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lunes, 4 de junio de 2007

Madrid (4 de junio de 2007) - Inimitable

Me comentaba esta mañana un compañero que se había borrado de Esplá. Que después de sus últimas actuaciones en Madrid y de cómo estuvo el sábado con los Victorinos, había perdido su favor. Traté de explicarle que Esplá era un torero necesario, al que hay que reivindicar como elemento de conexión con la historia de la Fiesta. Que nos hacía falta aunque sólo fuera para que los más jóvenes tomaran trozos de lo que hace y lo incorporaran en su nueva tauromaquia. La conversación tuvo que posponerse por las urgencias del trabajo, pero aprovecho ahora para seguir el discurso al hilo de su actuación de esta tarde.

En su primero, un toro soso, Esplá ha lidiado con eficacia (aunque el primer puyazo lo ha tomado el toro en el caballo que guarda la puerta), ha banderilleado con soltura y ha realizado una faena de muleta con pases variados que no han llegado a los tendidos por la insufrible condición de su oponente. Algunos lo han pitado. No sé si porque no ha tratado de dar cien o doscientos derechazos. Pero es que no se trataba de eso. El asunto consistía en preparar al toro dignamente para la muerte, con pases artísticos (hasta donde el toro lo permitía) y lo más variados posibles. Porque si había algo claro es que no era posible el lucimiento. ¿Qué hacer entonces, tratar de insistir en más de lo mismo o dar, al menos, apuntes de otra forma distinta de enfrentarse al toro?

Con el cuarto bis, un toro con mucha más movilidad, tanto el saludo de capa, como el galleo por chicuelinas para llevar el toro al caballo y el quite después del primer puyazo han sugerido la posibilidad de una lidia continuada. Sin parones. Un espectáculo de un tirón y un ritual que no admite altibajos. Ha continuado con las banderillas, en las que ha destacado sobre todo en los dos últimos pares, por los adentros. A partir de ahí ha hecho una faena con algunos pases notables con la derecha, algo menos lucido al natural y pases de remate tanto por alto como por bajo para colocar al toro, al que ha despachado con una estocada baja. Ha sido una faena corta y sin ninguna serie que se nos quede en el recuerdo. Pero sí recordaremos la lidia continuada y el saber estar de Esplá desde que sale el toro de chiqueros hasta que lo llevan al desolladero. Y no sólo eso. En los otros toros, como director de lidia ha tenido detalles como acompañar al caballo que debe ejecutar la suerte cada vez desde su salida al ruedo hasta que se han colocado.

En definitiva, Esplá es un torero muy conveniente para la Fiesta. No porque sea un ejemplo de cómo hacer las cosas (con muchos como él tal vez no iríamos a las plazas). Pero sí porque todos los toreros pueden sacar de él miles de detalles, del saber estar, de su colocación en la plaza, de un tipo de toreo con pases menos convencionales, con raices mucho más antiguas. Tal vez más apresurado y menos templado que el que estamos acostumbrados a ver. Pero eso también es necesario a veces y conocerlo y seguirlo practicando tiene mucho mérito.

Pero al margen de los anterior, la corrida ha vuelto a ser descastada, floja y sosa, a pesar de su etiqueta torista.

A Torres Jerez se le ha visto muy serio toda la tarde. Y ha demostrado una vez más la hondura y profundidad de su toreo, su enorme personalidad y disposición. Han sido sólo detalles, pero de gran intensidad, tanto con la muleta como con el capote. El saludo al segundo de la tarde ha sido magistral, con dos verónicas de escándalo. Ese toro se ha dado una tremenda voltereta, lo que le ha mermado aún más las fuerzas. El almeriense lo ha intentado y ha sacado algunos pases de mucha estética, pero nula transmisión (el toro parecía que estaba por allí de paseo). En el quinto, que tenía algo más de son, el problema ha estado en el viento, que se ha levantado con fuerza e impedía citar con franqueza y obligaba al torero a tratar sobre todo de no verse descubierto. Aun así ha sacado pases buenos y ha dejado nuevamente a los aficionados con la miel en los labios. ¡A ver si puede ser que vuelva con otros toros! ¡Y a ver si para entonces ha aprendido a matar!

Álvaro Justo ha pasado bastante desapercibido en sus dos toros. Ninguno ha sido especialmente bueno, pero tal vez le hubiera hecho falta algo más de decisión. Recuerdo aún lo bien que le vi en Vistalegre hace muy pocos años. Sabiendo torear como demostró (eso no se olvida) lo importante es que tenga oportunidades y que las aproveche con rotundidad y decisión.

Y la pregunta hoy es la tópica de días como este: ¿qué haremos mañana sin toros a las siete de la tarde?

PD. Hasta aquí San Isidro. El miércoles Beneficencia y de jueves a domingo carteles muy bien rematados (sobre todo el del jueves). Seguiremos por aquí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Así como el otro día, con la de Ponce, no estaba de acuerdo contigo, hoy firmaría todas y cada una de tus palabras sobre Esplá. Un señor torero que ha hecho de la lidia de su cuarto un catálogo de recursos, estética y entretenimiento. Vale que los pares de banderillas no han sido ajustados (menos el último, en y para el 7, por los adentros y reunido de narices), bien que con la muleta no es el tío más profundo del escalafón (pero qué bonita es ver una fanea corta y con sentido, preparando al toro para la muerte), pero qué lección de torería. Y, como dices, no sólo en sus toros. También me he fijado, como tú, en cómo acompañaba al caballo, hablando a veces con el picador de sus compañeros de cartel, en cómo se iba sin perder comba con los banderilleros, en cómo estaba dirigiendo la lidia. Como se tiene que estar. Hacía tiempo que no veía a Esplá como hoy y le echaba de menos. Bienvenido a casa.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Pedro.

Una fortuna coincidir. Sobre todo, por el deleite que suponen los detalles. Habrá quien diga que esto son manías de los aficionados de Las Ventas. Yo creo que esto es el tipo de rituales de la lidia, de vinculación con la historia de la Fiesta, que Madrid permite como ninguna otra plaza. Y somos muchos los que disfrutamos en estos momento en que viendo a un torero sentimos estar viendo el toreo de tantos años que por edad no pudimos contemplar.