La Goyesca de Ronda es mucho más que una corrida de toros. Y está bien que sea así. Que la Fiesta se imbrique en la sociedad, en sus artistas, en sus políticos, en la propia gente del toro, e incluso en los protagonistas de las revistas del corazón (que, un día al año, hacen algo de interés).
La celebración de la Goyesca transforma por entero Ronda durante un día. Atrae a gente de todo el mundo y llena hoteles y restaurantes, que preparan para la ocasión contundentes Menús Rondeños que simplifican la elección al comensal y agilizan la labor de la cocina y del servicio de sala.
La Goyesca aporta mucho a Ronda. Como lo hace su Feria a Olivenza al comienzo de temporada. O la Corrida de la Primavera a Brihuega. O tantas tardes de toros con carteles de interés a ciudades que se convierten en lugar de peregrinación de taurinos, curiosos y fauna diversa. La Tauromaquia es Fiesta y así hay que reconocerlo y vivirlo. Con espíritu de celebración y mente dispuesta al disfrute.
Eso no quiere decir que haya que renunciar a la exigencia, a cualquier exigencia. Pero sí que la exigencia (cualquier exigencia) no puede ser el valor fundamental. Es imprescindible que salga un toro con presencia acorde con la categoría de la plaza Y que lo que suceda en el ruedo sea toreo cabal, rotundo.
Y este año, en Ronda, se combinaron todos los elementos para pasar un día excelente. Para disfrutar del paseo matutino viendo cómo el centro se va llenando de gente diversa. Para saludar a aficionados a los que uno encuentra de plaza en plaza, y también a colegas o compañeros de los que uno desconocía esta secreta afición. Para tomar primero una cerveza viendo la serranía y degustar luego uno de esos pantagruélicos Menús Rondeños. Para entrar en la plaza perplejo contemplando cómo puede haber tanta gente que hace cola durante horas para ver de cerca a un famoso o famosillo y grita desaforado cuando cree imaginarlo en medio de la turbamulta.
Pero también para que luego, una vez acomodado en la plaza, se pudiera degustar el buen toreo. El que hunde una parte sustancial de sus raíces en ese Pedro Romero al que esta corrida homenajea. Hay que decir, lo primero, que la Plaza está primorosa, que las reformas no le han hecho perder un ápice de su encanto y, sin embargo, hay una comodidad en los accesos y en los asientos que ya quisieran plazas con una cuarta parte de sus años.
Y hay que decir también que la corrida de Núñez del Cuvillo fue una corrida variada y con interés. Los que conocen al ganadero dicen que, casi siempre, echa tres toros en los que confía de verdad y otros tres de menor puntuación. Y que con eso se asegura que al menos un par de toros embistan. Además, ha alcanzado un punto de equilibrio en el que la nobleza se ha aderezado con ciertas dosis de picante. Por eso, a veces los toros no permiten el triunfo o exigen un esfuerzo adicional de los diestros. Pero también por eso hay mayor transmisión y calado en las faenas a sus toros. En esta tarde, fueron buenos y con transmisión el cuarto y el sobrero-bis, bueno aunque con algo menos de picante el sexto, dieron posibilidades primero y tercero y lo pusieron complicado el segundo y el quinto.
Con este material el Juli volvió a demostrar su magisterio y su pundonor con ambos oponentes, pero de manera especial con el interesante cuarto, al que realizó una faena prodigiosa, marca de la casa, donde fue haciendo las cosas cada vez mejor hasta romperse en algunas tandas de verdadera hondura y poderío. Una pena que no ande fino con la espada y que además de pinchar en algunas ocasiones, en otras deje la estocada demasiado trasera. Pero salvo esto, es un gusto su variedad con el capote, su técnica y su entrega con la muleta.
Manzanares no pudo hacer casi nada con los dos peores toros del encierro (segundo y quinto). Puso empeño, pero se topó con animales que no ayudaban lo más mínimo. Pidió el sobrero, que se lastimó al poco de salir al ruedo. Pero se desquitó con el sobrero-bis, un animal que le permitió desplegar su torero pleno de torería y estética. Muy bien con ambas manos, pausado, muy torero, llevando al animal toreado desde el inicio de cada muletazo hasta los remates, con una cintura y una muñeca prodigiosas. Hondura y empaque con ambas manos y gracia torera en los remates. Al final, una estocada recibiendo culminó una faena de cante grande.
Cayetano reaparecía y los primeros comentarios fueron al traje, diseñado, decían, por la Duquesa de Alba. No sé si lo habría diseñado, o en qué medida lo había hecho, pero lo cierto el que el traje era elegante y torero a partes iguales. Muy buena elección. Por lo demás, a Cayetano no se le notó apenas que llevaba más de un mes sin torear. Pero sí que su toreo no tiene siempre la intensidad del de los maestros. Toreó bien con el capote en un quite y dejó algún natural con garbo. Lo mejor, a mi gusto, un par de pases de pecho en el primero y el toreo ayudado a dos manos en el comienzo de faena al segundo. Por lo demás, se limitó casi siempre a acompañar la embestida del toro en vez de guiarla y poderle. En todo caso, es una buena noticia que haya vuelto a los ruedos.
Al final, disfrutamos de un día grande. Por la ciudad, por la compañía (gracias, nuevamente, a Aurelio, a Alicia y a Juan) y porque hubo toros y toreros. La Tauromaquia es Fiesta. Así hay que vivirla. Eso no quita rigor, pero sí desdramatiza. No hay que ir a examinar a nadie, ni sospechar de cualquiera que cría toros o que se pone delante de ellos. Hay que disfrutar. Y puede hacerse. Como en Ronda, como en Olivenza, como en Valencia, como en Sevilla, como en tantas y tantas plazas que han ido conformando esta temporada que comienza a declinar.
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2 comentarios:
Un poco clasista la Plaza, para mi gusto, una plaza de belleza inmensa merecería una feria con al menos dos corridas más, para ver el toreo en su pureza, pero es más difícil conseguir una entrada en Ronda que asistir al festival de Bayreuth, está bien que así sea, pero sería mejor si así fuera para las más corridas que no hay. Corrida de papel couché, para una plaza de piedra.
Aceptada la enmienda, José María. Sobre todo en lo de que una plaza así tendría que haber más festejos. Lo de que sea clasista, no sé si más o menos que ciertos espacios de La Maestranza, de Las Ventas o de Bilbao. Lo que pasa es que en Ronda, como es más pequeña, están más juntos y el porcentaje tal vez sea mayor.
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