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jueves, 17 de mayo de 2007

Madrid (17 de mayo de 2007) - Supervivencia

No es fácil que la afición sobreviva después de una tarde de esta.

Uno se plantea si hacerse aficionado al boxeo, a la ornitología, a literatura hindú del siglo XIII (si es que la hubiera) o a la reproducción a escala 1:100 de monumentos españoles con cerillas de cocina. Casi cualquier cosa menos la tauromaquia.

¡Vaya tarde! Me ha recordado mucho a esas corridas plúmbeas de los ochenta y los noventa, en las que dar con una buena faena era casi tan complicado como hacerse a un precio razonable con una entrada que no fuera de andanada.

Tres toros tres, se han devuelto en el curso de la lidia. Uno de ellos, con un par de banderillas en el lomo de recuerdo (aunque para el futuro que le esperaba al pobre animal, me temo que tampoco sea cuestión de mayor interés).

Menos mal que Florito tiene una eficacia digna de menor causa. Aún así, han sido dos horas y cincuenta minutos de corrida. Con un mayoral al uso, aquello hubiera durado por lo menos una horita más.

Lo bueno que tienen estas tardes es que uno intima con los vecinos de localidad, puede conocer su historia, recordar grandes faenas vistas otros años o hablar del tiempo y de la familia. Si además hay alguno no habitual tiene más cosas novedosas que contar y así se va echando la tarde. Incluso puede ser un sistema para practicar idiomas; el matrimonio americano que tenía hoy a mi espalda tenía un acento fácil de entender y preguntaban bastante, con lo cual la práctica del idioma de Shakespeare no se hacía violenta. Los franceses de la fila de delante eran más comedidos y conocían más los resortes de la lidia, con lo cual ha habido menos posibilidad de profundizar en la lengua de Castella (¡llega mañana!).

Lo que resulta absolutamente imposible es seguir la corrida como el espectáculo total que es. Uno, como espectador, pierde la más mínima concentración. Pero es que los intervinientes bastante hacen con ser capaces de seguir enfrente de los toros y no mandarlo todo a paseo.

En la parte artística, Ferrera ha banderilleado con riesgo y espectacularidad a sus dos toros. A su primero, el par al quiebro junto a las tablas ha sido sencillamente magistral (y a punto ha estado de resultar cogido). En el segundo, ha habido dos pares de espaldas (creo que alguno lo llaman el par del retrovisor, pero aún no consigo que me salga este nombre a la primera), de los cuales el primero ha resultado de lo más emocionante. Con la muleta, en el primero ha habido algún pase suelto, pero sobre todo muchos enganchones; ha puesto todo de su parte en el cuarto, con absoluta exposición y riesgo, pero el toro se ha rajado y no ha habido mucho más que hacer. En este último, se ha llevado una ovación generalizada y ha saludado desde más allá del tercio a pesar de la oposición de algunos. Con la espada ha estado especialmente desacertado en el primero y en el cuarto ha conseguido un espadazo al tercer intento (progresión importante en tan poco tiempo).

Serafín Marín ha pasado sin pena ni gloria en el primero de su lote. En el quinto bis ha brindado al público y ha conseguido alguna buena serie de redondos, pero al tratar de torear al natural el toro ha demostrado que era imposible cualquier lucimiento por ese pitón; al volver a coger la mano derecha se ha visto que el toro se había rajado y a pesar de los intentos del catalán, no ha habido más faena.

Salvador Cortés ha dado una tanda de naturales muy buena en el centro del ruedo, dentro de una faena, la de su primero, en la que ha extraido otros pases buenos que no han destacado porque ha resultado enganchado en la mayoría. En el último de la tarde (noveno que había salido de toriles) ha puesto mucha voluntad en una faena larga, cuando era imposible tener respuesta del público salvo que se hubiera producido algo verdaderamente excepcional, que por desgracia no ocurrió.

No he visto nada de toreo de capa que merezca reseñarse y en las cuadrillas ha destacado Curro Robles, que ha puesto dos pares de banderillas magníficos al tercero bis de la tarde.

Hoy, sólo una pregunta: si cuando por no haber pasado el reconocimiento al menos tres toros de la ganadería anunciada se añaden reses de otros hierros hay derecho a la devolución de la entrada, ¿no debería suceder lo mismo cuando devuelven tres toros durante la lidia? Ya sé que el espectáculo se está presenciando, pero como alguien no pague de su bolsillo de una vez estas situaciones, no será fácil que se evite.

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