JT ha callado con su reaparición en Las Ventas muchas bocas. A partir de ahora, quien quiera que siga criticando que sólo torea al toro terciado, que no tiene un toreo de mando, que sólo se pega arrimones, que siempre le enganchan,…
Pues no señores. Lo de ayer, en sus dos toros, fue una demostración completa de toreo grande, fundamental. ¿Que en su primero la segunda oreja fue excesiva? Tal vez. Sobre todo, si comparamos con lo que luego sucedió en el segundo. Porque a ver cuáles son entonces los trofeos. Pero lo cierto es que desde que se abrió de capa en el quite por gaoneras al segundo de la tarde (el primero de Javier Conde) hasta la estocada al quinto, todo lo que hizo demostró torería, personalidad, pureza y entrega. Una liturgia especial. Un modo único de andar en la plaza. ¿Sugestión colectiva? Sin duda. Pero refrendado por el saber hacer de un torero que, nos guste o no, es distinto a los demás. En todo.
No perdonó ni un quite, recibió directamente con el capote a sus dos toros sin que lo hubiera tocado antes ningún subalterno y sin dejarles siquiera que llegaran primero al burladero del nueve y de allí al del 7 y luego al del dos… como es costumbre. Toreó variado de capote: gaoneras en el quite al segundo, verónicas de recibo al tercero, chicuelinas en el quite a ese toro,… Lo mejor, las largas, templadas y lentísimas verónicas del quite al quinto.
Con la muleta, en el tercero, comenzó con un par de pases de tanteo en el tercio y se llevó inmediatamente al toro al centro del ruedo para empezar a torear de forma poderosa, ajustada, con verdad y sin fingimientos. Faena imperfecta, con algunos enganchones y altibajos, irremediables con un toro que tiene un punto violento y que no repite con facilidad. Pero el toro va entrando en la muleta a base de técnica, temple, toreo siempre por abajo, muleta en el hocico. Dos tandas de derechazos y otras dos de naturales soberbias, con un toreo de mano baja, lento, muletazos largísimos, rematando siempre atrás. Toreo ligado y adornos insuperables (trincherillas, cambio de mano, pase de la firma, de pecho,…).
La estocada fue casi una inmolación. El único momento de sinrazón de toda la tarde, porque se echó encima del toro y no salió de la suerte, sino que se topó con la testuz del toro. Una cosa, sin duda, en querer matar al toro arriba a toda costa y otra es atropellar la razón. En el volapié al toro hay que perderle la cara un segundo para dejarle irse (el toro) y salir de la suerte (el torero). No se puede (o no se debe, al menos) dar uno cabezazos contra el toro, que además de pitones tiene más fuerza.
Y lo del quinto con la muleta fue, sencillamente, sublime. Algunos profetas del pesimismo auguraron que después del “regalito” de la segunda oreja en el tercero, al quinto no iba a querer ni verlo. Y fue exactamente todo lo contrario. La faena a este toro ha sido probablemente la más completa que ha hecho en esta plaza y la mejor desde su reaparación. Nada que ver este toreo con el de su primera salida a hombros en aquella tarde magistral de hace nueve o diez años. Ahora, su toreo es mucho más pausado, austero, importante. No da ni un pase sin sentido. Trata de buscar la esencia en cada cosa que hace.
El comienzo de faena ha sido impresionante: cuatro estatuarios sin moverse del sitio, con un toro al que se había picado poco y se venía de largo con fuerza demostrando un poderío único. El cambio de mano con el que cerró, también de tono mayor.
Luego, las series de toreo en redondo a este quinto fueron inmensas. Por el número de pases de cada una (siete, ocho, nueve,…), algo único. Por cómo no perdía hondura en ninguno de ellos a pesar de los parones. Por el tremendo poder con el que llevaba al toro (llegó a templar una serie largísima de derechazos templados y por bajo a pesar de que hacía viento y no dejó de moverle la muleta en toda la tanda, algo así como si templara y mandara sólo con el estaquillador). Ligar siete u ocho naturales bajando la mano, con poder y arte, temple y gracia y sin que le toque ni una sola vez no es sólo buen toreo. Es una forma distinta de hablar con las musas y de convocarlas para que ericen los vellos del sentimiento de veinticuatro mil almas. Esta es la sugestión de JT. ¡Bendita sugestión!
La estocada, casi perfecta. Entera y ligerísimamente caida, pero perfectamente ejecutada al encuentro y de mucho mérito, porque tuvo sólo ese defecto a pesar de que el toro se le vino pronto.
De las tardes que hemos visto a José Tomás desde el pasado 17 de junio de 2007 (Barcelona, Algeciras, Ávila, El Puerto de Santa María, Barcelona y Madrid) la de hoy ha sido sin duda la más importante. Y por las referencias que tenemos de las que no hemos estado, también parece que esta ha superado a todas las anteriores. Hoy no ha habido arrimones ni manoletinas (que tampoco hubieran sobrado). Sólo toreo fundamental, que es todo el toreo hecho con verdad, poder, arte, hondura y sentimiento.
Daniel Luque confirmó alternativa en una faena en la que demostró más disposición que técnica. Lo intentó por ambos pitones, pero sólo sacó algún pase aislado de calidad. En el sexto, un toro muy parado, tiró de pundonor y se metió entre los pitones, sacando los pases de uno en uno. Un arrimón para justificarse. Pero es que es realmente difícil justificar casi nada después de la faena al quinto…
Y Javier Conde como era previsible. En su primero, nada o casi nada. Y en el cuarto, trató de hacer ver que estaba haciendo algo, pero sólo él sentía que aquello tenía algún sentido. El toro iba y tenía calidad, pero había que apostar, ponerse, aguantar un poquito… Vamos, lo que viene siendo torear.
Tarde, en fin, de un torero. De una forma de entender la tauromaquia fuera de todas las convenciones. Lo de hoy de JT no es una forma de ganarse de la vida, es un modo de darle sentido a la suya y a la de quienes vamos a verle. Esto es el arte y la liturgia. El toreo.
Y la sugestión. De toda una plaza. De toda una vida.
(PD prosaica. Ahora que nos explique el empresario por cuántos duros de más o de menos no quería traerlo. Hay que ser ruines…)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Os leo desde Francia con interés por su visión muy diferente del resto de la blogosfera taurina.
André
Muchísimas gracias, André. Es realmente una alegría que esto, que empezó como un divertimento de un par de amigos para contarnos los toros que veíamos cada uno, sirva para que otros aficionados disfruten también.
La nuestra es la visión de dos simples aficionados que entendemos el toreo como parte de la cultura (más que de la fiesta) y que tratamos de reconocer la verdad de todos los que se ponen delante de un toro.
Por cierto, que aunque les pese a algunos, desde España tenemos mucho que aprender de lo que suponen los toros en Francia. Hace poco estuve en Nimes y es increible ver la importancia cultural que se les da. Es el camino que dignifica aún más esto.
Publicar un comentario