al modo de la embestida de los toros mejicanos. Quizá algo más de ajuste es lo que faltó para poner a todos de acuerdo. El sexto fue un toro sin ninguna gracia y que se desentendió siempre de los engaños y no tenía mucho sentido seguir insistiendo.
(La mala cobertura en Las Ventas impide twittear desde el asiento cada tarde. Una pena)
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