La corrida de Juan Pedro fue mala. Malísima, si queremos ser precisos. Sólo se salvó un toro, el tercero, que tuvo algo más de aire, de codicia y de poder. El resto, sosos, descastados, gordos, fofos, a menos,… Una auténtica ruina.
Con este material, Padilla no pudo sino estar voluntarioso. Recibos de capa y banderillas más espectaculares que ajustados, igual que los faroles del quite del cuarto. Y luego, con la muleta, absolutamente nada por lo insulso de los toros. Lo más llamativo, los pases iniciales de la faena al cuarto, rodilla en tierra.
Tampoco tuvo posibilidad alguna el Juli, que sólo pudo destacar en los delantales de recibo al segundo (sin ligarlos, por la absoluta falta de fijeza del animal) y en el toreo hondo de capote con el que recibió al quinto. Con la muleta, nada. Los toros, o no pasaban, o lo hacían como quien estuviera dando un paseo por la Ribera del Marisco. ¡Qué martirio! Dos buenas estocadas y un descabello made in R. Domínguez acabaron son la birria de toros que le tocaron en ¿suerte?
Y Talavante, queda dicho, fue el único que pudo hacer algo en el tercero. Buen recibo a la verónica, gran quite ceñidísimo con el capote a la espalda y una infame lidia de la cuadrilla dio paso a una faena compacta. Primero, estatuarios ceñidos, sin moverse y pase del desprecio torerísimo. Luego, dos grandes series muy templadas al natural, con pases largos. Otra con la derecha también de calidad. Se fue acercando cada vez más y el toreo ganó en verticalidad y encimismo. Para finalizar, manoletinas de las que el toro sale suelto. Después de un mitin con la espada, la gente le aplaudió cariñosa con la sensación de que él sólo había perdido con la espada la oreja (o las dos, que nunca se sabe en esta Plaza) que había conquistado con su toreo de capote y muleta.
En el sexto, el segundo menos malo del encierro, no hubo toreo de capote y con la muleta se le vio desangelado, sin alma. El toro no era como el anterior, pero poniendo algo más de espíritu podría haberle sacado otras cosas al animalito. Buena estocada (ahora sí) y miles de descabello (para compensar).
ADMIRAMOS la reacción del público portuense cuando llegó la imbécil (para los nuevos, la Presidenta del día anterior) y se colocó en el callejón. La bronca debió oirse hasta en la Consejería de la Junta en Sevilla de la que dependa ahora esto de los toros. ¡Que la echen ya! Por imbécil y por descarada.
NOS CUESTIONAMOS si los medios de información taurino en Internet tienen algún interés por informar de toros, ilustrar a los aficionados y engrandecer la Fiesta o si lo único que les preocupan son sus pequeñas rencillas personales. Daba pena leer esta mañana los dos portales de la cosa. Los de Mundotoro, que algo tienen que ver con D. Juan Pedro, escribían de la corrida como si los toros no existieran, como si no hubiera que decir nada de ellos,… Como si los toreros (a los que, obviamente, tampoco criticaba, ¡sólo faltaba!) no lo hubieran hecho bien por azares del destino. Una corrida mala… sin culpa de nadie. Los de Burladero, o sea, la competencia, se despachaba con todo tipo de adjetivos despectivos del ganadero y de sus toros. Con una saña que sólo puede venir del odio más radical. Como alguien no entienda que esto es muy frágil y que hay que informar de verdad, diciendo lo malo (incluso de los más próximos), tratando de explicar por qué se producen estas cosas, pero sin venganzas, o entre todos vamos a darles la razón a los que tratan de mutilar o exterminar la Fiesta. Como siempre, ¡al suelo! Que vienen los nuestros.
TENEMOS la sensación de que Talavante trataba de dar un golpe de atención en El Puerto para ver si gana sitio y cotización ahora que el mago Corbacho, con sus cosas buenas y sus rarezas, no está con él. Pero él sólo se lo impidió con la espada en su primero y su falta de ambición en el último (más o menos como en Sevilla). Veremos cómo le va ahora sin ese toque de distinción peculiar que le daba uno de los personajes más peculiares de la Fiesta. Que ya es decir.
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