Sí, señores, yo estaba allí.
Y por azares del destino, en un lugar privilegiado para ver el toreo en Las Ventas: el tendido bajo del 8, muy cerca del burladero de capotes.
¡Ay! ¡De capotes!
D. José Antonio Morante, señor y torero de la Puebla del Río, Marqués del Temple, Condeduque de la Hondura, Infante del Valor y Príncipe de la Gracia, ha recitado en el cuarto de lidia ordinaria (sexto de los que salieron por la puerta de chiqueros) el mejor toreo de capa que se recuerda en un solo toro en la Monumental Plaza de Toros de Las Ventas del Espíritu Santo.
Al principio, en el centro del ruedo, solo el torero, lanceando a la verónica: hundido el mentón, perfecto el trazo hondo que acompaña la embestida...
Luego un galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo que compendia toda la tauromaquia del siglo XX y añade la gracia de una nueva escuela sevillana.
Y más verónicas. Y más chicuelina. Y medias. Y otra media. Y otra más. Aguantando a un toro que no iba, parado. Con mucha clase, pero con un cuajo...
Y la Plaza ya no entiende nada. Está en pie. Recibe anonadada una sobredosis de hermosura que provoca el Síndrome de Stendhal a todos los presentes. No hay modo ya de soportar más la belleza.
Y se lleva al toro con la muleta al centro del ruedo con ayudados por alto en los que todo el cuerpo torea. Y le da espacio. Y tiempo. Y nada es relativo. O todo lo es.
Una primera serie en redondo es sencillamente sublime. Y lo que viene después es un recital de toreo de facultades, de garbo, de sentido y de valor a un toro que se ha venido a menos. Que se rinde ante quien le ha podido desde el primer lance. Y aún así, saca pases, gestos, DESPLANTES,... con mucho más fundamento que todo lo que hemos visto en esta feria junto.
Pincha en el primer intento (el toro, acobardado, está encogido) y mata de estocada entera, casi al encuentro, cuando vuelve a intentarlo.
La oreja que le dan no es un premio, es una infamia. ¿Qué tiene que ver lo que ha hecho Morante con lo que hizo Emilio de Justo? ¿Es lo mismo este toreo que el de Capea? ¿Es razonable equiparar lo que hemos visto con lo de Castella, Tejela, Bolívar,...?
Si la afición de esta Plaza mantuviera un cierto atisbo de la clase que otrora atesoró, hubiera obligado a Morante a dar una o dos vueltas al ruedo después del tercio de varas sólo por el toreo de capote. Y hubiera pedido de forma unánime las dos orejas (¡a qué el pinchazo arriba va a emborronar una faena completa como ésta!). Y con orejas o sin ellas, se hubiera echado al ruedo a sacar a hombros al maestro y a llevarlo hasta su hotel o hasta su casa de Sevilla.
No hay Reglamento en el mundo que pueda prever lo que hoy hemos visto. Y como tal, sólo la pasión sirve para juzgar y actuar en consecuencia.
Yo estaba allí, señores, Y HE VISTO TOREAR.
Eso sí, después de tres toros muy flojos (dos devueltos) (¿no es inexplicable que los tres primeros salgan tan flojos y que los otros tres, de diferente condición, no acusen la misma flojedad?).
Y luego, Manzanares ha intentado el toreo por chicuelinas (por verónicas ha preferido no dar pie a comparaciones) y ha realizado un trasteo con la muleta con algunos pasajes interesantes sobre todo en su primera parte. Con estocada de libro.
O Pinar, que ha tenido en el sexto el toro de la tarde. ¡Ay si le hubiera tocado a Morante! Sólo se ha justificado. Pero tampoco séamos tran crueles de juzgarle en una comparación con el toreo de esta tarde que no puede resistir prácticamente ningún torero del escalafón.
El abono de este año ya esá justificado. Y no por empresa, sino porque hoy ha reventado en Madrid la tauromaquia. Y la tauromaquia se llama José Antonio Morante de la Puebla.
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3 comentarios:
Joder, ¡Cómo me gusta veros tan emocionados! Por fin habéis visto algo bueno este año.
Mañana no leeré la crónica en el periódico, no vaya a ser que os lo hayáis, con y griega, soñao.
Malegro, manque no entienda.
De soñarlo, nada, la pena es no haber estado in situ.
Lorenzo es un hombre afortunado
Gracias, Alelo.
Efectivamente, no fue un sueño. O mejor, dicho, sí que lo fue, pero estando despiertos.
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