La corrida televisada ayer domingo desde Mérida
por TVE en la que Talavante se enfrentó a seis toros de Zalduendo ha dado para
mucho. Desde la propia decisión de televisar esa corrida y no otra, el hecho de
que TVE sólo retransmita una corrida, que para ello el torero tenga que renunciar
a sus derechos de imagen, las alternativas para sustituir a Morante cuando se
constató que su recuperación no llegaba a tiempo, la decisión de que Talavante
se enfrentara a seis toros en solitario,… Todo ha dado lugar a un apasionado
debate entre aficionados que se fue incrementando en las redes sociales desde
que sonaros los clarines anunciando el comienzo del festejo.
Para entender la vehemencia de los argumentos de unos y otros creo que es imprescindible partir de un hecho: la retransmisión de ayer es un suceso excepcional (esto es, “que ocurre rara vez”, como indica la última de las definiciones del diccionario de la RAE). Y, por eso, cada aficionado pretendía que mostrara su particular visión de la tauromaquia. Aquellos más preocupados por la variedad de encastes renegaban de la ganadería; los que aprecian un toro fuerte y ofensivo, de la presencia de los animales y su aparente falta de peligro; los devotos de la lidia completa, de la ausencia casi total de la suerte de varas. Los aficionados rigurosos no entendían cómo podían premiarse algunas faenas, a la vez que los más optimistas y festivos agradecían un festejo triunfal para dar una visión alegre de la Fiesta. Mientras unos protestaban la falta de casta del toro indultado, otros alababan su embestida pausada. Algunos, en fin, querían que se evitara cualquier crítica al festejo y que todos los aficionados remáramos a favor de lo que se estaba proyectando como modo de difusión de la Tauromaquia y otros no cesaban de clamar que la verdad del toreo es la de un toro con más presencia y pujanza, que entra al menos dos o tres veces al caballo y que pone en dificultades al torero.
Obviamente, todo eso solo se explica como fruto
de un “estado de excepción” al que, injustamente se ha sometido al toreo por
parte de TVE. Por eso, a través de este festejo, cada uno quería ver “su”
Fiesta, la que él ama y aprecia y el modo en que pretende que se proyecte a la
sociedad.
Si nos abstraemos de lo anterior, habremos de
convenir que el de ayer fue un festejo realmente interesante para una plaza de
esta categoría. Que los toros estaban mejor presentados de lo habitual en
este tipo de plazas, que su comportamiento y la lidia que se les dio fue también
bastante mejor de lo que suele estilarse. Nada que ver, sin duda, con Madrid, o
con Bilbao, o con Sevilla,… Pero desde luego, mucho mejor que en otras plazas
similares.
Y debemos, sobre todo, destacar, que ayer se
vio a un torero extraordinario. Que toda España pudo ver una forma de torear
excelsa, sobre todo, con la muleta, en el tercero y en el cuarto y con el
capote al sexto. Un toreo hondo, profundo, asentado. Con una improvisación no
impostada y con toneladas de clasicismo. Se vio al mejor Talavante para deleite
de sus partidarios y para disfrute de los aficionados sin prejuicios.
Luego, se podrá criticar la retransmisión de
TVE, a la que, sin duda, puede exigirse un dinamismo y un lenguaje más actual,
y un empeño mayor porque los comentarios durante la corrida sean a la vez
críticos y didácticos. Puede recriminarse la sobreactuación de algunos, sólo
justificada por la presencia de las cámaras y la excepcionalidad a la que antes
aludíamos. Puede discutirse el hecho de que Talavante cantara mientras
finalizaba la faena a uno de sus toros, algo sobre lo que he leído opiniones
favorables y radicalmente contrarias de aficionados completamente rigurosos en
ambos casos. O el indulto, que yo particularmente no creo que procediera y cuya
petición desde el callejón me pareció forzada e improcedente, pero que tampoco
es demasiado llamativa en comparación con otros indultos que se han sucedido
esta temporada y la anterior.
En definitiva, que fuera de la excepcionalidad
que supone la retransmisión de un festejo por TVE, y de cómo ello condicionada
los comentarios de cada cual, lo cierto es que ayer vimos una gran tarde de
toros para una plaza como la Mérida, que, además, se empieza a recuperar de
este modo para tratar de volver a significar lo que hace años en las ferias de
Extremadura.
Ahora, lo que tocaría es empezar a trabajar
porque pudiera haber más festejos en abierto para toda España y que ello
sucediera con normalidad. Que ver toros en TVE no fuera algo excepcional, sino
habitual, coherente con la importancia social y económica que tiene el toreo en
nuestra sociedad en relación con otras manifestaciones culturales y artísticas.
Pero para ello, tendría que existir una “industria” taurina que de modo
profesional, organizado y constante, velara por la Tauromaquia y no por los
intereses gremiales de cada uno. Pero eso, es ya otro cantar y es parte de otra
historia…
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