No, José María, al final uno se queda en Madrid, como en la canción del Sabina traidor (grandeza la de Serrat que defendía la integridad de acompañar a un amigo y boutade la de Sabina de declararse sólo josetomasista).
Porque ayer Joselito reapareció fugazmente, veinte años después, junto a El Fundi y El Bote, en un festival que celebraba el aniversario de la alternativa que les dio aquel primer genio de la Escuela de Madrid.
Y había que estar allí. En la Nava de la Asunción. En una magnífica tarde de amistad, conversación y toros.
Después de despejar la plaza con un seiscientos y las reinas de las fiestas, aparecieron los tres maestros dispuestos a hacernos disfrutar de una hermosa tarde de toros y nostalgia. Joselito y Bote desmonterados y El Fundi, con el sombrero calado, demostrando que ha oficiado en todo tipo de plazas.
Cuando entramos en faena, Joselito resumió en un par de toros lo mejor de su tauromaquia. En su primero, verónicas abrochadas con una media de cartel, galleo por chicuelinas templando y mandando, quite por delantales,... Con la muleta, toreo por bajo y trincherazos insuperables, derechazos, naturales, derechazos sin ayuda del estoque y unas manoletinas con gusto y sensaciones de antaño. Con la espada no pudo dar el ejemplo de otras veces y pinchó dos veces antes de dejar una estocada en todo lo alto.
En el cuarto (otra vez el cuarto) volvieron las fregolinas. Y con la muleta, aunque el trasteó fue de más a menos, dejó algunos derechazos de auténtico saber y plena profundidad. No está para volver, pero sigue manteniendo esa prestancia torera que le hace único. Él, casi en exclusiva, mantuvo el misterio del toreo en unos años especialmente oscuros. Y lo hizo por dignidad y convencimiento. Como ayer.
El Fundi se nota que aún está en activo. Y que, por tanto, mantiene los reflejos más despiertos. En el segundo hubo algunos detalles de interés como las banderillas de los pares primero y tercero y la técnica que demostró. En el quinto, el mejor toro de la tarde, tuvo pasajes de mucha intensidad aunque tenemos la sensación de que lo ahogó un poco.
Y, por último, El Bote. Que hizo un aténtico esfuerzo para torear. Se le nota que no está en forma y que la quietud, como la de Paula, es casi siempre por la imposibilidad de salir corriendo. Aún así dejó retazos de toreo profundo, con empaque y arte. En el sexto, la media en los lances de recibo fue sublime y consiguió también con la muleta momentos de intensidad.
Hoy, para desquitarme, me he recreado con unas gambas cocidas, unos mejillones al vapor y un salmonete de roca con ajitos mientras recordaba el saludo de san Gonzalo al Baratillo. Y luego, he degustado con placer "Un lugar en el mundo" mezclando los inciensos de la Esperanza de Triana y El Cristo de Burgos. Junto con pasajes de la de Victorino en Madrid (la corrida del siglo).
No estaremos en Barcelona, pero ¿seguro que no nos lo perdonan...?
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