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lunes, 31 de mayo de 2010

Cáceres (29 de mayo de 2010) - Es otra fiesta

La corrida del sábado en Cáceres fue una fiesta por varias razones. La primera, porque pude compartirla con José María y Pablo en la víspera de la presentación de "Plaza de Toros" en Cáceres, de la que hoy se hacen eco los medios de la región. Además, porque volvía a esa plaza (la de mis primeros recuerdos taurinos) después de unos años en los que la coincidencia con el final de San Isidro (con los victorinos, en concreto) planteaban una elección muy difícil. Y, por último, porque la tarde fue entretenida y agradable, con ocho orejas cortadas y los tres toreros y el mayoral por la Puerta Grande.

¿Y los toros? ¿Y el toreo? Hubo, aunque probablemente menos de lo que digan las estadísticas y la efusión popular.

Obviamente, después de la sobredosis de indignación que uno acumula en San Isidro, vivir una tarde festiva es motivo de celebración. Pero también es cierto que uno es consciente de que los toros, muy nobles, tuvieron una presentación más que escasa, una cornamenta "dulce" y una falta de casta notable. Embistieron en general, pero con una emoción que podía haber sido mucho mayor con algo más de picante.

Los toreros estuvieron con una disposición y un sentido estético mucho mayor que el que les hemos visto en Madrid. Para lo cual caben varias explicaciones. Una, que la presión del público venteño les acongoja. Otra, que es el toro de Madrid el que les acongoja. Aunque lo mismo hay también otros motivos que pueden influir.

Abellán estuvo dispuesto e hizo dos faenas en las que se sintió a gusto, toreó relajado, con gracia a veces y otras tirando de pundonor. Faenas entretenidas.

Perera también toreó como lo hace cuando se siente despejado. Dio sitio a los toros, les trajo toreados en ocasiones y en otras se movió en las cercanías, dando muestra de la variedad de registros que puede tener. Como comienzo de faena en el quinto instrumentó un cambio por la espalda realmente emocionante.

Talavante fue, para mí, el que toreó más hondo en sus dos toros a pesar de que fue el que menos apéndices cortó. Hizo faenas más para aficionados que para el público y se gustó de verdad en alguna de las series de sus dos toros. Y parece que ha mejorado con el estoque.

Sin duda, una corrida en Cáceres es algo que no tiene nada que ver con lo que sucede en Las Ventas. Aunque si me dan a elegir les aseguro que no sé con qué quedarme, porque aunque la presentación de los toros y su pujanza no es la que deseo, aunque en varias fases de las faenas uno echa de menos mayor ajuste y hondura, aunque falta liturgia, suerte de varas, tercios completos de banderillas,... disfrutar de lo festivo de la tauromaquia se acerca más, mucho más, a cómo entiendo la afición que el intento desmedido por mirar todo con lupa y convertir tres semanas de toros casi en un castigo.

Probablemente, como decía con mucho criterio José María, el futuro está en una situación intermedia con plazas donde el toro está bien presentado, pero sin exageraciones y en los tendidos hay más aficionados que público, pero con ganas de disfrutar y no de examinar a nadie. Algo como lo que sucede en La Maestranza, El Puerto de Santa María, Nimes, incluso Jerez, Olivenza, Algeciras, Barcelona,... Las plazas donde vemos las grandes faenas de nuestra temporada.