Yo les cuento. Si mis noticias no me fallan, esta mañana, en el patio de arrastre de Las Ventas, se ha descubierto un azulejo conmemorativo del premio concedido a la ganadería de Peñajara como la más brava y mejor presentada en la Feria de San Isidro de 2008.
A partir de las siete de la tarde, han salido por toriles seis toros de Peñajara, de la camada siguiente a la de los toros premiados. De los seis, tres han sido devueltos por manifiesta invalidez. Y de los otros tres se podían haber devuelto al menos otros dos aplicando los mismos criterios.
Y digo yo. Si los sementales y las vacas son los mismos, si la finca no ha variado, si el ganadero permanece,... ¿Qué hace que un año los toros salgan excepcionales y al año siguiente una auténtica basura?
Aquí hay algo que no nos cuentan. No sé si sobre la alimentación, si sobre la alimentación venosa en los corrales de la plaza, si sobre las condiciones de transporte,... Pero algo tiene que haber. La bravura no se evapora en un verano, la casta no desaparece en una cubrición, la fuerza y la codicia no mueren con el cambio de año.
El opaco mundo de los toros impide saber por qué hoy nos han engañado. Y quién lo ha hecho. Si el empresario ha querido pagar menos por los toros, si el mayoral ha elegido con peor tino, si el ganadero se ha empeñado en cambiar la alimentación,... Algo será. Ellos lo saben y no nos lo cuentan. Porque viven a costa de lo que pagamos en los abonos y las entradas. Y como las protestan son a voces, a destiempo y por seres inferiores, en vez de ser organizadas, serias, por gente responsable y cuando pueden hacer daño (por ejemplo, un plante frente a la Puerta Grande el día antes de presentarse los carteles, quedarse fuera de la plaza la primera corrida del ciclo, presentar cada uno de los abonados un escrito de protesta en el Centro de Asuntos Taurinos o cosas por el estilo), aquí no cambia nada.
Señores, reconozco que hoy me han podido. Ustedes han ganado. Me han tomado el pelo y con mi dinero. A pecho descubierto, sin taparse lo más mínimo, con exhibición de sus armas y bagajes para mayor humillación del que suscribe. Nos han robado la cartera, les hemos visto y nos hemos dejado hacer. Un aplauso por la gallardía. Y mi más absoluta repulsa por su despreciable catadura moral. Son unos sinvergüenzas. No porque las cosas salgan mal, sino porque nos ocultan maliciosamente todos los datos que nos permitirían saber quién es el responsable de lo que hoy ha ocurrido. Se tapan unos a otros. Se protegen como las más perniciosas bandas de maleantes. Pero con corbata y saludando a los políticos parecen gentes de bien. Como ellos.
Entretanto, mi reconocimiento a un torero como el Payo que ha conseguido en el último, después de casi tres horas de corrida, remontar la tarde, estar muy serio delante de un toro sin divisa y de ignota procedencia, enjaretarle alguna serie honda con la derecha y algunos pases de mucha calidad con la zurda. Ser capaz de dar una vuelta al ruedo después de lo que llevábamos no es pundonor, es un milagro. Como lo es tener la grandeza de competir en quites en el toro de tu confirmación y permitir que se le hagan hasta cuatro seguidos (¡olé por invitar a Abellán a que repitiera después de la réplica!).
Mi admiración por Abellán, que ha estado tremendamente dispuesto toda la tarde, pero que ha tenido que "torear" (con perdón) dos absolutos inválidos, frente a los cuales no ha podido siquiera justificarse.
Mi aplauso a Serafín Marín, al que no sé por qué algunos criticaban en el metro de vuelta a casa. A su primero ha conseguido sacar un par de series buenas hasta que el toro se ha apagado (y es cierto que ahí se ha embarullado algo, pero muy poco más había que hacer) y con el quinto, un toro flojísimo, era imposible hacer nada (bueno, malo o regular).
Y mis deseos de que esto haya sido sólo una pesadilla y que mañana los toros embistan, como si fueran bravos y Morante, Manzanares y Pinar nos den la tarde de toros que les hemos soñado.
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2 comentarios:
Una pregunta para los dos: ¿Tan mala está siendo esta temporada? Es que uno, que no entiende, cada vez que abre un periódico y lee la crónica de la corrida del día anterior (la leo por vuestra culpa, que lo sepáis) tiene la sensación de que todas las tardes han salido mal, por los toreros, por los toros o por el aguador.
¿Es así, maestros?
Pues algo así. Un poco de mala suerte, que seguro que remotamos, estamos teniendo.
Una suerte la de ir haciendo aficionados, aunque sea a la lectura de la crónica taurina.
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