Perera sigue este año, al menos desde hace unas semanas, el mismo ritmo de rotundidad de la temporada pasada. Las cosas en las primeras ferias importante no marcharon todo lo bien que el pacense hubiera deseado, pero desde mediados de junio ha vuelto a la constancia en el éxito permanente.
La corrida del sábado en Huelva, en una tarde tremendamente calurosa, era uno de esos carteles rematados que, por fortuna, se han puesto de moda con la crisis: Ponce, Morante y Perera. Los empresarios se han dado cuenta que sólo así es posible llenar las plazas, en las ferias y fuera de ellas (JT al margen).
Sucede, sin embargo, que el todo tiene la posibilidad de descomponerlo casi todo. Supongo que el empresario del coso y ganadero del hierro de la corrida, tendría interés en llevar lo mejor a esa celebración del 25 aniversario de la Plaza. Si es así, o no conoce muy bien lo que tiene, o lo que tiene es manifiestamente mejorable.
Ponce lo intentó en sus dos toros. Y en su segundo, a base de aplomo y técnica, consiguió algunos pases de cierto interés. Pero sin obligar nunca a sus toros, flojísimos y descastados. Ver a un diestro como este, después de tantos años, seguir poniendo el mismo interés delante de todos sus oponente, lidiarlos con una austeridad de lances inverosímil, es una satisfacción. Pero sin el toro bravo, noble, encastado, poderoso,... el asunto pierde gran parte de su importancia.
Morante no pudo hacer absolutamente nada con sus toros, a excepción de una verónica y una larga en el recibo de capote a su primero y los ayudados por alto con los que comenzó la faena de muleta a este mismo toro. Luego, el toro perdió todo atisbo de fijeza y unió a su falta de fuerza y clase una absoluta distracción que hacía de la lidia un ejercicio inútil. El quinto fue un toro peligrosísimo, que se cruzaba y se colaba siempre. Morante abrevió y la gente se cebó con él en una bronca manifiestamente injusta.
Perera, queda dicho, firmó lo mejor (con mucho) de la tarde. Tuvo mejor suerte con los toros, pero, además, su técnica, oficio y pundonor pusieron lo que los toros no tenían. Al tercero lo recibió muy bien con el capote, se le amagó la suerte de varas y le instrumentó un quite bellísimo, solo en el centro del ruedo, en el que enlazó una chicuelina, una tafallera y varias gaoneras. Con la muleta toreó excepcionalmente con la derecha (la segunda tanda, magistral): poder, ligazón, hondura y temple. Con la izquierda el toro era menos claro y la serie al natural tuvo menos intensidad. Después de un circular inmenso y unas bernardinas ceñidísimas recetó una estocada hasta la bola.
El sexto fue algo menos claro, pero también lo lanceó con brillantez de recibo y en un gran quite. El comienzo de la faena, con pases cambiados, circular, de pecho,... levantó nuevamente a la gente de sus asientos. La faena fue menos redonda que la del toro anterior, pero le sacó al animal más de lo que tenía, con una técnica y un temple grandiosos. Nueva estocada perfecta y la confirmación de que Perera ha vuelto por sus fueros.
¡Qué buen verano va a darnos!
lunes, 3 de agosto de 2009
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