Después de la genial faena al cuarto de la tarde, Morante seguía con ganas de torear. Y en su turno de quites al último de la tarde le enjaretó unas chicuelinas de mano baja sensacionales. El público, entonces, ya estaba con él y la plaza vibró como sólo lo sabe hacer Las Ventas con el toreo de arte y sentimiento. Como era su toro, como confirmaba alternativa y como tiene un pundonor torero a prueba de bombas (¡Este quiere ser torero!, gritaban en los tendidos), Cayetano citó al toro con el capote a una mano, ejecutó un lance único llevándose las telas a la espalda y ligando con una gaonera. El toro le desarmó. Pero el público estaba ya sobrepasado por lo que acababa de ver. Si aquel quite lo termina, la plaza hubiera rugido como sólo la he escuchado diez o doce veces en los veinte años que llevo viniendo. Obviamente, Cayetano volvió a la cara del toro, quitó bien por gaoneras y se llevó una gran ovación. Pero el sabor torero, la emoción y la genialidad fueron los de aquellos dos lances.
Cayetano ha estado esta tarde soberbio. En el de su confirmación se la notado seguro, tranquilo, reposado,… Ha dado sitio al toro y ha comenzado la faena muy bien, con pases de adorno con enjundia y un cambio de mano sublime. Ha mostrado cómo el toro venía y le ha enganchado bien en las primeras series, bajando luego la intensidad de la faena, sobre todo al natural (con uno, no obstante, de cartel de feria de primera). El toro tenía bondad pero era algo violento. Y ha quedado la duda de si con algo más de técnica se le podría haber exprimido más. No lo sé. Pero no recuerdo muchas confirmaciones de alternativas con toreros que demuestren tal seguridad.
En el sexto, un magnífico sobrero de Victoriano del Río (a ver si la corrida de mañana se parece a este), después del recital de quites ha toreado mucho y bien con la muleta. Nuevamente el comienzo de faena ha tenido mucha estética y un nuevo cambio de manos para enmarcar. Después de una serie de tono menor, ligó una de derechazos con gusto torero y mucho temple. Al cambiarse la muleta de mano para dar el pase de pecho, cayó al suelo el engaño y, sin inmutarse, se agachó, la recogió y ligó el de pecho sin más probaturas y sin dejar pensar al animal. Nuevas series en redondo y una magnífica estocada después de pinchar al entrar a matar dudando si hacerlo en la suerte de recibir o al volapié.
La plaza le ha acogido con cariño. El que correspondía por su entrega torera y su saber hacer.
Manzanares ha demostrado estar en un momento sensacional de forma. Y ha lidiado a sus dos toros de forma excepcional. Pero ha tenido mala suerte con el lote y le han correspondido los dos con menos fuerza y transmisión. Se le ha notado con sitio, técnica, arte y gracia. Pero no ha podido cuajar faena a pesar de esa disposición por la condición de sus enemigos.
Y Morante ha dado en el cuarto una auténtica lección de cómo se torea con el capote.
Al segundo de la tarde no quiso verlo y el público le abroncó. Pero cuando vio el recibo a la verónica al cuarto los mismos que le había acusado de tramposo y trincón le aclamaban como redentor del toreo de capa. Esos gritones son una representación demoscópica perfecta de esta sociedad mediocre en la que hay que pasar desapercibido, pero cumplir de forma automática y sin muchas preguntas miles de procedimientos. No se admiten los genios. Los que hacen las cosas de forma magistral cuando les sale y no se preocupan ni siquiera de hacerlas mal cuando no les apetece. Pero estos son los que dan sentido a la vida y al arte. Los que no son intercambiables… como lo son la mayoría.
El de la Puebla, con el cuarto, ha realizado una lidia completa. Con verónicas profundas (una y media, para no dejar de verlas nunca), un galleo por chicuelinas de mano baja que aunaba sabor antiguo y técnica moderna, nuevo quite… Sólo en este toro hemos visto más verónica que en todo San Isidro. La faena de muleta ha ido de más a menos, como no podía ser de otra manera con un toro al que se le había obligado tanto en los primeros tercios y al que toreó en el tercio (tal vez para tratar de evitar la incertidumbre del viento). Comienzo magistral con ayudados por alto y pases de adorno, seguido por un toreo hondo, apasionado y vibrante. Luego, las series algo más convencionales, pero siempre con detalles y prestancia toreros. Remata con nuevos ayudados por alto y pase de pecho y deja un estocada perfecta en todo lo alto.
En fin, que hemos visto torear, hemos vibrado, sentido la emoción y la espera. Hemos dudado a veces los derroteros que seguiría una tarde que nunca ha perdido su interés. Y hemos salido ilusionados, pletóricos, llenos de cosas de comentar. Gran tarde para los aficionados y para los taberneros, que han visto cómo la gente acudía de forma masiva y se quedaba más tiempo. Hoy no había que olvidar lo que había pasado. Había que revivirlo. Y para eso hace falta mucho más tiempo.
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