El cielo blanco de los humedales envía mechones de gris deshilachado a la Plaza vacía: disparos de humo y bruma, lentas nubes, aves migratorias que son, de pronto, lluvia. Lluvia que encharca los corrales viejos, lluvia que pudre la madera de los callejones, las despintadas tablas de los burladeros que la embestida del agua desarbola. ¿Dónde está el SOL? Aquí fue Troya, aquí Héctor y Aquiles sometieron al miedo y extendieron tapices de textura finísima para regocijo de las multitudes. Aquí, en este despedazado anfiteatro sobre la fábrica de cal y albero donde el verdín florece, la sangre floreció. El toro brutal de los minoicos es aquí, en la arena fangosa del otoño, algo más que una presencia inmanente: la cósmica certeza de otra primavera amenazante.
(Y con esta entrada hacen 100)
jueves, 25 de octubre de 2007
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