Gracias a la amable invitación de la Federación de Municipios de Madrid y de la Unión de Abonados, ayer jueves tuve la oportunidad de participar en una interesante Mesa Redonda sobre la gestión de las plazas de toros de titularidad pública en un escenario de crisis económica.
No es éste el lugar de desgranar el contenido de las intervenciones, algunas realmente jugosas y que dieron paso a un animado debate, pero sí quisiera dejar apuntados, de forma somera, cuáles fueron los ejes del planteamiento que realicé y que trataba de dar una respuesta (breve, pero heterodoxa y provocadora) a cinco preguntas:
1.- Cuál es la labor de los Ayuntamientos en relación con la gestión de sus plazas de toros. A mi juicio, su labor es de defensa y promoción de la cultura. Y, por tanto, deben enfocarlo del mismo modo que enfocan certámenes culturales, de teatro, de música, de literatura, de formación a jóvenes y mayores,... Es decir, sin pretender que les reporte un beneficio económico y sin ocuparse de cuál es la demanda de esa actividad concreta. Un Ayuntamiento no programa un espectáculo de danza, de flamenco o de jazz porque haya muchos aficionados en su municipio, sino porque creen que es su obligación defender y potenciar la cultura. Pues eso.
2.- Cuál es el mejor sistema de gestión. Hay una tendencia general a preferir el sistema de gestión directa, y de hecho ha dado muy buen resultado en varias plazas. Pero este sistema exige una verdadera involucración del Ayuntamiento en la promoción de la Fiesta. Si esta involucración existe, casi cualquier sistema sirve. El problema es que cuando hay concesiones el Ayuntamiento suele desentenderse. Por eso, el problema no es el sistema de gestión, sino hasta qué punto el Ayuntamiento está dispuesto a asumir su labor de promoción cultural a través del conocimiento, difusión y promoción de la tauromaquia.
3.- Qué importancia tiene la experiencia. Por desgracia, en la actualidad, muchísima. En muchos Pliegos recientes, entre el aspecto ecomómico (canon, precio de las entradas y reformas en la plaza) y la experiencia, suponían más del 63% de los elementos de valoración de la oferta. Esto es una barbaridad. Respecto a lo económico, por lo indicado en los apartados anteriores; y en cuanto a la experiencia, porque es un modo de cerrar las puertas a la promoción de empresarios emprendedores que lo están haciendo bien, pero que si es preciso haber gestionado una plaza de primera para gestionar cualquier plaza de primera y muchas de segunda, cuéntenme ustedes cómo puede aspirarlas a gestionar alguien que haya empezado desde abajo.
De este modo, a mi juicio, la experiencia (y una experiencia matizada, luego diré por qué) debería ser sólo un criterio para ser admitido en la contratación, pero superando esa experiencia mínima, lo único que debería valorarse es cuántos festejos se ofrecen, con qué toreros y ganaderías, qué difusión de la Fiesta se va a hacer además de los festejos taurinos, etc. ¿Y qué experiencia debe tenerse en cuenta? Pues cualquiera relacionada con el mundo del toro (toreros, ganaderos, apoderados, banderilleros,...) y no sólo empresarios; y cualquiera vinculada con el mundo de la cultura. Esto daría un imprescindible aire fresco a la Fiesta.
4.- ¿Es posible innovar en la gestión por los Ayuntamiento de las Plazas de Toros? Por supuesto. Y sólo dos ejemplos, aunque habría muchos más. El primero es mejorar la comodidad de las plazas; no hay ningún espectáculo (y menos aún, de connotaciones culturales) en el que el espectador sufra tal cúmulo de incomodidades (lluvia, viento, sol, rodillas en los riñones,...); algo deben hacer. Y el segundo es promover la tauromaquia como actividad cultural cotidiana, en temporada y fuera de ella, organizando conferencias, visualizaciones de vídeos, exposiciones,... elementos que vayan conformando un conocimientos y profundización en el rito y los valores.
5.- Cuál es la responsabilidad de los empresarios taurinos en el desarrollo futuro de la Fiesta. Una responsabilidad enorme. Y entre otras circunstancias deberían plantearse si es razonable que la celebración de espectáculos taurinos dependa de que los Ayuntamientos quieran organizarlos (y cómo) en los cosos de su propiedad. Aunque es costoso, deberían plantearse la necesidad de que hubiera más plazas a las que se pudiera sacar rentabilidad taurina y extra-taurina en una acomodación de los requisitos de celebración de las corridas a las exigencias de los espectadores (culturales) más exigentes del siglo XXI.
Esto, como digo, es un escueto resumen de lo que planteé. Con lo que se puede estar total o parcialmente a favor o en contra. Pero que creo puede proporcionar elementos suficientes para la reflexión y el debate.
viernes, 22 de enero de 2010
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