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miércoles, 21 de mayo de 2008

Madrid (19 de mayo de 2008) - Cambio climático o año bisiesto

Supongo que la culpa debe ser del cambio climático. Del que pregona Al Gore o del que, antes de que se cristianizaran los Estados Unidos, hacía que hubiera años secos, otros húmedos, unos más fríos, otros templados,… Me imagino que debe ser porque los pastos de este invierno en los campos son de menos calidad porque la lluvia ha caído con una inclinación diferente a la del año pasado.

O tal vez sea porque estamos en año bisiesto y esto da mal fario y desconcierta los biorritmos de los bóvidos.

Porque si no, que alguien me explique por qué la temporada pasada embestían casi todos los toros en Sevilla y en Madrid y este año, sus hermanos pequeños son mansos de solemnidad, sosos, descastados, parados, insulsos, torpes,… Caerse, afortunadamente, siguen sin caerse. Pero es que no embisten, topan; no buscan las zapatillas, las miran siempre desde lejos; no siembran el desconcierto en la lidia, se aposentan al lado de chiqueros y que vayan allí a buscarlos,…

Los criterios de selección no pueden haber mudado hace cuatro años en un invierno de forma tan drástica. Tienen que haber fumigado con algún somnífero potente todas las dehesas de España, o haber comprado todos los ganaderos al unísono una partida de piensos de Ucrania con los derivados del girasol que era aceite mineral y que luego nunca pareció haber existido…

Según dice la prensa, es probable que hoy hayamos asistido a la última tarde de Ponce en Las Ventas. Para muchos, será un alivio. Era el enemigo a batir. El que ha demostrado estar en la cima del toreo casi veinte años (más de lo que nunca ha estado ninguna otra figura) sin precisar de Las Ventas. Y el que, habiendo tenido grandes tardes en esta plaza, ha demostrado lo mejor de su toreo (el referente del último cuarto del siglo XX) en otras muchas plazas.

Pero para el auténtico aficionado, si es así, no es ninguna buena noticia. Y menos que lo haya tenido que hacer con una mansada como la de hoy. Ha sorteado el peor lote y ha dado una lidia precisa, exacta, a cada uno de sus toros, extrayéndoles lo que tenían. Lo poco que había. Haber conseguido en el cuarto ligar una serie es todo un prodigio de la técnica. Protestar lo que estaba haciendo no es ni siquiera falta de respeto. Es ignorancia y envidia a partes iguales. No cabe el desprecio a quienes lo hacen. Tal vez sólo la compasión.

En el primero, no hubo nada que hacer. Porque cuando un toro se queda parado y decide no pasar, uno puede empeñarse en citarlo desde cualquier distancia y en cualquier colocación, pero no hay quien supla la embestida. Y sin embestida no hay lidia que sirva. De ninguna especie. En ninguna época. Por ningún torero.

A Sebastián Castella le hemos visto hoy más dispuesto que en tardes anteriores de esta temporada. Pero su lote tampoco le ha permitido hacer nada lucido. Sólo un prometedor comienzo de faena en el segundo que pronto se esfumó por la imposible condición de su oponente. El francés tiene más tardes en la capital este año. Esperemos que la disposición continúe y que el ganado dé otras facilidades.

Y Morenito de Aranda ha sido todo un descubrimiento. Un feliz descubrimiento. Es cierto que ha tenido el lote menos malo (lo de “mejor” hubiera sido un exceso). Pero también que no se ha aturullado por la responsabilidad de los compañeros, el escenario o la sustitución.

Ha toreado muy bien de capa a sus dos toros, dejando las mejores verónicas que llevamos en doce días de feria y en muchos meses en esta plaza. Ha mecido el capote como sólo lo saben hacer los elegidos. Y lo ha hecho despatarrao y ganando terreno, como debe ser, hartos como estamos de tanto toreo de capote aliviado, de medios lances, a pies juntos, y andando hacia atrás. Con la muleta se ha sentido especialmente en el primero, dejando apuntes geniales de su arte, de la hondura de su toreo, de su buena cabeza (al menos hoy).

Queremos verle más veces, que tenga más oportunidades y que pueda irse haciendo con el tiempo. Tiene unas maneras que no son frecuentes en la habitual monotonía de muchos de los que empiezan.

Apuntes geniales, prometedor comienzo de faena, lidia precisa,… Anda que no tenemos ganas de ver una tarde de toros. Y anda que no nos lo están poniendo difícil este año. Por el cambio climático, por los piensos, por el año bisiesto o por lo que sea.

1 comentario:

José María JURADO dijo...

Lo de Ucrania, va a ser lo de Ucrania.
¡Buenísimo!