Bueno, pues ustedes imaginarán que cuando digo que no pisaré la Feria me refiero a que no la pisaré mucho... El martes estuve de gañote, sumergido e invitado, pero ¡qué día hacía hoy en el Real! ¡Qué luces las del paseo de caballos! ¡Las amazonas y los hombres cual centauros! ¡Los landós, los tiros, los uniformes de cochero antiguo! Ese encuentro de lo rural y de lo urbano en la efímera ciudad de las casetas.
Es un espejismo, con el podemos ser felices no más de tres horas justas, las que he pasado feliz con mi familia, ellas vestidas de gitana, yo con chaqueta y camisa blanca sin corbata, dentro de la ortodoxia sevillana, que hay que respetar para tomarse a chufla...
Y, sin que sirva de precedente, hasta hemos comido bien, en una caseta de reconocido acceso popular.
Y mi niña luego en los cacharritos, feliz y azul en su traje de flamenca, con los ojos poblados de carruseles y luces y sonidos.
De la Feria me he ido a ver los toros, hoy “actuaban” Manuel Díaz, un tal Rivera Ordóñez y David Fandila, “El Fandi”.
Han toreado mayormente en los tercios del sol, que hoy parecían Benidorm o Torre del Mar, y me parece bien.
Es una vez al año, y llenan.
Disculpen que no haya tomado más notas, me dejé el bolígrafo en la caseta, hoy era un día para bajar la manzanilla mirando al sol y a los tendidos.
El Fandi estuvo bullidor en banderillas.
Los toros, mejor.
El año que viene tampoco pisaré la Feria.
domingo, 13 de abril de 2008
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1 comentario:
Sencillamente genial, José María.
Una forma magistral de trasladar al papel los silencios de la Maestranza.
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