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sábado, 29 de mayo de 2010

Madrid (28 de mayo de 2010) - Y van...

Acaba para mí la Feria de San Isidro. Mañana estaré en Cáceres, volviendo después de muchos años a la plaza en la que nació mi afición compartiendo tarde de toros con José María y Pablo, los autores de Plaza de Toros, a quienes acompañaré el domingo en la presentación de su libro en el Hotel Extremadura.

Parece que el final también va a tener su guasa porque no vienen los de Adolfo, que había traido diez toros y sólo dos habían pasado el reconocimiento. O el ganadero se ha vuelto torpe de forma repentina o aquí hay alguien cuyo único objetivo es dar por saco.

Hoy también ha habido baile de corrales, y de los de Palha (anunciados) sólo se han lidiado cuatro. Que tenían un presentación menos aparatosa que la del año pasado. Y no pasa nada. Los otros dos han sido de El Torreón con una cornamenta de terror.

Frente a ellos tres toreros que habían toreado el año pasado (entre todos) veinte tardes: 6 Millán, 13 Robleño y 1 Francisco Javier Corpas. La culpa si no se acoplan con los toros, por tanto, no es suya. Uno no puede ser torero, no puede estar en forma, toreando una, seis o trece tardes en un años.

Por lo que hemos visto hoy, Millán pone voluntad, pero poco acierto. No ha dicho casi nada. Los toros no han sido buenos, de hecho han tenido su punto de peligro. El lo ha intentado pero no ha conseguido confiarse ni sacar nada en claro para él ni para la afición. Esto, para el torero, no es una oportunidad, es un castigo o una condena.

Lo más emocionante y torero de la tarde, sin embargo, ha sucedido en la lidia de uno de sus toros. En concreto en el tercio de banderillas del cuarto. Cuando Carlos Casanova trataba de poner el primer par cayó a merced del toro que hizo por él y lo volteó feísimo; el banderillero se levantó enfadado pidió un nuevo par y lo clavó en lo alto. Su compañero tabién clavó un par de mucho mérito y él mismo remató el tercio con un par excepcional. La plaza entera se levantó a aplaudir el pundonor y la casta torera. Que también está en los que visten de azabache (esta tarde ni uno de los subalternos iba de plata).

Robleño cortó una oreja protestada del quinto por media faena junto a las tablas del seis. Al principio no se acopló con el toro pero luego, aprovechando la inercia del toro hacia los adentros, con colocación y aguante le sacó varias tandas que fueron muy jaleadas. En el segundo habíamos visto un buen tercio de varas y el interés del matador por hacer una faena en la que la cabeza y la técnica no pudieron ejecutar lo que el corazón le pedía.

Corpas tuvo el mejor toro de la tarde: el tercero. Seguro que se le pueden poner pegas, pero era un toro que iba de lejos, que metía bien la cara y que tenía una embestida templada. A partir de ahí tenía problemas: había que poderle, llevarle toreado, aguantarle cuando se metía hacía los adentros,... No puede exigirse a quien la temporada pasada sólo hizo un paseíllo que lo consiga. Pero eso explica que la gente ovacionara al toro y abroncara al matador. Tal vez es a la empresa a la que habría que haber mandado un recado. El sexto también tuvo sus posibilidades y tampoco pudo extraer nada en claro.

Han sido más de veinte tardes de toros y no hemos visto una sola faena redonda. Y esto es el referente de la tauromaquia. Lo siento, pero así no se hace afición. Que se lo hagan mirar la Comunidad, los empresarios, los ganaderos, los toreros y esos aficionados "tan exigentes". No sé si es ésta la Fiesta que queremos y defendemos. Yo, desde luego, no. Yo quiero ver torear y disfrutar en una plaza con toreros que sepan hacerlo, que se sientan agusto y que encuentren un toro que les permita expresar su arte y un público que lo disfrute y lo aprecio. Lo otro, lo de la pureza, son zarandajas y engaños.

A ver si la semana que viene Juan Mora, Curro Díaz, Conde, Cayetano,... A ver si le embiste un toro con nobleza a Morante y podemos sentir el delirio de cómo se crea una obra maestra.

1 comentario:

José María JURADO dijo...

Gracias Lorenzo.
Cuanto lo sentimos: ¡qué grande podría ser Madrid, qué grande fue!