Madrid, de vez en cuando, tiene cosas "originales". Hoy, hasta diez minutos antes de que acabara la corrida, la ovación más grande, con la plaza en pie, se la había llevado un monosabio. Algunos de los aficionados sedicentes defensores de la pureza incluso le habían aclamado al grito de "torero, torero,...". ¡Vivir para ver!
Es cierto que a esas alturas, el público era ya presa del sopor, porque lo único relevante había sido el recibo de Morante a su primero (aunque desarmado en la media final).
Los toros eran de variada procedencia entre remiendos de la corrida y sustitución del primero (después de un golpe en un burladero que le produjo un comportamiento descordinado, si no lo traía ya de casa). Pero todos tenían una mezcla similar de sosería, mansedumbre, falta de respuesta al cite, coladas varias y poca clase en las embestidas.
Y así, César Rincón se mostró tremendamente inseguro en sus dos toros. Cierto que era para estarlo, aunque tal vez pudiera haber tratado de resolver el asunto con algo más de oficio, que lo tiene con creces.
Morante también tropezó con dos animales sin posibilidades, aunque pareció intentarlo en ocasiones. Pero pronto abrevió con su solvencia habitual en estas lides. Era evidente que los toros no le gustaban y que no iba a hacer faena de ellos, pero desde luego los dominó con suficiencia, salvo con la espada.
César Jiménez hoy ha estado menos en Joselito que en las ocasiones anteriores. Con su primero empezó toreando de rodillas en el tercio algo acelerado y sin templar. Luego, el toro se rajó de forma manifiesta, y aunque Jiménez lo persiguió por las tablas, el toro no seguía los engaños de ningún modo.
En el sexto, cuando la deseperación era absoluta, el público se vino arriba en el primer puyazo. Cuando el toro topó con el caballo el picador salió despedido y cayó de pie en la arena, pero el toro seguía embistiendo y un monosabio contrapesaba el esfuerzo empujando al caballo en el lomo opuesto. Así lo hizo hasta que sacaron al toro del caballo, momento en el cual la plaza empezó a ovacionarlo, muchos se pusieron en pie y le hicieron quitarse la gorra y saludar. A mi juicio, su labor fue acertada. Y es bueno que Madrid sea capaza de fijarse en los detalles. Pero no sé si es conveniente que los gritos de "torero, torero" puedan aplicarse a circunstancias como esta. Ni siquiera como venganza.
Afortunadamente, después vimos toreo del bueno. Porque César Jiménez se fue al centro del ruedo y citó de rodillas, aguantando mucho la embestida y templando al toro. Luego, le dio distancia y dio dos series con la derecha muy verticales, con gusto y metiendo los riñones. Al llevarse la muleta a la izquierda el toro le desarmó y en los naturales siguientes hubo enganchones. Dio algún pase suelto, pero sin continuidad. Al volver a la derecha dio una serie magnífica, templadísima y con hondura. la faena la remató con pases de adorno por bajo y una estocada hasta la bola de ejecución perfecta y, tal vez, ligeramente desprendida. Todo lo cual le valió una oreja.
A destacar la magnífica actuación toda la tarde del tercero de la cuadrilla de César Jiménez (Jesús Arruga), atentísimo a la lidia, muy bien con el capote cuando tuvo que evitar que algún toro se fuera al caballo que guardaba la puerta, con las banderillas, el descabello,...
Nos fuimos, pues, después de haber visto torear. Y con la sensación de que habíamos estado a punto de volver quince años atrás, cuando el triunfador de la Feria era Florito.
En fin, que de algún modo habría que tratar de solucionar la selección de toros para Madrid porque es una pena que toreros con reconocida capacidad y ganas se estampen, como ayer y hoy, con estos animales con los que es imposible el lucimiento.
Aunque aún queda la esperanza de los toros artistas de juanpedro para el domingo...
La pregunta de hoy no tiene que ver con el festejo: ¿se puede ser tan ruín y corporativista como para mostrar como noticia impresionante que Manolo Molés haya recibido la Medalla al mérito de las Bellas Artes, indicando sólo más abajo y de pasada que también se la han dado a Ponce? Y, siendo como es de mucho mérito el periodismo taurino, ¿tiene sentido que se considere a sus autores merecedores de ese premio junto a los que sí son artistas de verdad y además se juegan la vida? Sobre todo, porque Molés sin duda ha hecho mucho por la difusión de la Fiesta, pero no parece que sea el mayor representante del arte en su género, ni literario, ni de elocuencia. No es, al menos en mi opinión, un artista de la palabra, que es su instrumento de trabajo, como sí lo han sido otros críticos taurinos a lo largo de la historia -Joaquín Vidal, sin ir más lejos, estuviese uno de acuerdo o no con su visión de la Fiesta-.
Enhorabuena en todo caso a ambos, por lo que esto representa a la Fiesta de los toros.
Y, sobre todo, enhorabuena a Ponce. No me sé la lista de los que tienen este reconocimiento, pero estoy casi seguro de que es el torero más joven que lo recibe. Y, además, estando en activo y en plenitud. En su caso, el reconocimiento es más que merecido. Y no sólo por las virtudes artísticas de su toreo, sino, sobre todo, como máximo representante de la tauromaquia más templada y elegante que se ha hecho nunca. Y como la máxima figura que más tiempo lo ha sido de forma continuada.
(Supongo que además de salir en el BOE darán una medalla de verdad. Sería curioso ver cómo queda en el traje de luces).
viernes, 8 de junio de 2007
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