Más de dos meses después, resulta imposible recordar el calor que pasamos en Sevilla ese fin de semana, lo que disfrutamos de los ocho o diez grados menos que hacía en El Puerto, la satisfacción del verano y la agradable tarde de toros que vivimos.
Comenzó la corrida con un detalle inoportuno: el aviso por megafonía de que en el festejo del día 12 las puertas de la plaza se abrirían dos horas antes. Casi todos los que estábamos allí sabíamos que el día 12 toreaba José Tomás (algunos, incluso, teníamos nuestra entrada), pero no hacía falta indicar a los que hacían el paseillo esa tarde que la expectación que ellos habían generado no era relevante, pero que una semana después había que tomar medidas extraordinarias para evitar problemas de orden público. La liturgia y el saber estar en los toros es predicable sobre todo para los que se visten de luces, pero no estaría de más que a los empresarios se les pegara algo.
Jesulín se despedía esa tarde de El Puerte y tuvo una actuación en su línea: muy técnica y templada, pero de poca hondura. Lo de Jesulín tiene mucho mérito a nivel humano y torero. Ha entendido muy bien a los toros, los ha conseguido torear de forma aseada, pero yo no le he visto casi nunca torear con profundidad. En esta ocasión, la faena a su primero estuvo basada en la mano derecha, sin llegar a cuajar ninguna serie de importancia artística y matándolo después de pinchazo, menos de media y ocho descabellos. Al cuarto lo recibió por verónicas y lo toreó con la muleta en una faena larga, de muchos pases, con técnica y ligazón, pero poco más. Mató al toro de un bajonazo y cortó una oreja.
El Juli demostró una vez más la magnífica temporada que lleva. Hoy ha cumplido su corrida de toros número miel. Hace un par de meses llevaría veinte o treinta menos. En todo caso, se le ha notado con un aplomo, una seriedad y una hondura impresionantes. A su primero lo recibió por verónica, con un par de ellas magníficas, lo llevó en una galleo garboso al caballo y quitó por chicuelinas ceñidas, rematadas con gaonera y revolera. En la muleta el toro ha desarrollado muchas complicaciones, dando tornillazos y tratándose de ir a tablas, pero El Juli ha hecho una faena muy seria y técnica a pesar de ser imposible el lucimiento y ha matado de una gran estocada.
En el quinto ha cortado dos orejas después de una faena magistral. El comienzo de la faena de muleta ha sido muy torero y ha llevado después al toro por ambas manos con un toreo profundo de pases eternos y ligados. Un toreo muy poderoso que ha acabado con un arrimón aguantándole todo al toro, pasándose los pitones rozando el cuerpo. Ha rematado de una magnífica estocada hasta la bola y la recompensa no ha tenido discusión alguna.
Manzanares ha demostrado, sobre todo en su primero, su inmejorable concepto del toreo. Después de un buen toreo de capa, con la muleta ha tenido un comienzo de faena con pases sueltos de muchísmo gusto, pero sin redondear las series. Más tarde ha ligado tandas con la derecha sublimes de hondura, ligazón y temple. En una de ellas, el cambio de mano ligado con el de pecho ha fulminado cualquier atisbo de crítica. La personalidad y el arte son algo así.
El sexto ha sido un toro muy complicado y peligroso al que ha macheteado y despachado de forma rápida.
Pero pensando de nuevo en la faena al tercero, y con lo que ahora sabemos, ¿cómo se puede torear así teniendo el dengue?
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