Fecha: 14-IV-2010
Toros: El Torreón (César Rincón)
Espadas:
Antonio Barrera
Luis Bolívar
Salvador Cortés
¿Qué quedará de esta tarde que ahora deslíe la lluvia de abril?
La frágil memoria de los reseñistas la perderá en el olvido de las crónicas digitales. Sólo quedará un eco dolorido en cada protagonista o en quienes, acaso, han venido de países muy remotos y no volverán jamás a la redonda fiesta de la muerte y la luz.
Antonio Barrera recordará para siempre la tarde en que brindó al cielo gris donde aleteaba la resuelta muerte de su padre.
Luis Bolívar recordará el fugaz intervalo en que la banda de Tejera acompañó dos series que acabaron estrelladas contra la tela engañada del primer natural.
Salvador Cortés recordará dos veces la lentitud con la que viene el toro por los toriles cuando se arrodilla el hombre ante el miedo y el fracaso y, quizá, medio lance de capa.
Y todos recordaremos el instante en que un Mariscal se elevó por el cielo en su trapecio de nubes y grácil como un ángel y certero como un águila dejó un par en lo más alto de lo alto, en picado venido desde arriba.
La tarde se ha cerrado a los recuerdos, con un par, casi nada.
miércoles, 14 de abril de 2010
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1 comentario:
Qué difícil, José María, sacar tanta belleza, con tanta brevedad, de algo tan cercano a la nada.
Y qué honda la presencia de Barrera desde el borde de la muerte del padre para enfrentarse a un bicho como el cuarto-bis.
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