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martes, 19 de abril de 2011

Brihuega (10 de abril de 2011) - A pasarlo bien

La gente va a Brihuega a pasarlo bien. Y a poco que los toros ayuden, que embistan, se consigue. Aún cuando falte algo de fuerza y de emoción.

Eso pasó el Domingo de Pasión. Cuando en Sevilla se pregona la Semana Santa y se recorre la ciudad en besamanos.

Brihuega volvió a llenarse de gente que, en un día de climatología excelente, pasó un auténtico día de fiesta. Muchos de ellos habían reservado para comer en Brihuega o en pueblos de alrededor y, luego de disfrutar de la gastronomía, degustaron la gracia de Morante y el mágico momento de Manzanares.

Con el primero de Morante, un toro muy complicado, no pasó nada. Pero con el cuarto dio todo un recital de toreo garboso, hondo, variado y pleno. Recibió con verónicas lentísimas y llevó al toro al caballo con un galleo tremendamente original rematando por alto cada lance. El toreo de muleta, variado con ambas manos, siempre apoyado en los riñones y con muchísimo gusto, dejó momentos auténticamente memorables. Estocada, dos orejas y excesiva vuelta al ruedo a un toro noble, pero flojo.

Manzanares estuvo sensacional con su primero, al que instrumentó unas chicuelinas de mano baja que recordaron mucho a las de su padre. Luego, con la muleta, toreó con mucho gusto, pero obligando poco al toro, muy justo de fuerzas y de casta. Finalizó la faena con circulares inversos y otroas alardes para la galería. Mató de media, después de un pinchazo y le premiaron con una oreja. Con el quinto demostró interés, técnica y disposición, pero el toro era bastante bruto y el viento molestó mucho. La estocada hizo guardia y se quedó sin el premio que le hubiera permitido salir por la Puerta Grande.

La gente estaba con Cayetano, pero éste no tuvo su tarde. Se le notó algo falto de sitio, sin garra, sin conectar para nada con los tendidos. Los toros no ayudaron, pero tampoco fue su mejor tarde. Tiene que dar un paso más para ponerse a punto en una temporada que va a ser muy dura.

Para un aficionado que analice la corrida con ojos críticos, que valore en detalle el juego de los toros, su presentación, la disposición de los toreros, la pureza de los cites, el ajuste en los muletazos,... podrá poner todas las pegas que quiera. Pero el comentario generalizado de la gente al final de la tarde es que habían tenido un día extraordinario.

Probablemente hay que tratar de volver a ir a los toros con ojos limpios, como si fuera la primera vez. Y descubrir la sorpresa de cuanto sucede. Como todos los que salían encantados del coso.

Aunque tampoco estaría de más que los toros salieran con un punto más de casta y de fuerza. Para que la gracia de Morante, la rotundidad de Manzanares, convirtieran el día genial en uno inolvidable.

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