El último día de la feria he ido a la Plaza andando, como el camino no es corto, pero tampoco largo -una horita y poco- podía hacerme la ilusión de que vivía en Sevilla, como el Alcalde o el Cardenal, por señalar dos personalidades de mi “categoría”.
Y no en este barrio mío que se llama de los Bermejales y que nada más sale en los medios para llenar las páginas de El Caso, con sus locas y sus mezquitas.
Con sus casas rojas de ladrillo, tranquilas y dulces, bien pudiera llamarse Vermeer-Haals y es que yo le veo parecido al Greenwich Village de NY, o al menos es la ilusión que nos hacemos los de mi “categoría”.
Héteme aquí andando por los desmontes, escombreras y veredas del Guadaíra, por la Palmera que corrían los toros desde La Venta de Antequera, y así, más parecía el Antoñito del clan de los Camborios que el Holandés Errante con consulado en la Calle Francos, sólo me faltaba la varita.
Antonio Torres Heredia
Hijo y nieto de Camborios
Con una vara de mimbre
Va a Sevilla a ver los toros.
En mi barrio viven muchos egipcianos que dan a sus casas un aire de Harlem muy logrado, pero vamos a los toros.
Digo que vamos a los toros andando porque como es Feria no hay donde dejar el coche y como es domingo no es esperable que venga ningún autobús sino muy de hora en hora, aunque para lo que duró la Corrida hubiera dado tiempo de ir y volver tres veces.
Antes de la Feria había anunciada una huelga de Tussam, que se desconvocó como pasa casi siempre el día anterior, de haber habido huelga, yo hubiera tenido que hacer este paseo muchas más veces o coger un taxi como el maestro Curro. (“Viá cogé un taxi”).
Aunque ha sido gracias a estos paseos que me he quitado casi 15 Kilos de encima este invierno y ahora estoy tan juncal que podría tomar la alternativa.
-Mire que para eso debe usted tener más peso donde sabe.
¡Es verdad! Y los huevos según se sabe suben el colesterol, así que la salud servida por la comida, dejemos lo de debutar con caballos para otro año que ya parece amigo Sancho que se columbra el Castillo de los Maestrantes.
Última parada: hoy se corren toros de Miura.
Cuando salen estos animales a la Plaza el portón de toriles parece la puerta del Garaje de los Tussam, empieza a salir el autobús y ha pasado media hora y sigue saliendo toro y más toro y venga toro, de la punta del pitón a la penca del rabo.
Son más bonitos que los autobuses y más variados de capa, pero pesan casi lo mismo y embisten poco más o menos.
Los Miura, con su halo de leyenda, siempre propician imágenes de época, esto que solemos decir “estampas de la Lidia”, pero que cuando uno ve cabezas de toros del siglo XIX comprende que tampoco eran para tanto, esas revistas tenían que vender y creo que le daban photoshop al grabado para que el animalote saliera desproporcionado y el torero valiente.
El caso es que los Miuras de Tussam, largos como un trailer, eran muy desproporcionados, y así no hay forma.
Pareciera que hemos venido al Zoo; como dice Lorenzo: que den la vuelta al ruedo, los aplaudimos y que luego salgan ¿los Domecq…?
-Mejor una de gambas, que de “jabón” estamos empachados.
El Fundi brindó al público su primero, el animal metía la cara y lo cuajó en el capote a la verónica, Padilla le hizo un quite vistoso por chicuelinas y parecía que extrañamente el autobús prometía, con sus 640 Kg, un buen viaje que no fue tal. En la muleta los pases le salieron de mérito y serios, sueltos, como si estuviésemos en otro tiempo que no vimos nuca, quizá así toreaba el Espartero, al que se llevó un Miura por delante en la Plaza antigua de Madrid, y así fueron saliendo sueltos los pases que entonces se registraban y contaban:
-Hoy hemos visto 3 naturales y 2 de pecho.
El caso es que el animal no se dejaba matar y el Fundi lo pasó muy mal, el toro se quedaba absolutamente parado, quieto, y cuando se llegaba al toro con el estoque ¡zas! te daba un arreón de sacarte las entrañas..
Debe de ser que al acabarse la Feria, los Tussam vuelven a la negociación o a la huelga y se entiende que empiecen a pararse.
-O que se muevan menos que un autobús del barrio de Vermer-Haals.
En este toro estuvieron muy bien en banderillas Fundi y Padilla, sin los alardes del Fandi.
(Fundi-Fandi o Fandi-Fundi pudiera ser un cacharrito de la calle del Infierno).
El segundo del Fundi fue un sobrero del Conde de la Maza al que no banderilleó siquiera porque tenía un peligro pregonao… Uno de los toros con más peligro de la Feria ¡para que no lo banderillee el Fundi!
Padilla luce en estas corridas: no se lía el capote, trae la montera de Paquiro que otros dicen del Micky Mouse, acompaña al caballo a la salida, detalles de época que gustan, pero que no terminan de ser naturales (como la moda bohemia de Morante en la calle, pero al revés).
Lo del cambio del primer toro fue un esperpento, el Tussam se quedó fosilizado en la Plaza, sin ninguna gana de volver a los corrales y vimos de todo: cabestreros toreadores, capotazos sueltos, el toro contra un puntillero y luego contra dos, los cabestros y el toro todos contra Padilla.
Un auténtico pique de Tussam.
Y cabestros por decir algo, parecían cerditos que buscasen trufas, nada interesados en la huelga del Miura, puros esquiroles. Cuando hubo que cambiar el toro debutaron dos ejemplares en la manada, de más brío, pero igual de ineficaces.
Padilla lo estoqueó sin picar, no tenía porqué y tuvo mérito – me figuro que a la Guardia Civil (con eso de ser del clan de los Camborio no se me viene a la mente otra autoridad) respiraría por no tener que fusilarlo allí mismo, delante de todos, que siempre es desagradable, sobre todo si no se acierta y la bala sale errada hacia el palco.
Con la cercana vuelta al ruedo de la Policía Nacional, una de las pocas que ha habido en la Feria, lo mismo ovacionábamos a los picoletos, hubiera tenido un aire patético e internacional de mucho fuste almodovariano.
El que salió en su lugar pesaba 680 Kg y era un cárdeno brutal, toda la plaza era toro, en el tercio de varas menos mal que un quite providencial apartó el embroque inesperado de caballo y picador o hubiera acabado el equino en la Capilla del Carmen.
Otro toro quieto, otro autobús gripado en la muleta. Padilla lo toreó a media altura y algo al natural, pero poco más. Su segundo fue un marmolillo al que le plaza agradeció que pasaportase rápido porque la corrida era ya soporífera y casi iban a fundirse los toros con los fuegos artificiales.
Eso sí, lo banderilleó bien pero ¿No hay un punto de maldad por parte de la banda en tocar “Manolete” mientras se banderillea un Miura?
Por cierto ya que hablamos de fuegos artificiales, si no banderillas negras, si que hubiesen venido bien banderillas explosivas, para animar al público y no a los toros, que pasaban de todo.
Junto a nosotros estaba el ganadero al que vimos santiguarse hacia el sexto toro, por si salía la fiera que salvara la tarde con la gloria de Valverde, pero no hubo nada y hoy habrá salido un poco más agnóstico de la Plaza, otro toro soso, parado y con peligro.
A su primero, Valverde, muy valiente, le sacó muletazos estimables que le permitirán volver a anunciarse, pero no subirá su caché, ha entrado en el círculo virtuosos de los Miura y los etc., y le quedará convertirse en jornalero de esto, lo que es bien triste. No sabemos porqué sonó la banda –para despertarnos quizá- en su primero y cómo pudo un solo natural valer tanto aunque fuera bueno, porque la estocada fue un bajonazo, que no se vio, pero que yo sí vi, que dio espectacularidad al desplome del Diplodocus, pero poco más. A lo mejor se trataba de que el total de orejas en la feria sumase par o algún otro sudoko que se me escapa.
Volví a casa en Autobús, ya hablaremos otro día de los Juampedro de los taxis, sin más incidentes, pero he tardado en hacer la crónica porque, finiquitada la feria, empezaban las negociaciones.
No les digo con quién.
miércoles, 16 de abril de 2008
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1 comentario:
Sigo sin entender de toros... y lo peor es que ya casi tampoco de vacas.
Da igual, que sepáis que me gusta venir de vez en cuando, aunque no me entere.
fdo: ilegible
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