Hoy, casi todo ha estado a la contra.
La llegada a la plaza ha sido un suplicio. Para los que llegaban en coche (incluidos los toreros) porque había aún más atasco del habitual en la M-30 y no había forma de moverse. Para otros, porque razones laborales nos urgían a quedarnos (nada que no pueda solucionar un buen trincherazo y un desplante).
La novillada ha sido una auténtica corrida de toros en presentació: más cuajo y presencia que la mayoría de los toros que salen en plazas de segunda. Y ha tenido un comportamiento complicadísimo, salvo el primero.
Los novilleros, porque estaban muy verdes, poco curtidos. Y llegar a Madrid en San Isidro y encontrarse con estos regalitos es un trago para lo que hay que tener muchas horas de plaza y tentadero. Decisión no les ha faltado. Pero por inexperiencia y falta de técnica han cobrado bien. Especialmente llamativo ha sido el desconocimiento de los rudimentos básicos de la suerte del volapié. Los tres, en alguno de sus toros, se ha quedado en la cara al entrar a matar, sin hacer la cruz. El asunto ha podido ser especialmente grave para Fancisco Pajares, aunque afortunadamente parece que ha sido sólo la paliza.
En el primero, que he visto por las pantallas interiores al llegar tarde, Pajares ha dado algún muletazo bueno, aunque no ha habido transmisión con el público. El cuarto era un toro peligroso y hacía un viento endemoniado. Hay quien le reprochaba no colocarse mejor y no bajar la mano y poder al toro. No sé si era posible tan pulcritud; lo que no tengo duda es que cuando no ha posibilidades no tiene mucho sentido seguirlo intentando a base de enganchones. El toro cayó sin puntilla y el se llevó un golpe infernal por quedarse en su cara y no salir de la suerte.
Juan Carlos Rey (¡tela el nombrecito!) ha dado pases con ambas manos a su primero, un toro menos claro que el primero pero que tal vez hubiera permitido hacerle un toreo de más profundidad. La estocada ha sido a matar o a morir: con todo el cuerpo por delante. El quinto fue un toro que no tuvo fijeza en ningún momento: más de diez minutos estuvo corriendo desde que salió sin rumbo fijo de capote en capote, de capote en caballo, de caballo en capote,... Empezó bien la faena con pases rodilla en tierra, pero intentando el toreo fundamental volvió a comprobarse la absoluta falta de obediencia del toro. Estocada que hace que el novillo ruede sin puntilla: menos mal que no hizo por él en el embroque, porque allí se quedó Juan Carlos.
Pablo Lechiga ha pasado y nos ha hecho pasar un buen susto en el tercero, que lo ha volteado de mala forma. Era un toro muy complicado, que se revolvía rápido y tras dos series con la derecha ha hecho por él y se lo ha ido pasando de pitón en pitón hasta empujarlo al suelo. Luego ha vuelto a la cara del toro y ha sacado algún pase estimable, pero no había quien nos quitara el mal rato del cuerpo. El sexto era un toro peligrosísimo que en vez humillar se quitaba la muleta a base de cornadas. Después de intentarlo unas pocas veces, ha decidido darle muerte sin mayores contemplaciones. La duda que nos queda es si hubiera sido posible hacerle a este novillo una faena de castigo. Como aquella que aún recordamos de Roberto Domínguez en esta plaza hará unos veinte años. ¿No les han puesto estos vídeos en la Escuela de Tauromaquia? ¿Se les han olvidado estos recursos?
Tarde a la contra para todos. También para los aficionados. ¡Vaya frío!
lunes, 25 de mayo de 2009
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