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sábado, 18 de abril de 2009

Círculos concéntricos

Toros de Pereda-Dehesilla
Curro Díaz
Miguel Abellán
César Girón


No me gusta el pase circular porque me parece, en general, forzado y a contraestilo, alejado del toreo puro, más cerca de la exhibición ojedista y de un concepto del temple que excluye el pellizco.

Pero cuando surge con la gracia espontaneidad y ángel con que lo ha interpretado Miguel Abellán, tan de repente, volviendo loca a la plaza, se convierte en un círculo mágico, en un reloj de sol parado y lluvia, por la que caía.

El circular total.

Venía a la Plaza pensando en lo duro que es ser un aficionado “cabal”: hay que soportar atascos, lluvia o sol, incómodos asientos, tardes de apatía, organizar la vida familiar y laboral con una disponibilidad vespertina limitada, estirar el tiempo, escapar psicológicamente de las obligaciones, etc. Vamos, que tenemos un buen jornal durante una quincena larga y nos deberían pagar por adornar la plaza. Y eso que sólo es la segunda tarde...

Los clásicos síntomas de agotamiento que un solo circular pueden borrar y que de hecho han borrado.

Las tardes de toros alegres nos dan una felicidad narcótica.

No quedó la cosa en el circular de Abellán.

El grandioso artista que es Curro Díaz se echó a su segundo toro a la muleta en unas series con la mano bajísima en la que el tiempo se detuvo, muy pronto apareció otro círculo áureo templado con exquisita torería que hizo estallar a la banda.

El circular absoluto.

Luego siguió ese toreo gitano hasta que el toro le dio un susto mortal lanzándolo al aire y cayendo muy “malamente”, pese a que pinchó y mató de bajonazo cayó la primera oreja de la feria porque hubo cante grande y “duende”. El arte no tiene precio ni sabe de pinchazos. Hay que premiar siempre lo extraordinario.

La primera de la feria también pudo haber sido para Abellán que dio una vuelta (círculo) al ruedo, por fallar con el descabello, y así, entre dos círculos de oro salimos radiantes de una tarde tan fría y gris en su planteamiento primero.

PS:
Los toros pelearon poco en el caballo, pero fueron buenos en las otras suertes, salvo el primero y el quinto. A César Girón le correspondió un toro, el tercero, con gran transmisión al que sacó algún buen derechazo, pero que descubrió su escasa preparación, porque no torea, pero su mucha voluntad ratificada en el sexto.

A Curro Díaz siempre lo he visto bien pero hoy, y no lo esperaba, Abellán me ha convencido con un toreo serio, profundo y artístico.

Al vuelo: "¿Quillo, sabes cuáles son las suertes más importantes en el toreo? Yo te lo voy a decir: la suerte de varas y la suerte de encontrarte una entrada gratis para el mano a mano de los victorinos."

1 comentario:

L.C. dijo...

Ya te lo avisé, que el asunto va mejorando.

Y lo de la entrada para el 23 ya me contarás. Que parece cosa de los duendes...