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viernes, 4 de abril de 2008

Victorino

Ayer ¡ay! libraba, la ocasión lo merecía, así y todo pasé por la Plaza a eso de las cuatro de la tarde, cuando el sol cae a plomo y la hace radiar de esplendor: había una pulsión especial, seis corazones de toros bravos latían como un único motor en las cavernas del miedo, el eco se sentía, no tuve tiempo de dejarlo aquí y por escrito, me alegro mucho de que la emoción haya vuelto, porque hacía falta: esta tarde, más.

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