Toros de Cuadri.
Sánchez Vara, ovación y saludos;
Iván García, silencio en ambos;
Fernando Cruz, ovación y saludos desde el tercio.
Mucho se discute acerca de la generosa sangre Domecq en los carteles de la Feria de Abril cuando lo que habría que plantearse es por qué y con qué mérito retornan estas bestias de la naturaleza, los cuadri, herederas del Uro que describió Julio César, al albero maestrante:
“La tercera raza (que hay en la selva Hercinia, Germania, a orillas del Danubio) es de los que llaman uros, los cuales vienen a ser algo menores que los elefantes: la catadura, el pelaje, la figuras, de toros. Es grande su bravura y ligereza. Sea hombre o bestia, en avistando el bulto, se tiran él.”, dice César en la Guerra de las Galias.
Quizá sea esta la razón de que la primera de las reses, en recuerdo de su tudesco antecesor, se llamará “Alemán” y pesará 580Kg, el segundo llegó a los 614Kg. Pero ni bravos, ni ligeros.
Son toros preciosos, primitivos, algo faltos de armadura, pero con una seriedad y un esqueleto que los hace de embestida difícil, si no imposible, porque el lomo del toro no da lugar a la salida y el animal sólo sabe entrar alto a los vuelos derrotando, tirando cuchillazos.
Desde arriba suponemos el valor a lo toreros, pero en rigor, el espectáculo de hoy era un película de gore, de miedo y psicópatas, con cuchillos, katanas, sustos imprevistos.
Ningún animal fue apto para la lidia lucida y todos exigían, para agradar al público contemporáneo, una exposición desmesurada y un valor seguramente no compensado, salvo que uno sea un mártir, y ya ni JT, según se sabe (última hora "viene" a Madrid).
Hay que ser muy aficionado para venir una tarde de éstas, cuando el torero que abre plaza se presenta en Sevilla, ¿qué ha hecho todos estos años? ¿Quiénes son los otros? En fin, la de la oportunidad, seamos pues respetuosos.
Sánchez Vara, en el primero luchó contra el parón y el recorte de su toro, con miedo al principio, quieto el toro después, al punto de que todo alrededor del torero era toro y sólo toro, quieto como un cartelón de Osborne. En su segundo fue muy ovacionado el picador, porque toda la tarde hubo empeño en que las bestias se vinieran de largo, sin importar luego si metían los riñones –que esto es la bravura- o si salían corriendo, como sucedía. Nos ilusionó al doblarse por bajo y llevarlo a los medios, para darle el tipo de pelea que procedía, pero ahí quedo todo, se ligó algún muletazo estimable al forzado de pecho y le recetó, como al primero, un perfecto volapié, cosa de agradecer en tardes lentas como la de hoy, en que la terna mató muy bien.
Iván García ha toreado en la China y a ratos pareciera que se le nota, por las formas vulgares con las que ejecuta algunas suertes (banderillas, chicuelinas), aunque me sorprendió en una desmayada verónica al quinto. El año pasado este torero recibió una tremenda cornada y está volviendo a su lugar. Le faltó valor y técnica para ligar los pases en el segundo y a su quinto lo desaprovechó, aunque probablemente no merecía más la pena.
Nos gustaría ver a Fernando Cruz con toros serios, pero lidiables ¿victorinos?, Porque es el que mejor de los tres está en la Plaza, tan necesitado de contratos como está – a los tres los ha echado fuera del circuito el arreón tomista- se juega la vida demasiado arriesgadamente, en el primero derrochó un valor inútil ante un toro asesino –y de verdad que pasamos miedo y menos mal que el toro se paró porque era una temeridad- y en el segundo suyo nos regaló, exponiendo, muletazos sueltos que intentaron en vano levantar la tarde.
No se “puede” estar mejor con estas vacas de antediluviana estampa, quiero decir que es físicamente imposible lucirse, salvo si se tiene la experiencia del Fundi, con estas ganaderías no tienen nunca opción de triunfo; aunque, pensemos: con los derechos de TV y la repetición el año que viene, da para comer a una familia un año, seamos pues respetuosos, porque han estado dignos.
Los toros de Sánchez Vara e Iván García fueron banderilleados por ambos con más eficiencia que gracia.
Valga para toros y toreros este pasaje de Platero y yo, y donde dice burro, dígase toro o torero
Los burros del arenero
Mira, Platero, los burros del Quemado; lentos, caídos, con su picuda y roja carga de mojada arena, en la que llevan clavada, como el corazón, la vara de acebuche verde con que les pegan...
lunes, 31 de marzo de 2008
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