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martes, 22 de abril de 2008

Barcelona (19 de abril de 2008) - Otro estilo de ver los toros

Entre telefónica, los routers, los servicios técnicos y otras mandangas varias no sé cuándo voy a poder volver a tener internet en mi casa. Entre tanto (espero que no sea mucho tiempo) será difícil y poco metódica mi intervención.

Y todo pese a lo mucho que hay que contar: las cuatro tardes en Sevilla, el extraordinario momento de Perera, el gusto de Manzanares, las ganas de Morante, la visita a los toros del Marqués en el campo, la magnífica pintura de Laure,...

Y el fin de semana en Barcelona. El viaje en AVE da más seguridad en los horarios, pero (sobre todo si hay paradas) es más lento que el avión. Aún así, es mucho más cómodo y la atención más eficiente. Si hubiera más frecuencia y la vuelta desde Barcelona pudiera hacerse más tarde uno podría evitarse hasta las carreras de última hora.

La tarde del sábado demostró varias cosas. Lo primero, que el ambiente taurino barcelonés es de lo más original. Con una mezcla de modernidad, internacionalismo y falta de complejos que no es fácil encontrar en otras plazas. El bar taurino más cercano, por ejemplo, (Bar Bretón) está regentado por unos simpáticos chinos. Y las tertulias que se forman en la calle no tienen nada que envidiar a las de otros cosos. Dentro, uno puede encontrarse a una pareja con rastas, a elegantes franceses explicando con precisión en la lengua de Moliere distintos lances de la lidia, inglesas con chanclas de pronunciado tacón,... o a una pareja de recién casados que, con el uniforme de la ceremonia, han acudido a la plaza para continuar con su particular celebración.

Ya durante el festejo uno comprueba que allí no rige la prohibición de acceder o abandonar la localidad en el transcurso de la lidia. El movimiento es continuo y no siempre respetuoso con lo que ocurre en el ruedo. Pero permite contemplar a las aficionadas que, sin duda, tienen mejores hechuras que las pocas antitaurinas de la puerta (casta y comportamiento no pudimos comparar... por ahora).

La gente, pese a todo, demuestra criterio y ganas de disfrutar.

La tarde no fue brillante. En parte por el juego de los toros (sosos y descastados) y en parte por la tauromaquia y estado de ánimo de los intervinientes. Pero vayamos por partes.

El Cid recibió bien a su primero con la capa. Quitó el Fandi por chicuelinas poco ajustadas y rematando arriba los lances. Con la muleta, el de Salteras dio algún pase estimable con la derecha, pero en general toreó despegado y sufrió un desarme en una faena donde lo más destacable fue la estocada hasta la bola, aunque ligeramente tendida.

Con el cuarto, sin embargo, desplegó su repertorio de toreo templado y gustándose al natural, con una serie buena también con la mano derecha. El toro se arrancaba desde lejos y echamos de menos algo más de ajuste. No vamos a descubrir la mano izquierda de El Cid, pero el sábado en Barcelona tiró de manual y no arriesgó todo lo que nos hubiera gustado. Aún así, fue el mejor toreo de la tarde y probablemente la mejor faena artísticamente de las doce que vimos en el fin de semana.

El Fandi destacó por su facilidad y espectacularidad en banderillas, pero poco más. El segundo de la tarde era un toro complicado al que aguantó y lo intentó, pero sin muchos argumentos. En el quinto dio varias tandas apresuradas y lo macheteó con brevedad en lo que pareció más un gesto de impotencia que otra cosa. El toro no sería de carril pero no era una alimaña y hubiera merecido un intento de faena que no llegó.

Y Talavante está sin sitio. Lo he visto en Olivenza, en Sevilla dos tardes y en Barcelona y está completamente desdibujado, sin ánimo, con una espesura mental que debería tratar de aclarar con la gente de su entorno (o de fuera de él, que nunca se sabe...). El tercero fue un toro muy parado al que le aguantó mucho y le hizo una faena encimista de valor y emoción, pero sin gotas artísticas que justificaran el arrimón. Con la espada un auténtico desastre. El sexto lo brindó al público (él sabrá por qué), pero sólo dio pases sin sustancia en un toreo hacia fuera con enganchones y desarmes, rematando la faena con varios pinchazos, una estocada entera y diversos descabellos.

Hay tardes en las que hemos visto menos. Pero no fue tampoco una tarde gloriosa. Aunque la justificación para el viaje no era sólo el festejo del sábado...

1 comentario:

José María JURADO dijo...

Eso, eso, que falta la crónica nocturna...