Queda ya lejano (más de un mes hace) el fin de semana en Sevilla por la Feria. Pero quede constancia de lo que sucedió en un breve resumen, más escueto y prosaico y sin la brillantez con la que nos ha deleitado José María, pero para dejar un par de cosas claras antes del inicio de San Isidro.
Fueron cuatro tardes interesantes, aunque más sobre el papel que en lo que realmente pudimos ver (salvo a dos toreros).
La tarde del viernes 4 demostró que Javier Conde necesita mucha inspiración y un toro muy a modo. Le hemos visto en ocasiones (contadas) apuntes de su peculiar torero, pero es prácticamente imposible que lo realice en una gran Feria y en una Plaza de Primera.
Castella y Talavante este año no están a la altura de lo que apuntaron el año pasado. Siguen demostrando en ocasiones un valor y unas cercanías que asustan, pero ni tienen sitio ni ven con claridad a los toros. Sus oponentes no eran de triunfo grande, pero tampoco estuvieron como otras veces.
Todo lo contrario que Perera y Manzanares, que en la tarde del sábado 6 demostraron que son los dos toreros jóvenes de más interés en la temporada. Con Ponce y el Juli (por su maestría), José Tomás (por su liturgia) y Morante (por la esencia) son los que más kilómetros de carretera merecen para seguirlos.
La tarde del día 6, como digo, permitió ver a tres toreros en sazón. El Juli, con el peor lote, arrancó una oreja de ley a su primero, un toro complicadísimo al que hizo una faena de poder, arrimándose muchísimo y extrayendo más de lo que el animal estaba dispuesto a dar. Y todo sin aspavientos ni extravagancias. Con pureza y madurez.
Manzanares tuvo en el quinto a un toro manso que huía y con el que pudo hacer muy poco, sólo apuntes. Lo genial estuvo en el segundo, al que (hasta que se rajó) instrumentó unas tandas de una belleza imposible. Su estilo es de los más depurados. Su arte profundiza en la escuela de su padre, pero haciéndolo más puro, desde una distancia más ajustada y con un valor más sereno.
Y Perera, nuevamente, dio la gran dimensión de torero que es. La faena al sexto fue simplemente genial. Es un torero de una profundidad única, con un temple excepcional y que baja la mano de forma inverosímil. Le hemos visto grandes faenas en lo que va de año. La de ese día en la Maestranza ha sido una de las mejores.
El día 7 fue de bajón. Los toros fueron flojos y descastados. Y Finito y Salvador Cortés no hicieron nada destacable (algunos apuntes de Cortés a su primero, pero más por su voluntad de estar bien que porque hubiera algo que sacar de "aquello"). Morante, por su parte, hizo una faena genial en su primero. No una faena redonda ni completa, sino una faena propia de un genio. Con pinceladas únicas y un estilo añejo trufado con su peculiar concepto que nos hizo vivir momentos (pocos, eso sí) interesantes.
Y el 8 hubo nueva ración de un "jamón" que demostró no estar en su mejor momento. Ponce lo intentó, pero los toros le impieron hacer nada. Castella lo intentó también, pero los toros no ayudaron y su frescura tampoco es la de otras veces. Y Manzanares... dio una auténtica lección en el sexto. Bajo una auténtica manta de agua hizo una faena sublime de temple y arte, de colocación, aguante, templanza,... Sencillamente único.
En resumen, que Perera y Manzanares salen reforzados, Castella y Talavante muy tocados, Ponce inédito por manifiesta falta de posibilidades de sus oponentes, Morante sigue dejando apuntes de su tauromaquia única (aunque le falta rematar una gran faena este año) y el Juli demuestra un pundonor de novillero, junto con una técnica, arte y madurez que sólo están al alcance de los grandes maestros.
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