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martes, 10 de abril de 2007

DOMINGO DE RESURRECIÓN (8 de abril de 2007)

Sol de Domingo de Ramos: después de esta Semana Santa escandinava que hemos sufrido ¡qué ganas daban de irse a buscar a la Borriquita por la Cuesta del Bacalao para verla trotar con el cascabeleo ideal de Platero! Con el cansancio feliz de la Estación de Penitencia en San Lorenzo acudimos a estrenar abono, que para eso es domingo ¿de Ramos? Unos aficionados catalanes en el pasillo (¿es legal vender esos asientos infames? anuncian la resurrección barcelonesa de José Tomás, gracias a mi amigo Lorenzo Clemente ya dispongo de entradas. Yo me perdí a José Tomás en sus años porque la plaza de Las Ventas desecó mi afición pero, como el apóstol de idéntico nombre, hasta que no vea la taleguilla manchada de sangre, no me haré tomista, a mí me gusta el toreo circular y a José Tomás sólo lo he visto en los círculos del DVD, a estas horas Talavante ha abierto la Puerta Grande de Madrid en mi vídeo VHS, ¿será el siglo XXI la apoteosis definitiva de la verticalidad manoletina? Y eso que hoy Castella ha estado soso: los tres toreros son más que eso, no cabe duda, pero en los toros hace falta mucho aroma de Romero y San Bernardo, de Paula y de Morante (la cuadrilla mágica). Frente a las catedrales góticas, el barroco sevillano o, mejor, el renacimiento sevillano fino y frío de Herrera o Rioja o los misterios subterráneos de Jerez.

Vamos a los toros. Los de Zalduendo, muy bien presentados ¡y además quieren que embistan! ¿desde cuando embiste un toro guapo y bien comido? En Espartinas vimos a Enrique Ponce indultar a un Zalduendo chiquitito y feo este verano, después de tanto encaste Domecq la única teoría brava posible es la de que son tan impredecibles como todos los toros, excepto cuando dejan de serlo. Como los artistas.

Ponce, con un terno batracio y oro ¿cómo se puede uno vestir de plomo en La Maestranza? estuvo muy profesional toda la tarde, lo cual que estuvo aburriendo al personal, porque aunque es de mucho valor su empeño y su pericia es mejor que la guarde para Espartinas. A nosotros nos gusta cuando torea, no cuando entretetiene o trabaja, al primero lo pincho y lo mató de media lagartijera, no estuvo mal: desde que es un torero artista, de los de verdad, como el que vimos el año pasado en la feria (y por eso lo esperábamos) ha perdido el sitio en la suerte suprema, pero su antagonista tampoco merecía más. Con el cuarto se peleó sin sacar nada de su repertorio habitual salvo el aburrimiento, somos injustos, pero la culpa es de una hooligan que lo jaleó toda la tarde con voz de cazallera, al tiempo que insultaba a la afición de Sevilla según la costumbre de los que se pasean por aquí procedentes de Plazas tan artísticas como cubiertas, ¿no podrían irse a buscar a la Borriquita por la nacional quinta o haberse vuelto el jueves con los aficionados del Totenham, ese novillero? ¿Qué culpa tiene la Maestranza de que Ponce no sea de Utrera, qué culpa tiene el propio Ponce? Entre grito y grito desaforado, pregonando las excelencias de la nada, mi compañero de balcón cantó las tapas del Rinconcillo para tapar a la gruppie: la temporada promete y Ponce recibió un aviso.

Castella dejó muy buen sabor de boca el año pasado y se le esperaba con ilusión, pero no encontró su toro, le faltó material y le pudo la responsabilidad, protagonizó un excelente tercio de quites con el Cid en el segundo de la tarde, pero ni aun cambiándose el toro sin cumplir el reglamento–ni falta que hace- en su primero, ni con el pase cambiado tremendo con el que empezó la faena brindada al público en el segundo, consiguió transmitir a los tendidos, y eso que se presagiaba el arrimón femoral: ese susto temerario que nos aliviamos. Claro, que en eso es en lo que anda Talavante. Una certera estocada y un rompimiento de gloria por el Aljarafe pusieron fin a su tarde. En su primero, de embestida dura y bronca, vimos lo mejor de corrida: un par de banderillas al encuentro del Alcalareño que levantó a los tendidos, su compañero de cuadrilla, Julio López, también se asomó al balcón: definitivamente hay vida después del Fandi.

El Cid tiene un problema, tiene mucha mano izquierda, pero eso no es suficiente a pesar de estar en precampaña: ¿por qué aún siendo el triunfador de Madrid y desorejando en septiembre a un Victorino largo como la Avenida todavía no tiene el cetro del toreo? Le falta mano derecha y estética en los remates, le falta una tauromaquia propia más allá de la mano baja y la hondura a ratos. Toreó lento de capa, pero se trabucó en las medias, las trincherillas no le salen limpias y creo que va a lo suyo, a lo de la izquierda sin más planteamientos artísticos. Cuando su segundo, al que cortó una oreja, le pidió más y le exigió valor (porque era un toro bravo que metió los riñones en el caballo y al que le había hecho una lidia excelente, todo sea dicho) se fue a matarlo y directamente a por el apéndice estadístico. Como se descuide terminará en las corridas duras de las que procede y los Domecq los verá desde la grada… y los Miura con el Fundi. Durante el primero se vivió un intenso tercio de quites, mejor Castella con sus chicuelinas ceñidas que el Cid con sus delantales o verónicas, el público no lo vio así, pero el Cid es de Salteras y Castella, aunque hermano de la estrella de Triana, es peligrosamente napoleónico. En el segundo de su lote Manuel Jesús brindó al maestro Tristán que se jubilaba como director de la banda del Maestro Tejera, que le correspondió, tras un inmenso pase de pecho, con un son breve como su faena. ¡Ay! Todavía resuena Amargura detrás del palio de la Virgen de Montserrat, la de los catalanes, que José Tomás reparta suerte. Ha empezado la Gran Temporada.

JOSÉ MARÍA JURADO

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