Nuevamente la corrida de Victorino no salió buena. Los toros no dieron espectáculo en el caballo (aunque a algunos los colocaron en su sitio los toreros y los citaron bien los picadores) y en la muleta les faltó la casta y la nobleza que les hiciera embestir largo y humillado. Tampoco fueron las alimañas de otras veces. Se quedaron en un extraño escalón intermedio en el que desarrollaron sentido, tardaban en embestir y cuando lo hacían, iban con la cara a media altura y tirando gayafones. Obviamente, no todos fueron iguales, y el tercero hubiera podido propiciar el triunfo si se hubiera toreado con profundidad y temple.
Para mayor fatalidad, el viento estuvo presente en toda la corrida, lo que en ocasiones impedía una correcta colocación, un cite rotundo y una mínima seguridad en los espadas.
Esplá estuvo discreto y profesional. No tuvo una tarde grande, pero tampoco se vio desbordado en ningún momento por sus toros (y es que al cuarto, que le iba a dar problemas, lo despachó con inuditada rapidez). A ambos los banderilleó con pulcritud, aunque sin espectacularidad. Los recibió de capa en el cinco y los llevó con una lidia aseada al caballo. Con la muleta, en su primero dio series cortas con ambas manos, pero como el toro era tardo, pasaba sin ninguna gracia y la muleta flameaba continuamente con el viento no hubo posibilidad alguna de lucimiento. En el cuarto, un toro manso que no acudió al caballo a pesar de los reiterados cites de Anderson Murillo y que dio muchísimos cabezazos cuando lo citó con la muleta por ambos lados, lo macheteó y mató con rapidez cuando vio que no tenía grandes posibilidades.
El Cid, por su parte, tuvo una tarde redonda, aunque sin triunfo. La seguridad, técnica, clase, decisión y conocimiento que manifestó en ambos toros es toda una lección de tauromaquia. Esuvo, sencillamente, sensacional. Le tocaron dos toros muy difíciles, y en ambos demostró su capacidad lidiadora y sus recursos para sacar pases lucidos de enemigos a los que parece imposible hacerlos pasar. En el segundo de la tarde, empezó con series con la derecha en las que aguantó paradas y coladas del toro sin descomponerse ni un segundo. Toreó con extrema suavidad y con la mano muy baja a un toro complicado. Al echarse la muleta a la izquierda, se pudo comprobar lo complicado de ese pitón, por el que el toro reponía muy rápido y no paraba de andar. El Cid templó al toro con el cuerpo, andándole hacia atrás sin perderle la cara en ningún momento, hasta conseguir una distancia desde la que poder citar. Consiguió incluso sacar algún natural bueno, antes de echarse nuevamente la muleta a la derecha, dar la serie más rotunda y cerrar al toro con trincherillas magníficas. Sin embargo, la faena se quedó sin premio porque mató después de varios pinchazos.
En el quinto, se jugó literalmente la vida ante un toro aplaudido de salida por su presencia y abroncado al final por su malísimo juego. El Cid intentó sacarles pases y aguanto lo indecible ante un toro reservón y que no paraba de tirar gayafones. Consiguió, incluso, que no le enganchara la muleta. Pero como el toro no pasaba, era imposible hacer nada medianamente lucido. Eso sí, para compensar, a este toro lo mató bien.
Bolivar cuenta con el handicap de estar apoderado por el propio Victorino, lo que implica que muchos aficionados tiendan a pensar (¡ay, qué ruines!) que el de Galapagar (o su hijo) negocian a la vez la venta de los toros y la colocación en la feria de su pupilo. Nada que objetar si hubiera un poquito de transparencia y se supiera si es verdad o no. Y, sobre todo, si cuando el toro sale, se demostrara por qué este torero está en una de las corridas más esperadas de la Feria. Pero resultó, sin embargo, que le tocaron los dos mejores toros de la tarde (sobre todo el tercero) y no toreó bien. Sin duda, el viento también le molestó. Pero la sensación extendida es que en otras manos el partido que se le hubiera sacado a esos toros hubiera sido mayor. Y no es que no diera pases o estuviera inseguro, es que el tipo de toreo que hizo fue bastante insustancial, sin gracia y profundidad. Al tercero, lo citó de lejos y lo toreó a media distancia, pero es que también lo toreó casi siempre hacia fuera, lo cual impedía un reconocimiento mayor. En el sexto, el toro pasaba, pero sin transmisión y con la cabeza a media altura. El torero pareció contagiarse y sus pases tuvieron casi siempre estos mismos defectos.
Un par de preguntas,
1.- ¿Por qué el Cid miró al siete antes de salir a saludar después de pasaportar al quinto? ¿Y por qué trató de dar la vuelta al ruedo? ¿Tal vez porque vio a algunos de las últimas filas de este tendido indicándoselo? ¡Cómo no se dio cuenta que si trataba de hacerlo, como sucedió, iban a pitarle e impedir que lo hiciera!
2.- ¿Se podría saber lo que ha costado la corrida de Victorino? ¿Y si pidió o no que viniera Bolívar con sus toros? ¿Y si hubieran venido los toros si no hubiera venido Bolívar?
domingo, 3 de junio de 2007
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